22 | El Penquista Ilustrado / Reportajes
Concepción, Miércoles 8 de julio de 2015
Tulio Mendoza Belio, poeta nacional
Un indagador de la realidad • Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua desde 2007, ganador del premio “Baldomero Lillo” de Artes Literarias (2011) y presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, filial Concepción, son algunos de los logros y distinciones que ostenta el poeta que llegó de Rancagua a estudiar a la ciudad penquista.
Por Alejandro Torres C.
“S
ólo la experiencia me hace ver almas bellas, diferenciar entre las calles, las voces, el bullicio, un peso particular, una fragancia que marca territorio, que define su perímetro, que pone límites a la ausencia”. Estos versos, pertenecientes al libro “Alacrán de la belleza”, fueron escritos por quien naciera un 24 de agosto, al igual que Jorge Luis Borges, destacado poeta argentino. Es Tulio Mendoza Belio (57), quien considera una “choreza” atribuirle a esta fecha una significancia mística. O mejor dicho, y tal como citó al francés Charles Baudelaire, una cierta correspondencia entre seres humanos. El peculiar poeta, quien además tiene más de 900 poemas a su haber, es un hombre sencillo y extrovertido, de palabra fácil y muy acostumbrado a citar a los grandes literatos de la historia. Es un hombre alto,
pero jamás intimidante, pues, tanto su semblante como también su actitud, invitan siempre a una amena e ilustrada conversación. Su madre, cuando niño, le cantaba canciones del flamenco español, incentivándolo, inconscientemente, al mundo de las letras mediante la línea melódica de las palabras; y su padre le daba una pequeña mesada, la que le alcanzaba para comprarse vinilos. “Los elegía sólo por sus carátulas, sin saber lo que había adentro, y me estaba llevando a casa los conciertos de Vivaldi”, detalla el poeta, quien se autodenomina como un indagador de la realidad. Época estudiantil Cuando niño era mal alumno, un tanto desordenado y tenía malas notas; pasó por tres colegios distintos. De primero a segundo básico, Mendoza estuvo en la Escuela Nº 3 de Rancagua; luego, de tercero a cuarto fue al Rancagua College. “Mira qué estupidez más
grande ponerle College a un colegio de Rancagua”, expresa, entre risas, Tulio Mendoza. En quinto año llegó al Instituto O’Higgins de la Congregación de los Hermanos Maristas, establecimiento al que agradece la educación que le brindaron. “Me sirvió para ser lo que hoy soy”. Su mundo cambió una vez que ingresó a la Universidad de Concepción a estudiar Traducción Francés-Español, donde se dio cuenta que Rancagua no era el centro del mundo, pero con el tiempo, dicho cambio lo benefició. “Concepción fue para mí un hervidero propicio para llevar a cabo mis ambiciones”. Por ese entonces, el rancagüino gustaba de la buena música y la orquesta sinfónica de la UdeC se convirtió en uno de sus gustos predilectos. Años más tardes, Tulio Mendoza ingresó al magíster en Artes con Mención en Lingüística, el que, por ingratas razones, no pudo terminar formalmente. “Yo quería hacer una tesis basada en la teoría de
la traducción, pero no hubo profesor que me ayudara”, mencionó. Ahora bien, la situación no frustró para nada al poeta. Su amor por las letras Con “Primer Ceremonial” inicia su carrera en el mundo de la escritura en 1976, sin saber entonces lo que se le vendría por delante: más de 32 distinciones por sus creaciones literarias. Mendoza, tal como ha confesado por ejemplo para el Diario El Sur, aborda recurrentemente la sensualidad en sus obras. “Estar desnudo se toma como una vergüenza, porque se piensa en el sexo, en el erotismo, que es el sexo culturizado”. La poesía del nativo de Rancagua, según su propia apreciación, es una forma más sana y natural de ver el cuerpo, dejando fuera el pecado y la perversión. El libro, para el autor de “Alacrán de la belleza”, es una herramienta de cultura que nos lleva a otro mundo. Cuenta que uno de los primeros que leyó
fue “El extranjero” de Albert Camus. “Me daban ganas de agitar y mover al personaje principal que era un indiferente con la vida”. De la dictadura, tema obligado a la hora de hablar con un artista, recuerda que impusieron una censura torpe e ignorante. Con una sonrisa recuerda el hecho de que se haya prohibido un libro del cubismo, pues los gobernantes de aquel entonces pensaron que el texto enseñaba las doctrinas del país caribeño, en vez de graficar el estilo de Pablo Picasso. Él mismo reconoce haber utilizado la ignorancia del censurador, plasmando en sus obras una máscara cargada de retórica y embellecimiento lingüístico. Para Tulio Mendoza Belio, el mejor libro de un poeta es su vida. Cada obra publicada es una estación en la que el hombre se detiene. Para que un poeta como él suelte la pluma, tendremos que esperar, pues, el mejor libro de Mendoza, no está aún escrito.