4 minute read

Jugadores formados en el país deben ser prioridad en el proyecto de la FVF

Next Article
HABLANLOSASTROS

HABLANLOSASTROS

La presentación oficial del nuevo director técnico de la selección nacional de fútbol, Fernando “Bocha” Batista, dejó flotando en el aire una preocupante idea. Entre los variados temas que abordó el jueves, el preparador argentino afirmó que el cuerpo técnico que encabeza tiene una lista cercana de 250 futbolistas venezolanos o con doble nacionalidad, que han sido escauteados en el extranjero con el propósito de sumarlos a las selecciones. Muchos de esos jugadores son chamos , es decir, posibles candidatos a integrar las diversas categorías menores, cuyos agentes llaman y han pedido a Batista que estos jugadores sean tomados en cuenta para el futuro. Es claro que todos los venezolanos tienen natural derecho a defender a las selecciones. Nadie les puede cerrar las puertas de los equipos nacionales en ningún deporte. Pero en este tema de sumar nuevos jugadores reside una paradoja que el cuerpo técnico, la FVF y la Liga Futve deben resolver. Porque el proyecto de José Pékerman, al que Batista le dará continuidad, tiene como una exigencia fundamental el desarrollo aguas abajo del fútbol venezolano.

Por tal razón, la FVF y los equipos de primera división se comprometieron desde el año pasado a desarrollar la Liga Futve Junior, un semillero para que los chamos de seis categorías tengan más competencias, aumenten su nivel técnico y pulan sus herramientas técnicas para dar el salto al fútbol profesional del país y a las selecciones nacionales.

La FVF y los clubes están destinando una valiosa inversión económica para cumplir con el proyecto Pékerman, al punto de que el año pasado cerca de 3.000 jugadores estuvieron en acción en estos torneos. Desarrollar con más intensidad y profesionalismo las categorías menores no es una novedad. Ese camino lo ha venido transitando con éxito el Caracas FC, que desde hace unos años atrás modificó su perfil de equipo comprador a otro más redituable de formador y exportador de talentos.

¿Pero con qué cara la FVF le dirá en el futuro a los equipos del país que tal o cual jugador en el que han invertido tiempo y dinero no puede integrar la selección nacional, porque Batista y su cuerpo técnico tiene en su carpeta a otro chamo de las categorías menores formado en el extranjero? ¿Quién se beneficiará de convocar a esos jugadores escauteados? Por supuesto, que el principal beneficiado será el agente y los intermediarios de ese futbolista que conseguirán enseñar su talento en una vitrina tan cotizada como es la de enfrentar a potencias de la talla de Brasil, Argentina y Uruguay en los campeonatos de la Conmebol.

Y en el caso de que el jugador resulte ser un verdadero talento, un crack, y no un ave de paso con más influencias que fútbol, el club extranjero será el que reciba los ingresos de una posible y suculenta negociación.

¿Qué beneficia más al fútbol venezolano? ¿Armar una selección tipo Suiza, integrada por una mayoría de jugadores inmigrantes, sin ningún vínculo con los clubes de nuestro país, o seguir apostando por los jugadores formados en la Liga Futve con sentido de pertenencia y cuya proyección revaloriza al fútbol nacional en su conjunto?

Lo ideal sería que la FVF aplique una rigurosa evaluación técnica para procurar un saludable equilibrio en las convocatorias. Si hay un crack venezolano formado en el extranjero que quiera integrar la selección, hay que abrirles las puertas.

Pero si se trata de un futbolista sin cualidades excepcionales en la cancha, que no marca notables diferencias en su posición, la prioridad debería ser siempre el chamo formado en el país, que tiene en las selecciones Vinotinto la plataforma de salida para un mejor futuro en lo deportivo y económico.

La dos presentaciones de la Vinotinto absoluta ante Arabia Saudita y Uzbekistán abieron de nuevo el inagotable debate sobre la fragilidad de la defensa nacional, especialmente cuando la atacan por las bandas. No se trata de un mal reciente. Durante los anteriores procesos, la Vinotinto siempre mostró deficiencias por los costados, donde los laterales sufren cuando tienen que cumplir con el ida y vuelta de proyectarse al área rival para luego hacer una rápida transición defensiva.

Por el sector derecho, Alexander González cumplió con mejores notas el trabajo de desplegarse por la banda derecha. Se combinó bien con los compañeros, profundizó el juego y convirtió un tanto cayendo por dentro como un volante. Pero por la izquierda, Batista probó con Miguel Navarro y el jugador del Chicago Fire de la MLS dejó muchas dudas al fallar en los duelos individuales y ser desbordado una y otra vez. Por lo pronto, el mejor lateral izquierdo del país es Óscar González de Monagas, quien ya mostró en las eliminatorias pasadas que puede ser una opción.

El tiempo es el principal enemigo de cualquier seleccionador, no importa si se trata de un debutante como Batista o de un genio de la estrategia. Los entrenadores apenas cuentan con un puñado de días para recibir a los jugadores, ejecutar en dos o tres sesiones lo planificado durante horas de estudio de los rivales con la mira puesta en el triunfo. Por eso, resulta contradictorio que en los partidos de preparación, la Vinotinto dilapide el escaso tiempo con el que cuenta realizando pruebas. El éxito que lograron Richard Páez y César Farías en sus respectivos procesos fue producto, en buena parte, de que la Vinotinto se convirtió en un club. Los jugadores sabían de memoria su papel y había una columna vertebral. Batista no debe perder tiempo en inventar el agua tibia.

Freddy Fernández

La corrupción es resbaladiza, pareciera estar cubierta de una capa de grasa que dificulta el agarre y que suscita asco. Es oportunista. Las personas corruptas siempre prefieren ascender por los partidos que tienen más posibilidades de victoria.

Las crisis, marcadas por la reducción de recursos, producen brotes de corrupción y, a la vez, pueden generar una revalorización del espíritu de comunidad.

En nuestra situación, está en primer plano el robo de dinero y empresas de todos los venezolanos, unida a la actitud vergonzosa de los que imploran a Estados Unidos que les ceda unas migajas del botín. Es un robo que se realiza argumentando una empatía que no existe y la supuesta amistad entre los ladrones. Al tratar de comprender esta si- tuación, he quedado prendado de la frase “la amistad sólo se da entre los buenos”. Sentencia sencilla con un enunciado ético certero. La amistad no puede existir en pillos y corruptos. Allí sólo puede haber precaria complicidad delictiva.

Lo dicen los filósofos estoicos, 300 años antes de Cristo. Está en el libro Éticas de crisis: cinismo, epicureísmo, estoicismo, del mexicano Josu Landa. Ensayo que estudia las escuelas filosóficas que hicieron frente a las crisis surgidas durante la decadencia de la Grecia Clásica. Sostiene que las crisis del mundo de hoy son “... un proceso de deterioro, vencimiento, desgaste, descomposición y desintegración de un orden social, político, moral y cultural”.

Esa descomposición nos hiere. No sorprende que personas electas o nombradas para cargos públicos cometan corrupción, pero debe sor-

This article is from: