Revista definitiva imprenta

Page 27

Antaño Pino te estimo; Peral te quiero mas; Alamo te amo; Jara haragana; Adelfa, gitana. El lado poético de la costumbre viene dado por la creencia de que las plantas y hierbas de San Juan, además de tener propiedades medicinales y de protección, ejercían un efecto amoroso. En muchas obras clásicas, como La Celestina, se citan las llamadas “hierbas de San Juan”, entre las que destacan la verbena, el helecho, el trébol, la albahaca, la valeriana… Originariamente se llamó verbena única y exclusivamente a aquella clase de romería en que se vendían y antes se recogían plantas de verbena y otras como las enumeradas, y en un tiempo, la “verbena” fue la de San Juan. Era famosa en primera mitad del siglo XIX en Madrid, la verbena de San Juan y San Pedro, que se celebraba en el Prado, vendiéndose, como en el siglo XVII en la Plaza Mayor, cantidad de flores y tiestos. También era muy conocida la verbena de San Juan en Sevilla, que se distinguía por su gran licencia en las costumbres (Julio Caro Baroja 1992). LA VELADA DE SAN JUAN EN CASTUERA Cuenta el Magistrado Cubeles en su Viaje a la Serena en 1791 “Subiendo al barrio antiguo llegamos a la plaza de San Juan, enjoyada de tradicionales casas con escudos nobiliarios… La ermita de San Juan… fue la primera Iglesia de Castuera, y entonces el Bautista patrón de la villa”(6). En Castuera la noche de San Juan, era un momento propicio para la creación de noviazgos y de ahí la importancia de “los enramos”, tradición que se fue perdiendo con la guerra civil y la dictadura franquista. Según recoge la jota de la Velada de San Juan, era costumbre que los mozos regalaran a sus enamoradas “enramos” hechos de plantas y flores. Plaza San Juan 1929, foto del fondo de Garrorena Excma Diputación de Badajoz.

Cuando una moza no acudía a la Velada, y por tanto, dejaba a su enamorado sin esa posibilidad, éste cogía grasa de un carro, y pintaba el quicio de la puerta de la muchacha, para que así ella tuviera que salir a la calle a limpiarla antes del alba, y de ésta forma la veía; aunque en ocasiones, era la madre la que se encargaba de hacerlo, estropeando los planes del joven. La informante Carolina Sánchez Ortíz nos cuenta: “los enramos eran muy peligrosos porque teníamos las puertas de las casas muy fregaitas y limpitas y los mozos cogían la grasa de los carros y nos pintaban las puertas”. Del mismo modo se ha tratado de contrastar la continuidad de las supersticiones atribuidas a sus habitantes en pasadas épocas, y recogidas en algunas publicaciones (Publio Hurtado, 1989)(7), “en Castuera, como remedio para las calenturas. Siguiendo con las tradiciones, antes y después de la guerra civil se tenía la costumbre de tostar habas en las casas y reunirse en las puertas con la familia, amigos y vecinos esa noche hasta bien entrada la madrugada. En la plaza había puestos de dulces, helados, bisutería, etc. La informante Andrea Romero nos lo describe: “...había puestos de muñecas, de turrones, buñuelos…y me acuerdo también de los helados que no eran como los de ahora que los hacían como en una tinaja de lata y con unos sobrecitos les daban color.”

-28-


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.