Revista Carreteras 227

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Carreteras adaptadas a la población que envejece

velocidades, mayores estímulos y entornos de conducción complejos. Si pensamos en el usuario de tráfico, podríamos fijarnos en los cambios en la edad de la población de usuarios, ya que sin duda alguna, la edad está asociada con cambios positivos (e.g. mayor índice de conductas protectoras al volante) y negativos (i.e. deterioro de la capacidad perceptual y motora, pérdida progresiva de la memoria y el flujo del procesamiento de información y las respuestas efectivas durante la conducción) (Montoro, Alonso, Esteban & Toledo, 2000; Owsley, 2004; Forteza, 1984)(I,VI,VII). Pues bien, habitualmente, tal como la población envejece, todos los entornos tienden a adaptarse a las condiciones específicas de la población. Esto nos hace pensar que uno de esos contextos, en los cuales debemos centrar mayor atención, es el entorno viario. Pues, así como en diferentes ámbitos de actuación (como el sistema sanitario y sus especialidades, la ciencia en general, las diferentes Tecnologías y las comunicaciones) se debe pasar por un proceso de adaptación, en el diseño de las carreteras apremia la exigencia de ajustarse a las necesidades de la Tercera Edad para garantizar su seguridad en las vías. Pero podríamos preguntarnos el porqué es importante que el diseño de las carreteras se ajuste al envejecimiento de la población. La respuesta a esta pregunta es bien sencilla de encontrar, pues un buen argumento es el que cada año, alrededor de 500 personas de la tercera edad pierden la vida en accidentes de tráfico (Fundación Mapfre, 2013)(VIII).Por lo tanto, éste segmento es cuatro veces mayor que el resto de segmentos de edad en la población general, pudiendo afirmarse que corresponde a una proporción significativa de la población española. Adicionalmente, cabe destacar que, ciertamente, las necesidades y capacidades de los mayores son diferenciales del resto de la población. De acuerdo con Apuzzo (2015)(IV), las personas mayores son uno de los grupos de la estructura demográfica española que se ve más afectado por las barreras del entorno. En relación al resto de la población y respecto a las limitaciones o discapacidades que les afectan, destacaremos su situación familiar, como principal elemento diferencial de este colectivo. Cuando atendemos a las cifras de las OMS sobre la repercusión de la accidentalidad vial a los distintos grupos de edad, la mayor afección corresponde a aquellos grupos económicamente activos. De este modo, las mayores tasas de mortalidad por cada 100.000 habitantes corresponden al grupo de edad de 15 a 29 años en los países de ingresos altos. Sin embargo, en los países de ingresos bajos y medianos las tasas más altas tienden a corresponder a las personas de 60 años y más. Así, a nivel mundial, manejando los datos de un año como el 2002, se registraron más de 193.000 defunciones causadas por el tráfico entre las personas que superan los 60 años de edad.

Se confirma pues que su tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes resulta la más elevada de todos los grupos de edad en los países de ingresos bajos y medianos. Es obvio, que frente a un accidente de tráfico las personas de mayor edad por lo general tienen menos capacidad de recuperación y más probabilidades de fallecer o quedar gravemente discapacitadas que los jóvenes.

Foto 2: A nivel mundial en 2002 se produjeron más de 193.000 muertos en personas de más de 60 años. La tasa de mortalidad en conductores de edad superior a 75 años es cinco veces superior a la media (fuente: AEC).

Figura 1. Proporción de fallecidos por accidente de tráfico en la tercera edad, respecto a su proporción poblacional en el año 2013 en España (DGT, 2014).

Además, en cuanto a las cifras de siniestralidad, si atendemos al año 2013 la proporción de fallecidos en Accidentes de Tráfico de la Tercera Edad doblaba su proporción en la población (DGT, 2015)(IX)(ver Figura 1). Las cifras en otros países, como es el caso de Estados Unidos, también muestran coherencia con estas proporciones. Adicionalmente, las personas por encima de 75 años sufren más muertes por accidente de tráfico que cualquier otro cohorte de población, salvo aquellos por debajo de 25 años. Y también por longitud conducida experimentan más accidentes que el resto de conductores salvo los adolescentes. Según la Comisión Europea (2002)(X), la tasa de mortalidad para conductores de más de 75 años es cinco veces superior a la media poblacional, y su tasa de lesiones o heridas es dos veces superior al resto de la población (Foto 2). Luego, aquí tenemos el segundo gran problema, la lesividad de este colectivo.

OCTUBRE 2017 / / R EVISTA CA RRE T E RA S

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