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Los Santos
Semana del 31 de octubre al 7 de noviembre de 2013
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Yo confieso EUGENIO JESÚS DE ÁVILA MORTAL
El sabor de la vida No necesito recordar que amo la literatura de Marcel Proust. Su grandiosa novela, A la busca del tiempo perdido, es pura nostalgia, melancolía, recuerdos de personas y memoria de sabores. Sí, olores y sabores impregnan nuestro cerebro en la infancia y los llevamos con nosotros, guardados en la memoria, hasta el momento de marcharnos a otro espacio, a otra dimensión o a la nada. Mi familia posee un talento excepcional para apreciar gustos y sabores y una querencia especial por los dulces, pero tan solo por aquellos que te acarician el paladar y hacen que tu lengua vibre hasta alcanzar el nirvana. Confieso que heredé, junto al color de los ojos, el carácter y otras virtudes y defectos de las que no trataré aquí y ahora, esa singular tentación por pasteles, pastas, tartas, etc. Como en mi casa, se celebraban santos y cumpleaños desde que uno recuerda y se apagaban las velitas en tartas que elaboraba don José Reglero Méndez, mi cerebro quedó marcado para siempre por los sabores que elaboraba el maestro zamorano en cualquier producto que sus prodigiosas manos creaba. Y como Proust, ahora he regresado a la infancia. Un hijo de don José me ha devuelto a los mejores años de mi vida, cuando el dolor no existía, cuando todo eran juegos y risas, con ciertas dosis de estudios, que tampoco me resultaban gravosos. Además de gozar con sus productos, conocí a don José Reglero cuando inicié mi etapa de periodista en el auténtico ‘El Correo de Zamora’. Era el presidente del Consejo de Administración de un periódico que, como sus productos, resultaba familiar, cercano, artesano... un barquito de papel. Él confió en mí, tanto que me regaló adjetivos de esos que ensanchan tu vanidad. Sin duda, fue el mejor jefe que tuve. Aún lo recuerdo. Su bonhomía y sus dulces abrazan mi memoria.
EL DOMINGO, UNA GRAN COLA DE CLIENTES HIZO EVIDENTE LA INAUGURACIÓN DE LA PASTELERÍA
“El esquiador” de Reglero, el regreso de los dulces que dieron fama a la ciudad José Reglero, hijo del gran empresario zamorano, abre una pastelería en las instalaciones de lo que fue la fábrica de su familia POR EDZ REPORTAJE GRÁFICO: EDZ
El pasado domingo, fue un día histórico para la Zamora más dulce y golosa, porque la firma Reglero volvió a abrir otra pastelería, “El esquiador”, en lo que formó parte de la emblemática fábrica de la familia zamorana. El quinto hijo de don José Reglero Méndez, bautizado con el nombre de su padre, llevaba un tiempo intentando tomar el relevo de su progenitor, un maestro, pero la burocracia se lo había impedido; pero, por fin, el día 27 de octubre, los zamoranos pudieron adquirir los dulces y postres de toda la vida, entre otros, los afamados caprichos de reina. Es momento, por tanto, para hablar con José Reglero hijo. Cuando se cerró Reglero, la ciudad pareció quedarse huérfana de unos productos que marcaron varias generaciones de zamoranos... No lo creo. Porque quedaron pastelerías de profesionales que habían trabajado en Reglero. ¿En qué momento decide José retomar los pasos de su padre? No fue algo que se me ocurriera de repente. Siempre fue algo que tuve en la cabeza, pero, hasta que das el primer paso, hay que dejar pasar el tiempo. Toda inversión que se realice ahora en Zamora posee un gran mérito, dadas las circunstancias económicas... En Zamora y en cualquier sitio de España, según están las cosas.
Creo que es una forma de poner mi granito de arena en el desarrollo de la ciudad y para que se animen otras personas a invertir. Muchas veces existe cierto miedo y, en otras ocasiones, porque no hay dinero y los bancos financian mal o el Ayuntamiento de Zamora pone muchas trabas para abrir una empresa. Creo que hay cosas que podemos cambiar entre todos. Ha sacado el asunto de la burocracia. ¿Cuánto tiempo se ha pasado José Reglero de ventanilla en ventanilla? El permiso lo presenté en el Ayuntamiento en julio de 2012. Pero llevo más tiempo preguntando y haciendo gestiones. Aunque ya se lo planteé antes. ¿Cuál fue ese momento en el que toma la decisión de abrir una pastelería en Zamora? A raíz de la muerte de mi padre, la nostalgía se apodera de uno: empiezas a recordar momentos, te da pena que los caprichos de reina desaparezcan. Y la idea de montar la pastelería fue, sobre todo, por los “caprichos”. A mi padre, le costó mucho crearlos. Y que desaparezcan era un duro golpe. Me dediqué a este dulce y vimos que salieron bien. Entonces, monté la empresa para ello, pero solo con este producto es muy delicado vivir todo el año. No es de consumo diario. Fui a Suiza a trabajar a una pastelería para tener más género. Ahora, tras los “caprichos”, las pastas de té serán lo que más atraiga al cliente, porque son muy finas y re-
José Reglero, con una bandeja de buñuelos; arriba, una fotografía de su padre, dando el último toque a una portentosa tarta
cordarán sabores pasados. Lo cierto es que, desde que abrimos, los bollos blancos y las parisinas son lo que más se han vendido. ¿Que hay de innovación y qué de clasicismo en José Reglero hijo? Confundimos innovación con algo que es nuevo, pero yo creo que innovar es hacer algo que no realiza el resto de la gente. Los productos de antes, hoy en día, son una auténtica innovación. No obstante, voy a hacer tartas de chocolate, tipo suizas; erizos de chocolate, con sus púas y sus narices y sus ojos, que se vendie-
ron todos el día que inauguramos. Y unas pastas blancas, de media luna, que gustan mucho. ¿Le sorprendió el éxito del primer día de su “Esquiador”? -Me quedé alucinado. Nunca me lo llegué a imaginar. Mañana, Día de Todos los Santos... Los buñuelos de Reglero marcaron una época... Desde el miércoles, estamos trabajando en ellos. Los haremos de crema y nata. Hemos hecho también cañas zamoranas, que es el otro dulce que no podía faltar.