2 VERSIÓN FINAL POLÍTICA Maracaibo, jueves, 4 de febrero de 2010
El 4 de febrero de 1992 hubo un baño de sangre en Caracas
ALZADOS
El “por ahora” cumple 18 años
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El golpe de estado dejó más de 50 muertos y miles de heridos. Hugo Chávez se atribuyó el liderazgo de la rebelión. Francisco Arias Cárdenas retuvo al gobernador Álvarez Paz en la Residencia Oficial. El país estuvo sometido a 15 horas de pánico. Hiram Aguilar Espina (Unica 2001) haguilar@versionfinal.com.ve
E
l fallido golpe del 4 de febrero de 1992 sólo engendró muerte, antes, durante y después de su ejecución. Aquella madrugada, el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) vio el fruto de la rebelión germinada al final los 70. La insurrección empapó su anillo en sangre y lacró un sobre que hasta hoy continúa húmedo. Los nombres son conocidos por muchos: Noelia Lorenzo Parada, una niña de nueve años; Echarta Gaiska, una joven de 20 años que estudiaba Ingeniería; Migdalia Delgado de Marquina, dirigente estudiantil de 30 años; todas víctimas de las balas de los fusiles. También se recuerda a Hugo Villarte Mejías, de 40 años, muerto por proyectiles de francotiradores; y a José Enrique Ordaz, de 44 años, quien era escenógrafo de la empresa Arte TV y recibió un impacto en la espalda, cuando militares insurgentes disparaban desde el Museo Histórico Militar en la parroquia 23 de enero. Es propicio rememorar además a los rebeldes caídos, una veintena de jóvenes víctimas –antes que de las balas– de un soporífero coctel
Se contaron más de 50 muertes. La mayoría de los decesos correspondieron a jóvenes venezolanos.
ideológico que Hugo Chávez y los líderes conspiradores prepararon durante dos décadas; entre ellos se cuentan el capitán Jesús Santiago Carmona (311 Batallón de Infantería Bolívar), el subteniente Alberto Carregal (Batallón de Paracaidistas Chirinos), y el distinguido Luis Alexander García (Batallón de Infantería Bolívar). También hay que sumar casi tres decenas de venezolanos, entre policías y efectivos militares leales al Gobierno. “Fueron numerosos los muertos y nadie puede enorgullecerse de sus consecuencias”, señala Simón Alberto Consalvi, politólogo, escritor y ex ministro de Relaciones Exteriores del primer mandato de Carlos Andrés Pérez. Para Consalvi, el fracaso de la asonada se evidencia en la resignación de Chávez a tomar luego la vía Constitucional para entrar al Palacio de Gobierno. A su juicio, el líder del golpe hoy “quiere disfrazar la fallida fecha del 4 de febrero para crear la ilusión colectiva de un triunfo militar, lo cual le permitiría gobernarnos desde Mira-
flores como si en verdad hubiera llegado al poder ese día”. Asegura que “ante tal celebración ‘oficial’, Venezuela está de luto”. Y con el mismo pesar recuerda el ex ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, aquel violento episodio que rompió el hilo constitucional, con un sangriento y adelantado carnaval de almas perdidas. El trato para un golpista “Mi general, necesito garantías para rendirme”, le dijo Chávez al coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo Militar, según las anotaciones de Ochoa Antich. A esto agrega Consalvi que el cabeza de la insurrección no pudo recibir mejor trato de la democracia que tanto deplora, la cual lo indultó, para ahora perseguir a sus detractores usando de manera indiscriminada el aparato del Estado. Pero la deslealtad de Chávez no era sorpresiva. Durante largos años engañó a sus camaradas del MBR-200 al negar sus nexos con grupos radicales de izquierda;
su constante comunicación con Douglas Bravo, y su orientación marxista –que lo llevó a confrontaciones con Francisco Arias Cárdenas–, entre otros hechos. De allí que algunos opinen que la violencia de la intentona produjo muerte incluso antes de que ocurriera. Ochoa Antich recoge brevemente en su libro “Así se rindió Chávez” las extrañas circunstancias que rodearon la muerte de Eugenio Adarmes, un socialdemócrata, de los primeros civiles que se acercaron MBR-200 –padre del subteniente Eduardo Adarmes Salas– quien fustigó a Chávez por su posición marxista. “La muerte de Adarmes en un accidente automovilístico evitó que algunos oficiales continuaran vinculando a Hugo Chávez con la izquierda radical (...), el accidente del señor Adarmes produjo cierta tensión en el movimiento (...) Surgieron algunas dudas sobre el accidente. Se llegó a vincular con la lucha interna existente en el Movimiento Bolivariano 200”, son las afirmaciones de Ochoa Antich.
Remembranzas del profesor Pablo Hernández Parra El escritor y catedrático de la Universidad de Yacambú, Pablo Hernández Parra, expone algunas impresiones con respecto al 4-F y su significado: -“Todo chavista celebra y recuerda el 4 de febrero de 1992, cuando tenientes coroneles en defensa de la Constitución de la República de Venezuela se levantaron contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Pero ¿dónde estaban y qué hicieron tres años antes, el 27 de febrero de 1989, cuando eran tenientes, capitanes y mayores, y estaban al mando de las tropas que masacraron a un pueblo indefenso?”, plantea Hernández Parra. -Según estadísticas extraídas del informe de la Fiscalía General de la República 2007, Hernández Parra afirma que para un funcionario
militar o policial la probabilidad de cometer un homicidio y ser declarado inocente es del 98.5%; de ir preso, menos del 1%; y de pagar la condena 0%. Explica que 7.243 víctimas del Ejército y la Policía en 10 años equivalen a trescientas catorce (314) masacres como la de Cantaura. -El investigador señala que en algunas de las masacres de la Cuarta República estuvieron implicados funcionarios que luego se volvieron “rojitos”, como Ramón Rodríguez Chacín, quien reaplicó el esquema usado en el antiguo Comando Específico “General en Jefe José Antonio Páez” (CEJAP). El ministro del Interior mientras Henry López Cisco trabajaba para el GAES en el Zulia era Rodríguez Chacín.
hLos líderes de la intentona golpista fueron Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Joel Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta Hernández y Jesús Ortiz Contreras. Como entre sus miembros figuraban oficiales de graduaciones medias tales como comandantes, mayores, capitanes, tenientes y tenientescoroneles, también eran llamados “Los Comacates”. hJustificaron su acción por la gestión política y económica del presidente Pérez; el descontento por los hechos de corrupción en los altos mandos militares; la subordinación de las FAN a un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto; la utilización en particular el Ejército y la Guardia Nacional en la represión de los disturbios del 27 de febrero de 1989; y el empleo de las Fuerzas Armadas en labores como repartición de útiles escolares, becas alimentarias, campañas de vacunación y arborización. Todas estos males están acentuados hoy.
La cultura 4-F Sin embargo, quizá más cruentas que las muertes de antes y durante el 4-F son las del después. La violencia de cuerpos policiales y militares contra civiles creció de manera exponencial. Así lo afirma el columnista y catedrático Pablo Hernández Parra, apoyado en cifras de la Fiscalía General de la República. “En la Cuarta República aparecen reflejadas entre 1980 y 1989 las masacres de Cantaura, Yumare, Las Gaviotas, Los Totumitos, El Vallado, El Amparo, Los Pozos de la Muerte, y El Caracazo”, ocho en total. “Mientras que en la llamada Quinta República, sólo entre 2005 y 2007 se cuentan las masacres de Kennedy, La Paragua, El Naipe, El Cocuy, Punto Fijo, Tucacas, Tucupido, Maturín, Valera, Pantanillo, San Francisco y La Victoria”, es decir, 12 en tres años. En estos crímenes registrados por el organismo oficial se reconoce la participación del Ejército, Guardia Nacional (GN), Dirección de Inteligencia Militar (DIM), Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), cuerpos policiales regionales y municipales. “La conclusión es evidente: Venezuela es en verdad ‘roja rojita’, pero teñida por la sangre de las 7.243 personas asesinadas por militares y policías en los últimos años; o como bien dice el informe de la Fiscalía 2007, por “funcionarios involucrados e identificados”,