Diario Versión Final

Page 10

10 VERSIÓN FINAL REPORTAJE Maracaibo, lunes, 21 de diciembre de 2009

Un conductor ebrio le cambió la vida para siempre. Cada día es una lucha contra la depresión. Le anima el deseo de evitar sufrimientos a otros.

La caraqueña que hoy cumple 31 años fue víctima y trabaja en campañas de prevención

Jacqueline Saburido, una década de lucha contra el alcohol al volante

Hiram Aguilar Espina (Unica 2001) haguilar@versionfinal.com.ve

L

a madrugada del 19 de septiembre de 1999, Jacqueline Saburido, una caraqueña de 20 años que en sus vacaciones había viajado a Texas para estudiar inglés, regresaba del cumpleaños de un amigo, a bordo del Oldsmobile Ninety Eight Regency del año 1990, que conducía la estudiante rusa Natalia Chpytchak Bennett. En la parte trasera viajaban Laura Guerrero y su novio, Johan Daal, junto a Johanna Gil, la mejor amiga de “Jacqui”. Ella iba de copiloto, escuchando las bromas de Johanna: “vamos a paso de tortuga”, decía, mientras cruzaban la RM 2222, una “ranch to market”, como llaman los gringos a esas carreteras que conectan las granjas con la ciudad. Iban en sentido Lake TravisAustin, cuando se encontraron con Reginald Stephey, un estudiante de 17 años que jugaba fútbol para el equipo de Lake Travis High School. Venía a toda máquina en su camioneta Yukon azul de 1996, que había comprado con el dinero del seguro que recibió tras la muerte de su padre. La cantidad de alcohol en sus venas no le permitió reaccionar, cuando enfiló su auto contra el Oldsmobile. En un segundo partieron de este mundo Laura y Natalia. Pero Jacqui quedó atrapada en el amasijo metálico; y, como si el impacto no hubiese sido suficiente, el fuego la envolvió. Sólo 45 segundos, y las llamas borraron algo más que su bella sonrisa. Hoy es su cumpleaños número 31, y aún después de diez años, sigue pidiendo el mismo regalo a Dios y a la ciencia: un nuevo rostro; la posibilidad de tener una vida normal, sin que en la calle algún pequeño –dentro de su inocencia, pero con un devastador efecto– le llame “monstruo”. En su mente, tal vez considere que el verdadero “monstruo” de esta historia es Stephey, pero a estas alturas ya lo ha perdonado, aunque es imposible olvidarlo. Cada mañana, según ella misma confiesa, debe luchar por decidir entre quedarse encerrada o salir a la calle. Se imagina por dentro aún con la lozanía y belleza de hace una década, y es porque aún la tiene dentro: es el mismo espíritu en

La hermosa Jacqueline Saburido disfrutaba de la natación y practicaba flamenco. Hoy se dedica a participar en campañas de prevención contra el consumo de alcohol al volante.

ESPERANZA

Jacqui llama a su padre, Amadeo Saburido su “ángel”, puesto que nunca se separó de ella desde el fatal accidente que la desfiguró.

un cuerpo que sufrió quemaduras de tercer grado en el 60% de su extensión. “Es exactamente la clase de persona que realmente quisiera ayudar, si fuera posible”, reconoce Peter Butler, director médico del Royal Free Hospital de Londres, a la vanguardia mundial en cirugía plástica. “Si fuera posible”, dice, porque lamentablemente el Gobierno británico exigió que la vacante de cuatro pacientes para trasplante de cara fueran ciudadanos del Reino Unido o Irlanda.

“Nadie desea ser fea y para mí cada día es duro, porque siempre que veo una cara hermosa, o una piel suave, recuerdo la que tenía”, cuenta Jacqui. Pero en Estados Unidos –donde reside desde 1999– John Barker, jefe médico en el Hospital de Louisville, Kentucky, le dio nuevas esperanzas. Esperan ser los autores de su cambio de faz. Mientras tanto, durante estos años, la protagonista de esta historia ha sido, además, figura de múltiples campañas contra el con-

Jacqui perdió el cabello, la nariz, el párpado izquierdo, los labios y la oreja derecha. Ha sido sometida a unas 150 operaciones y espera la posibilidad de un trasplante total de cara y de cuero cabelludo, que puede requerir piel, tejido adiposo, músculo, nervios e incluso hueso. Es la persona con quemadura facial más mencionada por los medios en todo el mundo, como The Independent (Inglaterra), Telegraph (Inglaterra), Discovery (EE. UU), CNN (EE.UU), Chinadaily (China) e Irish Independent (Irlanda), entre muchos otros. sumo de bebidas alcohólicas al conducir, entre éstas la del Departamento de Transporte de Texas. También posee su propia página web, en helpjacqui.com, creada para concienciar sobre la letal mezcla alcohol más volante. Una mirada al pasado Rosalía, la mamá de Jacqui recuerda aquel 18 de septiembre, cuando su hija llamó desde Estados Unidos a Caracas, para pedir permiso a sus padres con la intención de ir a la fiesta de su amigo.

“No creo mucho en esas cosas, pero yo tuve un presentimiento, algo dentro de mí decía que no, no y no”, recuerda. Apenas un mes antes, el 20 de agosto, Jacqui se había tomado las últimas fotos con su padre, Amadeo Saburido, antes del accidente. “Aprovecha el tiempo”, le dijo ese día en Maiquetía. Su prima más cercana, Yelitza Villar, le dijo: “No vayas si no quieres ir”. El 18 de septiembre, un día antes del acontecimiento que cambió su vida para siempre, Jacqui llamó a sus padres con el objeto de pedirles permiso para ir a la fiesta de cumpleaños de su amigo venezolano. Johanna le insistió en ir, porque ella no estaba muy interesada. En la fiesta, Jacqui y Johanna chismearon, Laura los acompañaba junto con su novio, Johan. Vieron la pelea de Oscar de La Hoya y Félix Trinidad, bailaron salsa y merengue. Hasta que decidieron marcharse. Pero el cumpleañero, quien los había traído, se emborrachó y decidieron esperar que alguien más los llevara. Natalia Chpytchak no vivió para contarlo. La venezolana, aunque no es muy mencionada por los medios nacionales, es bastante reconocida en Estados Unidos. Asegura que una de las razones que la impulsa a seguir adelante es servir de ejemplo a otros, y evitar que aumenten las cifras de accidentes como el de ella, donde el alcohol destruyó sus sueños. Caso reciente El pasado 14 de diciembre un empleado de Petróleos de Venezuela, S.A., presuntamente en estado de ebriedad, acabó con la vida de una niña de nombre Juliany Sarmiento Ballesteros, en el sector El Prado de Tía Juana, Costa Oriental del Lago. Hasta hoy, el victimario continúa en libertad. En Estados Unidos, donde el sistema judicial aparentemente funciona distinto en estos casos, Reginald Stephey pasó siete años tras las rejas y debió pagar una multa de 20 mil dólares. Aunque nada puede reparar la pérdida de un ser querido, los familiares de Juliany al menos aspiran que las leyes se cumplan. Pero en el país, además de una evidente ausencia de campañas que eviten accidentes como el de Jacqui o muertes como la de Juliany, tampoco se cumplen las penas contra conductores irresponsables.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
Diario Versión Final by Diario Versión Final - Issuu