aprender de aquel libro, había sido una muestra incuestionable del verdadero rostro de Severus Snape. Harry podía hacerse una idea bastante clara de lo que había ocurrido después: Snape se había unido a Lord Voldemort, pero ni siquiera haberse convertido en su mano derecha había podido acabar con su complejo de inferioridad. Quería el poder supremo, quería el respeto y el temor de todo el mundo mágico, y verse relegado a arrastrarse ante Voldemort, aunque tuviera el honor de ser el que más cerca de él se arrastraba, no debía haberle parecido suficiente. De modo que empezó a indagar cómo conseguir poder sobre su nuevo amo, y fue cuando, a saber cómo, descubrió que Voldemort había dividido su alma. — Es como... como una araña — dijo Hermione inesperadamente, y Harry creyó, por un momento, que le había leído la mente —. No, en serio — insistió ella, malinterpretando su expresión de desconcierto —. Desplegando su tela poco a poco, un filamento allí, otro allá... Hasta que, sin que nadie supiera cómo, hubo construido una trama firme y enorme, atrapando a todos sin que siquiera se dieran cuenta... — Muy poético — gruñó Ron —. Y todo para decir que Snape era un maldito bastardo mucho peor de lo que ya pensábamos que era. — Pero es cierto — insistió Hermione —. Un hilo hacia allá, y Voldemort confía en él como si fuera su hijo querido... otro filamento hacia allí, y Regulus roba el Horcrux, y consigue hacerse matar por los mortífagos... Un hilo más, y Voldemort está a punto de morir a manos de... de Harry —. Carraspeó —. Hilos y más hilos, y Voldemort y sus mortífagos están convencidos de que Snape es el siervo más fiel del Señor Oscuro, mientras la Orden del Fénix y Dumbledore creen que es el espía más arriesgado y temerario del Ministerio... Y, todo ese tiempo, Snape estaba en el centro de su tela, controlando todos los filamentos, dando un tirón aquí y otro allá, y sólo se era fiel a sí mismo. — Estupendo — dijo Ron, bostezando ruidosamente —. La araña a la sombra de la
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