Jirones de mi archivo I
Torralba y Felipe II Victoriano Valero García
Única estatua de Felipe II en Aragón (Ciudadela de Jaca)
¡Oh Torralua, Torralva, Torralba!, que con todas estas grafías te hemos visto nombrar. ¡Oh Torralba!, ¡cuanto nos gustaría saber como te llamaron en tiempos de Iberos, Romanos, Visigodos y musulmanes!, pues los cristianos no pudieron elegir otro nombre mejor, Torralba a secas, nombre recio, orientador, noble, insigne..., tú no necesitas apellidos como las otras diez o doce Torralbas de España que lo poseen. Nombre que sabe a Reconquista Cristiana, a añejo... ¡Oh Torralba! Asentada al pie de la falda suroeste del Cerro del Castillo y protegida por éste y el de San Bartolomé de la influencia del Este y por el Cerro de la Horca del frió Norte, aunque entre el de la Horca y el del Castillo discurre un ancho desfiladero por donde se cuela el cierzo que enfilando la calle del Olmo recorre el pueblo todo. Acurrucada amorosamente sobre el halda, a los pies y a cobijo de la, en otros tiempos, respetada fortaleza. Bendecida por San Bartolomé, instalado en su Ermita en la cumbre del imponente cerro de su nombre y ahora sin morada. Temerosa del espectáculo que desde el Rollo de la Plaza, encarando la calle Ancha y en el horizonte, se divisaría, tiempos atrás, en lo más alto de la elevación, Cerro de la Horca, donde se podría ver o imaginar en la horca allí instalada por los célebres Carrillos a algún contemporáneo, pagar lo hecho o dejado de hacer y sentenciado previamente en el Rollo de Justicia, pues para ello tenían Jurisdicción, y que en la actualidad protege al legendario y hoy fallecido Olmo.