Unelibros Primavera 2013

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ntrevista decididos que hagan del libro electrónico no un complemento o un experimento sino el estándar de publicación de las universidades, por las razones que daba anteriormente, pero también por motivos de visibilidad de los autores y proyección de sus trabajos. Y esto entraña algunos retos añadidos. P. ¿Cómo por ejemplo? R. La posibilidad de que las universidades integren sistemas de autopublicación entre sus ofertas a los autores, bien residentes, bien en asociación con alguna star up tecnológica, tipo Creamebooks. La necesidad igualmente de que las obras, en la medida de lo posible reciban, por parte de los autores, un tratamiento enriquecido. Es decir, que el autor se acostumbre a escribir en digital y para un público que lee en digital. Y por supuesto, la integración de las obras en plataformas de consulta que integren todo tipo de utilidades para el préstamo, el intercambio y la colaboración. P. Para llevar a cabo esta transformación, usted recomendaría ¿pensar en clave de negocio o de servicio a la comunidad universitaria? R. No son incompatibles ambos planteamientos. En primer lugar la editorial tiene un cometido fundamental en la articulación del paradigma científico, esto es, hacer efectivo el funcionamiento del binomio investigación-publicación. Y ahí radica su carácter de servicio a la comunidad universitaria. Canalizando sus investigaciones y confiriéndoles la legibilidad, lecturabilidad y visibilidad que las ubique adecuadamente en un contexto científico determinado. Pero por otra parte la edición universitaria ha de empezar a explorar modelos de negocio que ya están dando resultados en otros países, aprovechando la reticularidad que permite la edición electrónica y la naturaleza fragmentable de muchos de los textos académicos.

El editor ha de tener como horizonte la edición multiplataforma, accesible desde todo tipo de dispositivos y en todo tipo de contextos 22

libros N.º 26 Primavera 2013

P. Dígame algunos R. Los sistemas de venta de capítulos, de comunicaciones o ponencias de congresos, de artículos de revista, de manuales ad hoc para una materia o una experiencia específica, son posibilidades abiertas por los sistemas de edición digital. Por no hablar del alquiler de obras o de la composición de monografías a partir de corpus textuales previos. La editorial universitaria puede explorar soluciones de negocio que complementen y mejoren los sistemas tradicionales de venta y distribución de unidades cerradas, ofreciendo fórmulas cada vez más adaptadas a las experiencias de consumo digital que van madurando entre su público natural. P. ¿Cuáles son o deberían ser los aliados naturales de las editoriales universitarias españolas en este proceso? R. En primer lugar la propia Universidad, que ha de comprometerse al mantenimiento y mejora permanente de un servicio esencial para la investigación. Y así debería de figurar reconocido en los estatutos de todas las universidades. La misión y la visión de las universidades ha de estar vinculada con la difusión de sus investigaciones, y esto ha de quedar reconocido expresamente. En segundo lugar, un aliado estratégico fundamental es el profesorado, no solo para suministrar manuscritos, sino para darle consistencia y proyección a los mismos en su función prescriptora. Una de las paradojas que hemos encontrado en nuestra investigación ha sido la casi inexistencia de obras de las editoriales universitarias españolas en las bibliografías recomendadas de los profesores, cuando, analizando los catálogos, hemos observado la presencia de títulos perfectamente comparables con los recomendados de otras editoriales. Pensamos que se trata de un problema de comunicación que se puede resolver con el desarrollo de sistemas de difusión selectiva de la información que mejore la mera publicación de un catálogo. Y, Last but not least, las bibliotecas. La biblioteca juega un papel dinamizador fundamental, y la editorial universitaria ha de trabajar en estrecha relación con ella.

Retos añadidos: autopublicación, escritura digital y plataformas que integren préstamo, intercambio y colaboración

P. ¿Cómo se explica esa escasa presencia de las editoriales universitarias españolas en las bibliografías recomendadas por los profesores? R. Ya teníamos algunos indicios a través de una pequeña investigación que desarrollamos hace dos años para un artículo que salió publicado en la revista El Profesional de la Información: «La edición universitaria en el contexto de la edición científica: autoría, reconocimiento y valoración», pero se había circunscrito a la Universidad de Salamanca y los resultados pensamos que no eran demasiado significativos. La sorpresa ha sido comprobar que la situación era incluso peor en el resto de las universidades. El problema radica, como comentaba anteriormente, en una falta de comunicación entre las editoriales y los profesores. La publicación de un catálogo carece de eficacia. Han de articularse sistemas de recomendación directa, de envío de ejemplares de protocolo, físicos y digitales, y sobre todo, desarrollar políticas de difusión selectiva de la información que le otorguen visibilidad a la producción universitaria. Para ello es fundamental la relación fluida con las bibliotecas que pueden asumir estos cometidos. El bibliotecario es el aliado natural del editor. P. Dicen ustedes que es cada vez más difícil que las editoriales especializadas de carácter nacional puedan contener la concurrencia de los grupos internacionales. R. Los editores y, sobre todo, los agregadores de carácter internacional cuentan con una tradición y unos recursos en el ámbito de la publicación de libros electrónicos de carácter científico difícil de igualar por parte de las editoriales universitarias españolas. NetLibrary, Ebrary, Safari,


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