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Mujer y política

Carolys Helena Pérez González

Construir el Socialismo Feminista pasa por construir espacios de poder desde donde la voz de las mujeres sea escuchada con mayor fuerza y que nuestra opinión sea vinculante en el diseño y ejecución de las políticas públicas, de las políticas partidistas y de las acciones cotidianas del poder popular. Si bien desde que la Revolución

Bolivariana irrumpió en la historia de nuestro país hemos dado pasos agigantados en materia de derechos de las mujeres, pues la voluntad política manifiesta tanto en el Comandante Chávez como en el Presidente

Nicolás Maduro para acompañar nuestras luchas se traduce en acciones concretas, aún hoy las mujeres no hacemos política en igualdad de condiciones que los hombres. Históricamente se ha reservado para el ejercicio del poder femenino el ámbito privado, mientras que al hombre se le otorga la esfera pública. Hay quienes indican que esto es práctica milenaria en Occidente, trayendo a colación el ejemplo literario de Telémaco, quien era consciente de que parte del “crecer” pasaba por aprender a tomar control del discurso público y silenciar a la parte femenina de la especie, en este caso a su madre, Penélope. Al revisar la literatura clásica nos damos cuenta de que el único momento en el que a las mujeres se les permite hablar sin reparos, es cuando están al borde la muerte, cuando son víctimas o mártires. Allí hablan sólo por ellas, nunca por la comunidad. Y esto tiene una explicación, pues el discurso público era un atributo definitorio de la masculinidad y se asociaba a liderazgo fuerte la gravedad en el tono de voz, mientras que los tonos agudos se aso-

Tinta Rep Blica

ciaban a lo femenino y a la cobardía. Esta diferenciación en cuanto al ejercicio del poder trae consigo la intención deliberada de fortalecer mecanismos que silencian la voz de las mujeres, lo cual es propio del sistema neoliberal que promueve la perpetuación del patriarcado. De allí que una de nuestras principales batallas sea distribuir de manera equitativa las tareas del hogar, los sistemas de cuidado para promover así nuevas y mejores condiciones para el ejercicio pleno de la participación de la mujer en ámbitos y niveles de dirección que superen la esfera comunal (donde somos amplia mayoría) y nos permitan acceder a niveles locales, regionales y nacionales con mayor facilidad y sin ser juzgadas por “abandonar el hogar”.

¡Seguiremos en la calle!

¡Venceremos!

¡Palabra de Mujer!

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