Penumbra

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PENUMBRA

Alba Tzuyuki Flores Romero Premio Estatal de Cuento "Beatriz Espejo"


Alba Tzuyuki Flores Romero

Perfumería Te conocí en la tienda, te recomendé una fragancia con notas cítricas. Me invitaste a salir. Fuimos a un bar que no conocía y me enajené con tus ojos; bebimos y platicamos a gusto . Nos marchamos después de las tres de la mañana, pregunté a dónde íbamos, propusiste tu departamento. Cuando encendiste la luz de la estancia noté que casi no había muebles, típico en la casa de un hombre soltero. Pasamos directo a la recámara. Me senté en el sofá de piel y tú en la orilla de la cama cubierta con un edre dón negro. Me ofrec iste vodka con esencia de vainilla; acep té aunq ue ya había sobr epasado mi límite. Al rato, preguntaste sin rodeos si tenía ganas, pens é que eso estaba bien, cuántas veces yo había ocup ado la engorrosa seducción con las mujeres, porq ue con ellas hay que ser así, no ir directo al punto, sino dulcificar las cosas, convence rlas. Contesté en silencio quit ándo me la camisa y aflojando mi cinturón mientras entrabas al baño. Cua ndo regresaste ya me había metido entre las sábanas y tenía la cara sobre la almohada tratando de ocultar esa sensación tan extraña que provocaba un pantano en mi estómago y el temblor en las piernas que jamá s supe si era de frío o de nervios. Escuché ento nces cóm o arrojabas el pantalón y la cham arra sobre el piso. Durante el corto silencio que siguió estarías desa boto nand o la camisa y desh acié ndot e de lo demás. Con un rápido movimiento hiciste a un lado las sábanas y así me dejaste adivinar la prisa que tenías. Suspiré al sentir la piel de tu pech o rozar la de mi espa lda y tu aliento hund ido en mi nuca. Preparabas el terre no besa ndo mi cuello y mord isqu eand o mis oídos. Tus manos emp ezar on a recorrer primero mis nalgas, luego la entrepierna. Debajo del 11


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edredón negro y dentro de las sábanas tu piel morena se¡ sta laba en la mía más bien descolorida. Me giraste suaveme n • nte y me besaste. Al terminar fuiste al baño. Aproveché para levantarme tirme y gritar que me iba. Saliste, buena ocasión para admir~~;spiernas duras, el pene egocéntrico y tu estómago firme. Te hab~s el lunes, me dijiste y guardé la sensa~ión de tus labios en mi boc: por una semana. El teléfono de la tienda no se dignó a ofrecerme tu voz. Pensé que te convertirías en una historia inconclusa en un mero incidente. Así sería mejor, aunque deseaba que t~ aroma me perteneciera un poco, que tu estancia a mi lado se prolongara, que tu pecho tonificado se dejara besar una vez más. El jueves siguiente llamaste al fin, al oír mi voz preguntaste si nos tomábamos un café. No iba a negarme, necesitaba verte. Cerré temprano, tomé el auto y manejé para ir a encontrarme contigo. Llegué. Estabas ya esperándome. Vestías jeans, playera OP y tu chamarra Náutica. Olías exquisito. Black Xs, por supuest0.1 Charlamos, me contaste que saldrías durante dos semanas a un congreso. Pediste que me fuera contigo. Maldita seaJ no podía. Tengo trabajo, compromisos, te dije. "Si quisieras sería fácil, podrías dejar un empleado a cargo", alegaste. Nuevamente dije no puedo y noté la tensión en tu rostro. Por supuesto que eran pretextos, nada relacionado contigo, cuestiones que yo no había arreglado. Fuimos de nueva cuenta a tu casa. Me hiciste el amor con más violencia que la primera vez. En ningún momento quisiSte mirarme. Probablemente se trataba de una especie de venganza. Empujabas, bufabas y yo me deshacía gozando el castigo en aquel cuarto. Ni siquiera usamos la cama. Nos revolvimos sobre la alfombra, sin más preámbulo, sin palabras, sólo gruñidos, sudor, mordiscos. Después de aquello no nos vimos durante casi un mes. En ese tiempo pasé un par de ocasiones frente al edificio do nd e

tu departamento y sentí ganas de bajarme del auto, abraestá . S , d 1 zarte y dejarme llevar. Pero no tuve el coraJe .. egu1a e argo con las manos húmedas sobre el volante y las piernas temblando estúpidamente apoyadas sobre los pedales. . Recuerdo que una noche, mientras bajaba la cortina del negocio, te apareciste con un hola y tuve que contenerme para no darte un abrazo que durará más de lo normal porque el empleado no se había ido y aún había algo de gente en el centro comercial. Salimos cada quien en su coche. Tomamos un camino distinto al acostumbrado y después de dejar afuera mi auto, fuimos en el tuyo a un motel sobre carretera, pediste un cuarto y subiste primero a la habitación. lmpacieflte, subí detrás de ti. Tenía muchas ganas de recorrer con mi nariz cada espacio de tu piel. Esa noche terminamos muy cansados. No pensé que tuviéramos tanta imaginación. Acurrucados en esa cama de sábanas a rayas, en ese cuarto que apestaba a pinol, empezaste a hablar de lo difícil que es mantener una relación en estos tiempos, de nuestra incapacidad para el compromiso, de la inconstancia. No sabes cuánto deseé ponerme a tu disposición, confirmarte que sería sólo para ti y mencionar mi deseo de que tú fueras solamente mío. Tenía tantas ganas pero no iba a pedir algo que no podía dar. Lloré un poco, en silencio, dándote la espalda. Nos quedamos dormidos. Al otro día desperté muy temprano con el pretexto de abrir la perfumería. Tomé mis cosas y puse en tus labios un beso tenue que sirvió para despertarte. Cerré la puerta pensando que tal vez sería mejor ya no verte. Ante mi incapacidad de controlar la situación pedí a mi ayudante que me negara si llegabas a hablar. Lo hiciste probablemente tres o cuatro veces y yo casi tenía que amarrarme al mostrador, al lavabo, a lo que fuera con tal de no correr a contestar el teléfono. Por suerte, nunca fuiste a buscarme al centro comercial, eso hizo más fácil que me hiciera a la idea de que lo nuestro no iba para ninguna


Premio Es tatal de Cuento 2011

Alba Tzuyuki Flores Romero

parte. Seguí con lo habitual, mostrand~ fragancias, negándome olvidándote, olvidarte era una negación de mí mismo, d 10 y siento. Renega ba de_ t1,. pero as,, deb' ser, continué ene la que asfixiante rutina del trabaJo. casi las diez, el cansan . Llevaba la ventanilla abierta, eran CIQ · T , iba prensado a mi cerebro. Recog1 a ,at1ana en su casa, no hab' , ar de su arniga mamos a v·1ps o a.1 b rumbo fijo, seguramente ·' porque nunca pasábamos de es?s lugares. Mire a mi derecha ella me pidió que la besara. Lo h1c~ de r:nala gana y dejó de opl mir los botones del estéreo. Voltee hacia el otro lado y mientras pisaba despacio el acelerador te vi a punto de cruzar la calle, reconocí de inmediato esos hombro s, tu rostro de piel morena 1 la forma de vestir. Precisamente hoy que no quería verte te aparecías como un espejismo al lado del camino . Seguramente olías al Black Xs de Paco Rabanne. Tu cabello estaba desordenado. A mí el desorden musical de Tatiana me tenía hastiado y ahora me encontrabas con ella, después de darle un beso casi a la fuerza, obligado, inarmónico, igual que el perfum e que usa. Sentí cómo tu electricidad se apoderaba de mi column a vertebral. Algo oprimía mi estómago, tal vez era la vergüe nza de saberme un

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cobarde y no dejar mis estúpidos prejuic ios. Odié tanto la bruma del Chanel de Tatiana que me hostigaba y de nuevo, aguas pantanosas hicieron un remolin o en mi estómago. Avancé un poco más y toqué el claxon. Levantaste la mano en señal de adiós, Tatiana me preguntó: "lQuié n es, amor?"

Calle Acabaron de hacerme el manicure como a las cuatro. Había ·do un día fastidioso en la oficina y lo único que ansiaba era ~i'egar a casa y acostarme. Fui h~cia la calle ~onde había dejado el coche. Di vuelta en la esquina y observe que mucha gente caminaba en los alrededores. Seguramente había algún festival en el parque. Sentí escalofrío al pensar que sería una odisea salir de ahí: embotellamiento, calor y grupos de cinco o seis personas queriendo atravesar sin fijarse, atiborra ndo las calles. Entré al auto, metí la llave en el switch, respiré profund o, me miré en el retrovisor y cuando estaba a punto de ponerm e un poco de labial, unos toquido s sobre el cristal de la ventana me sobresaltaron. Una mujer, de cabello corto y facciones toscas trataba de decirme algo. Bajé la ventanilla. -Señor a, disculpe, es que ahí está el cuaderno de mi hijo. -lQué ? -le dije, pensando que tal vez la mujer vendía algo o estaba pidiend o dinero. -Que ahí está el cuaderno de mi hijo -y señaló con el dedo índice hacia la portezuela trasera. Apagué el auto y me bajé. Seguía sin entend er a la mujer. Iba acompañada por un niño como de siete años, de tez más clara que la de ella y con los cabellos parados. -Es que el niño estaba haciendo la tarea y dice que dejó el cuaderno ahí. Me agaché para mirar debajo del coche. No había nada. Abrí la portezuela de atrás, pensando que tal vez el niño había logrado meter, de alguna manera, el cuaderno por una ranura . . -Pues no, no hay nada -le dije, querien do subir al carro y aleJarme cuanto antes de ahí, qué tal si la mujer era una anzuelo para quitarme el auto, sentí escalofrío.


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-Ya ves, no está -dijo su madre jaloneándolo del br El niño lloró con más fuerza. azo. -Ahí lo puse -balbuceó. Volví a agacharme, quise ver si el cuaderno estaba d . debajo . de alguna llanta. etrás o metido -No, no hay nada. ¿seguro que lo traías? -Sí, seguro -respondió la mujer-. Estaba haciend . , cantando planas mientras veíamos a Ios que están en elo sus · ·1o, no hace Ia ta rea, ademas ' el cuadernoparque .. . s,· no 1o v,g, , 1o b',en, seno, - es que s,. no, 1o van a regañar e era nuevo. Busque .. na1 escuela, 1a maestra me d110 que ... Abrí otra vez la portezuela trasera; es más, abrí todas. La señora buscó con la mirada en el interior. Ninguna de las dos, encontramos nada parecido a un cuaderno. -Tal vez lo dejó en su casa -dije suspirando, mientras volvía a cerrar el auto. -No, sí lo traía -enfatizó la madre-. A ver, ldónde Jo pusiste? -Ahí... ahí -respondió el niño señalando un lugar inexacto cerca de la llanta trasera izquierda. Me subí al coche y lo hice para adelante. -A ver, búscalo tú -le dije. El niño se hincó cerca de la puerta de atrás, tocó el piso junto a la llanta, se levantó, rodeó el carro, palpó debajo de la carrocería y, finalmente, se agachó para mirar la parte trasera. Se fue metiendo entre el pavimento. y el coche. Busqué en mi bolso un cigarro, me estaba desesperando, además, quién sabe si no esa señora qµería asaltarme. -lJuan, ya lo encontraste? Sal, que la señora tiene prisa. Pero no salía. Tiré el cigarro y me asomé debajo del auto. -lYa?-dije secamente. No estaba. La mamá empezó a buscar a su hijo no sólo en el pavimento, alrededor del auto, en una zapatería de enfrente, luego en el parque donde sólo quedaba un poco de gente desperdigada; miró en los prados, cerca de las fuentes. Yo me

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. las tiendas cercanas. Quizá con sue rte, alguno de los ~méteesnal festival se lo había llevado, pensé, aunque luego me asisten . de remordimiento. .. 1 dio a1~o 1 - ra buscaba angustiada a su h1JO en 1os aMientras a seno b' 1 1 1 llamaba localicé dentro del bolso el la ,a pero mac~nes y:e resbaló' de las manos, rebotó en mi pie y quedo :1 auto. Al agacharme, no lo vi. Ya no quise buscarlo. Subí al coche y me largué.

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El olor de la canela Rubí tiene los ojos rasgados, la nariz respingada y el cabello rizado, quizá un poco más que el mío. Sabía de su aroma dulzón porque lo había olido muchas veces impregnado en sus suétere y vestidos, pero ayer lo comprobé, toda ella huele a canela. Sól~ ayer hice caso a mi instinto reprimido. Llegué a la casa después de haber ido a entregar los avances de mi tesis sobre Efraín Huerta y ahí estaba ella, sentada en la sala, me dijo que no había nadie, que me estaba esperando pues quería mostrarme una tarea. Caminé hacia la mesa, toqué apenas su hombro, me senté a su lado. Ella escribía un algo, cuando terminó, lo leyó pero no lo escuché. Giré el rostro para verla mejor, sus fosas nasales se abrían casi imperceptiblemente mientras hablaba. Me preguntó si me había gustado el poema. Encogí los hombros y acerqué mi rostro a su cuello alargado. Fue un movimiento sutil, casi accidental. Su olor a canela me provocó un espasmo en el cuerpo y una incipiente erección. Sus labios delgados me llamaban sin pronunciar mi nombre. Entonces me acerqué más a su cuello y al notar que no se apartaba seguí rumbo a su boca. Me miró de reojo y preguntó qué haces. No respondí, la besé y me estremecí, la sensación era mejor de lo que durante largo tiempo imaginé. Vinieron a mi mente un remolino de recuerdos: sus labios, sus abiertas carcajadas cuando jugábamos en el patio echándonos agua, la sangre que estuve a punto de lamer de su rodilla raspada cuando se cayó del columpio y las veces que bajaba de la litera para asomarme a su cama y acercar mis labios a su boca para sentirme derribado por su aliento mientras ella dormía. Hermana, dieciocho años de tenerte cerca, de observar cómo te desvistes para ducharte o espiar mientras te cambias en tu cuarto con la puerta un poco abierta. Fue muy duro crecer,

no sa bes 1as veces tener que , dormir en habitaciones separadas, que llore deseando volver a mirarte dorm,·r y ah ora por fiin pueLe acaricié el muslo, sub', su fald a, m,· mano do tenerte, , pensé. . R b' · ·, se encontro con . su vulva tibia y húmeda · lnmóv·,1 , u I s1gu10 entregada a ~1s manos, entonces la llevé a ponerse de pie y literalm~~te met1, la nariz en su cabellera ensortijada, el aroma me venc10, quede a su merced como cuando niños me abrazab para pedirme un dulce y en mí despertaba un estremecimient~ que nacía en la nuca, que recorría mi espalda y se instalaba de pronto en mi entrepierna. Entonces recorrí sus hombros, los brazos, la cintura. La estreché contra mí tomándola de las nalgas. Le gustó, sé que se dejó llevar también por las ganas. La conduje a su cuarto, aventé los osos que tenía sobre la cama, le subí la falda y le quité la blusa. Toda ella olía a canela. Bestial embestí una, dos, tres veces. Gimió de manera apagada, creo que alcancé a ver alguna lágrima de placer queriendo salir de sus ojos. Seguí con lo mío. A punto de venirme, me salí y eyaculé cerca de su ombligo. Se me quedó viendo, no supe si con satisfacción o reprochando algo. Me levanté y fui a darme un baño. Tenía impregnado su aroma en mi piel. Nuestra madre podría darse cuenta. Tallé mi cuerpo hasta quedar rojo, pero fue inútil, el olor no desapareció. Opté por salir de la casa y regresar ya entrada la noche para evitar que mi madre me oliera. Antes de irme vi a Rubí vestirse torpe y apresuradamente. Le dije vengo y me largué. No he regresado a la casa; sigo pensando en lo que pasó. Siento en las palmas de mis manos su piel suave, veo aún sus ojos casi inocentes, como cuando tenía diez años.

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Premio Estata l d e Cuent o 2017

Alba Tzuyuki Flores Romero

Juego Me Un viernes para morirse encontré a Martincito en el chat. arseª encantó que fuera argentino y estuviera a punto de mud menes México por la joda en su país. Veintiún años, sólo cinco que yo. En ese momento creí que sería apetitoso. tiLe pregunté por su aspecto con la idea de que los argen cabello nos son muy atractivos. Respondió: moreno, ojos cafés, caliennegro, 1.71, delgado. Nada del otro mundo, pero si era 1

te, qué importaba. y #Soy un comelón. Te lamería todita", escribió una vez, lengua yo entonces me toqué la entrepierna pensando en su ponía complaciente, en la verguita palpitante. Si por el chat me tan cachonda, lcómo sería teniéndolo junto a mí? Juan apareció en la casa a las nueve. Le preparé cualquier a acoscosa y vimos un rato la televisión. Me dio un beso y subió en tarse. Yo tuve que meterme dos dedos en el baño pensando Martín Martín. Alguna ocasión, en uno de sus mails calentones, o". Mi escribió: "Hoy pensé en ti y el cabezón se puso tre-men-d imaginación volaba. lDe verdad estaría tan bien dotado? da Le gustaba la música de lllya Kuriaki. Demasiado aloca mpopara mí. Juan y yo no pasamos del estilo "adulto conte sentiría ráneo". Me contó de los kolla y me pregunté qué se de la coger con un indio argentino. Además, el pibe era amante ía (más cerveza. Me contó que después de seis Quilmes se perd an fácil desinhibirnos así, pensé). En su casa, los asados significab esos borrachera. Besos borrachos, qué delicia. No probaba de etílicos desde la universidad. Ah, qué tiempos aquellos. Besos tan Y~chondos. Qué distinto sería el argentinito de mi Juan, cuidadoso en su forma de beber.

a Por fin, en un correo me avisó la fecha de su llegada. Ahor o: sí iba a experimentar las posiciones que recomienda la Cosm ín las tijeras, pierna al hombro, la carretilla y la ranita. Con Mart le No pensaba gritar como nunca había gritado con mi marido. un día mencioné que era casada; inventé que tenía novio, por si se le ofrecía un trío. Nunca había engañado a Juan, siempre nos habíamos teaba nido mucha confianza. Compartíamos todo, no me ocult s, cuánto ganaba, él sabía dónde estaban los papeles importante tras yo conocía la clave de su tarjeta, hasta compartíamos nues llamar contraseñas del correo; vamos, detallitos que uno podría pero personales. Hablábamos siempre de las cosas de la oficina, veía de mis necesidades no porque siempre llegaba cansado; me . nada si cachonda, deseosa, acariciándome las tetas y él como ba Cuando quería aplicar los consejos de mis revistas no logra rme ponerlo a tono y me dejaba con las ganas. Llegué a senti no le como un mueble. A veces he llegado a preguntarme si ya a lo gusto, o si no le gustan, en general, las mujeres, porque nunc pasan he visto coquetear con alguna, verles las nalgas a las que que por la calle. Me agradaría mirarlo platicar con alguna, ver o en le guiña el ojo. Eso me haría sentir que tengo a un mach uier casa, un tipo atractivo que es capaz de levantarse a cualq es un tipa. Pero, a pesar de su indiferencia consuetudinaria, Juan esposo ejemplar. El domingo anterior al encuentro estuve a punto de cancelar Juan los planes. En el desayuno, hablando de quién sabe qué, infarto. comparó a Pedro Infante con Carlos Gardel. Casi me iba a lSospecharía de mi plan de aventura argentina? Pero no la ofiechar a perder mi cálida cita con el pibe. Juan estaría en tar. cina y Martincito y yo con tiempo de sobra para experimen les. Llegó el día. Compré la Cosmo en un puesto de los porta zapatos Llegué al McDonald's diez para las cinco. Llevaba los as de de punta, los más altos que tengo. Se me veían unas piern Antes verdad excelsas. El escote profundo le abriría el apetito. 21


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A/ha Tzuyuki Flores Rom ero

ga ya estaba mojada. Ene nd1, de entrar al local sentí que mi tan ó una hora. Empecé a ex ptorar un cigarro y hojeé la revista1. Pas · muchacho • o, cua1quier . tip · ad a e11ugar. Cua quier con la mir able. Paré bien la oreja, pudiera ser él me parecía encam entino, pero los minutos detectar alguna pista del acento arg és de picotear la carne d ~guían pasando y no aparecía. Despu hacer tiempo, me desesper: ª a par o sól dí pe e qu sa gue bur ham jado plantada y muy calient y de ía hab me rón cab y mu El fui. me e. ' No hab'1a mensaje de Martín, nin-e. ect con me a cas En la cidí cambiar mi contraseña a guna disculpa. No sé por qu é de tir tod o y tener tanta confia;za veces no es conveniente compar del comentario de Juan rescon tu pareja. Además, me acordé ó qu e había estado fuera de pecto a Carlos Carde!. Me pareci rreo de mi marido había pulugar y medio sospechoso. En el co de ver las vergas de algunos ros asuntos de la oficina. Después mputadora y me fui a acostar. amiguitos por la cam apagué la co las cuatro de la mañana, con Juan, lo que nunca, llegó a eso de ón chiquito. Ni tiempo tuve jab a o end oli y a im enc as cop s una ía eso. Quitó las cobijas de un de reclamarle porque nunca hac Sin decir agua va, me volteó y jalón y me sorprendió desnuda. salvaje y deliciosa, hasta que me dio con todo, de una forma

qu~~:

se cansó. de Juan, le dije Martín. Al otro día, en el desayuno, en vez Él sonrió y me dio un beso largo.

Repetir curso asiento. Él le señala la puerInterrogante, Ana lo mira desde su uro y regresa a su lugar. En ta, ella, obediente, la cierra con seg sobre el escritorio están los el pizarrón hay algunos deberes y uelo y la libreta de ella . Las anteojos de él, su sempiterno pañ y el maestro le ha pedido ecuaciones están mal hechas otra vez que le espera, entorna los que se quede . Ella sabe del regaño por debajo de la rodilla no le ojos, cruza las piernas. Sus calcetas de su piel, esa que sí puede permiten sentir la tibieza y tersura disfrutar al meterse a la regadera. y gira un poco la silla en Él respira profundo, se engrandece traje color beige tiene plieque está sentado. El pantalón de su sde su asiento Ana lo mira. gues grandes en la entrepierna. De nos tres veces. En la cancha Ha corregido esas ecuaciones al me tidio, no podrá alcanzarlo estará Beto jugando futbol. Qué fas izá el profesor debería simdetrás de los baños y besarlo. Qu teria y ya. Pero sabe que no plemente mandarla a repetir la ma larla y como además es el va a hacerlo porque disfruta contro dudar de su calidad como subdirector, la gente empezaría a , la única de ese grupo que maestro al no poder hacer que ella estre, aprenda algo. No le sigue reprobando bimestre tras bim tantos años como el mejor conviene perder su reputación de eso las pláticas, las advermaestro de la escuela. Así que por pidió y los regaños, cuando tencias, las asesorías que ella no , pero sabe que le gusta bien podría simplemente reprobarla este juego. ancearse con nerviosisEl pie derecho de Ana empieza a bal o es una lección en la que él mo, quizá con hastío. Sabe que est quién es el maestro, el q~e siempre gana, porque deja en claro que no va a pasar la materia, manda. Qué tanto le cuesta decirle 23


Premio Esta tal <Je Cuen to 2011

viejo cabrón. Pero no. Primero el re año ' despues el discurc,~ g luego el inútil repaso. '.J\JY , . El sigue sentado de lado con respect 1 zando la vista la mira. Ella se da cuenta d o a escritorio. Agu ha tardado más en empezar el sermón eFqul e ho~ el maestr~ · a tan diez · . minutos d . para que termine el receso y todavía no d'ice na a EII 10 . 1os OJOS como si quisiera apresurarlo para repef ª ve a • 1 1 sobre case a ,r ecuaciones de segundo grado. -Entonces, lya me puedo ir? -No -dice él. -,Ay, profe, ya. Me voy a quedar sin receso. El parece buscar las palabras exactas. En algún momento se mesa el cabello rayoneado por algunas canas. Aclara la garganta toma el pañuelo desechable y cuando se dispone a levantars~ para borrar el pizarrón ella le dice remilgosa: -,lMe va a poner más ejercicios? lPor qué tantas largas? El vuelve a dejar el pañuelo sobre el escritorio: -Porque tienes que aprender álgebra, anota. -, No, mejor ya sácatela -contesta ella. El parece sorprenderse con la frase y sin dudar, con movimientos ágiles, se abre la bragueta, hurga entre la tela y toma con la mano izquierda, como siempre, el pene moreno. Ana lo ve iniciar sus movimientos lentos y repetitivos. Para variar, el pr~fe se conformará con eso, no intentará algo más, no puede arriesgarse a perder el empleo. Ahora Ana ya puede intuir cuando él está a punto de acercarse al estallido. Va su turno, piensa Ana Y v~loz, se levanta la falda. El maestro, como siempre, lame con la vista las calcetas, los muslos pálidos. Ana mete la mano entre los osos del bikini y su piel tibia. El dedo índice recorre su clítoris primero lentamente, después con más prisa. Él sigue en lo suyo sentado a un lado del escritorio. La primera vez que le dijo que tenían que repasar algunos temas ella se lo creyó y , . aunque estaba fastidiada por tener q ue que d' arse mas tiempo - d d espues e eIase, lo asumió com d f o una orma e sa 1varse de

. FI nr e~. ~amero

Alba Twyuk1

de repetir curso y eso le gustó, la • 1 él ·amás d . · o ,ne uso • J los extraord~nanos te le dio la seguridad e que cogió la hizo sentir ~m~ort;:.ab : cogérsela. Sin embargo, nos~ la reprobana s1 lo ~d d se fue esfumando cuando vio que él el espectáculo de masturbarse arte de esa segun ad A YP b' conforma o con e" s de revisarle las cuentas. na d . sólo se ha ia b' lo mismo espu ién t e' 1 acelerará el ritmo. Ella tam y verla hacer , . o mamen ue q . , h. spazo se produce entre sus piernas ya sa be en . . a sentir como un c i . I todo el cuerpo. Van a venirse al mismo empieza , . después recorrer e la primera vez, en que él le gano, smo como ~ara L .d I . . tiempo, no como u ce. o ve ue lograron una sincronización agn n q , . la segun d a e 'ibula echar la cabeza hacia atras y entrecerrar 1 , , contraer 1a ma nd o vue al cogera luego que y gritito un ahogará los ojos, sabe que el chorro de semen sobre el pañuelo. Segundos antes de que él explote, ella se detiene pero no saca la mano ~e debajo de la tela. Mira al maestro y hace como que ella también está a punto de venirse. Cuando él cierra totalmente los ojos y el movimiento de su mano se vuelve frenético, ella salta de la butaca, camina hacia el escritorio lo más rápido que se lo permite el calzón de ositos arremangado a la altura de sus rodillas, se deshace de los osos y se sienta a horcajadas sobre el maestro, mirándolo de fre~te. Un calor insoportable pero rico a la vez le pone la cara ~as roja que cuando juega voli o coge con Beto. Entonces aprieta con todas sus fuerzas el pene moreno que tiene dentro, ahoga unos gritos en el cuello de la camisa de él, estalla. Se qued_a unos segundos abrazada del profe, sabe que pasará matemáticas. Reacomoda los osos que se quedaron enrollados en su todo El maestro la • b.1ll0 derecho desarruga su falda y sa 1e comen · esar del receso. , mira absorto. Afuera la chicharra suena para regr


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Tren

Alba Tzuyuki Flores Romero

Vivía con mi abuela y mi tío en un puebl , o polvoso N casa terna un portón de madera, paredes alta · Uestr y un patio central bordeado por ·ardinera Es, techos de v¡ 0 ; 1 s. n ellas · O" la plantaba geranios rosados, blancos, rojos y al rn, abue. colores a los que les decía payasitos. Junto al gun~s de dos la cortina metálica de la tienda donde m· r portan estaba , de bo1a, mueganos, cervezas y pepsicolas L1 io vendía h' e •eles • 1 • era p .t.1 para Jugar, e patio se convertía en el come• doa casa d e, ecta imaginaria donde alimentaba a las muñeca r Le un~ rnansi ón • . era que mientras Jugaba, se me escurrían lágri·s. o mas extr . ano mas que mrao la limpiaba al mismo tiempo que decía· "Pob d .. ue, · re e m1Ja p ya te vendra el consuelo ... " Entonces yo sorbía . · ero , y segu1a correteando reconfortada por las caricias dmis mocos d e sus esgas tadas manos. · ·· .. r~ .t Cerca de . . la casa estaban las vías del ferrocarril y un·ed'f• • I ICIO medio en rumas que era la estación. A veces me gustab a ir la tiendita de mi tío. Atravesaba la sala oscura, abría la p~e~ que conducía a la parte de atrás del mostrador y me asoma ba desde el umbral para ver las vías. Ahí le preguntaba al tío,si había trenes de pasajeros y él, fastidiado porque siempre le salía con lo mismo, contestaba que no, que los trenes ya nada más eran de carga. Entonces yo me metía corriendo rumbo a la cocina para buscar a la abuela. Ella, más comprensiva revolvía mi cabell o con su mano, luego, después de mover los frijoles me decía que sí, que aún había trenes de pasajeros que pasaban de vez en cuando y que seguro alguno llegaba hasta la capital. Mi tristez a se opacaba entonces y los días se hacían más cortos. Por las noches, soñaba con trenes de asientos lujosos y gente sonrie nte. Sin embargo, había ocasiones en que me despertaba sobres alta26

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da y al abrir los ojos podía ver a la abuela acercarse a mi cama e inclinarse para darme un beso. -Ya te vendrá el consuelo. Así pasaban los días, yo corría por la casa, jugaba en el patio, les hacía la comida a mis hijos de plástico, atravesaba la sala oscura; salía de la tienda y me asomaba a ver las nubes de polvo ue se levantaban cada vez que los esporádicos trenes de carga q pasaban por ah'1. • . •, Al cumplir nueve, m1 abuela hizo un pastel que cubno co~ chocolate derretido. Mi tío sacó tres pepsis de la tienda y m1 abuela insertó su anillo de oro en la vela antes de que yo la apagara. "Para que se cu~~la lo que pidas", me dijo y ento~ ces cerré los ojos y visualice la palabra consuelo. No enten d1a bien su significado, pero como mi abuela siempre la repetí a, se me hacía una palabra mágica. Soplé con todas mis fuerza s. El humo que se desprendió de la vela fue a ennegrecer más el aire colgado en medio del comedor. Acabé con el pastel como si fuera lo único que comería en días, me embadurné el rostro con chocolate y contenta, me fui a dormir. Al día siguiente, mientras la abuela regaba los geranios, fui corriendo a la tienda para ayudarle al tío a abrir. Llegué cuand o estaba levantando la cortina, tomé la escoba y me puse a barre r la banqueta. Entonces apareció el hijo mayor de doña Amalia, la vecina. Traía una camisa de cuadros y se había puesto brillan tina en el pelo. Se dio cuenta que lo veía y al salir de la tienda con dos cervezas en las manos, volteó, me miró de abajo arriba y guiñó el ojo. Sentí la cara caliente, solté la escoba y entré corriendo a la casa. Regresé a la tienda. Mi tío jugaba un solitario de dominó. Me asomé a la calle. En la banqueta seguía tirada la escoba. La fui a levantar sigilosa. Al alzar la vista me encontré con un tren que parecía estar suspendido sobre los rieles. Era más oscuro que el chocolate del pastel. Atravesé la calle para acercarme y oí como chirriaba. 27


f'remio Estatal de Cuento 20 17 Alba Tzuyuki Flores Romero

uía jugando d . Giré en dirección a la casa. Mi tío seg sonreía mientras ~~'~6. La abuela se asomó a través del portón, reado. Desde la e ~ra. ba sus manos serenas en el delantal flo ,na para buscar la mirada de mi abusq,u ea Clemente me veía. Volví . · -E se sí es de pasaJeros. . Pensé en la 1 Mis piernas flacas aceleraron hacia el tren so e. , pero sobre todo, en la dad de mi tfo, en los ojos de Clemente ar mir se qui No ve. d etu ternura de la abueIa, pero no me b' 'd atrás hu 1era , o. á · 11 ' me s 1 · Jam r, ora vera a porque sr

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Cambio ino? No, no se alarga, así Rayos, ¿por qué se alargará tanto el cam sancio. Rocío lleva lentes le parece. Probablemente es sólo can pegados y botas blancas oscuros, blusa azul turquesa, pantalones que llegar a casa. Hablará hasta la rodilla. Su paso es firme. Hay Ricardo. No, no, no. Si por teléfono, ko n quién? Podría ser con a, a beberse el bar comviene, va a causar un alboroto en la cas y Samantha. Pero tendría pleto. Mejor hay que hablarle a Martina lada y agua de jamaica. que prepararles unas galletitas con merme de la gente que pasa Rocío sigue andando. Intuye la mirada tea a verla se da cuenta junto a ella; cuando algún conductor vol s la ven. de inmediato. Es más, hasta las mujere s. Esos zapatos están De vez en cuando mira los aparadore puntiagudos. Piensa que bien, aunque quizá deberían ser más a usarlos en alguna cena hace tiempo se los habría comprado par simplemente, le parecen formal sin ningún problema; ahora, aburridos. marca ahora desde Ve su reloj. Son cuatro y media. Si les nto a las cinco, cinco y su celular, las tendrá en el departame mis zapatillas, sacarán cuarto. Hojearán revistas, se probarán mis vestidos, todo en la mis blusas y copiaran los modelos de un par de lámparas. Sin comodidad de la sala y alumbradas por cionado para disfrutar, duda su departamento es un sitio acondi rarle a los de abajo. Ya para vivir. Por cierto, hay que pasar a cob deben dos meses de renta. e en una banca. RoAtraviesa el parque. Una pareja discut Sí, déjalo ahí sentado. El cío ve cómo la muchacha se levanta. ca y, de un tirón, la vuelmuchacho agarra de la muñeca a la chi hacer. Sigue caminando. ve a sentar. Ni modo, qué se le va a no hablarle a Martina Se siente molesta. Ah, tal vez sea mejor 29


/tem10 6 1,ttdl de Cuento 20 I 1

son tan ruidosas. Mejor voy a zambullirme un ni a samantha, , d to en la alberca. 0 udó un poco. Roc1 . tarde la ón marr es color de llena sol El ra ía meterse a la alberca. Con eso de que 1a ven ~~oo~ ·a mucho ... Sí, por supuesto que se lo habían baj temperat ura tener una alber· ·ma no sirve para darse .el gusto de . dieho: este Cll y ella Pero ;y qué? El doctor había pedido cambios rotundos nueva, :~ple~ente cumplía. Cabello teñido de_violeta, ropa cuparse edificio nuevo, vida nueva. Ahora ya no tiene que preo ro y por por nada. Con lo que cobra por el departamento del cent en ser el edificio vive con desahogo. Bueno, las cosas no pued el agua . perfectas. Su sala huele a humedad, de repente se filtra o que no Pero de eso no tiene la culpa. El ingeniero le había dich habría ningún problema. Lo demandará. to Al llegar a la puerta del edificio, Rocío decide subir direc urge ir a su casa. Tal vez más tarde le cobrará a los de abajo. Le . a la habitación, sacar su traje de baño y meterse al agua ros. Entra al cuarto, se quita la mascada y los lentes oscu mientras Abre un cajón del closet, saca el traje color verde y no le se quita las botas y el pantalón ajustado, recuerda que tones . gustaba mostrar las piernas porque se le notaban los more , pero supe..La terapia durará tres meses, tendrá que esforzarse á de la rará esa etapa indeseable. Bueno, por lo menos aprender experiencia", dijo el doctor. o el Sin duda había perdido tiempo con el divorcio, lueg centro, papeleo, después quitarle a Jacobo el departamento del intento lograr ~ue pagara por daños y meterle la denuncia por Había de asesrnato, conseguir que también le diera el edificio. sy que recuperar ese tiempo. Rocío interrumpe sus recuerdo I ¡ b sale de la habitació n, su e a esca era de caracol y al llegar se ' encuentra con su ma ravi·11oso capri.cho: una piscina de tres por ocho metros y dos de prOf d'd 1 ªd cubi.erta por láminas traslucidas de 1• bonato por un . aqu II O d 1 po 1car e e cambio de temperaturas. Simplemente divina. 30

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saca Se quita las sandalias, mete un pie en el agua y lo hace frío rápidamente. Pero el valor es más fuerte y aunque que se se sumerge poco a poco. A través del techo, ve el sol ezar de pierde en la tarde. Qué, gran cambi~. Había que emp ida y fea, nuevo. Jacobo ya no está. Ya no le dice que es estúp pero siempre con su cantaleta de tienes cuerpo de tentación en las cara de arrepentimiento. Ya no la golpea ni la humilla acabó. cenas de negocios a las que tenía que acompañarlo. Se salir del Fueron veintidós años de martirio y diez tratando de los cuales hoyo, ese tiempo no regresará. Ya no hay niños por niños han tenía que aguantarse y soportar degradaciones, esos sol miencrecido y ya no tienen que ver a mamá con lentes de hizo su tras preparaba la comida. Uno se fue a estudiar lejos, dos hijas propia vida, regresó, lleva un buen matrimonio y tiene do, es tan lindas .. . La otra también se sacó un diez con su mari guapo pero tan alocado. , Suena el teléfono. Rocío sabe que son Martina y Samantha que la sus nietas. Han de querer venir a darse un remojón. lNo abuela está loca por tener una alberca?

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Hechizo la .llave de control y.tomó Luisa Valdés en el libro .stró . . Se regi como • , el muchacho. Tras abrir la puerta sus OJOS mspeccioque le 01rec1a naron la habitación. No se parecía a la de un _motel de carretera, e había estado con. Ismael. Nr. a eso. llegaba. Pero de esos en los qu hacia fa ía gastar más que lo necesario. Fue casr corriendo pod d , . S ' no y dejó su maleta junto al buro. e trro con pesa ez sobre fa cama colcha deslavada. Miró las cuarteaduras en el techo y se acordó de los nudillos y las manos de Ismael. Dejó escapar un largo suspiro. Extrañaba su sonrisa abierta y sus ojos de niño. Quería dormir pero recordó que no estaba en la seguridad de su casa, ni arropada por los brazos protectores de Ismael. Aspiró el olor a humedad del cuarto, se levantó; descalza fue hacia la ventana. Fuera, la luz iba palideciendo. Vio la calle gris, desierta. Estaba en el único sitio que se le había ocurrido para ir a pensar; en su mente se intensificaba el brillo imán de los ojos de Ismael, se agolpaba su aliento como de olas... Tomó la maleta y la puso sobre la cama. Sacó una cajetilla de cigarros. Fumó asomada a la ventana, como esperando que alguien apareciera en mitad de la calle. Recorrió la habitación con la vista. Le disgustó la mancha de humedad que ocupaba más de la mitad de la pared a su derecha. Encendió otro cigarro, se sentó en la silla que estaba cerca de la ventana y cruzó las piernas. Su pie izquierdo se balanceaba con nerviosismo. Lamentó que en la maleta no hubiera guardado un barniz de uñas. Todo por sali~ corriendo, aunque sabía que ese tipo de escapes sirve para meJorar el estado de ánimo. Pero ese no era un viaje, se corrigió, se trataba_ más bien de una huída. Los viajes tienen regreso. . lmagm~ba la reacción de Nacho cuando notara su ausen, o. Qué lástima que no cia. .Aprensivo, exage rado, h"rpocondrrac pudiera verlo preocupándose ahora.

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Pensó que no era culpa lo que la había llevado hasta h' Era indispensable deshacerse del_h~chizo, como ella lo llama~~," evitar el desamor. Desechar 1~ pocrma antes de que se agotara. Claro, hubo detalles que curdar. Previamente vació la cuenta que tenía en el banco, después compró una maleta y ropa nueva, dejó el coche en _una pensión. La huída no podía esperar. Antes de que apareciera la vergüenza, pensó. Antes de que vinieran los reclamos de Nacho y de la familia. Antes de que le quitaran la emoción por las salidas con Ismael y el delicioso tacto de sus músculos morenos. Fue al baño y recordó la última vez. Ella estaba justamente en esa posición, en un cuarto parecido al de ahora, lavándose las manos frente a un gran espejo, viendo su rostro. Él llegó por atrás, sus manos le apretaron los pechos bamboleantes mientras pegaba su cuerpo a las nalgas desnudas. La penetró sin avisarle, embistiendo con coraje, como si ella fuera a irse en cualquier momento. Salió del baño, trepó a la cama y se alzó el vestido. Sin dejar de pensar en Ismael, se quitó la pantaleta. Con los ojos cerrados imitó los movimientos que había hecho sobre él, subiendo y bajando con un mismo ritmo. Sus dedos se abrían paso dentro de la vagina. Empezó a sudar. El grosor del pene de Ismael la saciaba por completo. Pero se detuvo, igual que aquella vez. -Aho ra regreso -le dijo antes de dar media vuelta para buscar el bolso sobre el tocador. El largo cabello negro le hacía cosquillas en la espalda. Al volver, Ismael seguía con el pene erecto y se había puesto una almohada sobre la cara. Ella se acercó y volvió a colocarse encima de él. A punto del orgasmo, vio en su mano el cuchillo. Recordó clavarlo vigorosamente en el pecho lampiño y en ese bulto de carne y vello que tantas veces había acariciado, que en tantas ocasiones lamió hasta el cansancio. Brincó a un lado de la cama. La sangre la seguía ávida de su piel. Lo dejó ahí, tomó el auto y manejó durante horas, no sabía cuántas. Dejó el coche aban33

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al hotel. Con las lágrimas a punto do pu o 11 ó com Se acom odó el t rado en la entr epie rna. donado Y eg S . un orgasmo. a opara evitar el llanto. e ten d", 10 sobr e la de salrr Y . vestido y abrró los OJOS . , espiró profundo. la sobresalto. No quis o, abrir. Espeta puer cama Y r , . 1ª 1 ., Un estreprto en .d cesaran. No movro un so o mus culo hasta , raba que los toqur os , 1 voz de Nacho llamandola. arreglarlo ... que oyo ª , buscando · Abre. Podemos . . -Te están se estaba gris calle La rior. exte el a haci Ella se levantó y miró despintando.

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Divergencia r groserías Ya no se fuma todo s los cigarros ni te regaña por deci de su cabeen la mesa. No ocu pa tu toalla ni deja hebras largas sus cajas; llo en tu pein e. N? pon e tus discos ni los deja fuera de por fin hay silencio d~spués de las on~e. ReMiras en el mon itor los porcenta1es de cada reactivo. muy imporcuer das la vez en que ella tení a que decirte algo personal y tante , enaj enad a por el seminario de superación aratoria. auto estim a que los habí an obligado a cursar en la prep recarga--C omo hay cosas que no debe n callarse ... -dij o . Miraba hada en el bara ndal y desp ués de aclararse la garganta é piensas? cia los prad os y desp ués te soltó un- : Me gustas. lQu a decir: Alzaste las ceja s. Silencio. Des pués alcanzaste qué bien . lY? -lC óm o que qué bien? -dij o ella desc onc erta damiradas Enorme silencio, tan gran de com o el número de ca frunció provenientes de los salones. No supiste qué decir. Rebe toda prisa. la boca y la viste dars e vuelta y bajar las escaleras a de una Piensas en Luis mien tras ves instantáneas borrosas r opción, ciud ad que term ina sien do la única salida, la mejo paredes despues cham ba aqu í siem pre hay. Azoteas, tinacos, sólo gris en casc arad as. Pare cier a que no existen los colores, iones que muc has tona lida des. No llevas la cuen ta de las estac Piensas en te faltan pero tam poc o te preo cupa demasiado. de la línea o él y los lagrimales te pica n. Podrías llegar al final o porq ue el cam biar de dire cció n y el entr ecej o seguiría tens Te sientes un gris de las casa s y tus pens ami ento s te persigue. lo veré jamás. tant o ridícula, tal vez exag eras . Pareciera que no saludable. Reflexionas, desp ués de todo ha sido una decisión ma que aún Saca s un klee nex de tu mochila, limpias una lágri

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Premio Estatal de Cuento 20 17

icionarte. Recuerd no se ve pero que amenaza con tra clase de computa;~~n día en la escuela, después de salir de · Por taba el hum,o y le pediste q ue Ya aquel entonces te moles . ia en la boca y lo arr · no 01 aste fumara. Arrebataste e1cigarro que. ten lo levantó y siguió f o odi con te ver de és spu De . piso al edado con Beto aumando. Molesta, recordaste que habías qu después de algo deunl~ª~o de las canchas de básquet. Fuiste y al demonio gritand ~ tica quiso meterte mano. Lo mandaste esde a Luis, que seguía foumand media cancha y regresaste a buscar . 0 un cigarro y te . st iste ped Le o. d put 1 cóm 1 e a d asa e cerca rmhina e de pasaste a verlo , es cuc aron acabándote la cajetilla.1 Por la tar • . p el por r , • ina cam a n iero sal o arquec1to mus,ca en su cuarto y ueg iste un beso ,A detrás de su casa. Sentados en el quiosco le ped . pués de insistirle un · med 1a voz contestó que no, pero des poco, lograste que te besara. .r, ne sus ventaJ·as Eso de estar en la fábrica matriz tie , cor;no u·d d d generoso que hay en la 1 a can a e campaneras de escote cerrado. Allá, en tu ciudad plan~ ,. pero pasas much~s horas ~n una cerveza' rse a las cinco o seis e irse a tomar era facil ·escapa • 1 sala de juntas a ver si había con os ingenieros o asomarse a la ora hay que estar hasta, las ~ecanes para alguna reunión. Ah con los ph o te equivoc~ s1etel y eso si es que no te atrasas lear cifras. Luego el monicon os porcentajes a la hora de tec el error entre un montón tod r r,rpadl ea y te pie·trdes v,buscando e ,ormu as y num os. as a llegar al departamento y no la encontrarás pase ~n e está la sala en ropa interior. 1Dónd el error? Revisasª, n ~ por . . d N a primera colum a a. Mientras iban a la , universidad a veces te .inv.itaba a f na. ta p , ena llevarte a ti que re, s. ies t e i d' ten pre al novio o . d I o E ne en turn ión , d · so 1es• e1aba.una sensac de complicidad pues te nia n e qué ar cuando se vieran . Segunda columna Recuerdas un P atic h · noc e que regresaban de casa de unos amigos. Ese día tu ª papá te había prestado el auto. Paraste en una calle vac'1ª· A pesar de venir· de la fiesta la notaste 11 ªdª· Había terminado . ca con otro idiota Yqu1.s1s te hacerla sen-

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que esa vez fue su primera. tir bien. Todavía hoy quieres creer Temblaba pero no se negó. o de la ciudad las casas Imposible que de un extremo a otr vez te hace falta conocer las se sigan viendo borroneadas. Tal re lágrimas. Ninguno de los zonas nice. Sonríes levemente ent el coche ... Luis y tú se esdos volvió a hablar de la vez en De vez en cuando se iban a capaban a Molango o a Casitas. s. Cuando viajaban dormían Guanajuato. Te gustaba tomar foto camas separadas. Una noche en el coche o en un cuarto con neada y de tomarle fotos a de Cervantino, después de la callejo exhaustos al hotel. Al rato lo los bailarines neotribales, llegaron oíste hablar fuerte desde su cama. o. -lM e paso contigo? -pr op us -N o. -A nd a --casi ronroneó. -lN ad a más a dormir? ago le pediste que mePero al sentir las caricias en tu estóm que viniste a parar a la ciudad jor regresara a su cama. lCómo es hes y marchas sempiternas? &ris de segundos pisos, miles de coc artir revistas por suscripción, Unica alternativa después de rep s y mandar, además, tu cureportear para periodiquillos locale co que obtuviste respuesta rrículo a infinidad de sitios. Del úni áctico y no para ser fotógrafa, fue ·de una editora de material did do. Así que con todo y que la sino para el área de ventas. Ni mo descomunal decidiste venir a ciudad te parecía un manicomio cado. Cuando le contaste, internarte en ella. Luis ya estaba ubi . ofreció compartir el departamento sados. Pones otro disOcho de la noche, tienes los ojos can de Rebeca se echaba a escuco y te sientas en el sofá, ahí don cos. Sólo se quedó un par de char tu música y desacomodar dis dad y falta de espacio. Raro, meses. Se fue alegando incomodi hecho lo mismo. Sin saber aunque probablemente tú habrías nta de que algo pasaba. Era de qué forma, ambos se dieron cue nión o a un bar y esperarla incómodo acompañarla a una reu 37


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, to 2011 · ts·tata! ele euw p,.em10 aba novio !mazos a los que llam s. d 1 '6 . neh ·1 ba con los pe rtar epa e en vrvr que po t,·em '•. ntras bar a durante eI · ni t mre as cad ivo equ as fund en os d,·sc e co nociste a tres hallas Ios te No . ada rug mad a plen en bia cam los to. Ahora ya no • d d quier · de 1a cru · ro a ndo cómo do el manrcom e desvelas oye cuan ella a . nto acuestas JU b . r la ventana.Las instantáneas grrs orrosas se vuely es h meterse Po_ d e. 5e te hrzo noc d semáforos y luces e autos. . Ya no vas a . telón negro e nr te regañará ven un láac. as 11 enas de groserías mientras cenan, , , , no seras testigo del acabarte los cigarros orr sus P 1 , 11 o r usar su toa aque rto. No oirás se encierran con ed enh su cua . Po b · , desfile de amigas leta· ¿5abes que trpo e om re soy?" " d . ta . tampoco 1a can Prohibite vrer a te que cara más su mirar otra vez . d . . L ,, . . No vas a rente srgu a . o rent trm sen e srno nes .r, no de sensacio ' do senti de la ·o' n•Arrugas el kleenex y, lo metes /en un bolsillo stacl estue y te acercas a la chamarra, empujas tu cabello detras de tu ordo las escaleras. salida. Cuelgas tu mochila sobre el hombro, buscas dormir con Luis Al salir, el telón negro te saluda. No volverás a de la ciudad. cuando se sienta solo. Estás en el lado opuesto aprisa a casa Sientes los ojos como exprimidos; aún así caminas de Leticia, tu compañera del área de ventas. a besos la esEs una decisión saludable. Cuando recorrías sus pies, abopalda de Rebeca, su estómago o las plantas de ían "Prohibidos rrecías toparte con letreros y etiquetas que dec sacudes de tu los sentimientos". Ahora te estremece la idea y la que te sentías c:abeza, nunca puso interés, ni cuando confesabas s. Recuerdas, solo, jamás se dejó llevar, prefirió a los pelmazo la está seca. vendrá Ana . Tomas un regaderazo, sales y la toal • I • • Busc:as por todo el dep arta mento 1a ca1e t1lla de cigarros y a • encuentras vacía sobre el fregadero de 1a cocina. 11

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Ave de para1s0 dio: Susana Daturi-~ L'arte dei tarJ·eta en el librero del estu . ccron del lugar. v,,. su. el dibujo de una flor en eI extremo y la drre . / donde estaba. Seguí jugando ,,on,bservé por un rato y 1a deJe en . ntras escuchaba el ruido prove~o o en la computadora mie ·tari d 1. solr . . nte del televisor e Jura nre Esa tarde mama,/ o meJ.or d.re ho Ju1·,a, como le digo, me y caminé rumbo a mandó a comprar su medicina. Salí de casa endiente que, anticila farmacia. Tryptanol msd, solicité a la dep en las manos la caja pándose, me había reconocido, y ya tenía añó que en la sala de tabletas. Volví a casa. Al entrar, me extr casi no cabía en hubiera un arreglo de flores tan grande que cla de rosas color la mesa de centro. Aromático y variado, mez sé que cuando Julia melón, casablancas y aves del paraíso. Pen as no podían estar lo viera seguro diría que tantos colores y arom siempre quejándose. juntos pues simplemente no combinaban, mara. "lViste el Cuando subí, lloraba de alegría en la recá imas. Se acercó al arreglo?", dijo mientras se limpiaba las lágr su cabello cobrizo tocador, acomodó uno de los mechones de y sonrió. semanas, pues Esa sonrisa se quedó fija en su rostro por dos jardín hacía bastante Julia disfrutó las aves del paraíso que en su el arreglo se erguían tiempo se habían esfumado, pero que en como dos modelos anoréxicas y orgullosas. . La casa estuvo Por esas fechas, no tuve que ir a la farmacia ndo se alcanzan a oír silenciosa. No sólo en apariencia, como cua clados con el sonido detrás de la puerta de Julia los sollozos mez a, tampoco me gritó del televisor. No oí que regañara a la cociner Es más, en esos días Yno soltó un solo reclamo contra mi padre. la sala y por la cociJulia se dejó ver más seguido paseando por .

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.d con su ropa oscura y calzada con las acostu""'b na vest1 a ''' rad ' fl d peluche gris cuyo roce en 1a 1oseta no me as antu as e mole5 P uel entonces. Daba unos pasos y veía el t6 tanto por aq . arregl la cabeza. Arrastraba los pies y se detenía lo o, lad. eand d t él . ' seguí d Así hasta que para a ,rente a estira 6a el braz0 a miran o. d , Par mente el copete de las aves e1 pararso y suspirab a l tocar eve éd" . 'd·, a. La fecha de su visita aI m reo comer con el día en que floral. e1cam1.6n de la basura se llevó el arreglo . . . Julia volv·ó 1 al encierro con volumen ~lto del televisor. Fast1d1ado, regresé a la farmacia a traer su pedido. Un jueves mi padr~ apareció en casa a eso de las diez de la noche. y0 estaba en m1 cuarto leyendo los apu ntes de química y sólo alcancé a escuchar el llanto de Ju lia. Cerré la libreta con rapidez y fui a su habitación para ver qué ocurría. Sobre las piernas de mi madre reposaba un diseño flora l hecho con tulipanes rosas. Papá se aflojaba la corbata en el vestidor y sonreía orgulloso ante el espejo. Ella me miraba como diciendo "Ve esto". Tomé el arreglo y lo puse sobre el tocador. Me hizo leer la tarjeta escrita en un trozo de papel amarillo: Julia, que estas flores te sigan trayendo luz. "Te luciste", le dije a papá dándole una palmada y ella agregó: "Es nuestro aniversario". Volteé y torcí la boca en un remedo de sonrisa. El sábado Julia se fue con su hermana a la casa de Valle. Papá Y yo terminábamos de desayunar y le dije que quería comprarle unas flores a Mónica, mi novia. Me habló de la floristería que había descubierto sobre el boulevard, casi llegando ª Sanboms. Cuando terminó el omelet, buscó en su billetera y al levantarse me d"10 1 ta • , . . , a qeta que yo hab1a visto. "No las prdas por telefono La ab · , f · encion es personalizada" me guiñó el ojo y ue rumbo a la cochera. ' Susana resultó tener u . se pega a quie na sonrisa de esas que hace falta, que n Ia ve Es la c· conocido Muy · incuentona más simpática que he . segura de sí me b . . 1 , nea a su cabellera pehrroJa a

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. de su acento. Me tuvo paciencia pues de flores no sé muritmoConocí entonces orqu1'deas af.ncanas, t1ger . 1·11 ·1s y gerberas cho. ·os colores. También me habló de su favorita: la Strelitzia de van , ae O ave del para1so. En ese momento recordé que antes 1 reg n d' epresión Julia tuvo un jardín que cuidaba con mucho de su . . t A diario se daba a la tarea de platicar con las flores. "Hay t1en o. . ue consentirlas porque se secan rápido. Se esfuman". q Salí del local con un ramo de gerberas de centro negro que Susana me recomendó y que yo acepté enseguida, incitado por isa del pantalón blanco ceñido a sus su so nr cómoda y por, la tela . , caderas. Mónica quedo fa~crnada con las flores y yo agradecr ue Susana hubiera aparecido. q La noche siguiente, cuando yo leía en el estudio, mi padre comentó: -Es italiana ... lQué tal te fue con Mónica? -Muy bien, tú sí sabes del poder de las flores. -iCómo no voy a saber! -alardeó. Papá salió a la mañana siguiente. Iría a Guadalajara unos días por asuntos de la fábrica. Julia no tuvo flores. Al volver, estuvo ocupado con la liquidación de diez obreros y todas las cuestiones legales. Lo noté irritado; pensativo. Regresó a la casa el silencio roto por el ruido del televisor y el llanto de Julia. Decidí ir yo mismo por algún ramo. Pensé que Susana podría recomendarme alguna flor que le cambiara el semblante a mi madre. Fui primero a la farmacia, compré las pastillas. Me encaminé a la florería. Llegué esperando encontrar una sonrisa cómoda pero en su lugar, una chica morena y de hombros caídos quiso atenderme: "lDesea algo?" No contesté pues estaba observando los canastos, las flores, los jarrones, los centros de mesa. -lY la señora?-pregunté. . Sonriendo, la empleada me dijo que doña Susana ya no rba mucho por ahí, que andaba apurada pues estaba buscando un nuevo local para cambiarse. 41


Alba Tz uyu ki /-lo res K.ume ,u Premio Estata l de Cuen to 20 7 1

. , -mu sca usted algo en especial? ar cion men a 1 atrev ndo a ella, no me . a busc d º ~~ eé. bu~ -lA dónde se va a ir? -bal . en , no sé, es que la senora tuvo problemas con un _ Uy, JOV , señor que le compraba esas flores. á, Me quedé callado. Seg~ro ya no habria flores para mam mirada sólo el tryptanol . Vino a m1. mente su eter no llanto, la arras, trando las pantuflas grises, el sonido de sus pies . I a, perd.d a de mi el ruido del televisor, los gritos. Met1 la man o en la bols sudadera y oprimí la caja de pastillas.

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Encuentro arilla he anterior al encu entr o, Rosario se puso una masc jo deba del La nocaró el fondo de enca je espa ñol que se pond ría a los últiY~repl gido para la cita. .Sent ada frente, al espe jo, dab ~e e e o en el toques a su rostro. Mientras se pom a un poco de polv encontrarse mos tón recordó que en la carta habí an qued ado de noch es de ::a rto para las once . Rubén tom ó el tren con dos la hora para anticipación al día acor dado . Ya dese aba que llegara s~ cara, . su poder abrazarla y sentir el olor de su pe~ ume ; ver rio se hizo cabello peinado en anch oas, el port e deli cado . Rosa labios con el una línea en el cont orno de los ojos. Colo reó sus pasa do año rojo quem ado que tant o le gust aba a Rubén. Había an prom etid o y medio desd e la última vez que se vier on y se habí vieron caresperar y ser fieles. Dieciocho mes es que para ella estu y desp ués, de gados primero de melancolía, luego de nerviosismo e el tocador. incertidumbre. Mordió una man zana que tení a sobr llena de La última desp edid a en la esta ción habí a esta do que Rubén lágrimas, buen os dese os y lo mejo r: una prom esa char. Rosario le había hecho. "Un año" , le pare ció volver a escu del enla ce sabía que aqué l encu entr o significaba la realización a que ella matrimonial más espe rado en el pueb lo. Eso, gracias ando Rubén se encargó de com enta rlo con todo el mun do: "Cu 1 . do se vaya a t ermme e p~e'.nternado, nos casa mos ", "Para cuan én ha cam h~cer el serv1c10, ya seré su muj er... " Pero, lY si Rub de manzana. biado?, pens ó mientras mas ticab a el último troz o º Tal vez se po rta ra, d 1stan te. A lo mejo r le había hech o caso a ¿y si ya no ~1guna ~e las enfermeras que según él le hacían ojitos. ª quena com o antes? la tími da Durante el viaje, Rub én se dele itó reco rdan do · a 1 ofre cerl e café en la sala de su casa I su e 1egancia d e Rosario 43


·r /'remio [sta t.1/ de Cum tu 201

ares cuando iban de tez color durazno bajo los rayos sol ser y su alargada figur~ªSeo a la huerta, su abnegada forma de ' ta" e jeres mostradas en las revistas qu a ella 1 mu las a ida rec • e a, Rubén repasó 1os ulr pa ndo a través de la ventan Vie n. aba ust .d ,_ g s blemas con 1os res, entes engreído 'e 1 con pro los · ses me s . mo . que amarrarse las ma nos s-al tante recuerdo de Rosario y el tener ía ·1r eso a cumpi· con ven o per ... s era erm rr enf las de ca estar cer la promesa. rado el encuentro ha. Devotamente, Rosario había prepa : lavados estomacales ' ayu. ciendo de todo para gustarle .a Rudbén . h bía tomado más a ]a; oíl 1 tor e d .. o Jug e ta die la s, no de tres día podra soportar. Pero nad agua de jamaica de la que su veJrga se había apoderado poco : pudo frenar ni reducir la carne que de sus brazos, de su cara. poco de su cintura, de sus caderas, un trajecito en el que enBuscó en la oscuridad del ropero s y los zapatos de ante. Tomó tró con dificultad, se puso las media bolso y salió de la recámara. su ín, sat de es ant gu los , igo abr su barritar de elefante. RuEl tren anunció su llegada con un en los hombros. El viaje bén bajó con el cansancio instalado satisfecho. Vería a Rosario y le había durado dos días, pero venía pocas cartas no eran capaces demostraría todo el cariño que las mpre las escribía cansado, en de expresar, sobre todo porque sie que los residentes no estaban en nto me mo ún alg en l, pita hos el que apenas era un simple encima de él, aprovechándose de je gris. Bajó del tren. Respiró practicante. Traía sombrero y un tra aire. Eran justamente las diez profundo, familiarizándose con el arro y lo encendió. Caminó cig un ó sac o nd cua co cin y ta ren cua cio, traía buena pinta. "Tan por el pasillo. A pesar del cansan án", decía siempre Rosario. elegante como el presidente Alem ón. A la distancia Rubén No había mucha gente en la estaci en una caja vieja de madera, alcanzó a ver un bolero sentado para todos lados y se sentó más allá una mujer regordeta . Volteó y éste, veloz, se acuclilló para ito ler bo al mó Lla ca. ban una en la plática. Rubén canteso hiz le illo qu chi El o. zad cal el lustrarle

Alha f Luyu1<1 r,u, u

""" " . .

sario le dio Antes de alejarse de la estación, Ro llevaba en la bolsa del abrigo. tó afable~e:t:- la manzana que jillas con, los gudantdes y se rd . trás . Se limpió las me . una m0rd . mrrar da que con suerte quizá se hab,a salva o e que No qurso rchó pensan o . ma I hubiera visto. 1wbén ª

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p,.em,o r~ia tc1I de Cuento 201 1

Alba Tzuyuk1 Flores Romero

relación en importancia que tuvo. esa u. ~w. la elve si. ,o necesita. Ella no te

sombras

pero vU

l del IFE de mamá para acon,paba la credencia busca do euan . d cobrar el seguro, encontré un trozo de Pape¡ ñar a m1 pa re a amarillento.

Adorada Sandra: Ya no sé cómo pedirte que reg~eses, que _me regales tu presenda al despertar, que de1es tus revistas por toda s esas canciones que tanto detesIa casa, que canturree b I E to mientras haces el amor. Vue ve. xt:ano tu ca ello extendido sobre la almohada. Ya no qwero poner a los niños como pretexto, pero en verdad te extrañan. No sé peinar a Sandrita y con La/o ap~nas pue~o. C:éeme que no importa si vienes o no a pemarlos, si cocmas o te la pasas viendo revistas, si te pones a cantar toda la tarde. Soy un idiota. No sé qué decirte. Sólo que vuelvas. No importa Jo que haya pasado, no importa lo que hayas vivido. Estoy dispuesto a ayudarte a que todo salga de tu mente, a que se quede como un bello recuerdo. No voy a comentar con nadie el asunto ni a hacerme la víctima porque no lo soy, somos los dos los que tenemos mucho que ver en esto. Es la cantaleta de siempre, sé que quizá fue el trabajo, el sindicato, el creerme tan independiente, el no tener tiempo, fui un imbécil, así que no te culpo, sólo quiero que regreses. Yo olvidaré lo que pasó. Admitiré mi responsabilidad en la determinación que tomaste. No hablaré más de esa otra persona, sé que quizá fue importante, sé que tal vez sólo se trató de un salvavidas, no voy a dis46

tu vida,

·

Volví a doblar el trozo de papel y cerré el cajón. Quise le a papá de qué se trataba la carta, pero cuando fui b 1 . 'd'ó PreguntarIo al patio me .o 1mp1 1 su aspecto lando' de vieJ·o buscar a bl sentado en su silla, tomando el sol. Y aunque tenía muende a:as de escarbar su memoria, regresé de nuevo a la casa. ba cosas, yo regaba chasMg. tras papá ordenaba fotos y acomoda b d • ,en las macetas del mamá que to av,a se conserva an en . las flores de agua. . d' Tiene tres meses de muerta, se me han ,do como · · o él • ,n. ar J Ahora paso más tiempo con . . r~rec,era que vivo en su Llego del trabajo, barro el patio, nego las plantas, a veces ando do a ordenar papeles o .libros que ha ido amonton casa. • lo ayu Por toda la casa, en otras ocasiones vemos fotograf,as y las volmos a acomodar. Siempre comemos juntos. ve Un día me vino a la mente la carta. La curiosidad me rodujo escozor, así que de momento me descubrí haciendo ~reguntas que sa~ría conducirían la plátí:ª. hasta ese punt~. Papá me vio extranado cuando le pregunte s, alguna vez hab1a peleado con mamá. -Hubo un tiempo -me dijo- en que hasta nos separamos. Me contó, con aíre tímido y nostalgia en los ojos, incapaces de mirar los míos, que, cuando yo tenía cinco años, él daba clases en una primaría y por las tardes tenía un puesto en el sindicato. En la escuela que trabajaba conoció a una compañera que había llegado recientemente a Tlaxcala. La describió a detalle, no con simples pinceladas: era una veracruzana, de cara alargada, labios carnosos y brazos muy finos, tenía el cabello corto, la cintura pequeña y la cadera amplia; vestía trajes con falda a media pantorrilla y zapatos de tacón. Papá quedó prendado de su elegancia y la invitó alguna vez a comer a la casa. "Tú madre no sospechó que aquella mujer me encantaba. Nos sirvió una comida exquisita y se comportó amable como 47


c -i d tal de Cuento 20 1 ·1 . i.s

p,.em,o

tarde, deb . h ta después, que esa misma ndo los n-. ªJo acaricia e, as madre se estaban ,"lJs. siempre. No supma . Em y. tumor a Emma, m1 companera, un día de de la mesa, é m• a d" 1 declar eó sonriente y me IJO que yo no era su tip los. Yo e r la ta do.e I ntrarla varias veces en casa po r vo t cobro. EllaII se és gué a enco a, ella buscaba pretextos para irse y salía Despu e0 0 a red nd o que eran . buenas amiga s, pero cua raYd a.paliu mamá me dij . b . mpre apu d !antas intercambia an revistas1o tomaba n . s,e E ' ep rnc uso llegaron e a ue hablaban aco mm a ver a on rar mb stu d' enta de lo d d q I cu se me o an café Uste ,es Me cu fue le rib ter Lo ma · • a llamar1a t,a . ., . ato vi sin que en realidad pasaba l de n nro reu .dic ' volvía de una do , an Cu de, Unatar: la re1a y no se n en el 1·ardín de la casa. Abrr , aba ·ug que ustedes J a sus soldados y tu, bcortando o nd ma for uió sig o Lal on. tar . a los I' . L dº stes de p ast,co. . .es I un eso tra mmu tus en s nía t q Ue po paso erta prrnc1pal. En la mesa de dos en la cabeza y seguí por la pu par de tazas de café. La un as vid ser an ab est a sal la de centro ier Solís. Miré en la cocina Jav de s ne cio can con aba son a consol habitación, lo mismo. Cara est nu a mé aso Me ie. nad ía y no hab ara que compartían ustedes. miné por el pasillo y fui a la recám de ver, a través de la penumLa puerta estaba entreabierta y pu figura de tu madre rodeando bra, sobre tu cama, la hermosa ma, besándose la boca, los con sus piernas el cuerpo de Em ella, luciendo su piel morena, pechos. Emma estaba encima de ercaba a besar profusamente ese rostro de nariz chata que se ac media vuelta y salí de la casa a tu madre. No hice nada, me di as. Cuando regresé tu mamá ide s mi r da mo aco de tar tra a par cía que se iba. Ustedes se de e qu o ad rec un ía hab y aba no est la vecina. habían quedado encargados con fue. Yo me hice cargo de Emma buscó una permuta y se mi mujer de esa manera. No us~edes pero no podía perder a el lugar de trabajo de Emma asr. Me puse a buscar como loco é a ustedes afuera del edifici~ su dirección. Una tarde los llev rtamento, me planté ahí hast.a pa de un an tab ren bas am e nd do

Alba Tzuyuk i Flores Rom ero

no importaba lo que hab,,a . sal'rI a tu madre . Le dije que v, ue por favor regresara. Ustedes lloraron • Emma sal.ió e qu . tu mad re de 1a mano y la metió d do, qleón cogió a e nuevo pasa ' un cha L.e rtamento. a enviarle cartas a tu madre a al depa me conformé y-, empecé d ' no Incluso , una vez I No rla los poma a uste es a teléfo · Ve ' ' t.ar de nte a ella, con ustedes to mados de tra el me rcado ' me paré fre .. a por sus hijos. No sé cuál de mis e~ ,nano y le dije que lo h1c1er ó a casa" • funcionó, pero tu madre volvi mi rateg•as 1 e5t ,

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