22 VERSIÓN FINAL SUCESOS Maracaibo, lunes, 30 de marzo de 2009
Los detectives tenían, En las profundidades del crimen de Antonito (Cuarta parte) literalmente, los pelos en la mano. Hallaron al perro delator mientras el tirador principal partía a Panamá. Redacción
Se cayeron los planes y se descubrió la coartada
C
omo todo homicidio, las entrevistas se dirigían al entorno más íntimo de Antonio Meleán. Ya habían pasado algunas semanas del asesinato entre el hermetismo oficial y los pasos inadvertidos de los detectives. Comenzaron a aflorar revelaciones entre los hombres más fieles del productor, pero aún los oficiales tenían los pelos de perro que encontraron en el carro. Los tenían en la mano. Daniel Leal debía ser uno de los entrevistados, pero extrañamente no se hallaba por ningún lado. Las visitas de los funcionarios se hicieron frecuentes en las casas de él y sus familiares. El Milagro, El Manzanillo, La Coromoto y una villa Rosmini, donde residían allegados cercanos, eran sectores fundamentales para abrir la investigación. A más de tres meses del homicidio aún el hermetismo de los sabuesos hace eco en la población y los resultados. No se conoce en qué casa estaba el perro, pero era un hecho que el Chow Chow fue clave en la imputación de su amo. El dueño del pelaje hallado en el Fussion tenía también un dueño, y ese era Daniel Leal. Ya se entendía entonces porqué no aparecía. Los sebuesos establecieron un vínculo directo con el homicidio, aunque no determina la culpabilidad de cada uno. Para la fecha de la orden de aprehensión emitida por el Ministerio Público, ya “Danielito” estaba en Panamá. Aquí, contra todos los pronósticos y gracias a la estupidez de dejar abandonado el Fussion, los otros ocupantes del carro aquella tarde del 27 de diciembre, entre ellos, el segundo tirador, alias “La Pelota”, eran descubiertos y aún no se daban cuenta. El jueves 5 de febrero el trabajo estaba hecho. La coartada era revelada por un cuadrúpedo peludo y los planes investigativos iban viento en popa. Henry Rosales, de sólo 23 años, ya tenía orden de aprehensión y debía irse lo antes posible a Panamá. Ya sus amigos estaban desaparecidos. Fueron esas entrevistas las que dieron con la participación de cada uno de ellos. En medio de las investigaciones salió a relucir que fue él, Rosales, junto con Jeison Yépez, quien disparó contra el empresario Larry García en el estacionamiento de Toyomarca hace un año. Los videos de seguridad
Para el momento del intento de huida de Henry Rosales, ya la Policía Científica tenía nombres y sobrenombres de los involucrados. Uno trataba de irse, el tirador principal, el que remató a Meleán. Faltaba entonces la cabeza de la organización. En la gráfica el comisario Jaimes dando detalles sobre el sicario abatido.
así lo mostraban. Los funcionarios ataron cabos. La hipótesis de la policía científica apuntaba a que los fieles de Daniel Leal fueron quienes asesinaron hace un año a Larry García, que era conocido de los Meleán. Ahora es su líder, según los sabuesos, “Danielito”, el que está desaparecido. Y tuvieron la orden de aprehensión. Esa noche de febrero ya era otra más de los seguimientos que le hacían. Abordó un taxi blanco y opaco con una maleta y viajaba pausado y tranquilo hacia el Aeropuerto Internacional La Chinita. Era el último día a pesar de las intenciones del tirador. La comisión lo seguía, como siempre, y debía ser capturado según el Ministerio Público. El taxi bajó su perfil entrando por el barrio Bolívar, para tomar la Circunvalación 3 y llegar al puerto aéreo. No dio tiempo. Los oficiales de la Unidad de Respuesta Inmediata dieron la voz de alto. Era de noche y las calles sin asfaltar daban un aspecto más sombrío de lo que prometía la ocasión. El taxista hubiera querido correr, pero el terror se apoderó de sus piernas y paró
en cuestión de segundos. Ahora el Mitsubishi con distintivo de servicio estaba justo al frente de un vehículo blindado de la Policía Científica. Sus oficiales bajaron, con armas en mano y capuchas en el rostro, y apuntaron esperando la respuesta anunciada. Era él, el tirador profesional, el que con una subametralladora y una puntería impecable considerando los pocos segundos que tuvo en trabajo sucio, disparó desde el Fussion, se acercó al cuerpo de Meleán y lo remató. Rosales sacó su instinto y su pistola. Salió a toda velocidad de la unidad y abrió fuego contra la comisión. No tardó en recibir la misma respuesta, pero más efectiva. El cuerpo cayó en medio del pavimento y, como rutina obligada, fue llevado a un hospital. Murió. Resuelto Ya el caso estaba resuelto policialmente, por lo menos según las investigaciones. La imputación del supuesto hijo adoptivo de Antonio Meleán era sustentada cada vez más. Lo sabían y estaba probado, aunque aún no determinan su
responsabilidad. Pero, ya que había caído Henry Rosales ante los cañones del Cicpc, ¿dónde estaba Daniel Leal? Sus familiares no colaboran mucho, y sus registros son muy pocos. Rosales había ayudado mucho aún después de muerto al encontrar en su cadáver un pasaporte y documentos que decían que iba a Panamá. Tenía el arma de fuego y su teléfono guardaba las últimas conversaciones con Daniel. No era la primera vez que lo hacía. Rosales asesinó de múltiples balazos a Larry García, junto con el “Titi”, sin importar que las cámaras lo vieran y hasta retrataran. Después de la balacera tomó un vuelo hacia Colombia y esta vez regresó directo a matar. Pero faltaba Daniel. Para los detectives, sabuesos, agentes e inspectores, era fundamental atacar la raíz del asunto. Era un ajuste de cuentas o una venganza, aún no se sabía, pero se trataba de un sicariato y las investigaciones decían lo que confirmaron esa noche: algún conocido muy cercano a él ordenó la ejecución. Ahora sólo cumplían la petición del Ministerio Público. Tenían
que buscar a los solicitados por la Fiscalía para iniciar las averiguaciones y declarar el caso cerrado. Pero no estaba. Leal desapareció tan pronto al cadáver de Meleán se lo tragó la tierra del cementerio Jardines La Chinita, y las sospechas en su contra se levantaban con el hallazgo del Chow Chow. Entretanto, en el ambiente detectivesco afloraban interrogantes: ¿Qué pesos pesados estarían sobre Danielito?, ¿a quién o quiénes respondería desde Panamá? Ahí podrían estar las mayores sorpresas del caso. Así que se anunciaron los allanamientos. Las órdenes emitidas por el Ministerio Público llegaron una tras otra. Los familiares de Leal también reaccionaron. Se trataría de una emboscada, algo personal entre la policía y otras fuerzas, decían. Tenían que demostrar que su pariente no era más que otro dolido más del homicidio. Que no era el matón de Antonio Jesús Meleán Vergel, el personaje conocido por todos en la región y que murió acribillado el mismo día que nació. (Lea mañana: “Danielito” desaparece y las mujeres dan la cara).