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Liberarte En el centenario de su nacimiento Carlos Cruz-Diez: vida y oda al color
from UN120823
VERÓNIOCA ABREU ROA
Caracas. La historia de Carlos Cruz Diez es apasionante y nada la cuenta mejor que Free color, el audiovisual en el que Alberto Arvelo recoge su vida y su excelsa obra, así como su inconclusa y obsesiva idea de mostrar al color como un ente autónomo, sin soporte ni fuente artificial visible: como los colores del cielo en el ocaso y alba.
Y es preciso repasar esta historia en vista de que este 17 de agosto se cumplen 100 años del nacimiento de este creador criollo, dueño de un arte que es, para el nacido en esta tierra, tan importante y representativo como el tricolor de nuestra bandera. Y ni hablar de las lecciones de vida que dejó el hombre que hizo de su profesión su vida y de su taller un negocio de amor y de familia que aún perdura.
Cruz Diez, nacido en Caracas en 1923 como Carlos Eduardo, hizo de su obra una razón para pensar en el color como una experiencia en sí misma.
Considerado el mayor exponente del arte óptico y cinético, para él, la percepción constituye lo estético, por lo cual, el contexto en el que se ubique la obra, así como el lugar desde
Celebración
Para celebrar el centenario de Cruz-Diez, la fundación homónima informó que se realizarán actividades y exposiciones en diversos rincones del mundo.
En Caracas, el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez expondrá una selección de la Colección Fundación Museos Nacionales y dedicará una sala a la muestra RGB, los Colores del Siglo, mientras que la Galería de Arte Nacional exhibirá El color en dos tiempos donde la vea el observador, lo llevará a una comprensión distinta de la misma pieza.
De su obra explicó en el documental Carlos Cruz Diez: La vida en color, el color de la vida, de 2017: “Yo no hago cuadros ni esculturas, yo hago soportes y acontecimientos, soportes donde el color está produciéndose, deshaciéndose, generándose, en un estado permanente y ahí no hay una noción de pasado o de futuro, es la noción del ins- tante, como la vida”.
Para él se trataba de dar al espectador la oportunidad de hacer y deshacer el color y de vivir su propia experiencia.
Todo ello lo hizo tras un intenso estudio del color y sus efectos aislándolo de la forma. Ese estudio comenzó siendo niño: a sus 11 años pasaba horas dibujando con una caja de colores que le dieron de regalo.
Estudió y se graduó como profesor de artes manuales y aplicadas en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas, pero fue después de la década de 1960, en París, que exploró las capacidades del color y experimentó con un estilo nuevo. Fue creativo publicitario, diseñador y profesor.
Resumirlo es casi imposible. Su obra habla por sí sola y podemos verla, fuera de los museos en Caracas, en su Fisicromía Cóncavo-Convexa. Homenaje a Don Andrés Bello, en plena Plaza Venezuela, en la Ambientación cromática que viste al Banco Provincial en La Candelaria, su Ambientación Cromática en el Centro de Acción Social por la Música y, entre otras, las más conocida: el Muro y pisos de Couleur Additive del Aeropuerto Nacional Simón Bolívar. ●
Alexánder Torres Iriarte
REFERENCIAS Taxativo
El Libertador recibió a Juan Bautista Irvine con muchas expectativas para la opción independentista sudamericana. Por ello su prudencia y su silencio sobre el comportamiento expansionista de los connacionales de Washington.
A Juan Bautista Irvine lo precedía su fama de calumniador confeso. Era un periodista acusado y sentenciado a cárcel varias veces por mentiroso.
Desde su llegada a Angostura, Irvine desconoció las normas básicas de la diplomacia y las instrucciones dadas por sus propios superiores.
Nada moderado y nunca conciliador se mostró el inmigrante irlandés nacionalizado estadounidense.
Si bien se le exigió firmeza por “la restitución de los derechos de los afectados”, las cartas que Juan Bautista Irvine dirigió a Simón Bolívar fueron tan ofensivas que las mismas autoridades estadounidenses han sido renuentes a publicarlas.
Pese al tono positivo como empezaron los diálogos y el júbilo que avivó el ánimo de Simón Bolívar por la llegada del comisionado del presidente James Monroe, todo se volvería áspero en pocas horas.
Juan Bautista Irvine escribió diez notas al “hombre de las dificultades”, entre el 25 de julio y el 8 de octubre de 1818. Bolívar acusó recibo y contestó las cartas del funcionario estadounidense en varios momentos. La última de las cartas estuvo fechada 12 de octubre de 1818.
El intercambio epistolar de casi cuatro meses puso en evidencia la confrontación de dos maneras de ver el mundo y de hacer política; una liderada por el Libertador en la lucha por la soberanía, y la otra, por el representante de los Estados Unidos, Juan Bautista Irvine, de clara estirpe intervencionista. El contenido de la prime - ra epístola revela cuál fue al final el único propósito de Juan Bautista Irvine en Venezuela: el pueril reclamo de las goletas Tigre y Libertad; hecho que asombró al Libertador, quien le preguntaba sobre la amistad y fraternidad que nos debía caracterizar, a la vez que le recordaba que dichas naves pretendían “burlar el bloqueo para dar armas a unos verdugos y para alimentar unos tigres que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana”. Igualmente, El Libertador impugnaba la idea de la neutralidad estadounidense, porque “no son neutrales los que prestan armas y municiones a unas plazas sitiadas y legalmente bloqueadas”, le recordaba. Desde su llegada el funcionario estadounidense emitió cartas a Simón Bolívar exigiendo la liberación de los buques “ajenos al contrabando” con el enemigo. Ante esta argumentación tan poco creíble, el “hombre de las dificultades” respondió que sólo podría haber la indemnización solicitada siempre y cuando “reconocieran” su grave error y su falta de neutralidad en el conflicto.
El 6 de agosto, Bolívar vuelve a escribir a Irvine una misiva extensa y minuciosa refutando punto por punto las explicaciones esgrimidas por el estadounidense, a los dueños de las naves y a los capitanes. En el caso de la goleta Tigre, exoneraba a sus propietarios del delito, pero no al comerciante que la fletó, quien deliberadamente intentó violar las leyes de una república soberana.
Bolívar le señalaba a Irvine que “la prestación de auxilios militares a una potencia beligerante es una declaratoria implícita contra su enemiga”; llamándole la atención que éste era un principio indiscutible aplicado siempre por los Estados Unidos.
Lil Rodríguez