Pancracio Celdrán Gomáriz
Inventario general de insultos
Criado de un Secretario, marmitón de una Eminencia, barrendero y niño Rey de un Príncipe de la Iglesia. El término fue popular incluso a mediados del siglo pasado, en que Antonio Flores, gran conocedor de la vida pequeña, de las peripecias del pueblo llano, muestra a uno de estos pinches de cocina apicarados y crueles: "Los marmitones de las casas de la grandeza y los demás criados que iban a la plaza, no volvían tan pronto como el vecino honrado". Es voz derivada de "marmita", olla o perol grande con tapadera, donde se cocinaba el gran plato único de las comidas de otro tiempo: los guisotes, potajes y cocidos.
Maromo, maromero. Rufián, chulo de mancebía; chorbo, mozo que hace compañía a una mujer. En la América hispanohablante se dice del volatinero y acróbata; de donde por extensión: persona informal y poco constante, veleta que muda de opinión y partido con facilidad.
Marquesa, marquisa, marquida. Ramera; puta de mancebía; garduña o coima. Es voz de germanía que hizo fortuna en tiempos de Cervantes. Hoy, y desde hace mucho tiempo, está en desuso. En La Picara Justina, (1605) su autor, el médico López de Ubeda, escribe: "¿Pues de qué le sirve a la pícara pobre hacerse marquesa del Gasto si luego han de ver que soy Marquesa de Trapisonda y de la Piojera, y Condesa de Gitanos...?".
Marrajo. Astuto, taimado, que esconde o encubre su dañina intención, esperando ocasión propicia para asestar su golpe, o realizar su mala acción. Con este significado emplea el término Quevedo, en su Cuento de cuentos: "El padre, que era marrajo, lloraba hilo a hilo y venía en éstas y estotras...". Como término para la ofensa o el insulto se emplea en sentido figurado, teniendo al fondo el semantismo o significado principal de la palabra "marrajo": toro o buey que arremete siempre a golpe seguro; también, cierto pez parecido al tiburón. En ambos animales, lo más sobresaliente de su carácter es la astucia y el arte con el que consiguen engañar a su presa, una vez ganada su confianza. Pudo haber generado el término en hablas del hampa; al menos, su primera documentación en nuestra lengua se da en un romance de esa naturaleza, del que se hace eco el Vocabulario de germanías de Juan Hidalgo, entre los siglos XVI y XVII: Desde mi tierna edad he seguido lo germano, encargado de marquisas (chulo de putas) que me palmaban el cairo (le entregaban el dinero), 171