Libro de los insultos

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Pancracio Celdrán Gomáriz

Inventario general de insultos

Tirso de Molina, y también los comediográfos del siglo pasado, emplean el término, que ha llegado a nosotros como sinónimo de individuo que tras haber montado en cólera muestra su enojo y enfado sumos, situación que ha dado lugar a la frase "estar alguien hecho un basilisco".

Bastardo. Hijo ilegítimo. Persona o cosa que degenera de su origen o naturaleza; borde. También se dice del individuo ruín y villano. Es voz de etimología francesa y origen incierto, que comenzó a utilizarse en castellano en tiempos de Pedro I, mediado el siglo XIV, apareciendo como aposición a nombre propio en la Crónica de Pedro el Cruel, para referirse al hijo bastardo de Alfonso XI: Enrique (II) el de las Mercedes. Los hijos ilegítimos de noble cuna eran bastardos..., los de baja cuna: hi(jos)deputas.

Basto. Grosero, tosco, falto de refinamiento y pulimento; persona rústica y poco dada al trato cortés y educado; también se utiliza en lugar de cursi. Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua (1611) dice al respecto del término: Por alusión dezimos del que se ha criado en el aldea, y viene a tratar con la gente de ciudad o corte, que está por desbastar, en tanto que no pierde su grossería y rusticidad; y assí, hombre basto, hombre grossero, puede venir del nombre griego bastax, el ganapán... La etimología, sin embargo, no es griega, sino latina. Hoy se aplica tanto a cosas como a personas, aunque como término de comparación: "ser alguien o algo, más basto que..."; hemos tenido ocasión de escuchar, en ambientes nocturnos, entre gente un tanto embrutecida y arrufianada, la siguiente frase: "Eres más basto que un condón de esparto".

Batueco. Estar en las Batuecas es tanto como vivir en la ignorancia y simpleza más absoluta, tanto que batueco es sinónimo de bobo. Como en el caso de Babia, también las Batuecas son comarca existente en el viejo reino de León. Se trata de un valle entre Salamanca y Ciudad Rodrigo. A sus habitantes se les llamó antaño despectivamente "los beocios de España", voz que equivale a tonto e ignaro. Sobre su atraso corrieron en siglos pasados historias y leyendas. Como a los naturales de las Hurdes, se les suponía cavernícolas, que andaban desnudos. Juan Eugenio Hartzenbusch (mediados siglo XIX), llegó a escribir una comedia de magia titulada Las Batuecas, donde difundía la especie del atraso, incultura y miseria en que vivían aquellos "rústicos batuecos". Se exageraron las cosas. Ni la región fue descubierta en tiempos de los Reyes Católicos, ni estaba habitada por aborígenes salvajes como los hotentotes. Sin embargo, la huella de estos infundios, con algún asomo de verosimilitud, quedó en el lenguaje, consagrándose la voz "batueco" como sucedáneo lingüístico de imbécil.

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