TESTIMONIOS DE VILLA OCAMPO / 3
Victoria y la arquitectura Hizo construir la primera casa racionalista del país. En Villa Ocampo logró conjugar tradición y modernidad.
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TEXTO FABIO GREMENTIERI
Victoria Ocampo: La musa de la nueva arquitectura
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1. Plano del arquitecto Alejandro Bustillo para la casa de Palermo, 1928. 2 y 3. Interiores de la casa.
Por detrás de la literatura y en paralelo con la música –las artes plásticas no eran su desvelo– Victoria Ocampo (1890-1979) tenía predilección por la arquitectura. Hija de un ingeniero, inserta en una sociedad donde las mujeres encargaban grandes edificios y criada durante un período de auge constructivo en Buenos Aires, la fundadora de Sur se enredó con la arquitectura y el diseño ya avanzada la década de 1920. Justo en el momento del gran despegue de las vanguardias, del auge del Esprit Nouveau, de la conformación del denominado “movimiento moderno” que pretendía barrer con la tradición, la historia y los estilos luego del quiebre de la Primera Guerra Mundial. Victoria Ocampo leyó, miró y comprendió; discurseó, debatió y escribió; proyectó, diseñó y construyó; protagonizó un importante capítulo de la arquitectura nacional e internacional como pocos otros protagonistas de la vida cultural argentina de la época. Como en el caso de la literatura, coqueteó –y sedujo– a diversos maestros argentinos y extranjeros: Alberto Prebisch, Alejandro Bustillo, Walter Gropius, Erich Mendelsohn, Le Corbusier… que hablaron, escribieron, dibujaron o construyeron para ella. Fue gladiadora de una pequeña élite sudamericana que podía ponerse a la cabeza de los nuevos tiempos en materia de arquitectura: no tenían que soportar el peso de un background cultural precolombino y colonial agobiante como pasaba con otros latinoamericanos. Tampoco padecían de la vetustez de la aristocracia europea o el afán acumulador de los tycoons norteamericanos. La vanagloria vital de estas élites sudamericanas era ser cosmopolitas y nómades. Ese modo de vivir, como en un estado de tránsito permanente, apareció también en el diseño de unos interiores sencillos y despojados a los que se les ponían y se les sacaban muebles como si fueran cambios de
ropa. Cual equipamiento de campaña los roperos eran baúles cubiertos de esterilla o cuero; los sillones, mullidos catres; y las mesas, sencillos tableros rodeados de banquetas. Talabartería de alto vuelo. Y como objeto de arte, aparecía algún que otro mueble original de época, muy funcional o muy bello. En los sofisticados “campamentos” montados a uno y otro lado del Atlántico, la desprejuiciada pero silenciosa y discreta vanguardia sudamericana prefiguró con su refinado desorden la decoración que regiría toda la segunda mitad del siglo XX. Las casas de Victoria Ocampo son buena prueba de ello. Pero también de la vital evolución estética y cultural que animó a su generación: nacidos y criados dentro del ambiente e idiosincrasia victorianas característicos del siglo XIX, ya adultos se transforman en protagonistas de la revolucionaria renovación y depuración que se desencadenaron durante el período de entreguerras para finalmente, en la madurez, refugiarse en la fusión de tradición y modernidad que se erige en paradigma del siglo XX.
amigos circulando por diversas ciudades que actúan, casi sin darse cuenta, como suerte de agentes secretos. Ellos la ponen al tanto de lo que pasa y de lo que se dice en círculos tanto mundanos como ilustrados: moda, literatura, música, teatro y por supuesto arquitectura. En esos años la modernidad estalla también en la arquitectura y Francia sigue seduciendo con la vanguardia liderada por Le Corbusier. Hacia él se dirige en 1927 Adela Atucha de Cuevas de Vera para encargarle un proyecto de residencia en Buenos Aires para su amiga Victoria Ocampo. “Tota” Atucha era parte de una familia que supo liderar la evolución del gusto. Construyeron la casa de estilo francés dieciochesco más audaz, austera y refinada en la cabecera de la avenida Alvear. Eran amigos y discípulos de la “zarina” chilena de la nueva estética en decoración: Eugenia Errázuriz. Encargaron casas a uno de los líderes de la renovación de la arquitectura porteña: Alberto Prebisch. Fueron compinches de Victoria Ocampo en la cruzada por establecer los abstractos cánones de una nueva arquitectura en Argentina.
Contacto en Francia: Affaires femeninos Ensimismada en su amor por Julián Martinez y por la literatura, independizándose de su familia y surgiendo en el ambiente cultural argentino, Victoria no cruza el Atlántico por más de quince años, entre 1913 y 1929. Su conexión con Europa, cuya capital sigue siendo Paris, son montones de libros, parvas de revistas, y una infatigable y extensa correspondencia. Y sus
Seducción transatlántica: Un teatro relámpago Portando garabatos, una foto de la básica casa de Victoria en Mar del Plata y medidas de un terreno de la calle Salguero, Tota Atucha le indica a Le Corbusier la distribución requerida, las formas deseadas y qué partes de otras casas del mismo Le Corbusier deben combinarse para engendrar el proyecto para
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1.“Un ejemplo de la nueva arquitectura: la casa de Victoria Ocampo”. Artículo de Julio Rinaldini publicado en La Nación, el 4 de agosto de 1929. “La comisión de estética edilicia (sostuvo que) lo propuesto, a su consideración no era arquitectura y que Buenos Aires era una ciudad estética, puesto que concluía pidiendo un no ha lugar en salvaguardia de la belleza urbana”. 2. Le Corbusier: dibujo de planta para una casa en la calle Salguero.
Victoria. Es un momento difícil para el arquitecto: viene de la desilusión e indignación del concurso de la Sociedad de las Naciones en Ginebra y está preparando con gran expectativa el Concurso del Palacio de los Soviets en Moscú. Los dibujos para la casa de la entusiasta sudamericana, ignota y lejana, son un veloz ejercicio de adaptación de sus postulados básicos y experiencias construidas para una “villa” moderna entre medianeras de Buenos Aires. Sin embargo el resultado es el proyecto más teatral que realizara el maestro suizo-francés. Fluidos espacios internos y una suerte de salón al aire libre sobre el costado del jardín intuyen que se trata del escenario para una protagonista, para una actriz que está por estrenar una voraz historia de cultura. La vital casa-teatro queda en papel, olvidada por ambos, quienes se reencuentran personalmente dos años más tarde en la nueva casa porteña de la señora que hace escándalo… Arquitectura y destape: una fea casa junto al mar Mar del Plata era el balneario del Atlántico Sur donde la clase alta porteña pasaba el verano. Mezcla de Biarritz y Ostende, algo de Brighton y un poco de Newport, la costa de playas festoneadas por pequeños acantilados fue otro de los habitats naturales de Victoria Ocampo desde chica. Su familia poseía una señorial casona de madera importada de Inglaterra rodeada de dos hectáreas de parque. Desde 1900 los barrios sobre las lomas junto al mar se habían poblado de mansiones pintorescas de todo estilo: tudor, normando, vasco, flamenco, alpino. En el medio de ese pomposo campamento marino de elegante bizarría Victoria irrumpe de manera provocativa y minimalista en 1927. Y edifica en la esquina de Alberti y Carlos Pellegrini la primera casa moderna de la Argentina, su primer ensayo de arquitectura realizado con la ayuda de un constructor de galpones. Atenta a la vanguardia francesa, Victoria toma como modelo la Villa que Robert Mallet-Stevens hizo poco antes para los Vizcondes de Noailles, en Hyères, en el sur de Francia. Blanca, lisa, cúbica y teniendo como única decoración interior libros, un piano y el mar. Ni refugio ni escondite, todo un manifiesto, alli pasó Victoria todo un verano con Julián Martinez. Y todo esto escandalizó a la alta sociedad que, en Mar del Plata, acostumbraba a atiborrar sus pintorescos chalets con objetos y parientes. Palermo-Escándalo La primera casa moderna En 1928, luego del ensayo amateur de Mar del Plata y frustrada
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1. Victoria en su casa de Mar del Plata (Achivo Fundación Sur). 2. Plano de la casa de Palermo Chico, por Alejandro Bustillo. 3. Living de la casa construida por Bustillo.
la partitura encomendada al admirado Le Corbusier, la teatral Victoria arremete con obra y escenario modernos en el corazón del Buenos Aires más elegante y exclusivo: Palermo Chico. Consigue nuevo terreno allí mismo y llama como “régisseur” arquitectónico a Alejandro Bustillo, constructor consagrado, experto en depurar e interpretar el estilo francés tan caro a los porteños. Pero la actriz en camino de ser diva impone texto y dramaturgia al director de obra. Así surge la primera casa moderna de Buenos Aires, otro edificio blanco, liso, cúbico, una especie de elegante y refinado atentado al resto del barrio, plagado de hôtels particuliers estilo Luis XVI, de fachadas clásicas muy chic revestidas en símil piedra y coronados por coquetas mansardas. Bustillo evita reconocer a este hijo bastardo engendrado con Victoria aunque, por esa misma época, coquetea con el minimalismo y erige varias obras de arquitectura despojada, neutral, casi esencial. La controvertida casa es, curiosamente, admirada por Le Corbusier cuando la visita en su viaje a la Argentina en 1929: “…Hasta ahora sólo la señora Ocampo ha hecho el gesto decisivo en arquitectura, construyendo una casa que hace escándalo. Se encuentran en ella Picassos y Légers en el marco de una pureza que raramente he encontrado…”. La casa de la calle Rufino de Elizalde es, exteriormente, una suerte de “villa” racionalista. Estaba rodeada de un jardín “cubista” compuesto de dameros de canteros con césped y plantas expresionistas como cactus y sauce. Su volumetría y su geometría son un ambigua combinación de clasicismo y romanticismo –de palacete y castillejo– donde se cuela algo de la noble sencillez de las casas de campo criollas con terrazas y miradores… En los interiores reina la composición digna de un hôtel particulier de ascendencia francesa. Secuencias espaciales ordena-
1 Bocetos de Bustillo para la casa de Palermo. 2. Villa Ocampo, 1950. 3. Villa Ocampo, por Adolfo Bioy Casares, 1959.
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das y jerarquizadas, recintos y aberturas de formas puras, armonías basadas en sofisticados juegos de simetría y proporciones, todo bien desnudo, sin concesión alguna a la ornamentación a la que se considera sinónimo de delito. En este contexto la imponente “decoración” recae exclusivamente en la impecable factura de los acabados, en la orfebrería constructiva y en los materiales nobles pero no lujosos. Y se completa con los cuadros que encierran las grandes ventanas: cielos rioplatenses y follaje de las arboledas del barrio. En cuanto al mobiliario y según palabras de la propia Victoria: “…algunas cosas de época que me encantaban por la madera y por la forma, algunas mesitas, un tapiz de Picasso. Un tapiz y una tapicería de Léger. Grandes canapés. Libros. Un piano. Las cosas estaban colocadas estrictamente de acuerdo con el uso al cual estaban destinadas…” La casa resulta así una suerte de hijo ilegítimo del fugaz romance entre dos personajes del Olimpo Cultural de la Argentina de la época: la rebelde musa de la nueva cultura y el héroe de la resistencia de la arquitectura clásica. Desde otro punto de vista la escandalosa casa revela la incestuosa comunidad de ideales estéticos que animaban a vanguardia y tradición en la Argentina de esa época.
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y refinado. Repasó el jardín para sentir la barranca y el “vértigo horizontal” del río y transformarlo en ameno “salón al aire libre” por donde circularon diversos escritores, pensadores e intelectuales. En la casa, conservó intactos los exteriores del edificio, pero produjo un cambio radical en los interiores. Respetando formas y tamaños, pintó todo de blanco para darles más luminosidad a los espacios, pero también para simplificarlos y “planchar” las molduras y ornamentos originales. A esto sumó una ambientación por medio de mobiliario, obras de arte y otras piezas existentes en la villa, así como también de otras provenientes de la casa moderna de Palermo Chico. Muebles de estilo pero de época, sillas y sillones confortables, retratos de familia, pocos pero significativos objetos por su diseño o poder evocador, miles de libros, fotografías de amigos y visitantes. Obras de los artistas europeos Troubetzkoy, Helleu y Picasso junto con los rioplatenses Prilidiano Pueyrredón y Pedro Figari. Una vanguardista –guiada por escritores como Valéry, Proust, Mauriac, Güiraldes y Borges– que construye su legado estético. Arquitectura influida por la literatura, en una alquimia raramente encontrable. El valor de Villa Ocampo supera lo histórico o biográfico. Mucho más que un “sitio de memoria”, el lugar es un acabado y casi único testimonio de un personaje y una trayectoria privilegiados, que encarnó y tradujo en el entorno físico que la rodeaba la vital evolución en la cultura del siglo XX.
BIBLIOGRAFÍA Le Corbusier. “Hommage à Victoria Ocampo”, en Testimonios sobre Victoria Ocampo. Buenos Aires: La Fleur, 1962. Ocampo, Victoria. “La aventura del mueble”, Sur nº1, verano de 1931. Ocampo, Victoria. “Dejad en paz a las palomas (un nuevo cine abre sus puertas)”, Sur nº34, julio de 1937. Ocampo, Victoria. “Sobre un mal de esta ciudad”, en Testimonios, segunda serie. Buenos Aires: Sur, 1941. Ocampo, Victoria. “A Eugenia”, en Soledad sonora. Buenos Aires: Sudamericana, 1950. Ocampo, Victoria. “El poeta de la arquitectura”, en Testimonios, séptima serie. Buenos Aires: Sur, 1967.
Villa Ocampo: Biografía de una época en tres actos A principios de los años cuarenta, pasada más de una década de manifiestos arquitectónicos y fundaciones literarias y frente a la disyuntiva de optar entre Buenos Aires y San Isidro, la querencia pudo más. Victoria recicló Villa Ocampo de modo sutil
Ocampo, Victoria. “A propósito de la Bauhaus”, en Testimonios, novena serie. Buenos Aires: Sur, 1979. Rinaldini, Julio. “La casa de Victoria Ocampo”, La Nación, 4 de agosto de 1929.
TESTIMONIOS DE VILLA OCAMPO Nº 3 - VICTORIA Y LA ARQUITECTURA. V1, marzo 2010. Las tareas de investigación y puesta en valor de la Biblioteca de Villa Ocampo son posibles gracias a la generosa contribución de la Sra. Cristina Khallouf. DISEÑO: SERGIO MANELA / MARIA WRIGHT