Fecha: 15 de Febrero Por
GERMÁN MARTÍNEZ CÁZARES
N7: Unidad y selfie cardenista
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"No basta con gritar y agitar banderitas", dijo Cuauhtémoc Cárdenas para vencer a Trump. Tiene razón. Pero tampoco abona a la fortaleza nacional insistir en la falsificación histórica y revestir de oropel causas de nuestra desgracia. Uno de los orígenes de nuestra división social, resentida en el fracaso de la marcha del domingo pasado, es insistir en ese juego maniqueo donde unos mexicanos son "buenos", "nacionalistas" y "puros", mientras otros son "traidores", "reaccionarios" y "conservadores". El autorretrato de 700 páginas que Cuauhtémoc escribió de su papá, "Cárdenas por Cárdenas" (Debate), ahonda esa fractura y aumenta la simulación política. El libro es un ejercicio de onanismo histórico donde Cárdenas está en el lado luminoso de la historia, y sus opositores en el infierno de la vergüenza nacional. Lo escribió entre otros motivos porque ningún texto cardenista "lo dejaba satisfecho". Ni Fernando Benítez, ni Tzvi Medin, ni William Cameron Townsend, ni Luis González, ni Enrique Krauze. El mito requería más incienso, más devoción a la imagen sagrada de la esfinge de Jiquilpan. Por encima y de puntitas cruza los episodios más polémicos de la vida del Presidente. No hay espacio ni respuesta a la crítica. No se encontrarán referencias o juicios de Carlos Alvear Acevedo, Alfonso Taracena, Victoriano Anguiano, José Vasconcelos, y a Luis Cabrera lo califica de "sectario". El cardenismo es ese fingimiento democrático, donde nació la confusión entre los límites del Estado, la revolución, el partido oficial y el gobierno, para usufructuar el poder político con un discurso clientelar, paternalista y corporativista. Tienen cuna cardenista la CTM y la CNC priistas. Por cierto, ¿dónde están, ahora, contra Trump?