
3 minute read
De llanto y brote: la sensibilidad de la vid en primavera




Cuando la vid(a) se abre paso
La primavera es una de las estaciones clave para el desarrollo biológico de la planta
“Con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido”. Son los versos machadianos que dedicara el poeta a un triste olmo centenario. Entre líneas, el escritor sevillano, como quien espera un arranque de vida, desliza su anhelo por la recuperación de Leonor, su musa y joven esposa enferma de tuberculosis: “mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.”


La sencillez de Machado bien podría servirnos para ilustrar uno de los momentos más plásticos y expresivos del ciclo vegetal de la vid. Es el comienzo vital de quien renueva un nuevo biorritmo. Casi milagroso, podríamos afirmar, si cada año, nuestra retina no estuviera habituada a la sorpresa. Después de haber soportado los rigores del frío castellano, los meses primaverales del mes de abril, mayo y parcialmente junio, son fundamentales. Un periodo inestable por naturaleza sujeto a cambios bruscos de tiempo, precedido, eso sí, con la bendición de un invierno, generoso en precipitaciones en su tramo final. Por ejemplo, solamente en Ciudad Real, de enero a abril se recogieron en este 2018, 257 mm. Una cifra que supera los 156,4 mm del año anterior.

Las precipitaciones, aunque si bien todavía no han recuperado plenamente las capas freáticas, sí han servido para aliviar el agotamiento hídrico de la planta de años anteriores.
Llanto de la vid





El primer síntoma claro de que el ciclo despierta llega con el llanto de la vid. Es un momento de una gran carga ritual y hasta simbólica. Con la calidez de las temperaturas, más benignas en las mañanas de marzo, la savia emerge por los cortes producidos por la poda, reflejando un momento de gran belleza visual en las primeras horas del día.
Desborre y brotación
Es uno de los momentos más delicados para la vid, especialmente ante el temor de las heladas. De las yemas asoman “borras” que ya insinúan los colores de primaverales. Si las temperaturas han sido suaves, justamente en las semanas posteriores, la brotación es palpable en la planta, donde ya asoman “con ternura”, los atisbos de masa foliar tan importantes para la vid.
Resultan significativas, como se puede apreciar en este punto, las diferencias de unas variedades a otras en su ciclo de maduración. Aquellas más tempranas en La Mancha (cultivadas en espaldera) presentan un adelanto visible con respecto a aquellas otras de ciclo más dilatado (como la Airén, cultivada sobretodo en vaso) donde apenas sus yemas están desborrando.

Granizo con tormentas a destiempo o heladas con grados negativos fuera de estación son los enemigos temibles para el viticultor en este momento ya que pueden mermar hasta el extremo la cantidad final de la cosecha.