VERSIÓN FINAL Maracaibo, miércoles, 27 de agosto de 2014 VIANNY VÍLCHEZ
Las enfermeras del Hospital Universitario les dicen a los pacientes del piso seis que guarden los yelcos y mariposas para usarlos de nuevo la próxima vez que le tomen vías. Isabel Cristina Morán
P
udo haberse enterado de los pesares de un paciente que espera turno quirúrgico en un hospital desde su casa. Pudo haberse dado cuenta de la crisis hospitalaria nacional sentado frente a un televisor o sobre su sofá leyendo periódicos. Pudo conmoverse incluso hasta el punto de las lágrimas con los casos de enfermos que mueren en las emergencias porque no hay insumos en los pabellones para intervenirlos con urgencia. Pero no. Julio Guevara está percatándose de todo esto desde el piso seis del Hospital Universitario de Maracaibo mientras ve padecer a su mujer. A María se le perforó un pulmón y se hizo daños en el estómago luego de un accidente en carro. Hace mes y medio llegó ahí. Y hace mes y medio su esposo va cada tres días a las farmacias para comprar inyectadoras, yelcos, gasas, medicamentos para el dolor, alcohol y potes y potes de soluciones salinas porque en el Universitario, sencillamente, hay poco material médico. No es el caso del Universitario, no, pero Julio Guevara ha escuchado que en centros de salud de Caracas y del Oriente se improvisan las hidrataciones con soluciones salinas sin óptimas medidas de seguridad. También leyó en Internet que se mueren los pacientes oncológicos por falta de tratamiento y se mueren esperando prótesis los pacientes valvulares cardíacos. Se mueren niños con cardiopatías esperando turnos quirúrgicos. Se complican los diabéticos los hipertensos, los nefrópatas, cardiópatas y portadores de VIH. Él sabe que desaparecieron los medicamentos analgésicos efectivos, como la morfina, la meperidina y hasta la aspirina. Sabe que dejan de hacerse exámenes de laboratorio por falta de reactivos. No hay divisas para repuestos de maquinarias de alta tecnología y menos para obtener nuevas tecnologías. Reciclan insumos María pudo haberle tirado la aguja y el yelco en la cara a la enfermera, pero prefirió guardar la compostura. Su marido quiso mandarla al
Los enfermeros trasladan a los pacientes con sacrificio, pues solo hay dos ascensores para enfermos y visitantes. Basuras y enfermos pasan por el mimos lugar indiscriminadamente.
En los hospitales del país falta desde algodón y medicamentos hasta gases anestésicas
“Me dijeron que guardara la aguja porque no había más” lugar del nunca jamás, pero recordó cuánto le había costado conseguir cama en hospital y lo que podría costarle esa contestación. Y es que no cualquiera se vive su rabia para adentro cuando una enfermera dice que, como no hay insumos, es mejor que guarden hasta los algodones para usarlos luego. - Me dijeron que guardara la aguja porque no había más, reclamó María sin poder siquiera hacerlo con rabia, pues el cuerpo no le da para mucho. La noche en la que tuvo el accidente iba sola en un taxi camino a la casa de su hermana. Lo tomó apurada. En su memoria ese momento se
borró. Solo recuerda cuando se montó y cuando despertó en la sala de trauma-shock del Universitario. De todas las cosas que habría podido hacer María, irse a una clínica no era una de ellas. El sueldo mínimo de su marido Julio, con todo y sus trabajos extras, no le hubiese dado ni para pagar la entrada en emergencia y, como no tienen póliza de seguros, está obligada a esperar turno quirúrgico con 50 personas más que están hospitalizadas en ese piso. La han devuelto dos veces de pabellón. La primera vez fue porque la hallaron hipertensa. Y cómo no llevarse esa sorpresa, si entre los médicos que pasan revistas en las mañanas no hay un internista y tam-
poco le toman la tensión. La segunda vez se quedó con la bata azul puesta y pre-anestesiada. En esa ocasión le dijeron que había anestesia para dormirla, pero no para despertarla. En el pasillo de enfrente hay 29 camas más. Esa es la sección de Urología. Hasta los oídos de Julio y María llegan comentarios que, por azar, han comprobado luego: que no dan almohadas, que los colchones están rotos y las camas eléctricas no funcionan, que a los enfermos renales le mandan a comprar las sondas, que no hay agua, que pofenil y los antibióticos no hay en las farmacias del hospital y que pocos dan respuesta. Esta es la realidad hospitalaria nacional y la sintetiza así Samir Ka-
bbabe en la revista digital Prodavinci: “El 90% de los insumos médicos son importados; hasta el Ministerio de Comercio exige certificados de no producción en el país de los cientos de miles de ítems que se deben importar y que las divisas no llegan al sector salud. La Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales ha solicitado al Ejecutivo Nacional una declaratoria de emergencia humanitaria en el sector porque está en riesgo la vida de personas. Hasta ahora, la respuesta de la Defensora del Pueblo es que la petición es desproporcionada, que se está apelando al diálogo, que no se puede politizar el problema y que hay voluntades, muchas y muy buenas”.
SIN MEDICAMENTOS PARA VIH
CAOS EN EL UNIVERSITARIO DE CARACAS
No hay antirretrovirales para tratar el VIH y el Sida en el Hospital Vargas de Caracas. Al menos 150 personas se acercaron ayer al centro de salud, pero se encontraron que cuatro medicamentos antirretrovirales seguían en ausencia: Kaletra, Duovir, Viraday y Rayataz. afirmaciones del Coordinador del “Esta realidad de Programa Nacional de SIDA, quien desabastecimiento de aseguró que ‘han llegado todos antirretrovirales desmiente las los medicamentos solicitados”.
No más operaciones en el Hospital Universitario de Caracas. Lo decidieron ayer los médicos y la razón es nacional: escasean los insumos. Las intervenciones quedaron en cuatro bloques por falta de neostigmina, un medicamento requerido durante el proceso de anestesia. La neostigmina se usa al final de una operación quirúrgica para revertir los efectos de relajantes
musculares no-despolarizante. Los insumos escasean en 50 por ciento.