Revista Adventista - XIX Asamblea Administrativa de la Unión Adventista Española (Mayo 2012)

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Testimonios de los obreros jubilados El sábado por la tarde pudimos disfrutar de una emotiva ceremonia de despedida de varios compañeros en el ministerio, acompañados de sus queridas familias. Una fiesta que no deja de ser un reconocimiento a la labor, abnegación, sacrificio, lucha y entrega en las manos del Señor. En un vídeo inicial bien ilustrado con diversas fotos familiares y emblemáticos textos bíblicos, se desglosó el ministerio desarrollado por cada uno de ellos, que suma la cantidad de 340 años de servicio a la iglesia en España. Los pastores Luis Alberto Fernández y Jesús Calvo tuvieron unas palabras introductorias, en las que destacaron lo que implica la aventura de trabajar para el Señor en un servicio consagrado, comprometido y fiel. Dichos ministerios son un testimonio poderoso de lo que Dios es capaz de hacer en la vida de cada uno de nosotros. También encomendaron a estas queridas familias a seguir alentando a los que vienen detrás, a permanecer firmes y a seguir siendo de ayuda y referencia en los lugares donde se encuentren, ofreciendo esa valiosa experiencia acumulada de tantos años. Reproducimos a continuación, de una forma resumida y con riesgo de omitir detalles importantes, algunas de las frases e ideas que mencionaron en dicha ceremonia de despedida.

Rafael Calonge y Conchita Conocí a la familia adventista a los 17 años, aunque mi infancia había sido marcadamente religiosa, gracias en una buena parte a los profesores, que crearon en mí ese sentimiento. De hecho, mis maestros vieron en mí un sacerdote, no iban equivocados. Un día, siendo representante de comercio, un cliente me invitó a la iglesia, y desde entonces no salí de ella. Mi experiencia personal de conversión estuvo marcada por las conferencias del pastor Ángel Codejón, y otros. En una de ellas, en Zaragoza, volví a casa andando y llorando de gozo y de alegría al haber encontrado mi Salvador personal. Con 18 años, delante del Señor, tomé la decisión de consagrarme al ministerio. Dado que era el único que ganaba el salario en casa, no podía marcharme, a pesar incluso de las ofertas de estudios pagados en Estados Unidos. Años más tarde, sentí la llamada vívidamente (Jer. 20: 7ss), y no me resistí. Muchísimas gracias a la ayuda incondicional de mi esposa, a la experiencia vivida junto al Señor y a todos vosotros. La vocación la tenía yo, pero su apoyo y amor por el Señor fueron inmensos. No olvidemos que esta iglesia es el supremo tesoro del Señor sobre esta tierra.

Juan Carretero y Jorgina Doy gracias a Dios por las inquietudes espirituales que puso en mí desde los 5 años, a pesar de un marco familiar no favorable. Los diversos lugares donde hemos servido han llenado nuestras vidas de buenos recuerdos y grandes amistades, que nos han hecho aprender muchísimo. Gracias, también, a las publicaciones del Instituto de Investigaciones Bíblicas, que enriquecieron mucho mi estudio personal. Si algo bueno se ha hecho, lo ha hecho Dios a pesar de nosotros, no por nosotros. «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios» (1 Cor 3: 6). Pasamos a una nueva etapa, pero seguimos sirviendo allá donde estemos, especialmente en el marco del diálogo con fieles de otras denominaciones cristianas, como parte del cumplimiento de la misión. Soli Deo gloria.

10 · [402] rA may. 2012

Antolín Diestre y Janet Uno se siente pequeño frente al calibre, calidad, altura y profundidad de los compañeros que pasamos a la jubilación en esta ceremonia. Procuremos la vocación celeste, más allá de los elementos terrenales. Dios me ha regalado experiencias realmente enriquecedoras, como viendo al Invisible. No nos guiemos por los sentimientos, sino por los principios, la fe y el poder de la Palabra de Dios. Es muy importante una conciencia bien iluminada. Los errores cometidos, la necesidad de corrección y las pruebas son necesarios para el crecimiento. Especial cuidado con el abuso de poder y la influencia, más que nunca es necesaria una ética clara en este sentido. En relación a Janet, no solo ha sido una persona esencial en el desarrollo de mi ministerio sino que ella también ha desarrollado el suyo propio. El objetivo sigue estando por delante, la predicación del evangelio y la necesidad de ser una nueva criatura, aceptando cada día los principios del reino de Dios.

Alberto Guaita y Maite Son 37 años de servicio, pero toda una vida en la iglesia. Desde los 9 años quise ser pastor. Los años, los consejos de iglesia y las comisiones de nombramientos pusieron en mí responsabilidades diversas que me llevaron a 25 años en la administración, aunque siempre consideré que eran un accidente en mi carrera. Todos cometemos aciertos y errores, el que no comete errores es porque no toma decisiones. Pero sin duda, las bendiciones más importantes son las que van por dentro. A los 16 años, siendo director de jóvenes en Zaragoza, conocí a Maite, mi esposa incondicional y, por lo menos, la mitad de mi ministerio en todas las etapas. Nuestros hijos son nuestro mejor testimonio. Los tiempos que tenemos delante de nosotros no van a ser más fáciles, y vamos a necesitar mucha confianza en el Señor y mucha fraternidad, para ayudarnos en vez de juzgarnos o criticarnos. Ojalá que se cumplan estas palabras: «estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Fil. 1: 6).


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