Sembrando Vida y Cultura
La chacra, especialmente para el habitante andino y amazónico, no es considerada sólo como un espacio de cultivo, sino reconocida como la representación de los elementos fundamentales de la construcción o crianza de la vida. En ella se materializa una postura relacional y holística que demuestra la bondad de la tierra (Grillo, 1994; Torres, 2004; Morocho, 2008) y donde el campesino cría con cariño y respeto no sólo a plantas y animales, sino también el agua, el suelo y el clima, un espacio para regenerar la vida y consolidar el tejido social (Valladolid, 1994; Perreault, 2005; Guilcamaigua y Chancusig, 2008). El objetivo de este capítulo es contribuir con la comprensión de las chacras andinas, en términos de la estructura y las funciones que tienen en la actualidad, como resultado de un proceso constructivo social, arraigado en la cosmovisión de los pueblos andinos y las prácticas culturales indígenas de la sierra.
Estructura de las chacras Debido a la diversidad de factores climáticos, biológicos, físicos y culturales que influyen en la conformación de las chacras, ninguna se considera igual a otra. El tamaño, la necesidad de la familia, el conocimiento tradicional para el manejo y recuperación de semillas, la altura, el riego, la calidad del suelo y el uso individual o colectivo determinan la estructura de la chacra (Tapia y Fries, 2007; Morocho, 2008). Pero aun con esta amplia variabilidad, sumado a su distribución geográfica, se puede observar la existencia de estructuras básicas subyacentes. Uno de estos aspectos de similitud es la heterogeneidad de la chacra (Morocho, 2008). Los diversos estratos verticales generan una heterogénea estructura vertical (Huai y Hamilton, 2009) y horizontal en el sistema, consecuencia del conocimiento local ancestral que favorece la conservación in situ de una amplia diversidad de especies. El uso de los principios de similitud y oposición de las plantas, permiten elegir las especies más adecuadas para aprovechar el espacio horizontal y vertical (Echarri, 2007). Este último adquiere mayor importancia porque brinda “tridimensionalidad” al sistema y por ello se describe a continuación. Estructura vertical de la vegetación Las chacras se caracterizan por una alta diversidad que considera el espacio productivo no sólo desde la horizontalidad, donde es importante la asociación de cultivos que consideran aspectos como el desarrollo radicular, las sustancias alelopáticas y los nutrientes del suelo, sino también la verticalidad en la que juega un papel importante el uso de la luz, la distribución del agua de lluvia, la redistribución de nutrientes y la disminución de su impacto erosivo. Albuquerque, Andrade y Caballero (2005) identificaron tres estratos en espacios productivos familiares del Brasil, lo cual es común para las chacras amazónicas. Sin embargo, esta estratificación puede variar para las chacras andinas. La utilización de árboles dentro de la chacra o en su periferia es un elemento que se incorpora a su manejo agroecológico. La distribución de las áreas para los cultivares dentro de la chacra está regulado por el tipo de ecosistema y la calidad del sitio y esto aplica para las plantaciones forestales (Sánchez y Chuquiruna, 2006). Los árboles sirven como barreras para el viento, se usan para establecer linderos, proveen materia orgánica para el suelo y producen alimentos para personas y animales (Morocho, 2008). 14