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Sami Naïr
Entrevista Desde tu perspectiva, ¿ante qué líneas de futuro nos encontramos? Sin duda, la preocupación por el medio ambiente ha vuelto a la esfera pública. Ha ocurrido en otros momentos de la historia... ¿Qué posibilidades consideras que plantea hoy el feminismo en intersección con la ecología? Simone de Beauvoir siempre estuvo abierta a las nuevas corrientes en cuanto al pensamiento feminista. Aprendió mucho de las más jóvenes, sobre todo a partir de los años sesenta. Siempre le interesaba lo nuevo, con el límite ya citado de la universalidad. En el caso de mi perspectiva, reconozco que no soy un teórico del feminismo; lo sigo y estoy atento a las novedades, pero no me considero teórico. Sé que existe una corriente ahora denominada ecofeminismo, pero no tengo opinión sobre este tema. Por supuesto me parece obvio el papel central de la mujer en el ecologismo, precisamente porque la mujer ocupa un papel central en la sociedad. La ecología es importante porque implica una revolución profunda de la sociedad. Hay un vínculo antropológico fundamental del ser humano con la naturaleza, donde estriba el problema central: cómo las relaciones sociales se han articulado sobre dicho vínculo. En la sociedad ha prevalecido la máxima de que la naturaleza es la presa del ser humano, y esto influye en el comportamiento con respecto a nuestro planeta. Lo que sí considero que hay que preguntarse es si dichos comportamientos provienen del sistema que hemos creado, lejos de la creación de servicios públicos de calidad y cerca del mercantilismo. Asimismo, no creo que se deba interrumpir radicalmente la articulación entre los intereses económico-sociales y la naturaleza. Hay que tener en cuenta que los que sufren el cambio climático no son quienes lo producen. En la senda del lenguaje, nos gustaría preguntarte por la percepción que tiene la ciudadanía de las migraciones nº 182 g noviembre-diciembre 2019
Filósofo y sociólogo
forzosas; cómo influye en la (in)acción la diferencia semántica entre refugiado e inmigrante. Podemos decir que, en términos de prejuicio, la sociedad percibe negativamente estos dos temas, porque se trata en cada caso de gente que viene de fuera considerada como una amenaza para el equilibrio y para ciertos intereses. Además, son personas que no hablan el mismo idioma ni comparten la misma cultura, lo que genera temor; y detrás del temor está el rechazo. La relación entre el inmigrante y la sociedad se basa en las microestructuras; la diferenciación se puede transformar fácilmente en oposición o aceptación. La sociedad considera la inmigración a través de sus prejuicios. Esa consideración se modifica cuando hay una situación de crisis económica que torna en problemaobstáculo —un problema que plantea problema, un metaproblema—. Los partidos políticos utilizan ese problemaobstáculo, a veces incluso para obviarlo. Pensando como lo hacía Simone de Beauvoir, sería imprescindible abordarlo, nunca ignorarlo, precisamente porque se trata de un colectivo vulnerable. En Unión Profesional tenemos un Grupo de Trabajo dedicado a Asuntos Humanitarios, donde intentamos reflexionar sobre las causas que conllevan a la problemática de violación de los derechos humanos en nuestro planeta. ¿Consideras que el estudio de dichas causas por parte de las profesiones liberales para su posterior abordaje, podría ayudar a la imprescindible protección de los derechos humanos en cualquier parte del mundo? Creo que hay dos problemas distintos a abordar. Está el problema de la educación de la sociedad, pues se debe luchar contra los prejuicios, a la vez que hay que luchar por Profesiones g 31