Somos 128 / Marzo - Abril 2013 / Año 16

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Vivir el campus Marzo-abril de 2013 EAFIT

En un par de estantes más al fondo sobresalen los archivos de patrimonio, previamente organizados, inventariados y empacados en carpetas especiales libres de ácido, que garantizan la conservación del papel. Y, contigua a estos, la colección de programas de mano, con más de 4.200 documentos. En los lugares reservados para los archivos históricos, destacan los rótulos con los nombres de importantes personalidades de la región y el país. Las huellas y legados de Francisco Castrillón, Mamerto García, Gabriel Poveda Ramos, Nicolás Pereira Gamba, Federico Neuman y la familia Bravo Márquez descansan junto a los registros de empresas ya desaparecidas, o los del noticiero Económico Antioqueño de J. Enrique Ríos. La vuelta a la sala culmina con la hemeroteca, y sus periódicos y revistas desde finales del siglo XIX, y con otra hilera de cerca de ocho vitrinas reservadas para la colección de archivos musicales. Todo un acopio de información que cobra vida cada vez que es consultado o se utiliza para el apoyo de alguna investigación, y que revive el pasado, la memoria y la identidad de todo un país.

Un recinto dedicado al pasado Aunque celebró su décimo aniversario en febrero de 2013, los orígenes de la Sala de Patrimonio Documental,

A este trabajo se sumaron los rescates de partituras y archivos musicales que realizaba el profesor Fernando Gil Araque en el Grupo de Investigación en Estudios Musicales, así como la adquisición de los guiones del Noticiero Económico Antioqueño de J. Enrique Ríos, desde su fundación en 1975, y la biblioteca personal de Joaquín Vallejo Arbeláez. “Eran pocas cosas, pero muy significativas. Se trataba de documentos originales e inéditos, y eso ya marcaba una diferencia de lo que iba a ser la Sala en el futuro. Lo más importante es que la Universidad estaba dando un paso enorme para apoyar la investigación y la academia con este lugar”, recuerda su actual coordinadora, la historiadora María Isabel Duarte Gandica. Inicialmente, la Sala comenzó a operar desde el segundo piso del bloque 32, pero las constantes adquisiciones y donaciones obligaron a buscar espacios cada vez más amplios, hasta llegar, finalmente, al cuarto piso del Centro Cultural. La llegada de la Librería El Carnero, en 2003; la biblioteca personal de Pilar Moreno de Ángel, en 2006; una gran parte de la biblioteca de la familia Posada de Greiff; y los archivos personales de Raúl Aguilar Rodas y Roberto Luis Jaramillo, entre otros, fueron enriqueciendo un acervo que, paulatinamente, se convertía en un referente histórico y académico para la ciudad.

libros con características patrimoniales que requerían la

“Fueron hechos muy importantes porque, por ejemplo, la biblioteca de Pilar Moreno tiene más de 8.000 títulos, libros, revistas, documentos sueltos y folletos sobre Colombia. Pero, sobre todo, porque los docentes y administrativos comenzaron a hacer las donaciones de su

conformación de este espacio.

material patrimonial”, expresa María Isabel.

del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, se remontan a 2002 cuando, con la dirección de María Cristina Restrepo López, la Universidad identificó una serie de


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