VerdeMente. La Guía Alternativa de Madrid

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A N H E L A R

odos los maestros hacen una afirmación clara. Hasta que no vivamos desde nuestro ser esencial no terminará la insatisfacción ni las frustraciones ni las inseguridades ni las angustias ni ninguno de los problemas vitales que nos aquejan. Nos inquietan y conmueven las imágenes de guerras, abusos, maltratos, corrupciones y demás que vemos en los medios; pues bien, todo ello es producto de vivir creyéndose un individuo distinto, especial y separado,

pensado. Es preciso reconocer lo que somos. No importa cuántas terapias y tratamientos uno haga, mientras la naturaleza primordial no sea desvelada sólo estaremos cambiando las cosas de sitio. Mientras sigamos creyendo en el pensamiento “Yo soy alguien”sólo nos moveremos en círculos. Podemos mejorar nuestra vida, vivir con más serenidad y contento, ser más eficientes y productivos, etc. pero todo será circunstancial, condicionado, transitorio, efímero y temporal.

El anhelo

Reconocer nuestra naturaleza primordial es el asunto fundamental. No obstante vivimos atrapados en numerosas dificultades y tendencias que nos impiden avanzar. La principal de ellas es que estamos volcados en la búsqueda de experiencias, en la huida del dolor de la vida, en el deseo de bienestar y felicidad, en la persecución de metas, objetivos, ilusiones y planes. La verdad última no puedes ser reconocida hasta que no se convierta en nuestro único interés. La condición principal es el profundo deseo de vivirla. Dice la enseñanza “Anhela conocer eso de donde todo nace, anhela conocer eso adonde todo va cuando la muerte lo destruye”. Es preciso que todas las actividades de la vida sean secundarias a la aspiración de conocer la realidad absoluta. El deseo de conocer la naturaleza primordial es el intenso deseo de experimentar lo que somos de verdad, el deseo de liberarse de todos los engaños y fantasías, el deseo de librarse del ego como origen de todas las distorsiones, el deseo de despertar de todas las pesadillas humanas. Este intenso deseo es el fundamento de la verdadera espiritualidad.

El valor de la vida

Cuando nos hacemos conscientes de lo valiosa que es la vida; no cuando hacemos una valoración positiva, sino cuando sabemos por experiencia directa que la vida es una oportunidad extraordinaria y tiene un valor incalculable. Entonces, es posible que surja la intuición firme de que lo más importante es conocerse uno mismo. Conocer lo que de verdad somos.

La conciencia de muerte

Si a esta comprensión añadimos la conciencia de que vamos a morir y que puede suceder en cualquier momento. Si sentimos cómo la vida se va gastando momento a momento, sin descanso y cómo cada día estamos más cerca de la muerte. Si tenemos la valentía de reconocer que no sabemos cuándo vamos a morir y que no tenemos ningún control sobre lo que pueda suceder en el futuro. Entonces, hay la posibilidad de vislumbrar que conocerse uno mismo no sólo es lo más importante sino que hay que hacerlo cuanto antes, y hay que empezar ahora mismo.

El problema del ego

y especialmente del profundo miedo oculto que acompaña a la sensación de yo. Mientras haya personas egocéntricas habrá sufrimiento. Mientras sigamos creyéndonos individuos independientes y autónomos tendremos el potencial de crear sufrimiento en el mundo. Mientras vivamos lejos de nuestra naturaleza primordial, siempre existe la posibilidad de volvernos lo peor y actuar de modos que nunca habríamos

El anhelo por conocer la verdad absoluta es un camino a lo desconocido que nos obliga salirnos de nuestra zona de confort. La verdad va a llevarnos a abandonar nuestras convicciones más queridas, a encontrarnos con lo inesperado, a dejar todas las referencias. Por ello tenemos tantas resistencias inconscientes. Nos decimos a nosotros mismos que nos interesa el camino espiritual, incluso que es


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