para ir al pie de la montaña llevando una capa negra y el Santo Cristo bendito, rezando hasta llegar allí. Una vez llegados al lugar indicado, el padre ordenó a todos que miraran para atrás y pronunció estas palabras: “Alma perdida, te condeno a ahuyentarte del pueblo y dejar a la gente en paz, por cuarenta años, hacia las montañas del Quemado... Donde no haya latido de perro y cantar de gallo, ni llanto de niño.” Tradición oral, Idelfonso Solano Villamizar. La leyenda del árbol de la vida “Un árbol tan alto, tan alto que su copa traspasaba las nubes y tocaba el cielo, y tan grueso, tan grueso, que cincuenta hombres no eran capaces de abrazarlo y empezaron a empujarlo y lo empujaron con tanta fuerza, que cuando el árbol cayó la tierra se estremeció y de las entrañas del árbol brotó agua y fue así como nacieron los ríos Catatumbo y de Oro, los mares y los océanos y sus aguas ahogaron a muchos hombres del color de la ceniza. Los que no pudieron traspasar esas aguas para traer más odio, ambición y guerra, tuvieron que pedirle perdón al indígena barí quien fue muchas madrugadas al río Catatumbo a lavar su corazón del odio y del rencor, para poder perdonar al hombre del color de la ceniza. Por eso los indígenas nos miran sin odio y sin rencor pero sí con desconfianza.” Tradición oral, Fabio Monroy. Historia Barí “Cuentan los que saben contar historias, que en el principio los indígenas no conocían ni el dolor, ni la tristeza, ni la muerte, hasta que apareció un espíritu maligno con cuerpo de mujer y cabeza de pájaro que se apoderó de la mujer indígena y ella, llena de este espíritu del mal, tomó a su hijo y lo estranguló. Grande fue la tristeza del hombre indígena cuando vio que a sus tierras había llegado el dolor, la tristeza y la muerte. Por TRADICIÓN ORAL NORTESANTANDEREANA
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