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El Venezolano de Panamá notas de interés

on mucho temor a equivocarse, se cree que Viena es la cuna del croissant, cuando en 1683 sus panaderos -en son de burla- crearon un panecillo en forma de media luna, después de la derrota de los turcos, en el fallido asalto a la ciudad (ver primera parte publicada el 14 de diciembre de 2012).

11 de enero al 18 de enero de 2013

La historia del mundo en un bocado Andrés Guillermo Carvallo B.

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El croissant (segunda parte)

En su veloz retirada, el Gran Visir turco Kara Mustafa dejó un inmenso y valioso botín. Precisamente Jerzy Franciszek Kulczycki, un audaz comerciante polaco residente en Viena, fue premiado por su patriotismo demostrado durante el asedio, con numerosos sacos de un grano con el cual los sarracenos saboreaban una bebida negra y espesa: el café. Koltschitzki abrió un negocio en Viena, donde acostumbraba servir un café mezclado con leche, pero mucho más suave que su antecesor, acompañado de “Kipferl”, un panecillo parecido y precedente del croissant. Actualmente Viena le rinde tributo con una estatua y una calle que lleva su nombre; es el patrón de todos los propietarios de cafés. Pero fue realmente una vienesa quien obtuvo los honores de dar a conocer el croissant en Francia. Se trata de María Antonieta de Austria, esposa del rey Luis XVI. En Versalles, su majestad, fiel amante de la repostería, siempre desayunaba con estos moda en el París de los reyes Borbón. Mainolvidables panecillos en forma de media ría Antonieta será tristemente recordada no luna, mientras la costumbre se convirtió en por sus postres, sino porque en 1793 literal-

mente “perdió la cabeza” por culpa de la revolución francesa, al igual que su esposo el Rey Luis XVI.

¿Será que el croissant de elisteca estirpe no comulga con las nuevas ideas de la clase popular? porque, con la pérdida de la monarquía, la fascinación por el panecillo se desvaneció lentamente en las consecuencias de la revolución y el Bonapartismo, hasta que fue rescatado en 1830 por el Barón August Zang, primer Secretario de la embajada de Austria en el país galo, durante el torpe y ultraconservador reinado de Carlos X. Posteriormente el diplomático austriaco August Zang abrió en 1838 una pastelería en París, la “Zang Boulangerie Viennoise”, donde deleitó a los citadinos con su especialidad: los Kipferl, que en esa época se asemejaban más a un brioche. No fue sino hasta 1863 cuando el “croissant” apareció en el diccionario francés Littré; la primera receta data de 1891, con otro tipo de masa. La receta del primer croissant hojaldrado se publicó en Francia en 1905. En 1920 se produjo un panecillo más crujiente (croustillant), tal como hoy lo disfrutamos. Los franceses lo harían tradicional en el desayuno, pero con calidad de exportación universal. El Larousse gastronómico lo incluyó por primera vez en 1938. Para los fans panameños, la pastelería Petit París en Marbella, prepara una auténtica delicia francesa: el croissant con pasta de almendra y chocolate. En quince días, la pizza.


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