Una ciudad Contada

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Edición 1 / Octubre de 2012 / Publicación gratuita

El arte de matar, columna de Andrés Felipe Pérez Pag. 3

No soy la víctima, crónica de Tatiana Ricardo Pag. 6

SuicideGirls, la realidad detrás del tabú, entrevista de Karen Londoño Pag. 7


2 editorial

una ciudad contada

una columna compartida 3

una ciudad contada

El arte

de matar

Hoy nacemos

para contarles Cuando nos sentamos a contar algo, sea del trabajo, del hogar, de la cotidianidad, cumplimos cabalmente con un ritual ancestral. Lo hacemos con tal dedicación y detalle que sin darnos cuenta se nos vuelve costumbre y, a la vez, esencia de nuestra convivencia. Desde ese señor del bus que no se detuvo a tiempo o nos dejó unos metros más allá de la parada, de ese personaje que nos llamó la atención en la calle porque usaba ropa de colores poco comunes y peinado extravagante, de ese viejo edificio, del nuevo centro comercial, de ese transeúnte, de todos esos maravillosos acontecimientos que se dan en cada rincón de nuestra ciudad, es en esa cotidianidad que huele a aventura desde donde se la mire, en la cual cada nuevo día es una nueva experiencia para contar. Contar, eso es lo que queremos en Una Ciudad Contada. Este pequeño que nace el día de hoy, con un paso que promete un camino, no es una propiedad de quienes escribimos sus líneas, es algo que le pertenece a sus ojos, a sus manos, a sus espacios, a usted, apreciado lector, porque usted también es ciudad y gracias a usted nacemos y viviremos hasta que el tiempo diga lo contrario. Contarles, esa es la palabra que tanto repetiremos de aquí en adelante, porque esa será la esencia de las páginas acá consignadas, contarles a qué huele nuestra ciudad, sus edificios, sus callejones, sus esculturas, su gente; contarles que nuestra urbe alberga experiencias y personas que fácilmente formarían parte de un libreto de ficción, contarles en letras e imáge-

Por Andrés Felipe Pérez J. Estudiante de comunicación social. Universidad Cooperativa de Colombia.

nes cómo se construye convivencia y cómo hacemos parte de ella. Queremos contarles tantas historias que las de hoy sólo son un abrebocas de todo lo que nuestras plumas pretenden transcribir, porque al fin y al cabo, los protagonistas de las historias son ustedes, usted que tiene este papel entre sus ma-

“Queremos contarles tantas historias que las de hoy sólo son un abrebocas de todo lo que nuestras plumas pretenden transcribir”

Fotografía de Harold Smith. Estudiante de Comunicación social.

nos y que comparte estas líneas; usted que le da vida al cemento, al asfalto, a las estructuras, a los días. Dedicado a usted, apreciado lector, que en sus acciones y quehaceres construye esta ciudad que a partir de ahora, nace contada. Periódico Una ciudad Contada

Periódico Una Ciudad Contada Medio de prácticas de estudiantes de Comunicación Social Universidad Cooperativa de Colombia. Comité coordinador y editorial: Andrés Felipe Pérez, Elizabeth Lara Arias, Astrid Paredes, Daniel Martínez Jaramillo, Wilder Jaramillo Gallego Fotografía de portada: Harold Smith, estudiante de Comunicación Social Universidad Cooperativa de Colombia Colaboración especial: Carolina Medina, Comunicadora Audiovisual Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, Juan Andrés Álvarez y César Gaviria, docentes Universidad Cooperativa de Colombia Periódico Una Ciudad Contada unaciudadcontada@gmail.com

La arena choca con su rostro y se funde con el sudor de su frente, trata de todas las maneras posibles hacer caso a sus instintos y reflejos para esquivar las violentas estocadas. Ambos combatientes se miran fijamente determinando quién habrá de lanzar el primer ataque. Sus pasos sobre el ruedo son intimidantes y misteriosos, es imposible suponer quién vencerá, además, las heridas abren la brecha entre la vida y la muerte. En las gradas, la multitud grita ensordecida por el espectáculo que presencia, la sangre en la arena y en los cuerpos de los dos guerreros sirve de estimulante al morbo humano por la sed de violencia. De repente, el silencio se torna amargo y profundo cuando el grito del combatiente retumba en el cielo, su mirada se pierde y su cuerpo cae con una imponencia que ya no importa. La estocada atraviesa el corazón ante una embestida imposible de esquivar, el dolor que sólo dura una fracción de tiempo es insoportable e incomparable. Siente cómo sus latidos disminuyen con ritmo dramático, su respiración se esfuma en cada suspiro, no puede recordar el porqué de aquella situación que sostiene. Irremediablemente muere, y ya no existe. Su contrincante, de rodillas en la arena, retira la espada de su pecho, se pone de pie, alza la mirada hacia el cielo opaco, limpia el sudor de su rostro y en un acto de triunfo levanta su brazo derecho empuñando el arma asesina en señal de victoria. El enemigo ha caído, el victorioso celebra la proeza del saber matar y el público ovaciona con pétalos de rosas rojas y gritos de homenaje al hombre que acaba de lograr su asesinato número 3616. Mientras, el animal asesinado, nunca supo la razón de su muerte, nadie lo preparó para tal acto, nadie lo ovacionó por sus embestidas geniales; él era el visitante, el invasor. Murió sin gloria y con dolor, vivió sin gloria y con dolor; al fin y al cabo él sólo obedecía su instinto… En la antigua Roma, los gladiadores se enfrentaban entre sí para sobrevivir, algunos lo hacían por honor, otros por diversión. El público asistía a las arenas para ver

sangre, para que hubiese un ganador, un sobreviviente. Alguien debía morir, de lo contrario no había diversión ni satisfacción. En ocasiones utilizaban animales salvajes para darle una pizca de suspenso al espectáculo; el león versus el hombre versus el hombre versus el león. Aquel que ganara hacía la diferencia. El gladiador era el esclavo, debía obedecer a su señor para sobrevivir, y si éste determinaba ponerle en la arena, la orden habría de cumplirse, después de todo el luchador le pertenecía. Pero la sombra del showtime antiguo no desaparece. El toreo no se diferencia mucho de las luchas sobre la arena de la antigua Roma: debe haber un público que clame sangre al vencedor, sólo uno de los dos combatientes debe vivir (sólo que en este caso, si el toro mata al torero, el toro debe morir). El antecedente histórico nos remite al año 1385 donde aparecen los primeros matadores de toros, denominados “matatoros”, en Navarra, Aragón y los Pirineos en España. Definitivamente un acto antiguo que se ha inyectado en hispanoamerica y que hace parte de sus imaginarios culturales. Pero, y vuelvo al pero, siempre ha de haber un pero; ¿vale la pena hacer sufrir de formas impensables a otro ser vivo, que si bien no se puede saber qué piensa o qué cree?, ellos no hablan y que sepamos no razonan. Aunque sí poseen un sistema digestivo, reproductor, hay carne, hay huesos, hay piel, ojos, nariz, boca, sangre… sangre, esa que tanto nos gusta observar fuera del cuerpo, y si es de un animal, pues mucho mejor. Ahora me voy al punto del dolor. ¿Oh, sí!, pero todos hablan del dolor y el sufrimiento. Sí, no deseo imaginarme cuatro estacas sobre mi espalda durante alguna hora exprimiendo mi sangre de forma insoportable, tampoco tratar de esquivar estocadas del emigo con la vista ya borrosa por el efecto causado por el sangrado. Ni me imagino por un segundo el ansia intensa de acabar con aquel que frente a mí busca matarme para satisfacer el ego del público y demostrar qué tan bueno es en el “arte” de matar. No lo deseo posar en mi imaginación, ni lo deseo vivir.

Juanijón picando un toro (La Lidia 24 de noviembre de 1984)

Yo no soy quién para decirle a usted, amado lector, si el toreo es bueno o es malo, eso lo define su concepto personal sobre la vida y la muerte, y su perspectiva racional sobre lo que representa el “arte de matar”. Simplemente me llama la atención, humildemente por supuesto, el hecho de que una imagen habitual de maltrato hacia una mascota X, quizá un frespuder, para tocar corazones sensibles; cause reacciones de solidaridad y protesta al instante, mientras que un proceso de asesinato presenciado por miles de personas sensibles, aplaudido, transmitido a millones en vivo, y lleno de sangre real, no logre el mismo cometido. Pero bueno, posiblemente sea mejor poner a su frespuder en aquella situación y ponerle a usted en su empuñadura la espada que ha de arremeter el corazón de su animal. Antes de terminar, me gustaría señor, señora, señorita, hacerle una ferviente invitación que espero atraiga su atención: “a fin de aumentar la diversión del público con alguna variedad digna de su obsequio, el próximo toro será amarrado a dos palos, que se fijarán en la plaza, para que lo ensille y monte un artista de 22 años de edad, llamado Ramón Delgado de Rozas Pepe Hernández, natural de la ciudad de Veracruz, en el flamante reino de España, el que, a imitación del difunto Mariano Cevallos, quebrará rejones desde el mismo toro, al que soltará después, matando, por último, con un puñal, al que va montado, desgarrando primero sus dos orejas…”.* *Zaldivar, Juan José. Origen de las fiestas de toros (1). En: Toros en el puerto. La plaza real.net. Tomado el 25 de septiembre de 2012. URL: http://www.laplazareal.net/ evolucion3.htm

“De repente, el silencio se torna amargo y profundo cuando el grito del combatiente retumba en el cielo, su mirada se pierde y su cuerpo cae con una imponencia que ya no importa”.


4 una cifra confrontada

La movilidad en Medellín,

una cuestión de ética ciudadana Por César Augusto Gaviria C. Comunicador social periodista y magíster en historia. Docente Universidad Cooperativa de Colombia.

Fotografías Harold Smith

Amanece en Medellín. Desde muy temprano las calles de la ciudad empiezan a reverberar por los cientos y cientos de personas y vehículos que circulan de uno a otro lado. Sea por cuestión de trabajo o estudio, muchos, en general, esperan que el desplazamiento a su destino tome poco tiempo. No obstante, las eventualidades de cada día son inciertas: la demora en el servicio, los buses atestados de gente que no pueden recoger más personas, la congestión, los accidentes, cualquier cosa saca de quicio a quien vaya ‘cogido de la tarde’. Aunque la subregión del Valle de Aburrá está conformada por 10 municipios diferentes, podría decirse sin temor a equivocarse, que la escena se repite con frecuencia en la zona urbana de toda el área metropolitana. El tema de movilizarse diariamente compete a todos los que viven en esta zona del territorio nacional. Recientes estudios del DANE y el Área Metropolitana, muestran que actualmente hay 2 millones 300 mil habitantes en Medellín y más 3.5 millones en todo el Valle de Aburrá. Si se tiene en cuenta el crecimiento demográfico local, la llegada de personas de otras ciudades del país o del mundo por razones de trabajo o estudio (e incluso el mismo desplazamiento forzado), el Valle de Aburrá podría sobrepasar fácilmente los 4 millones en el 2015. Una cifra que puede sonar exagerada pero que se comprende cuando se miran los índices de calidad de vida en la ciudad. En 2011, los niveles de calidad de vida en el área urbana del Valle de Aburrá se ubicaron en un 65,23% y en la zona rural fue de 59,93%. Esto ha sido ratificado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá para quien “la calidad de vida del habitante metropolitano ha venido en aumento entre los años 2005 y 2011, tanto en sus áreas urbanas como en las rurales”. Los urbanizadores y constructoras lo tienen muy presente: el costo promedio del metro cuadrado urbanizado en la ciudad es 1.5 millones de pesos y puede alcanzar los 6 millones en ciertos sectores de gran demanda. Jorge Mario Ángel Arbeláez, presidente de Avalúos y Tasaciones de Colombia Valorar, aseguró en abril pasado que Medellín debe reforzar lo que los urbanizadores denominan el ‘estiramiento de la ciudad’, es decir, copar los espacios vacíos disponibles descentralizando la construcción de los nuevos proyectos inmobiliarios. No obstante, el terreno disponible en el valle donde se asienta ‘la capital de la montaña’ es, particularmente, limitado precisamente por eso que la caracteriza: sus montañas.

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Las ciudades que crecen aceleradamente, a raíz de su estabilidad económica, promueven el optimismo en los habitantes ya establecidos en ellas y se tornan atractivas para los emigrantes de otras ciudades que las ven como una oportunidad de progreso material. Es el proceso natural de crecimiento poblacional de cualquier ciudad importante. Sin embargo, la concentración de población en poco espacio genera tensiones sociales e inquietud en los gobiernos que deben definir medidas eficientes que ayuden a solucionar dicha problemática. En general, la población siempre demandará variedad de productos, prestación eficiente de servicios de todo tipo, seguridad y tranquilidad, así como movilidad fácil y eficiente. En tal sentido, el Tren Metropolitano, el Metroplus, los cables aéreos y los futuros proyectos de extensión del sistema integrado de transporte público masivo se han convertido en soluciones pertinentes para los habitantes de la ciudad. Justamente, en julio pasado la Alcaldía presentó un plan que para 2015 pretende organizar toda la actividad del transporte público en la ciudad (modernización de los vehículos, racionalización del parque automotor, control del número de rutas, cobro con tarjeta inteligente y control de los recorridos, entre otros). Sin embargo, este tipo de planes se concentran en el reforzamiento y regulación del transporte público pero no aborda contundentemente el tema crucial de los vehículos particulares. Esto pone sobre la mesa el gran dilema que la ciudad enfrenta ante los altos índices de ventas de motos y de carros. La Secretaria de Tránsito y Transporte calcula actualmente una cifra cercana a las 500 mil motos y los 200 mil carros particulares. Al mismo tiempo, Fenalco Antioquia proyecta que al final de 2012 se habrán vendido unas 90 mil motos nuevas y unos 50 mil carros nuevos. El crecimiento de las ventas de la industria automotriz aumenta indudablemente la presión sobre la movilidad en la ciudad. Con esto, dice el profesor Juan Carlos del Castillo, “crece la preocupación en muchas ciudades del mundo para encontrar opciones a un modelo urbano que agota posibilidades funcionales, económicas y ambientales. El uso intensivo del carro es uno de los más voraces consumidores de energía, suelo, tiempo e infraestructura. Si bien desde el punto de vista del usuario es uno de los objetos de consumo más preciados en el mundo por sus incentivos y ventajas para la movilidad individual, en términos urbanos, es una enorme carga para las ciudades”.

En este momento es evidente la saturación de vehículos en las calles de la ciudad, pero ¿estamos preparados los medellinenses para enfrentar los niveles de sobresaturación de vehículos a niveles a los que ya están acostumbradas las ciudades más grandes de Latinoamérica como Bogotá o Ciudad de México? La Secretaría de Movilidad de Bogotá publicó hace poco un estudio que demostraba que los estratos bajos de la capital colombiana pierden en promedio 37 minutos en cada desplazamiento de bus. Si multiplicamos ese índice a lo largo de un año, una persona pierde en promedio un mes encerrado en un bus, lo que tiene indudables efectos relacionados con la salud mental, y el tiempo personal y familiar. Aunque en menor proporción, los particulares también se ven afectados. Quizá algunos pensarían que el problema se soluciona construyendo numerosas y enormes vías. Craso error. Si creemos que sólo es cuestión de vías, simplemente seguiríamos impactando negativamente la naturaleza y aplazando la toma de la decisión que le daría solución definitiva al problema. El mismo Secretario de Tránsito de Medellín reconocía en una entrevista de abril pasado que ninguna ciudad del mundo es capaz de generar vías a la par del crecimiento de las ventas de vehículos. En otras palabras, no se trata simplemente de construir más calles y autopistas. Nadie niega las comodidades que brinda el carro particular, y que sería ideal que cada quien pudiese tener su propio vehículo, pero se trata de una cuestión de convivencia y de ética ciudadana en una ciudad que como Medellín dispone de un espacio limitado. El carpooling es una de esas costumbres de movilidad que los habitantes de las principales ciudades del mundo han ido incorporando en su cotidianidad. En ella varias personas comparten el uso del vehículo a partir de recorridos comunes. Con esto se reduce el número de automotores que circulan a determinadas horas. Precisamente del 16 al 22 de septiembre pasado se realizó la Semana Europea de Movilidad cuyo lema fue “Participa en los Planes de Movilidad de tu ciudad: ¡muévete en la buena dirección!”. Durante este evento (que se ha realizado en los últimos 11 años), la Comunidad Económica Europea y la ciudadanía en general reflexiona acerca de las consecuencias que tiene el uso irracional del carro particular en las ciudades del viejo continente, tanto para el medio ambiente como para sus habitantes. Medellín deberá

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caminar hacia allá. Sin embargo, ¿estarían dispuestos los dueños de carros particulares en Medellín a compartir sus vehículos? Si se reconoce algunas manifestaciones de ausentismo laboral y de baja asistencia estudiantil cada vez que se celebra el Día sin Carro, quizá algunos se resistirían al carpooling. No obstante, el carpooling es una estrategia necesaria, como necesarios son el uso masivo de la bicicleta y la peatonalización del centro de la ciudad para descongestionar las vías. Aunque impopulares y hasta ahora modestamente conocidas en el contexto local, a futuro serán absolutamente definitivas si lo que se quiere es cohabitar con los demás ciudadanos. Toda esta problemática no sólo es un reto que desde ahora se le presenta a la ciudadanía y al Estado. La misma industria automotriz debería considerar muy seriamente apoyar las medidas estatales que exhorten a la ciudadanía a la compra y uso responsable de vehículos. Veremos qué conclusiones sobre movilidad salen del IV Foro Internacional de Movilidad ‘Seguridad en la vía: responsabilidad de todos’, que se celebrará la primera semana del mes de noviembre en Medellín. Entretanto, el ciudadano promedio, que se levanta todas las mañanas a su lugar de estudio y trabajo, poco a poco hace de sus dificultades diarias de movilidad parte del paisaje de la ciudad, desconociendo la urgencia de tomar medidas sociales y gubernamentales contundentes en torno al tema. Fuentes: - Proyecciones de Población 2006 – 2015 por comunas y corregimientos. Documento DANE- Municipio de Medellín, 2009 - Plan de Gestión 2012 – 2015 Pura Vida. Documento Área Metropolitana del Valle de Aburrá, 2012 - Día sin carro: para pensar la ciudad. EN: UN Periódico, septiembre de 2006 - A toda velocidad, Medellín se infarta. EN: Periódico El Mundo, 5 de junio de 2011 - El trancón afecta más a los pobres. EN: Periódico El Espectador, 24 septiembre de 2012 - La vivienda: un gran negocio en el Aburrá EN: Periódico El Colombiano, 11 de abril de 2012 - El Día sin Carro, otra vez polémica. EN: Periódico El Colombiano, 23 de abril de 2012 - Preocupa el aumento de motos en Medellín. EN: Diario ADN, 19 de abril de 2012 - Indicadores de movilidad. Secretaría de Tránsito y Transporte de Medellín. Agosto de 2012

Fotografía - felipe Morales

Fotografía - felipe Morales

Fotografía - Andrés Pérez


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Encuentro con dos famosos

en el centro de Medellín Por: Ángel Tangarife. Estudiante de comunicación social Universidad Cooperativa de Colombia.

Después de dos días de lluvia hace una mañana espléndida, al levantar la mirada se ve el cielo azul por las pocas nubes que lo cruzan. Son más o menos las 11:00 a.m. y llego al centro comercial Camino Real, en pleno centro de la ciudad de Medellín, donde paisa que se respete, en algún momento de la vida, ha usado como punto de referencia, ubicación o de encuentro. En frente, la Avenida Oriental: carros, bullicio y todo lo que hace sentir viva a la ciudad. La muchedumbre pasa de un lado a otro en una desorganizada armonía. En la acera las palmeras de escasas hojas ofrecen sombra a los grupos de personas que esperaban y parecen competir por ese pequeño espacio, por ese pequeño oasis en medio del desierto. En solo un instante me encuentro rodeado de personas al mejor estilo de maniquíes de vitrina: paradas, sentadas, casi inmóviles esperan a alguien (esposo(a), amigo(a), novio(a)...). La dinámica es muy sencilla:

Ilustración por: Mr. Goo http:www.mrgoo.cghub.com

solo se debe esperar y hacer parte de una escena de rostros de desespero, angustia, rabia y de uno que otro enamorado que tal vez anhela su primera cita o quizás su cita a ciegas. Por momentos pienso que hay tipos que van a esperar al que no llega, es decir, se dedican a ver qué chica está sola para practicar sus dotes de conquistador. Los minutos pasan y el escenario se va tornando diferente. Ahora me encuentro como en un partido de tenis: los espectadores agolpados en las gradas del centro comercial siguen el juego de lado a lado de la acera, la diferencia radica en que en esta oportunidad los movimientos de cabeza son descoordinados, pues cada persona mira su propia pelota. De pronto aparece una figura femenina contoneándose de lado a lado, lo cual hace que las cabezas sigan el vaivén, los caballeros olvidan por un momento el motivo de la espera mientras los rostros de las damas reflejan las ganas de tener a su lado a su mejor amiga para comentar la pasarela. ¡Claro, ahora estoy en una pasarela!: en primera fila sin pagar un peso, con jurados que no cobran ni se conocen entre sí. Era la mejor pasarela soñada por el más ambicioso diseñador, una mezcla de colecciones temáticas, desde y para todos los estratos. Cada modelo con su caracterización especial y colorida. Finalmente decido darme vuelta y me encuentro nada más y nada menos con el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y con el jugador Juan Pablo Ángel. Se notan quietos, inmóviles, como si me estuvieran esperando. Pero ¡claro! son las dos estrellas del paseo de la fama que están en la puerta del centro comercial esperando a todos los parroquianos que visitan el lugar.

Fotografía - Andrés Pérez

SuicideGirls,

Bueno, ya ha pasado el tiempo y mejor decido hacer parte de la pasarela…

la realidad detrás del tabú

No soy

Por: Karen Londoño. Estudiante de comunicación social. Universidad Cooperativa de Colombia.

la víctima

Las tendencias artísticas actuales exploran campos que en años atrás podrían ser considerados prohibidos o tabú. SuicideGirls (SG) es un portal en internet que funciona de forma muy parecida a la bien conocida revista SoHo, donde muestra el lado sensual de las mujeres, en este caso, de chicas comunes que pertenecen a culturas alternativas como la gótica, punk o raver. Kieve Suicide* es una de las cerca de 30 suicide colombianas que fueron aprobadas para lucir sus tatuajes, perforaciones o modificaciones temporales por medio del popular sitio web. Ella concedió una entrevista sobre su experiencia para la presente edición de Una Ciudad Contada.

Por: Tatiana Ricardo. Estudiante de comunicación social. Universidad Cooperativa de Colombia.

Ahí viene, está muy cerca de mí, siento que me mira y no sé qué hacer. Ya paré en una tienda, no compré nada pero él me esperó más adelante. No quiero que me mire más, que pare, que deje de perseguirme, que se aleje de mí, o perderlo entre la multitud. ¿Por qué a mí?, si yo no le hice nada, no tengo dinero ni nada que pueda valer más de 5 mil pesos. Es difícil caminar por estos lados a esta hora, es cierto lo que me había dicho mi amiga; a ella ya le había pasado, ya le pasó esto una vez y me dijo que no me anduviera tan tarde por aquí. También recuerdo a mi mamá diciéndome: Niña, siempre salga con algo en el bolsillo, no vaya a ser que la maten por 2 mil pesos. Pero no le hice caso, no por desobediente sino porque en verdad no tengo nada que darle. Siento que su paso acelera al igual que el mío, pero no me dejaré alcanzar. ¡Rayos! Justo ahora el semáforo en rojo. Me va alcanzar. ¡Dios! Hasta aquí llegué. Debí darle los únicos mil pesos que me acompañan y evitarme este trago amargo. Ojalá no sea a mí a la que sigue. No lo entiendo, no tengo cara de pudiente. La gente habla tanto de este lugar, pero es que yo vivo aquí. No tengo miedo de salir a las 6 de la tarde o a las 5 de la mañana, además no cuento con mucho para el bus, esta es mi realidad. ¿Será que él no sabe que en eso nos parecemos? ¡Jmmm!, pero parece que yo sí tengo ganas de sa-

lir de este hueco y luchar para no verme obligada a perseguir a alguien. ¡Por Dios!, viene más cerca. Debo seguir caminando. ¿Y si salgo corriendo? NO, se dará cuenta que ya sé que viene por mí, y no quiero. Me cubriré con esta señora que está algo gorda, veré si lo pierdo al cambiar el semáforo. Pero si aquí hay tantas oportunidades de hacer otras cosas. ¿Qué será lo que quiere’, ¿por qué robar? Sí, hay otras salidas.

¿Qué son las SG? “Suicide Girls es lo que cada persona quiere que sea. No es una filosofía porque para todas es diferente. Tampoco es un estilo de vida porque seguimos siendo mujeres, estudiantes, empresarias, novias, esposas y mamás; así que la vida no cambia”.

Con razón la gente se extraña cuando digo que vivo en el CENTRO de Medellín, pero nunca me había pasado esto. ¡Qué mala impresión! Yo sé que aquí hay cosas muy buenas: cultura, gente luchadora, honrada, no todos son como éste que tiene una cara de ogro ansioso por atrapar su presa. No quiero volver a mirarlo nunca. Seguiré tranquila hasta llegar a mi destino, si va a pasar que pase. No, mejor me siento en estas escalas y espero a que llegue y diga o haga lo que tenga que hacer…¡No puede ser! Siguió, no me miró. ¿Qué pasa? Sigue su camino apresurado. ¿No era a mí acaso la que seguía?, ¿será otra su víctima? Ahora lo seguiré yo, no puedo quedarme con la duda. Su paso no disminuye. Tendré que correr para alcanzarlo e ir a una distancia prudente. ¿Qué? Esto era lo que tan afanado lo traía, quiere decir que sí completó el pasaje, es que ya es tarde, parece que era el último bus a Caicedo…

¿Qué se debe tener presente y cómo es el proceso para ser una SG? “Hay que tener mucha personalidad y las ganas de querer serlo. Y el proceso es fácil, primero aplicas: envías como “tu hoja de vida” y ya cuando ellos la reciben puedes remitir un set de fotos. Al enviarlo te dan un perfil y la gente vota por tu set. Si tu set gusta, lo compran como el set del día y así te haces SG”. ¿Reciben algún pago por los sets? “Nos pagan 500 dólares por set”. Hay personas que ven ese tipo de fotografías como pornografía, otras las catalogan como pornografía alternativa (altporn) y otras como una actividad artística. ¿Cómo considera Kieve esta actividad? “Yo creo que encasillarlo sería un error, porque se trata de romper estereotipos como para caer en uno. Para mí no es porno porque no es explícito e incluso hay sets que son super tiernos. Somos mujeres que no tenemos pena de nuestro cuerpo y ya, pero eso no es pornografía. Tratarlo como porno es como decir que la mujer que está segura de su sexualidad es una puta”. ¿Quién hay detrás de Kieve? “Soy estilista, modelo alternativa y estudio ciencias políticas. Tengo 20 años, nací en Bogotá pero vivo en Medellín hace casi 4 años. Me gusta comer, me encanta leer, escribir, tomarme unas cervezas. Mi día consiste en desayunar, ir al gimnasio, volver a casa a arreglarme e ir a la universidad y de ahí de vuelta a la casa. A veces escribo en un blog y además vendo tinte en colores fantasía, así que en la noche me ocupo de eso. Mi vida es un poquito monótona”. ¿Qué opina tu familia? “Yo intento no involucrar a mi familia en eso, entre menos se involucren mejor. Saben que soy SG, no saben bien qué es”. ¿Qué puedes decirle a las mujeres y a las personas en general? “Quiero decirle a las mujeres que ser linda no es ser blanca, de ojos claros y rubia. Ni ser delgada, tener senos o trasero. No tienen que estar tristes si no se ven así, o pensar que la gente va a quererlas si fueran así. Lo más lindo de una mujer es cómo es capaz de amar, sobre todo a sí misma y cómo es capaz de ser tan fuerte con su personalidad. Así que lo que nos hace bonitas es la confianza en nosotras mismas, esa es nuestra fortaleza, no lo que la sociedad dijo que era bonito. Quieran su cuerpo, respétenlo, pero sepan que el cuerpo envejece, el cuerpo es solo una cascarita, lo importante es vivir cada día como ustedes quieren”. *Por petición de la fuente, el nombre real se remplazó por el nickname que usa en el sitio web.

Fotografía Fan Page: Suicide girl - Kieve


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Fotografía de Elizabeth Lara Arias. Estudiante de Comunicación Social. Universidad Cooperativa de Colombia.

Conversaciones

con La mona Por: Elizabeth Lara Arias. Estudiante de comunicación social.

Son personas como usted o como yo, sienten, piensan, lloran y también ríen. Algunas han logrado ir a la universidad y obtener un título profesional. Las vemos en la calle a diario y no sabemos cómo llamarlas. Sus vidas son diferentes a las nuestras, pero también están compuestas de lo mismo que usted y yo, de carne y hueso, y con corazón. La indigencia es una problemática que es común en nuestra ciudad, pero preferimos pasarla por alto o simplemente cubrirla. Lo que le sucede a un habitante de calle o a una persona que depende de las drogas, puede sucederle a su hermano, a su padre o madre, a un amigo cercano o a su vecino, a cualquiera. El aferrarse a una droga y depender de ella, quedarse en la calle sin nada, no tener para comer, no tener un techo donde dormir, aguantar frío, lluvias inclementes, pasar de tenerlo “todo” a no tener nada. Además, hasta cambiar la compañía de un perro, como mascota, por el acecho de las ratas, convertidas en las mejores amigas y la única compañía. Son estos roedores sus mascotas o como ellos las llaman: sus ardillitas; con ellas duermen, comen y viven; para las otras personas simplemente son una plaga que produce asco.

Dar un giro a sus vidas y cambiarlo todo, dejar la familia, los amigos, lo socialmente correcto, eso es lo más duro para ellos. A algunos no les importa dormir en la calle o no tener para comer, lo que más les duele y afecta es que algún día esa familia o esos hijos que dejaron en el camino los vean convertidos en lo que ahora son. Una de tantas experiencias para contar sobre esta situación comenzó en una fiesta y simplemente como un juego, algo que era un ratico y ya, pero ese ratico ajusta ahora 15 años. La mona o Mary Jhons, quien a continuación conversa sobre su historia, fue una persona que gozó de comodidades, vivía en El Poblado con sus padres, estudió derecho en una universidad privada y prestigiosa de la ciudad, inclusive se graduó y trabajó como abogada por 5 años. - Mona, ¿hace cuánto vive en el Barrio Antioquia? ¡Jum…! Yo llevo viviendo aquí 6 años. -¿Cómo llegó a vivir en el barrio? Yo tengo un amigo, es el que vive conmigo en este momento. Él me vio con muchos problemas donde vivía antes, que era en Cristo Rey, y pues me dijo que me fuera a vivir con él al Barrio Antioquia, que aquí se

vivía muy bien y pues así llegué aquí con mi nueva pareja. Y todo es muy bueno, así es la vida de nosotros”. Mientras me cuenta se sonríe y con un extraño brillo en el rostro se queda mirando hacia su cambuche. Hace 15 años, en una fiesta con sus amigos, a La mona le dio por probar lo que ellos estaban consumiendo (crack). Ella quería experimentar la sensación del humo en sus pulmones y en su cerebro, además sería una vez, pero nunca pensó quedarse ahí, desde el primer día que probó esta droga quiso probar más y más, sentía la necesidad de consumirla a diario, a toda hora. Luego de tres años de consumo empezó a robar en su casa, sus padres no aguantaron más la situación y la mandaron a un centro de rehabilitación, pero ella tampoco lo soportó y decidió escaparse y quedarse con la decisión tomada, sin marcha atrás y de frente a las consecuencias. -¿Qué drogas ha consumido? No, yo solo he consumido crack, sólo una vez probé el perico, pero no me gustó y sólo me quedo con el crack. -¿Qué sintió la primera vez que consumió crack? ¡Jum! No, eso es inexplicable. Yo sentí una tranquilidad, y la primera vez que la probé sentí ganas de consumir más y más. -¿Cómo se consigue la plata para comprar el crack? Pues uno a veces pide monedas, pero las personas de por acá lo quieren mucho a uno, y le ayudan, a veces me llaman: ¡Ay!, Mona, bárrame esto, y me dan plata, o me ponen a hacer mandados y cosas así. Ellos le

cogen mucho cariño a uno y uno también. Yo quiero mucho a la gente de por acá”. Ella sigue viviendo, deja que los días, las horas y los segundos pasen, solo piensa en vivir por sobrevivir, pero no porque espere algún cambio repentino el día de mañana, sino porque la vida es una montaña rusa con boleto permanente. -Mona, ¿qué es lo que más extraña de su casa? Muchas cosas, pero mi hija es mi... Ahí se detuvo en una abrupta pausa, desvía su mirada para otro lado e irremediablemente llora. -Ella es mi vida y lo que más me duele es no haber compartido con ella toda su vida, no verla crecer, aunque ella está con una hermana mía, y en mejores manos no pudo haber quedado. ¡Ay, yo amo a esa niña!. -Mona, ¿su familia sabe dónde está viviendo en este momento? Antes de responderme desvía de nuevo su mirada y quiero pensar que viajó por un instante a su pasado, cuando por diligencia de su familia permaneció en un centro de rehabilitación, ese lugar que no soportó, de donde decidió escaparse y quedarse en la calle a vivir del rebusque. Rodó unos años por el centro de la ciudad, después consiguió un sitio en el barrio Cristo Rey, donde fácilmente accedía a la droga, se sostenía por las monedas que le daban, en aquel lugar permaneció un año. Allí conoció a alguien y se enamoró, él trabajaba cuidando buses y se fueron a vivir donde estos aparcaban. Duraron casi cinco años viviendo juntos, pero la convivencia se empezó a complicar y comenzaron los problemas y las peleas constantes.

La mona cuenta que tomó la decisión de irse de ese lugar sin decidir un rumbo determinado, pero un amigo que llevaba un tiempo viviendo en unos improvisados cambuches, ubicados en las canchas el Barrio Antioquia, le dijo porque se fuera a vivir con él, ella aceptó y ya ajusta 6 años viviendo en este lugar con su nuevo novio. La mona dice que es lo mejor que le ha pasado, se siente muy bien en este lugar, aunque tengan que pasar dificultades, ella piensa que mejor no puede estar. Las personas del Barrio ya los conocen y les ayudan frecuentemente, a veces les dan comida o los cuidan. La mona afirma que esta es su nueva familia, sin olvidar a su hija claro, pero aquí es en donde vive y en donde ha tenido sus experiencias más importantes. Finalmente después de la pausa me responde la pregunta: -La verdad ellos saben que yo vivo en el barrio, pero exactamente no saben que vivo, duermo y como en estos cambuches, y no me gustaría que me vieran en esta situación, en especial mi hija. -¿Todavía ve a su hija? Sí, la última vez que la vi fue en diciembre, nos vimos en la Terminal del Sur, porque yo no quiero que ella me vea aquí. Ese día que nos vimos me abrazo, me daba picos. Además yo a veces la llamo y hablo mucho con ella. La mona me mira y con lágrimas en sus ojos exclama: ¡yo a esa niña la amo! -¿Ella qué le dice? Ella es muy linda, es una bendición de Dios. Me dice que no le importa en lo que yo esté, que de todos modos yo soy su mamá y ese título no me lo quita nadie. Eso me dice. Y por ejemplo cuando nos vimos en diciembre ella me dijo que prefería que no hablá-

ramos de eso, que ella también me amaba, y a pesar de todo se sentía orgullosa de mí. En algún momento de la entrevista el bullicio externo se tornó molesto, pero más que bullicio eran las voces de las personas que venían a buscarla en sus carros para que les ayudara con casos judiciales y ella, sin ningún tipo de rechazo, los atendía con una actitud desinteresada. En medio del ruido, de las ratas, los camiones, la oscuridad, los costales, el hedor de la basura, le pregunto de nuevo por su hija. -¿Cuántos años tenía su hija cuando usted se fue de la casa? Mi niña tenía tres añitos (suspira). Ella es mi mayor orgullo. -¿Y cuántos años tiene su hija en este momento? En este momento ya es una mujer, tiene 18 años, y ya está en la universidad, es que mi hermana la tiene muy bien y por ese lado me siento tranquila y feliz. Pasan varias personas, miran a La mona y la saludan. Un señor nos grita: “Mona, usted es la mejor. ¿Sabe qué, niña? Está entrevistando a la mejor”. La Mona lo mira, lo saluda y sigue hablando conmigo. -Mona, ¿ha tratado de cambiar su vida? Sí, yo he estado cinco veces en centros de rehabilitación pero no, yo no he sido capaz, eso es muy difícil, y ya no quiero volverme a encerrar. Yo ya me quedo así. Al pasar uno de sus compañeros con un espejo, La mona lo ve y le dice que no se le ocurriera mostrarle ese espejo, así que le pregunté por qué le huía a los espejos, ella me respondió: “No, a mí no me gusta

mirarme en un espejo, hace mucho tiempo que no me miro en un espejo. Yo creo que eso es un trauma para mí, porque la última vez que me miré, me vi muy acabada y no quiero mortificarme así”. -¿Cómo la tratan sus compañeros como la única mujer? Muy bien, me tratan como a una princesa… Ella se ríe y mira a sus compañeros con cariño. -Mona, ¿han tenido problemas con espacio público? Sí, eso es lo peor. -¿Ustedes saben cada cuánto vienen los de espacio público? Sí, últimamente están muy cansones, vienen todos los martes y viernes. -¿Qué hacen? Ellos nos quitan todas las cosas. Lo que más me dolió fue un día que no me dejaron sacar mi radio, que conseguí con mucho esfuerzo. A ellos no les importa nada, aunque no son groseros con uno, pues, en palabras, pero con las actitudes sí dicen mucho. -¿Qué cosas buenas le han pasado aquí? Muchas, la calle como que tiene sus cosas malas pero también tiene sus cosas buenas, en especial la gente… es como una familia. La Mona se empezó a desesperar, a mirar para todos los lados, a mover las manos, los pies. No se hallaba, estaba inquieta y afanada, hasta que no se aguantó y me dijo: -¡Ay, niña! Qué pena con usted, pero me da permiso de irme a comprar mis cositas que ya estoy desesperada… -Hágale, Mona, no hay problema.


10 un compas contado

una ciudad contada

“La danza, un laboratorio casi de alquimia”:

María de la Mar

una caricia caligrafica 11

una ciudad contada

Conversaciones con

La cabeza de medusa

“Algo debe pasar en esa cabeza, que yo, su director durante tantos años, no consigo descifrar. Logra hacer coreografías poco predecibles, pero admirables en verdad”. Juan David Palacio, sobre María de la Mar. Por: Andrés Felipe Pérez. Estudiante de comunicación social. Universidad Cooperativa de Colombia.

Por: Sara Cristina Quintero Arismendy. Estudiante de comunicación social. Universidad Cooperativa de Colombia.

María de la Mar Bustamante siempre ha estado interesada en explorar la danza y cuenta con un estilo excepcional a la hora de realizar creaciones artísticas. Es una persona inquieta para aprender e investigar la técnica del tap y ha logrado contagiar a sus alumnos de la pasión que produce en ella este tipo de expresión. Sus clases las ha tomado como el medio adecuado para transmitir sus conocimientos musicales, dancísticos y actorales. Creció en una familia llena de cantantes, músicos, teatreros y amantes del arte en general. Sus primeras influencias las recibe a los cuatro años de edad cuando inicia clases de ballet y folclor en el Ballet Folclórico de Antioquia y luego en el Instituto de Bellas Artes. De igual manera alternó esta

formación con clases de piano en la guardería Musicreando y desde entonces María continúa sin interrupciones con su formación artística. Fue hasta los 12 años que se dedicó a la música y participó en varios coros, situación que la ayudó a tener una educación musical que luego aplicaría a su aprendizaje de la danza. En el año 2000 ingresó a la Academia Jazzdance y recibió clases de jazz. “Nunca me imaginé que empezar clases en Jazzdance iba a determinar tantas cosas en su vida. Ambas empezamos jazz y un año más tarde, tap. En menos de dos años yo seguía en preescolar y Mar volaba como a tercer nivel. Al bailar parecía que el ritmo, el movimiento y algo muy de adentro salieran a flote a pesar de que ha sido muy reservada e incluso tímida”, cuenta su madre, Zoraida Rodríguez. Al siguiente año María ya no sólo tomaba clases de jazz sino también de danza moderna y tap. A sus 15 años se presenta a la convocatoria para la Compañía de Tap lo que contribuyó en un avance sustancial en esta técnica. La primera presentación que realizó con este elenco se llamó “La nave de los locos”, bajo la dirección de Juan David Palacio, quien ha sido su profesor y director por muchos años. “Recuerdo a María ingresando a la Compañía de Tap en el año 2002, introvertida y tímida, pero con una facilidad enorme de aprender los pasos. Realmente estaba en un nivel de aprendizaje básico, pero su potencial en escena provocó el ingreso precoz a la compañía”, dice Juan David.

Fotografía de Esteban Guitiérrez. Diseñador gráfico audiovisual.

Otro montaje en el que participó fue “Azúcar Disco”, que reunía ritmos desde la salsa hasta el hip hop. “Calle Tap” fue el primer montaje en que dirigió dos coreografías, luego participó como asistente de

dirección en “Van Gogh 88”, proyecto ganador de la 8ª versión Becas a la Creación Artística y Cultural 2011, otorgadas por la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín. También hizo parte del grupo de proyección de la academia y participó en varias presentaciones como la opera “La viuda alegre”, en asocio con la fundación Prolírica, “Ecos”, “Inside Jazz” y consecutivamente en todos los montajes de Jazzdance, como bailarina y directora de algunas coreografías. A los 18 años comienza su experiencia como profesora dictando tap básico y semi-avanzado en la Academia Jazzdance y descubre que el tap era la técnica con la que tenía mayor afinidad. “Como venía de un background musical y era más música que bailarina, en el tap combiné las dos cosas: los conocimientos en música y la danza”, aclara María de la Mar. Debido a que este tipo de baile no estaba muy desarrollado en Colombia, la única alternativa para avanzar en el aprendizaje era saliendo al extranjero a recibir otros talleres. Entonces María comienza a buscar un estilo propio y decide viajar a New York a tomar algunos cursos libres y residentes. En su estadía en esta ciudad norteamericana se presenta en el teatro Shympony Space de Broadway, en el homenaje al maestro de tap Ernest “Brownie” Brown. Más adelante, en un segundo viaje a New York, participa en el “Tap City Festival”. Como profesora ha logrado crear un estilo y metodología que posibilita en el alumno la necesidad de explorarse y desarrollar las habilidades propias del ejercicio de la danza y la música. “La danza es un sitio de encuentro sincero conmigo, sin forzarlo, que fluye. Además de ser un laboratorio casi de alquimia. Es una técnica muy reta-

dora. Yo intento que el alumno sienta que lo puede hacer por más duro que sea, para que después no me lo demuestre a mí sino a sí mismo”, expresa María de la Mar. Esta característica ha hecho que sus alumnos la admiren por su paciencia y dedicación a la hora de dictar clases, además valoran su estilo innovador por la constante investigación y pasión por la danza. En el año 2010 obtiene el título de Profesional en Comunicación y Lenguajes Audiovisuales de la Universidad de Medellín. Por su formación artística buscó vincular sus conocimientos universitarios con el espectáculo, por esto siempre se enfocó en la dirección de actores y la redacción de guiones. En septiembre del 2012 viaja a Buenos Aires, Argentina y participa en el Swingin´ Festival, donde recibe clases de los norteamericanos Jason Samuels Smith y Sarah Reich con base en el rhythm tap, un estilo que le da atención especial a la improvisación, la complejidad rítmica y a la expresión personal del bailarín. Actualmente continúa en la Academia Jazzdance como profesora y trabaja con el elenco de Tap´s Compañía. “En el aprendizaje del tap, María se caracteriza por la precisión, velocidad y sutileza de los movimientos que ejecuta. Ella logra así un sonido muy especial y sutil en su zapateo. Mar baila con un sentido rítmico profundo proyectando su danza con mucha sencillez”, dice Sabine Stockman, directora de la Academia. María pretende seguir su formación con artistas como Brenda Buffalino y pertenecer a una de las compañías de Estados Unidos, que ha sido el país que más ha influenciado su estilo. Además quiere expandir la cultura del tap, que en la ciudad de Medellín, sigue siendo muy desconocida.

Alguna vez una persona me dijo: “leer este libro es algo así como ver una medusa llena de serpientes en la cabeza, y cada una de esas serpientes dice algo diferente a la vez…”, y verdaderamente debo confesar que es esa la primera imLa casa grande - Alvaro Cepeda Samudio presión cuando se leen las priEditorial Oveja negra, 1985. meras dos páginas de La casa grande del escritor colombiano Álvaro Cepeda Samudio. Las letras concebidas en el interior de este libro se manifiestan en un principio confusas, extrañas, separadas, distantes del lector; pero sucede algo complejo con La casa grande, más complejo que su mismo contenido: atraen de tal forma sus páginas, que a pesar de su difícil compresión inicial, es esta complejidad la que arrastra al lector a continuar su viaje. La ansiedad generada por el primer capítulo que se constituye de diálogos, sirve como aperitivo para continuar hacia un bosque más espeso representado en una forma de escribir casi mágica, y digo mágica porque solo los magos pueden crear cosas de la nada, llevar la mente de un espectador a lugares inhóspitos o concebir los conocidos desde nuevas perspectivas, y la clásica: sacar conejos de un sombrero. En consecuencia, queda la pregunta sin respuesta para el mago: ¿cómo lo hizo? Y es éste el cuestionamiento que nos deja La casa grande, ese “¿cómo lo hizo?” se desentrama desde la manera como el autor refleja tan cruda y potentemente la realidad que amenazó a una época sumida en la guerra ideológica entre conservadores y liberales, y en esa llamada “violencia fratricida” donde fueron terceras personas las que resultaron afectadas. La masacre de las bananeras sucedida en 1928 fue el punto de partida del autor, muy probablemente deseaba conver-

tirlo en sustancia literaria fuera de tiempo y lugar histórico, que le permitiera replicar en espejo aquel terrible acontecimiento que cicatrizó profundamente una época y, hasta ahora, una historia completa. Las letras golpean al lector de una forma que puede ser metafóricamente dolorosa. Cepeda Samudio se valió de técnicas que parecen experimentos, cuyo fin sería llevarnos en un viaje de crudeza, maldad pura y simpleza, sin embargo, me atrevería a decir que su experimento cumple su objetivo: pegarnos, de principio a fin, de su singular habilidad de narrar desde todos los puntos de vista involucrados. Las descripciones de los personajes son simples pero certeras, con dos o tres palabras ya sabemos las características más sobresalientes del involucrado: “El Padre tiene 70 años y es fuerte y duro. Cuando se ponga de pies el Padre será de baja estatura, las espaldas serán anchas, la nuca abultada, el pecho poderoso, la cintura delgada y las piernas ligeramente corvas (…) cuando el Padre hable la voz será áspera, autoritaria, hecha de dar órdenes siempre. No hay ternura en el Padre. Pero tampoco hay torpeza. Es implacable pero no hay venganza ni amargura en él. Es naturalmente duro como el guayacán”.

después tornarse incontrolable el detenerse. El amante de la literatura disfrutará la compañía de las 92 páginas, su viaje no le defraudará; la construcción semántica es mezclada desde lo histórico hasta lo fantástico, sin ser lo fantástico demasiado fantástico. La maldad de alguno de sus personajes se puede percibir tan real que puede crear en usted una sensación de rabia y venganza. Otros, podrán ser causa del despertar de un sentimiento piadoso y comprensivo. Álvaro Cepeda Samudio murió el 12 de octubre de 1972, este escritor y periodista nos dejó antes de partir una obra literaria de riqueza que es preciso gastar. No le dé miedo aventurarse en una construcción compleja, puesto que la complejidad es temporal y va desglosando sus verdaderas intenciones: mostrarnos una situación real desde las miradas desconcertantes de cada protagonista. Son los viajes hacia lo desconocido los que nos muestran que era sólo el temor latente a aquello que desconocemos lo que nos impide mirar más allá de lo evidente.

Alguna vez alguien me dijo: “leer este libro es algo así como ver una medusa llena de serpientes en la cabeza, y cada una de esas serpientes dice algo Pero no quiero sonar madiferente a la vez…”. Yo le soquista, ni mucho menos; diría hoy: ciertamente son El amante de por otra parte, es mi deber muchas serpientes gritando la literatura contarle al lector desde mi a voces inaudibles diferendisfrutará humilde experiencia en la tes cosas, pero cuando te la compañía lectura de La casa grande, sientas con mesura, abres de las 92 que es un dolor placentero tus oídos en concentración páginas. su desglose e interpretamáxima, miras cada palabra ción. No niego que se hace y oyes cada palabra, desincomprensible al princiglosas, disfrutas, ordenas; pio, pero no se preocupe, apreciado lec- es allí cuando puedes notar que todas te tor, esta sensación desaparece después de quieren decir lo mismo, solo utilizan un 4 páginas, se hace soportable, luego in- lenguaje diferente de entender, más no terrogante, ha de seguir persuasiva para imposible de comprender.


12 un cine club

una ciudad contada

un clic caracteristico 13

una ciudad contada

Una cara conocida Juan Andrés Álvarez. Docente Universidad Cooperativa de Colombia http://unavacamulticolor.blogspot.com

Dos películas

Especial de caricaturas del artista y comunicador social Juan Andrés Álvarez. “Estos son algunos de una serie de ejercicios de retrato (escritos y dibujados) de ciertos personajes (imaginarios y reales) que he ido aprendiendo a querer y que me han acompañado durante años”.

Colombianas Karent Hinestroza, protagonista de la película Chocó

Dos historias del cine colombiano. Una explora la fantasía y la otra la brutal realidad. Chocó de Jhonny Hendrix El simple rumor de que venía una película sobre el Chocó me pareció emocionante. Un lugar tan abigarrado y hermoso debería dar lugar a imágenes e historias aún muy poco exploradas por la filmografía del país. Por supuesto, hubo que esperar su paso por los festivales de cine, donde al parecer le fue bien. Hasta que por fin se estrenó el pasado 3 de agosto y creo que, por lo menos en lo que se refiere a los paisajes, aquella expectativa se cumple de sobra: Jhonny Hendrix y su director de fotografía se detienen de una manera casi sensual pero al mismo tiempo rigurosa y naturalista, sin ensoñaciones, en ese mundo de verdes y ocres casi infinitos. En ese mundo de pieles oscuras y sonrisas luminosas. Su mirada es la del documentalista, de hecho el trabajo con los actores es notable: prácticamente todos son naturales y los que no lo son del todo, como es el caso de Fabio Restrepo, a quien vimos por primera vez en Sumas y Restas de Víctor Gaviria, se formaron justamente en el empirismo. Hay secuencias fluidas y memorables que conmueven porque en ellas palpita la vida tal y como es. Justamente ese parentesco con el documental seguirá haciendo de Chocó una película importante y tal vez, aunque la palabra suene ceremoniosa, imprescindible. Porque no son solo las imágenes sino además las preguntas por problemáticas vitales de la zona, y del país, como la minería y la visión estereotipada y mezquina que persiste de la mujer como un apéndice del hombre. De hecho Chocó, el personaje central de la historia, interpretado felizmente por Karen Hinestroza, es una representación alegórica de la región: de su belleza, que

vive plano a plano encarnada en Karen o en los paisajes o en la piel y la sonrisa de la gente… Pero también es una representación de su miseria: de su descorazonadora falta de oportunidades, del saqueo al que la somete el país, el mundo entero… Vale la pena mencionar el ajuste de cuentas que la historia (no vamos a decir que el director) le hace a la cultura antioqueña, cuyo racismo ha menospreciado y explotado al Chocó de una manera casi sistemática. Un aspecto que tal vez no está tan bien logrado en la cinta es la historia misma, y eso es serio considerando que hablamos de un argumental. Se me ocurre que la intención documental, por loable que sea, y los asomos de denuncia social dan al traste un poco con el hilo narrativo, le restan fuerza: en un episodio Chocó es la mujer maltratada, en otro es el pueblo carcomido por la minería, en otro es la antigua voz de la tradición, en otro es la magia de una tierra y una cultura, en otro es la presencia de la madre tierra, en otro sus costumbres… Y la película se transforma en libro de estampas, dignas de verse todas ellas pero da la impresión de que tal vez quisieron meter mucha harina en el mismo costal y entonces el final, narrativamente, se siente un poco precipitado. Como si no se hubieran dado los pasos justos para llegar a él. Sofía y el terco de Andrés Burgos Este filme es un respiro en medio de la marea de películas que vienen explorando la historia reciente de Colombia y su conflicto. Incluso a la luz de esa tendencia, y hablando exclusivamente de nuestro medio, casi que podríamos decir que es una propuesta arriesgada. La historia es muy sencilla: Sofía quiere conocer el mar pero no logra hacerlo porque su viejo esposo, el terco, vive encontrando pretextos para no

Por Juan Andrés Álvarez. Artista y comunicador social periodista. Docente Universidad Cooperativa de Colombia.

emprender el viaje. El director, Andrés Burgos, ha declarado que la película tiene un poco el aire de Bresson y de Kaurismaki… A mi se me ocurre que podríamos ver también un poco en este filme, en la simpleza de su historia, a un viejo maestro como Abbas Kiarostami, en particular ¿Dónde esta la casa de mi amigo? e incluso, en su condición de road movie, recuerda aquella gran película uruguaya que fue Whisky. Sin embargo hay también en Sofía y el Terco un aire onírico y fantasioso que la acerca al universo de Jean Pierre Jeunet y de películas concebidas para poner sonrisas en los rostros del público como Amelié…

to sería injustificable en la historia de una mujer que vive en algún lugar de Antioquia y no conoce el mar… Claro, era más fácil tratar de argumentar desde el guion la ausencia de palabras… Pero Maura no logra salir nunca de una suerte de realidad paralela dentro de la película debido a su silencio, parece un personaje traído de otra parte que no logra encajar, como una silueta de papel puesta sobre un óleo. Hay también, creo yo, un ligero exceso de ensoñación infantil en la película. Espero que no sea un achaque mío pero vivimos en un mundo que ha sobrevalorado a los niños, a su estética… por supuesto la niñez es un paraíso perdido y es una etapa hermosa, pero las generaciones que crecieron en el pleno auge de los medios masivos de comunicación la han convertido a estas alturas en un cliché que raya en el absurdo: muñequitos en todas partes, ternurita aquí y allá… Y creo que eso afecta un poco a Sofía y el terco: cuenta con la bondad de explorar una manera de contar nuestra realidad pero se acerca peligrosamente al escapismo insulso.

Un aspecto para destacar es la participación como protagonista de Carmen Maura, una de las míticas chicas Almodovar. Sin embargo creo que en ella es donde la película empieza a flaquear un poco. La historia está basada en una novela del mismo nombre y escrita también por Burgos. Yo la desconozco y por lo tanto ignoro si en ella la protagonista también carece de diálogos. En efecto, Sofía nunca habla, pero no es que sea muda, es solo que los demás hablan por ella y su lenguaje es el de los gestos. En alguna entrevista Maura ha declarado que esa característica, su mutismo, fue la que le resultó atractiva en el guion. Es del caso adelantar que la historia se cuenta en muy pocas palabras, casi nadie habla. Pero en el caso de Maura yo tengo una teoría retorcida: su personaje no habla porque no puede hablar, porque Película Sofía y el Terco, Gustavo Angarita y Carmen Maura, es española y su acen-

Woody Allen Keith Richards Como tantas otras personas siento una reverencia ciega y sin duda injustificada por los Rolling Stones, muy especialmente por su guitarrista Keith Richards (también por Ronnie Woods, pero ya llegara el momento de hablar de él). Digo que injustificada porque creo que lejos de la fama que los asiste, los Stones en conjunto son unos músicos corrientes, y tal vez hasta mediocres, aunque llenos de destellos, eso sí. El hecho de que se hayan convertido en leyendas hace parte de esa suma de fenómenos con frecuencia absurdos que constituyen la cultura pop. Y Richards en particular no está ni siquiera cerca de ser un virtuoso, por lo menos no de la manera tradicional. Pero tal vez en eso radica la fascinación que me produce su estilo. En él hay muy poco de autómatas como Steve Vai, Joe Satriani o Eddie Van Helen, guitarristas obsesionados por impresionar demostrando quién es más rápido. El viejo maestro del riff se toma su tiempo con las cuerdas, lo hace lentamente y sin pirotecnias, a la manera de Jhon Lee Hooker. Es uno de esos artesanos de la guitarra que se detienen en cada nota, como saboreándola y haciéndole el amor con sabiduría, pero de la manera más lúbrica y obscena

Ejercicio de caricatura sobre alguien difícilmente más caricaturizable No hay mucho que quiera decir de Woody Allen, excepto que espero cada una de sus películas como si fuera el mensaje de un viejo amigo. Incluso, así como me ocurría con Ernesto Sábato, de tiempo en tiempo me descubro pensando lo mucho que voy a extrañar su forma de ver el mundo cuando el tipo deje de filmar

B.B. King Según una de las historias más conocidas del viejo Riley B. King, antiguamente conocido como The Beale Street Blues Boy, una noche helada de 1949 mientras tocaba en un oscuro salón de baile de Arkansas dos hombres comenzaron a golpearse inesperadamente. En medio de la pelea los dos tipos echaron por el piso uno de los barriles de queroseno ardiente dispuesto para menguar el frío. El incendió comenzó de inmediato y todo el mundo corrió despavorido. Una vez a salvo, B.B. King recordó que adentro había dejado parte de su vida: su hermosa guitarra Gibson ES semiacústica; entonces, sin importarle el riesgo, regresó.... El accidente dejó dos personas muertas. Al día siguiente B.B. descubrió que aquellos hombres estaban peleando por una mujer llamada Lucille. Y fue así como llamó a su guitarra en adelante..


14 una cara conocida

una ciudad contada

una ciudad contada

una cara conocida 15

Por: Harold Smith. Estudiante de comunicación social . Universidad Cooperativa de Colombia.

Más que artista y que fotógrafo, creo que soy un contador de historias y esas historias son las mías, están en cada foto que tomo, mis personajes son como una parte perdida de mí. Son una extensión de lo que soy y represento en ellas. Plasmo lo real e irreal de esta sociedad, mis gustos, mis amigos, mi familia, mis relaciones, lo justo, lo injusto, lo feo de lo bonito y la belleza de lo feo, el mundo, pero sobre todo, esa extraña forma de sentirnos y vernos como personas.



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