El estado mundial de la infancia 2012: Las niñas y los niños en un mundo urbano

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de la tenencia, y la falta de recursos y protección legal, que a su vez son un reflejo de la situación. Con frecuencia, la discriminación basada en el género, el origen étnico, la raza o las discapacidades agrava aún más la exclusión. Adicionalmente, las ciudades casi siempre desbordan la capacidad de las autoridades para ofrecer la infraestructura y los servicios necesarios para asegurar la salud y el bienestar de la gente. Una proporción significativa del crecimiento de la población urbana corresponde a las zonas más pobres y menos planificadas. Al combinarse, estos factores impiden que los servicios esenciales estén al alcance de los niños y las familias que viven en los vecindarios pobres de las ciudades. La cercanía física a un servicio no garantiza el acceso al mismo. En efecto, muchos habitantes urbanos tienen

escuelas u hospitales cerca de sus hogares, pero no siempre utilizan esos servicios. Incluso cuando el costo o los encargados de la vigilancia no constituyen un obstáculo, los pobres muchas veces no se sienten con derecho para solicitar servicios de instituciones que perciben como exclusivas de personas con un nivel social o económico más alto. La insuficiencia de los servicios de agua potable y saneamiento aumenta el riesgo de enfermedades, desnutrición y muerte entre los niños. Al desglosar las estadísticas sobre salud infantil se observa que, a pesar de tener cerca los servicios, los niños que crecen en entornos urbanos pobres enfrentan considerables riesgos para su salud. En algunos casos, esos riesgos son mayores que los que encaran los niños en las zonas rurales8. Diversos estudios han revelado que, en muchos países, los niños pobres de las

Factores sociales determinantes de la salud de la población urbana Las marcadas disparidades de salud entre pobres y ricos han dado lugar a un aumento del interés en los factores sociales determinantes de la salud, así como en la manera en que la población sufre no sólo los efectos de los sistemas de atención y apoyo médicos de los que dispone para evitar y tratar las enfermedades, sino también de las circunstancias económicas, sociales y políticas en que viven sus integrantes desde que nacen. El propio medio ambiente urbano constituye un factor social determinante de la salud. El crecimiento urbano impulsó el desarrollo de la disciplina de la salud pública porque la concentración de personas en pueblos y ciudades facilitó la propagación de las enfermedades contagiosas, especialmente de los vecindarios más pobres a los más ricos. El creciente proceso de urbanización que tiene lugar en el mundo es también uno de los factores que contribuye al aumento de las enfermedades no contagiosas, como la obesidad, el alcoholismo, el consumo de drogas ilícitas, las enfermedades mentales y las lesiones y heridas. Muchos integrantes de los sectores pobres y marginados de la población viven en tugurios y asentamientos precarios, donde sufren una multitud de amenazas a su salud. Los niños y niñas de esas comunidades son especialmente vulnerables debido a diversos factores determinados por las condiciones en que viven. A medida que aumenta la existencia de ámbitos físicos y sociales caracterizados por las privaciones extremas, crece también el peligro de que se produzca un retroceso con respecto a los logros generales obtenidos hasta ahora en la prevención y la lucha contra las enfermedades. No hay ninguna razón por la que el medio ambiente urbano deba ser perjudicial para la salud de la población. Además de modificar

el comportamiento individual, se pueden reducir los factores de riesgo para la salud mediante la aplicación de políticas sociales más amplias que den prioridad a la vivienda adecuada, a mejorar el suministro de agua y saneamiento, al establecimiento de sistemas eficaces de eliminación de los desperdicios y de lugares más seguros de vivienda, trabajo y esparcimiento. La buena gobernanza que hace posible que las familias de todos los estratos urbanos disfruten de acceso a servicios de buena calidad –educación, salud, transporte y cuidado de los niños– puede cumplir un papel fundamental en la protección de la salud de los niños y niñas en los ámbitos urbanos. El grado creciente de conciencia de que las circunstancias sociales pueden beneficiar o perjudicar la salud de los individuos ha dado lugar a iniciativas tales como la Comisión sobre los Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud. Las recomendaciones de esa Comisión hacen hincapié en que para combatir con éxito las causas de una salud deficiente en las zonas urbanas se requiere una amplia gama de soluciones que van desde mejores condiciones de vida y un aumento de las inversiones en los sistemas sanitarios y la tributación progresiva, hasta el mejoramiento de la gobernanza, la planificación y la obligación de rendir cuentas en el plano local, nacional e internacional. Los retos más importantes se registran en los países de ingresos bajos y medios, donde el rápido crecimiento de la población urbana rara vez va acompañado de inversiones adecuadas en infraestructura y servicios. La Comisión también ha puesto de relieve la necesidad de abordar el problema de las desigualdades que impiden que los sectores marginados de la población, entre los que figuran las mujeres, los pueblos indígenas y las minorías étnicas, obtengan poder y recursos.

Fuente: Organización Mundial de la Salud; Red Mundial de Investigación sobre Equidad en Salud Urbana.

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ESTADO MUNDIAL DE LA INFANCIA 2012


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