Especial Grandes Voces de la fiesta eterna

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Las grandes voces de la fiesta eterna ¡Qué distintos los dos!, tu vida empieza y yo voy ya por la mitad del día Sendas distintas

Olguita z Gutiérre

Lida Uquillas

Lamparilla, ardiente de mis ojos, no desmayes jamás en mi camino Lamparilla

Empeñando el sombrerito me voy volviendo, y a la capital yo vengo por tu cariño La vuelta del chagra

Las primeras fiestas de Quito consistían en exaltar a la ciudad con música nacional. Los artistas de entonces aportaron con su talento. Aquí, un homenaje a ellos.


Grandes artistas

30 años de Benítez y Valencia

Tuvieron una carrera de más de tres décadas y se los considera uno de los más grandes dúos vocales del siglo XX

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uis Aberto Valencia y Gonzalo Benítez se encontraron en el Normal Juan Montalvo, en 1935, y allí cantaron -como aficionados- sus primeros pasillos, durante las fiestas internas del plantel. Pero solo actuaron profesionalmente desde 1940, cuando firmaron un contrato con Radio Quito. Valencia, el ‘Potolo’ -por lo gordito- era quiteño, nacido en 1918. Benítez, 1915, era otavaleño y le llamaron ‘Patojo’, porque un día se lesionó jugando como centrodelantero del

equipo de Liga Deportiva Universitaria. La mayor parte de la carrera profesional del dúo fue en Radio Quito. Pero en la noche de la inauguración, en agosto de 1940, no actuaron los dos, por ausencia de Benítez. Funcionó, entonces, el dúo formado por Carlota Jaramillo y por Luis Alberto Valencia, que causó sensación. Una jornada que Benítez y Valencia nunca olvidarían se dio el 12 de febrero de 1949, cuando el dúo fue anunciado por Radio Quito para actuar en un programa especial por el

El dúo Benítez y Valencia, con sus presentaciones, ayudó a cimentar las fiestas de Quito.

Día del Oriente. El organizador fue Leonardo Páez, director de Radioteatro de la emisora. De pronto, el programa cambió de rumbo. Benítez y Valencia habían sido convocados como un atractivo para el público, pero Páez había preparado -junto con el chileno Eduardo Alcaraz- una versión de ‘La guerra de los mundos’, de H.G. Wells, relatando la llegada de los marcianos a Quito (a Cotocollao, más exactamente) y provocando pánico en la ciudad y luego ira, por no anunciar a tiempo que se trataba de una fantasía. Benítez y Valencia lograron salvarse huyendo por el tejado del Colegio La Providencia, mientras el edificio de Radio Quito y de EL COMERCIO ardía por los cuatro costados. Los destacados artistas contribuyeron al impulso de la fiesta de Quito cuando en diciembre de 1961 dieron la partida a la celebración, interpretando música nacional en la Plaza de la Independencia. Muy diferentes Benítez trabajaba como profesor y Valencia se de-

A la voz de Benítez, más aguda, de tenor, con una gran extensión, se sumaba la de Valencia, un tanto más grave, de barítono.

El dúo Benítez-Valencia, fue en realidad un trío, pues siempre estaban acompañados de la guitarra de Bolívar ‘El Pollito’ Ortiz.

dicaba más a la música. El otavaleño era bastante serio, no tomaba ni fumaba, no trasnochaba, solamente actuaba con su amigo Valencia. Luis Alberto se mostraba amiguero, no le faltaba una dosis de bohemia y accedía cuando le pedían que animara una fiesta. Era muy querido. Valencia murió el 23 de octubre de 1970, tras desfallecer durante una actuación del dúo en Riobamba. Su sepelio fue todo un su-

también compusieron Benítez y Valencia   dejaron recuerdos musicales, como autores de varias canciones: Benítez, por ejemplo, con Soledad, Tu imagen, Forasterito. Valencia, en cambio, con Penumbra, Leña verde, Toro barroso. Benítez y Valencia  tienen un puesto de honor en la galería artística de Quito y del Ecuador.

ceso y miles de personas desfilaron por las calles quiteñas. Gonzalo Benítez había actuado durante esos 30 años solamente en canciones del dúo. Cuando se quedó solo, tuvo dudas e inicialmente decidió dejar la música. Pero cambió de idea y en los últimos lustros de su vida realizó un buen número de interpretaciones como solista, recibiendo merecidos aplausos.


Grandes artistas

Miguel Ángel Casares, querido ‘cantor sin luz’

Estudió tres años en el Conservatorio Nacional de Música; tocaba acordeón piano y guitarra.

Su pasillo más famoso fue Lamparilla. Perdió la vista repentinamente.

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ue el cantante y actor más simpático y pintón de los años 20 y 30, cuando Quito abría las puertas del Teatro Sucre y se llenaba de artistas de calidad y renombre. Dicen que sin querer queriendo fue un conquistador, pero nadie imaginaba que el Miguel Ángel Casares de la bohemia y el entusiasmo perdería la vista pero, felizmente, no la pasión por la música. Sus primeras actuaciones fueron en la Compañía de Comedias y Variedades dirigida por el profesor Ramos Albuja y que se caracterizó por la calidad de su “acto de variedades”. En las jornadas del año de 1926 no faltaron los aplausos, cuando ese “acto” llegó a contar con todo un elenco, integrado por las hermanas Carlota e Inés Jaramillo Jaramillo, Jorge Araujo Chiriboga, el barítono Alfredo Pérez Chiriboga y Miguel Ángel Casares. Posteriormente, Miguel Ángel Casares ingresó a una de las más destacadas compañías teatrales de la época, la Gómez-Albán, encabezada por Chavica Gómez y Ernesto Albán y que hizo famosas sus Estampas Quiteñas. Casares no solo fue el cantante de la compañía sino que contrajo matrimonio con una de las artistas, Lastenia Ribadeneira, quien hacía el papel de­ Jesusa en las estampas. Todo bien, solo que el buen mozo Miguel Ángel Casares iba perdiendo la vista. ¿Cuándo y cómo? El escritor y periodista Alejandro Carrión (más conocido como Juan Sin Cielo) contó un día el triste caso de Casares anotando

César Larrea

Celebrar a la ciudad con las serenatas

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ue en noviembre de 1959 cuando el Diario de Quito ÚLTIMAS NOTICIAS lanzó una invitación a los habitantes de la capital para que rindieran un homenaje a su ciudad, con motivo de los 425 años de su fundación española y que lo hicieran a través de la música. La idea fue El Diario sugirió que los quiteños salieran a cantarle a Quito con música nacional

En un espantable instante se le desprendieron las retinas de los ojos, mal curados durante una operación’.

gran legado musical Músico  y compositor quiteño nacido el 8 de junio de 1903, hijo de Manuel María Casares y Manuela Viteri Larrea.

Alejandro Carrión

Alejandro Carrión  lo llamaba ‘El cantor sin luz’. Fue creador de bellos pasillos como Arias íntimas, Para mí tu recuerdo, Quejas y Lamparilla.

que el año de la cruel ceguera fue 1942. Y ¿cómo fue?, ¿qué pasó? “El joven Miguel Ángel -tenía 39 años- venía desde Panamá en la cubierta de un barco carguero, de pronto se le hizo la profunda noche. En un espantable instante se le desprendieron las retinas de ambos ojos, mal curados durante una operación sufrida meses antes y la noche fue para él definitiva, hasta que la muerte vaya a buscarle”. Cuenta Carrión que “dueño de un temple in-

creíble, fuerte como el roble al que no abaten tempestades, Miguel Ángel siguió cantando en los escenarios, pese a su desgracia, mientras el artista entonaba su pasillo Lamparilla: “Grato es llorar / cuando afligida el alma / no encuentra alivio / a su dolor profundo. “Son las lágrimas / jugo misterioso / para calmar / las penas de este mundo. “(...) Lamparilla / ardiente de mis ojos / no desmayes / jamás en mi camino”.

insinuar que se salude a la ciudad el 5 de diciembre, con la serenata. El Diario sugirió que los quiteños salieran a cantarle a Quito con la variada música nacional; que los espontáneos o profesionales cantantes lleguen a plazas, calles y balcones con las melodías de nuestra música. El público aceptó la invitación. Aquella noche del 5 de diciembre de 1959 salieron pocos dúos o tríos a entonar canciones, en varios sectores de Quito, especialmente en el Centro, porque por ahí era más fácil llegar hasta el edificio del periódico y dejar constancia de su presencia y, de paso, para que se les tomara la correspondiente foto.


Grandes artistas

Carlota Jaramillo, la gran Reina Archivo / UN

La cantante inició su carrera como solista en los programas radiales de HCJB. La bautizaron como ‘Alondra Quiteña’.

¿

Quieres ser cantante, Carlotita? Nunca. ¿Cómo una joven culta y agraciada como tú puede llevar vida de artista? No. Negado el permiso, dijeron Ignacio y Natalia, los padres de la estudiante normalista, nacida en Calacalí. Más aún, también la hermanita Inés era aficionada al canto y con mucha frecuencia funcionaba el dúo Jaramillo-Jaramillo, sobre todo en las fiestas del Colegio Manuela Cañizares. Los progenitores eran de clase media y aspiraban a que sus hijas fuesen profesoras y madres de familia y no parte de la bohemia quiteña de los años 20. Carlota e Inés, pese a las inquietudes paternas, subieron al escenario del Teatro Sucre el 26 de octubre de 1926, para una función de beneficio, cuando Carlotita tenía 22 años. La tarde triunfal determinó que el maestro Rafael Ramos Albuja, entusiasta jefe de la compañía de Comedias y Variedades, las invitara a ser parte de su elenco y ellas aceptaron, pese a sus padres.

No, yo no soy de Quito, yo soy de los aleros de Quito, yo soy de Calacalí, en el noroccidente’. Carlota Jaramillo

El público y los medios de comunicación la bautizaron como ‘Reina del pasillo’ y también como ‘Alondra Quiteña’.

Carlota se consagró el 24 de mayo de 1927, cuando en Quito hubo un concurso de comedias y de cantos y ella fue la número 1 con sus temas de música nacional. Jorge Araujo Tres compañías de teatro y variedades llegó a tener Quito por aquellos años. Fueron la Dramática Nacional, de Marina Moncayo, la primera actriz de la época; la de Zarzuela, de Victoria Aguilera, y la de Comedias y Variedades del maestro Ramos Albuja. De pronto, hubo un problema en la Dramática Nacional y tres de sus figuras pasaron a formar parte de la Compañía de Comedias y Variedades. Fue así como llegó Jorge Araujo Chiriboga, actor, cantante y compositor riobambeño. Sucedió lo inevitable, Carlota y Jorge se enamoraron, causando nuevas protestas de los padres de la ya ‘Reina del Pasillo’. Jorge Araujo era 12 años mayor que ella. El enamoramiento terminó en una fuga inevitable de Carlota y Jorge, aventura que terminó en un matrimonio feliz

Otros Datos Carlota Jaramillo  grabó su primer disco en la ciudad de Riobamba, en el estudio de grabación de Radio El Prado, de propiedad del ingeniero Carlos Cordovez Borja, pionero de la radiodifusión en el Ecuador. Estuvo  plenamente activa artísticamente hasta los años 1970, cuando por problemas de salud se retiró de los escenarios.

Carlota Jaramillo fue conocida como ‘La reina de la canción nacional’. Estuvo casada con Jorge Araujo.

y largo, con dos hijos en el camino, Nelly y Vinicio. Carlota fue una profesora pero siempre buscada por el público por la calidad de su voz, pese a que nunca recibió clases musicales. Unos 24 discos recogieron sus versiones. Araujo Chiriboga falleció en 1970 y ella, en 1987. Jorge fue inicialmente militar y luego se entusiasmó por la música y la actuación. Destaca su pasillo Sendas distintas. El pasillo de Carlota Sendas distintas contaba su historia de amor: “¡Qué distintos los dos! / tu vida empieza / y yo voy ya / por la mitad del día, / tú ni siquiera vives todavía / y yo ya de vivir tengo pereza. “Sin embargo, / cual busca la tibieza del sol, la planta / que enflorar ansía, / persisto con afán tu compañía, / para que des calor a mi tristeza. “¡Qué cerca y qué lejanos! / Yo soy el viejo soñador, / tú la niña apasionada / que cantando en la luz vas como un ave; / mas al mirarte / sendas me figuro / que yo soy un castillo abandonado / y tú un rosal / abierto junto al muro”.


Grandes artistas

El ‘Piñufla’ Pérez: cuplés y pasodobles de un joven pintón

Alfredo Pérez Chiriboga, hijo de la alta alcurnia que se dio a la vida de artista en el Quito del s. XX.

Subió al escenario cantando y repartiendo sal quiteña, pese a las quejas de su familia

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as familias más encopetadas de Quito se dividieron allá por el año 26 y 27 del siglo XX, cuando uno de sus jóvenes más pintones -Alfredo Pérez Chiriboga- debutó como cantante en la Compañía Dramática Nacional. -¡Artista! ¡Qué descrédito para todos nosotros! -dijo doña Clemencia Lasso Chiriboga Zaldumbide Fernández Salvador, siempre exigente y presumida. -No seas exagerada, Clemencita. Los tiempos están cambiando y tal vez resulte bueno tener un artista y cantante en la familia para que no nos digan aristócratas ni oligarcas- opinó la prima Eulalia Chiriboga. En el teatro ya no era Alfredo Pérez. Le llamaban el ‘Piñufla’ Pérez, por ser un poco pequeño y chistoso. Eran las épocas del “cine mudo” y brotaron en Quito los grupos artísticos. El Alfredito del cuento no se daba por enterado de las críticas familiares y estaba satisfecho de llevar “vida de artista”. Alfredo cantaba -con voz de tenor- cuplés y pasodobles, entre ellos uno que recordaba con cariño, La bayadera: Cuando la noche se extiende / como velo misterioso / por el camino rumboso / camina la bayadera... olé. Uno de los culpables del fervor artístico fue el actor español Abelardo Reboredo, quien dictó un curso de arte y declamación para formar actores. También el profesor de música Sixto María Durán dio charlas a un grupo y por allí anduvo el entusiasta Alfredito. Para vivir las emociones de artista, Alfredo se fue a vivir en el Hotel Quito, ubicado en la Plaza del Teatro

Jorge Ribadeneira

Unas viejas anécdotas de artistas y ladrones

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ra 1961 y las fiestas para celebrar la fundación ya se habían constituido. Aquel año iba a actuar la agrupación Estudiantina Santa Cecilia, pero algo inesperado ocurrió. Dos días antes, ladrones entraron al local del grupo y se llevaron las guitarras. Para remeSres. ladrones: no sean enemigos de Quito. Hagan el favor de devolver las guitarras...

Piñufla, Piñufla.... la Inés te está dando de cantar...’, le gritaron una vez cuando cantaba con la guapa y pechugona Inés Jaramillo.

y propiedad del popular Sergio Mejía Aguirre, compositor y fotógrafo. El buen humor fue una de las características del ­‘Piñufla’ y se soltaba buenos chistes a la hora del cada vez más famoso Acto de Variedades, muy esperado por el público, que llegaba con más entusiasmo cuando actuaron las hermanas Jaramillo, sobre todo Carlota. Hasta que el ‘Piñufla’ Pérez llegó a su tercera temporada, recibiendo esporádicos mensajes de la familia,

pidiéndole que volviera y se dejara de cantos y chistes, algo que no era digno de un Pérez Chiriboga de alcurnia reconocida. Alguna vez faltó, por actuar e irse de farra en Ambato con otro omoto que empezaba a despuntar: Ernesto Albán. Se sintió mal por haber faltado al trabajo, regresó a Quito y se reintegró a la familia, en medio de la alegría de la tía Clemencia y del resto de Pérez, Chiriboga, Zaldumbide, Fernández Salvador y demás.

otros legados Alfredo  fue presidente del Ferrocarril, vicepresidente del Municipio, fundador del Hotel Zaracay, en Santo Domingo. Fue muy querido  por los suyos, en especial por su esposa Gloria Intriago y por sus hijos, Álvaro y Federico, varias veces elegidos en Quito.

diar el daño, ÚLTIMAS NOTICIAS publicó un anuncio que decía “Señores ladrones: no sean enemigos de Quito. Hagan el favor de devolver las guitarras de los músicos de la Santa Cecilia, quienes van a tocar en homenaje a nuestra hermosa y honrada ciudad”. En aquellas épocas hasta los ladrones eran honrados, pues devolvieron las guitarras y la serenata finalmente se dio. Pero en el mismo año, cuando la música ya daba inicio, el ‘Potolo’ Valencia llevaba en la mano un abrigo nuevito. Cuando llegó la hora de actuar, el confiado del ‘Potolo’ encargó su prenda a “alguien”. ¿A quién? Hasta hoy no se sabe. ¡Qué pena!


Grandes artistas

Los Miño Naranjo, un grato aporte ambateño Los dos hermanos pedían a su padre que les permitiera cantar de manera profesional. Don Ernesto no quería, pero... Archivo

Eduardo y Danilo Miño Naranjo, el famoso dúo en una de sus sentidas presentaciones.

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espués del terremoto de 1949, la familia Miño Naranjo, por iniciativa del papá, resolvió trasladarse en masa de Ambato a Quito. Fue un viaje de apenas 120 km, pero el cambio de

Eduardo tenía 15 años y su hermano Danilo 13, cuando vinieron desde Ambato a vivir a Quito, a la Villa Flora, en el sur de la capital”.

Para presentarse en Nambija, en la provincia de Zamora Chinchipe, fue necesario que viajaran varias horas a caballo”.

ciudad de los 14 Miño (los padres y sus hijos) fue todo un suceso, con sus dudas. ¿Cómo recibiría la capital a la numerosa familia? La respuesta fue positiva. Cuando los hermanos Miño Naranjo se encontraron en un plantel eduEl padre de la otra fiesta El doctor Ernesto Miño  era un abogado muy conocido en Ambato. Luego del terremoto en esa ciudad, se reunió con un grupo de amigos y organizaron la Fiesta de las Flores y las Frutas, como un aporte económico y cívico. Fue una invitación  a los negocios y al entusiasmo y se dio por terminado el tradicional carnaval con agua.

cacional quiteño y viviendo en la Villa Flora, en el sur de la ciudad, Eduardo tenía 15 años y Danilo 13. Entonces, Eduardo y Danilo renovaron un viejo pedido a su papá Ernesto. -Quisiéramos ser cantantes profesionales. -El canto -respondía el doctor Ernesto- es solo un adorno personal y no una profesión. Hasta que un día el propietario de Radio Tarqui, Gustavo Herdoíza, les vio en acción y les invitó para que cantaran en el coliseo Julio César Hidalgo. -Quiero verles en el escenario, como preliminaristas de la actuación del gran cantante mexicano Miguel Aceves Mejía -les dijo el profesor Herdoíza. Ese día de marzo de 1957, desobedecieron a papá Ernesto y subieron al escenario. El público aplaudió al dúo ambateño. Se cumplieron los anhelos y el dúo Miño Naranjo

comenzó a recorrer los caminos de la patria, subiendo a los escenarios y cantando música nacional, cada vez mejor y recibiendo más aplausos. Quito fue su centro de acción pero volvieron a cantar en Ambato, y Guayaquil les recibió también con amistad. Llegaron a todos los rincones del Ecuador. Para presentarse en Nambija, zona amazónica, fue necesario que viajaran varias horas a caballo. La presencia y luego consagración internacional se dio en Barcelona, en 1962, en la II Feria de la Canción Iberoamericana. Les fue especialmente bien cuando cantaron el pasillo Tú y yo; de Francisco Paredes Herrera. Triunfaron y se les abrieron muchas puertas. El papá Ernesto fue aceptando paulatinamente la realidad y luego no dejó de asistir a las actuaciones de sus hijos queridos.


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Saludamos a la hermosa ciudad de Quito en un año más de su fundación

¡ VIVA QUITO !


Grandes artistas

Olguita Gutiérrez, del tango al pasillo Vino a una invitación artística y se quedó para siempre

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e pronto, en los años sesenta, se estremeció el limitado ambiente artístico de Quito, cuando llegaron -cada una por su cuenta- dos cantantes argentinas guapas y con lindas voces. Olga Guiérrez y Consuelo Vargas hicieron, finalmente, algo que no se habían imaginado. Se quedaron a vivir en el Ecuador y aquí están, con sus 80 y más años, convertidas en personajes de la música nacional que las atrapó. La primera en llegar fue Olga Gutiérrez, allá por el año 62, invitada por el gobierno del presidente Carlos Julio Arosemena, para que sea la estrella en la recepción a un personaje del Reino Unido, el duque de Edimburgo, esposo de la Reina Isabel, quien vino en son de paseo a las islas Galápagos y a Quito. Olga se lució en Quito y se relacionó con los artistas de la época. Uno de ellos, el joven (22 años) y ya brillante guitarrista Homero Hidrobo, la invitó para conformar un conjunto musical de época, Los Brillantes. Ella se entusiasmó. Hidrobo era el jefe y le acompañaban Eduardo Erazo y Héctor Jaramillo. Olga Gutiérrez les cayó del cielo y el Ecuador se encontró con un cuarteto singular que gustó también en varios países, entre ellos en Estados Unidos. Olga, quien ahora tiene 83 abriles y tal vez un poquito más, era la estrella cantante y sus tres compañeros eran parte de la flor y nata musical ecuatoriana. Homero Hidrobo ya recibía el titulo de “requinto de América”. Los otros dos constaban entre los artistas mas destacados del país, pero Eduardo Erazo se despidió un día sin que Olga supiera el motivo. Héctor Jaramillo, en una etapa posterior, se presen-

Archivo

Olguita Gutiérrez, en una presentación en el 2005. Su talento sigue intacto.

Olga era la estrella cantante de Los Brillanttes y sus tres compañeros eran parte de la flor y nata musical ecuatoriana.

Homero Hidrobo era el jefe del cuarteto que, además de Olga, estaba integrado por Eduardo Erazo y Héctor Jaramillo.

cantante desde niña Olga Gutiérrez  nació en Santiago del Estero, Argentina, en un hogar muy musical, en el que los abuelos, padres, tíos y hermanos tocaban algún instrumento. A los 18 años  se presentó al público, como solista, interpretando música argentina, tonadas españolas y brasileñas. En Brasil hizo su debut internacional.

taba en solitario. Olga Gutiérrez cuando cuenta su trayectoria en el Ecuador menciona como su compañero durante 39 años -musical y romántico- a Kiko González, para quien tiene palabras muy elogiosas. Ella fue objeto de varios homenajes y en la última etapa de su vida se estableció en Guayaquil, lamentando que el renombre musical no le dejara un saldo positivo en lo económico pero sí el reconocimiento del público. La nota ingrata. La diabetes hizo estragos en ella y perdió una pierna.


Archivo

Aquí se ve a Consuelito Vargas, junto con Eduardo Erazo, en el centro de la foto.

Grandes artistas

Consuelito Vargas tuvo su gran amor en Quito Vino de Argentina a una presentación pero ya nunca más se fue

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n 1966 sucedió algo inesperado. Llegó a Quito otra argentina, igualmente buenamoza y también con una bella voz. Se presentó como Consuelo Vargas, invitada para la inauguración del hospital Carlos Andrade Marín. Consuelito Vargas se quedó por una temporada en la capital y se enamoró rotundamente del gran requinto Homero Hidrobo, joven de 26 años -cinco menos que ella-, quien hizo lo que antes se consideraba imposible. Abandonó a Los Brillantes, el cuarteto que había formado, y conformó el nuevo Los Reales. Y algo más. Se casó con Consuelo Vargas. Llamaron al músico mexicano Joel Sánchez y a cantar y a guitarrear se ha dicho. Con igual calidad que Los Brillantes. Más tarde se uniría otra figura: Eduardo Erazo. Fue cuando Quito tuvo en sus escenarios a Los

Brillantes y Los Reales. A Olga Gutiérrez y Consuelo Vargas... y al gran Homero Hidrobo. Consuelo y Homero tuvieron cuatro hijos. Todo lindo. Pero la felicidad no siempre es completa. Los ingresos para los artistas en el Ecuador no eran

Consuelo Vargas, al igual que Olga Gutiérrez, fue cantante de la compañía de comedias y variedades de Ernesto Albán.

Todo se trastocó en 1979. En un triste agosto, murió el músico Homero Hidrobo, quien se aproximaba a los 40 años de vida.

mayúsculos. Consuelo y Homero tenían que movilizarse con sus hijos y ella lavaba los pañales antes de subir a un escenario. Eso de cantar con Los Reales pagaba todo. Ella soñó siempre en ser artista. En su juventud argentina se unió al grupo “El el nombre verdadero Consulo Vargas  nació en Higuelén, Argentina. Siguiendo una costumbre de la época  dejó a un lado su nombre verdadero de Amelia Martín Planes y pasó a llamarse “Consuelo Vargas”. Cuando llegó  al Ecuador encontró que Vargas era un apellido muy popular “del Carchi al Macará”.

Clan” y allí tuvo entre sus acompañantes a un joven que luego fue figura de su país: “Palito” Ortega. Todo se trastocó en 1979. En un triste agosto, murió Homero Hidrobo, quien se aproximaba a los 40 años. Fue un golpe terrible por todos los lados. Unos dijeron que fue un ataque al corazón y otros que influyó la bohemia. ¿Qué hacer? Pues... mantener Los Reales y a eso se dedicó Consuelo. Inicialmente siguió como trío, con el mexicano Joel Sánchez y luego -durante 40 años- fue un dúo que se hizo oír. La dulce solista Consuelo Vargas y el múltiple Eduardo Erazo, cantante, guitarrista, compositor, arreglista, gran ciudadano. Ya fallecido también. Consuelo tuvo que batirse con una incursión del maldito cáncer y logró salir adelante. Contra viento y marea, conservó la voz, intacta hasta ahora.


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Lida Uquillas se divertía en La Lira

La artista nacional cuenta cómo se celebraban las fiestas de Quito en sus años mozos

Se gastaban lo poco que les daban sus padres. Eso les alcanzaba para tomarse unas tres o cuatro cervecitas’. Lida Uquillas

Las buenas anécdotas La famosa artista  Lida Uquillas cuenta que en su centro de diversión La Lira Quiteña nunca tuvo problemas de broncas y escándalos. Lamentablemente, hace años que ella ya no se da unas vueltitas por las calles, en las fiestas de su querida ‘Carita de Dios’. Ahora prefiere la paz y la quietud de sus bellos e inolvidables recuerdos. Lida Uquillas en sus años mozos. Nació en Riobamba y fue hija del famoso cantante Rubén Uquillas. Desde niña estuvo destinada al arte.

L

a conocida intérprete Lida Uquillas mantiene la juventud en sus ojos. Tal vez, ese brillo se quedó prendido en sus pupilas a los 16 años. Edad en la que formó parte de la Compañía de Teatro de Ernesto Albán. La artista sigue con el buen humor y se deleita pasando las horas con sus mejores compañeros, los discos. Otro tiempo lo dedica al cuidado de sus plantas, en una amplia casa ubicada en Guayllabamba. Remontándose al pasado, cuenta que las primeras fiestas de Quito se hacían en las calles. Las amas de casa salían con unas ollotas llenas de canelazo y empezaban a re-

partir el delicioso traguito. “Participaba gente de todas las clases sociales, era un espectáculo muy lindo”. Por esa época (hace 30 años), la vida era hermosa y no había problemas. Las tarimas-tan conocidas en nuestros días- se utilizaban solo para montar los conocidos años viejos. Lida permaneció más de 20 años en EE.UU. y en 1983, cuando regresó a Quito, abrió la famosa peña La Lira Quiteña. El sitio estuvo situado en la av. Amazonas y fue allí donde se armaban las buenas farras en fiestas de Quito. A pesar de que se ausentó del país por mucho tiempo, los quiteños la recibieron con gran cariño. Recalca que en los años

40 empezaron a surgir artistas nacionales bien reconocidos. “Se hicieron queridos porque no había televisión”, dice. Para ella, la llegada de ‘la caja boba’ acabó con la cultura nacional. Con orgullo cuenta que conoció a muchos compositores ecuatorianos y dice que “daba gusto presentarse”. No existían coliseos y Quito tenía apenas 200 mil habitantes. Para la famosa, con el crecimiento poblacional también empezaron los problemas de delincuencia e inseguridad en las fiestas capitalinas. En los ‘buenos años’, la juventud no tomaba hasta perder el sentido. “Se gastaba lo poco que les daban sus padres”, dice.

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Fausto Gortaire, voz del bolero

Y me iré de este sueño hacia el insomnio de un campo real y eterno, embarcado en pentagramas musicales’

Compartió el escenario con estrellas y se forjó un nombre allende las fronteras

F

austo Gortaire labró su camino de éxitos en el mundo de la música en pleno Centro Histórico de Quito. Allí, cuando tenía no más de 16 años, encontró en la casa del mismísimo padre de Héctor Jaramillo un lugar para desarrollar su afición junto a otros chicos que luego también resonarían en el pentagrama local: Raúl Izurieta, Julio Sandoval y el guitarrista José Vergara. Pese a que a su padre, el coronel Federico Gortaire, no le entusiasmó en lo absoluto su gusto por el canto, encontró respaldo

en su madre, Luz María Chiriboga, quien incluso lo mando a tomar clases con un profesor alemán y también cursó dos años en el Conservatorio Nacional. Su talento lo llevó a escenarios fuera del país y se codeó con la crema y nata de la música de su tiempo. Fue gran amigo de Julio Jaramillo, por ejemplo. De igual forma compartió y departió con grandes de la canción como Leo Marini, Tony Bennet, Los Panchos, Libertad Lamarque, la Sonora Matancera, Lucho Gatica y Pedro Vargas. Todos ellos eran admiradores de la voz de Gortaire

Fausto Gortaire

Su éxito internacional En Colombia  lo conocían como ‘La voz de oro del Ecuador’ y, aparte de grabar varios discos de larga duración, por allá contrajo sus primeras nupcias.

Si bien el bolero era lo suyo, Gortaire también incluyó algunos tangos y pasillos en su repertorio.

quien -para los entendidos- era una de las grandes voces del bolero en su época de oro. Pese a que ese fue el gé-

Es uno  de los artistas incluidos en ‘100 años de bolero’

nero con el que más se lo identificaba, no solo interpretó ­boleros. En su repertorio había una selección de tangos y pasillos.

De hecho, su primera participación radial fue en 1946 con el tango Trenzas, en la radio Comercial de Quito. Tan bien le fue, que

después de su participación el gerente de Radio Bolívar lo esperó afuera de la estación y lo contrató. Fausto Gortaire aún vive.


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Segundo Bautista, el virtuoso

El 5 de diciembre era un día tan concurrido que grabé un pasacalle con Los Villamar llamado Noche del 5’. Segundo Bautista

sus temas inolvidables

El artista escribió dos temas en honor a la ‘Carita de Dios’

D

on Segundo Bautista todavía mantiene la voz clara y emotiva cuando habla de su segunda ciudad querida, Quito. Recuerda con cariño, sus inicios en Radio Tarqui. Aquí, ya cantaba temas en homenaje a la ‘Carita de Dios’. Riendo, señala que no se acuerda la fecha exacta de su aparición en una tarima capitalina. Lo que sí recuerda es que siempre entonaba “canciones

alegres”. “Tanto fue mi cariño por la ciudad que escribí dos melodías en su honor. Una parte dice: De todas las ciudades de mi patria el Ecuador, no hay ninguna como Quito, por mi palabra de honor. Tiene barrios coloniales de belleza y tradición”, canta emocionado. Su voz se quiebra al recordar los años 50. Esas celebraciones eran diferentes, “ahora hay mucho relajo”. Le han contado que en años recientes, se

Don Segundo   Bautista nació en Salcedo y se radicó en la capital desde los 5 años de edad. Es un guitarrista, pianista, acordeonista, cantante y compositor. Segundo Bautista fue parte de Los Montalvinos y Cuerdas y fantasía.

ve a niños de 12 y 13 años borrachitos, cosa que no pasaba en sus años mozos. Para él, no hay nada mejor que los tiempos antiguos. Cuenta que sí había bastante farra con orquestas, pero con respeto y nadita de choros en las calles.

“Yo salía a colaborar en esos bailes”. Las parejas salían a disfrutar de las fiestas “racionalmente”. Cada barrio saludaba a Quito e invitaba a las famosas serenatas quiteñas. Recuerda que el día ‘duro’ era el 5 de diciembre. “Ese

día era tan concurrido, que grabé un pasacalle con Los Villamar llamado Noche del 5”, señala. Ahora, Segundo ya no sale mucho. Antes, lo hacía con su esposa, pero ahora prefiere pasar en la casa escuchando sus famosos temas.

Su falta de visión   no fue un impedimento para que siga sus estudios musicales. De su inspiración han nacido temas como: Mis tres diablitos, Ilusión fugaz, Me alejo de ti, Cariñosita, Proceso de amor y más.


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