Diario Versión Final

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Maracaibo, sábado, 28 de septiembre de 2013 OPINIÓN VERSIÓN FINAL 13

Opinión

El desabastecimiento sigue en el tapete, tanto para expertos como para consumidores comunes. Frente a los principales supermercados de casi toda Venezuela se observan colas y se oyen comentarios sobre la llegada de determinado producto. Hoy presentamos tres opiniones al arespecto.

El consumo interno

Desabastecimiento y crisis total

JAIME RICHART

D

icen tozudamente los sabios modernos, los economistas, que para salir de la recesión es imprescindible crear empleo y potenciar la demanda interna; en definitiva el consumo. Necios. Para aclarar cómo se pueden crear puestos de trabajo, antes tendrían que decirnos qué clase de trabajo y en qué sectores de la economía sería posible o nos sugieren crear más empleos. Sobre todo en los sectores primario y secundario de la economía (el terciario, servicios, está hasta los topes). Pues, dejando a un lado las actividades relacionadas con las energías renovables que los monopolios energéticos controlan y frenan, no hay ni un solo campo productivo donde la imaginación del empresario pueda fructificar. Aunque hubiera pleno empleo, “todo” el mundo tiene de todo, sea nuevo o usado. Y quien no tiene de todo es porque ha llegado a la conclusión que es preferible prescindir de todo. ¿Quién no tiene coche nuevo o usado? ¿Quién no tiene un televisor, una cámara fotográfica, un ordenador, una impresora, etc, etc, nuevo o usado? Las “mejoras” y “actualizaciones” de los artefactos empeoran a menudo la

eficacia del producto, cuyo manejo también a menudo precisa de un curso en toda regla, y con tal de no pasar por esa prueba le hacen al usuario desistir. Millones de viviendas vacías, y millones de seres humanos sin vivienda en propiedad o en alquiler ponen de manifiesto la irracionalidad de este sistema. El acceso a un techo, algo indispensable, se ha convertido en un peligroso obstáculo no ya para el bienestar, sino para la simple tranquilidad. De dramas y paradojas resultantes de la conjunción de fuerzas de los mercados y el desaliento de las personas está plagada esta sociddad... El capitalismo anterior, más despacio, y el financiero de modo galopante se devoran a sí mismos con independencia de los inmensos estragos que causan a la biosfera. La producción de todo cuanto cabe imaginar está saturada y el consumo lo mismo, aunque haya infinitos deseos (en buena medida artificiales) de productos y bienes materiales por satisfacer. He aquí el problema, que tiene toda la pinta de ser como un querer cuadrar el círculo. El capitalismo es una fuente de señuelos y oropeles y un factor de inestabilidad

psicológica, material y emocional, y una dimensión social perversa desde el punto de vista moral. Propicia y mantiene y agranda las diferencias naturales entre los seres humanos en lugar de ser el objetivo estrecharlas el fin de la política y de la economía aplicada. Y todo, en buena medida, porque se entrega el funcionamiento de la sociedad, unas veces a la improvisación y otras al cálculo milimétrico, en beneficio bastardo de los tecnócratas, de los políticos y de los economistas. Los cuales, todos, sólo son capaces de explicar lo que ha sucedido o lo que está sucediendo, pero en absoluto lo que va a suceder. Porque si sus pronósticos fueran dignos de confianza, no sucederían muchas de las desgracias sociales que sobrevienen. Y si hubiera un especialista fiable lo ficharían todos los países del mismo sistema. No sólo hay necios (desde el punto de vista de las consecuencias prácticas de su saber) en el gobierno de las naciones. Es que todo sucede como sucede, porque al frente de ellas no hay filósofos, ni profesores, ni pedagogos ni sabios.. Educador

La principal escasez es la de criterio JOSÉ MAYORA

U

na parte significativa de los venezolanos que observan cómo se le evapora el salario, se reduce su nivel de consumo y su calidad de vida, vive bajo los rayos lacerantes del sol de la incertidumbre. Lo que se supuso sería un mar de felicidad, más bien parece un mar de frustración pues la felicidad se asemeja más a una especie en extinción. La sensación de desconcierto se agrava pues al que le toca dar las respuestas, el régimen, no las da porque es un proceso que ha dado claras evidencias de su inviabilidad, ya no tiene cara para inventar excusas creíbles. El ideal del socialismo del siglo XXI, es el de una sociedad de ciudadanos uniformes, con acceso igualitario a bienes y servicios cuyos atributos serán decretados por el Estado socialista. Este modelo sustituye la libertad de elegir por la elección tutoreada y está concebido para que ningún ciudadano se muera de hambre, de sed o de conocimiento, siempre y cuando renuncie a sus sueños y aspiraciones individuales. La garantía de éxito del modelo socialista, es la desaparición de los productores de bienes y servicios que creen fervorosamente en la libertad de elegir de los ciudadanos. En su lugar estarán

las empresas socialistas endógenas, que producirán lo que el régimen decida, en cantidad, calidad y destino. En caso de existir déficit de producción, el mismo será cubierto con las importaciones provenientes de los pueblos amigos. El modelo funcionará si el régimen controla la institucionalidad, pública y privada y la renta petrolera financie ese exabrupto. Al parecer, la renta petrolera ya no da para más y frente a la crisis económica, tapareada desde diferentes frentes, se impone la sensatez y el criterio sereno del estadista que se encuentra al frente del proceso revolucionario. Como en la crisis eléctrica, el problema fundamental es la irracionalidad del consumo, superior a lo producido internamente (que es insuficiente) obligando al régimen a importar el déficit. Un gobierno apátrida y oligarca hubiese optado por estimular la producción nacional para disminuir el volumen de importaciones y proteger las divisas, que por cierto no es que abunden. Tan descabellada medida no es tolerable dentro del socialismo, en el cual el criterio prevaleciente será el de racionalizar el consumo, es decir, restringirlo hasta los niveles en que la combinación de la producción nacional más las impor-

director@versionfinal.com.ve

taciones, cubran la demanda racionalizada. Me imagino que se llevará un registro de familias, complementado por el aporte de los técnicos del órgano regulador de la alimentación, quienes deberán diseñar un modelo de simulación de consumo racional y establecerán los estándares de consumo por familia. A partir de estas cifras, las familias acudirán a los diferentes mercados a adquirir lo que el modelo les paute. Este modelo tendrá un impacto positivo pues reducirá la incertidumbre, eliminara las colas y acabara con la ansiedad por conseguir lo que se requiere. En otras latitudes a esta medida la llamarían racionamiento, pero en la revolución tal cosa será un “Sistema administrado de consumo organizado” (SACO) cuyo lema será: “no te desesperes, usa tu SACO”. Para garantizar el éxito de este sistema, se creará un mecanismo de unificación de marcas y productos para quitarles a los consumidores el dolor de cabeza de tener que escoger entre más de una marca. ¡No hay duda, Maduro sabe lo que hay que hacer! Profesor del Iesa

PEDRO ENRIQUE MENDOZA

L

os problemas que sufre la economía venezolana son básicos. Es decir, que la raíz y causa del problema económico son fáciles de entender y fáciles de solucionar. El desabastecimiento que vive el país es consecuencia de unas políticas públicas de fanatismo. El legado del ex presidente Chávez todavía late en la cueva de los actuales líderes políticos y no les permite tomar decisiones que vayan en contra de los ideales y voluntad de un difunto. El país suplica por nuevas políticas públicas que permitan solventar la crisis económica que vive Venezuela. Todo gran líder debe tomar decisiones poco populares, pero que a largo plazo rindan sus frutos. Para cualquier economista es obvio que el desabastecimiento es causado por el control sobre la economía y sus precios. No es cuestión de culpar a los chavistas o a la oposición por el desabastecimiento. Es cuestión de ver la realidad y solucionar el problema con políticas públicas frescas que permitan solucionar una crisis que lleva años repitiéndose. La raíz del problema viene siendo el control de precios. Desde hace varios años, venimos sufriendo las consecuencias de un sistema que intenta controlar todos los precios del mercado. Los líderes del Gobierno deben saber que independientemente de su tendencia política, controlar todos los precios de todos los productos en una economía y país de 30 millones de habitantes es imposible. Basado en esta premisa, deben orientar sus políticas de gobierno hacia un incremento de producción a nivel nacional mediante la otorgación de más divisas y mayor facilidad para obtener materia prima a sectores de mayor eficiencia en la producción: el sector privado. Esta medida permitirá reducir la escasez y aumentar el empleo a nivel nacional. Ver la realidad y solventar problemas de una manera práctica es una decisión de sabios. Venezuela pide un cambio de modelo económico desesperadamente. Más importante aún, Venezuela está en época de boom petrolero y debe aprovechar estos años de oro para que con el crecimiento económico salgamos de la pobreza y desabastecimiento, Venezuela, como país lo merece. Economista


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