''la sabiduria de los psicopatas

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hacerse pasar uno mismo por algo que no es, en la facilidad de meterse en la piel de otro y la capacidad de manejarse entre telarañas de engaños con toda presteza. Me sorprendería que Eyal Aharoni no estuviera de acuerdo. En 2011 Aharoni, psicólogo posdoctoral en la Universidad de Nuevo México, hizo una pregunta que, aunque resulte difícil de creer, nadie había hecho antes. Si en determinadas circunstancias la psicopatía es realmente beneficiosa, entonces, ¿te convierte en un criminal mejor[107]? Para averiguarlo emprendió un estudio sobre 300 presos en un puñado de prisiones de seguridad media de todo el estado. Calculando una puntuación de «competencia criminal» para cada preso, comparando el número de crímenes cometidos con el número total de no-condenas (p. ej.: 7 no condenas de un total de 10 delitos = 70 por ciento de tasa de éxito), Aharoni descubrió algo interesante: la psicopatía sí que predice el éxito criminal. Pero también hay que decir que tiene un límite. Una dosis muy alta de psicopatía (todos los diales subidos al máximo) es tan mala como si se tiene muy baja. Los niveles moderados son los que obtienen mayores «logros». Precisamente, está abierto a debate cómo te convierte la psicopatía en un mejor delincuente. Por una parte, los psicópatas son maestros a la hora de mantener la frialdad, cosa que puede darles ventaja en una fuga o en un interrogatorio. Por otra parte, también son despiadados, y pueden intimidar a los testigos para que no presenten declaración. Pero igualmente plausible, e igualmente pertinente para espías y timadores por igual, es que además de ser despiadados e intrépidos, los psicópatas estén en posesión de un talento personal mucho más refinado. Exactamente igual que los mejores jugadores de póquer del mundo, pueden controlar sus emociones mejor que otros, cuando las apuestas son altas y estás acorralado… cosa que les daría ventaja no solo fuera de los tribunales, cuando planean y llevan a cabo sus viles planes y actividades, sino también dentro. Hasta 2011, las pruebas de todo esto eran circunstanciales, en gran medida. Helinä Häkkänen-Nyholm, una psicóloga de la Universidad de Helsinki[108], había observado, junto con Bob Hare, que los delincuentes psicopáticos parecían más convincentes que los delincuentes no-psicopáticos, cuando se trataba de expresar remordimientos. Cosa extraña, cuando menos, porque es algo que son incapaces de sentir. Pero una mirada rápida al contexto de tales observaciones (ante el tribunal, justo antes de la sentencia; ante el tribunal, para apelar una sentencia, y ante los psicólogos y directores de la prisión y comités de libertad condicional) levantaron las sospechas del psicólogo Stephen Porter. Era un tema de «autenticidad afectiva». Hubiera o no hubiera remordimiento, se preguntaba Porter, ¿se les daba mejor a los psicópatas fingirlo[109]? Porter y sus colegas idearon un experimento ingenioso. A unos voluntarios se les presentaron una serie de imágenes destinadas a evocar diversas emociones, y luego debían responder a cada una de ellas con una expresión genuina o engañosa. Pero www.lectulandia.com - Página 93


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