Los héroes no reconocidos

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Los Héroes No Reconocidos Somos hijos de la violencia, pese a que muchos no la han vivido en carne y hueso. Somos un país que va casi en contra de la recuperación del pasado, un país rodeado de gente que no quiere ver, como los que no saben que van a flote en una balsa sobre un mar de lamentos, ignorando que a poca distancia de su mundo feliz están los otros, los que siguen sobreviviendo, los que han sobrevivido y han muerto en el lado oscuro. Somos un país con demasiados pueblos de héroes no reconocidos y la comunidad de Chungui es uno de ellos . Escribe: Chiara Rizo Patrón L . Fotografía: Renzo Rivas F .

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Llegamos luego de seis horas de viaje en una cúster rural que parte todas las madrugadas desde el distrito de Ayacucho a un costo de treinta soles por persona. En el camino vimos un poblado llamado Pacobamba formado por los desplazados durante la época de violencia. También un cementerio. Fueron cuatro las inspecciones realizadas por las Fuerzas Generales durante el camino, donde el cobrador, además, repartió a todos los pasajeros bolsitas de plástico para las náuseas provocadas por la forma serpentinezca del trayecto .

Antes, hace catorce años atrás, llegar a Chungui significaba hacer un viaje en carro hasta Sacharaccay, donde finalizaba la carretera, y luego dos días a lomo de caballo. Recién, en el año 2000, se ha construido una carretera hasta la comunidad de Chungui, aunque la mitad de ésta no se encuentra asfaltada y a pesar que falta prolongarla a más de la mitad de las 11 comunidades campesinas y 42 anexos que conforman este distrito, ubicado en la región de Ayacucho . Desde que los militares llegaron en el año 84 le dicen “Oreja de

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Perro” al distrito de Chungui, debido a su forma geográfica, pero su nombre en realidad significa “sitio solitario”, pues se encuentra entre las cuencas de los ríos Pampas y su convergencia con el río Apurímac. Un lugar aislado y preciso para aquellos afortunados que continúan midiendo el tiempo por estaciones, sus pensamientos por generaciones y sus acciones son prudentes y sosegadas como la naturaleza misma cuando se encuentra en armonía con el hombre. Nosotros, el fotógrafo y yo, somos los únicos turistas en la comunidad. Nadie se acerca a hablarnos, hace mucho frío y estamos sobre las nubes, aproximadamente a 3500 msnm. Casi todos, incluyendo los niños, hablan en quechua .

Precisamente un día antes de salir hacia Chungui visitamos El Museo de la Memoria de las Madres de ANFASEP (Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos de las zonas declaradas en estado de emergencia del Perú), en Ayacucho, y ahí nos enteramos que en las zonas rurales y en las regiones más pobres se produjeron la mayor cantidad de víctimas y que cuatro de cada diez víctimas fueron de Ayacucho y tres de cada cuatro fueron quechua hablantes. Divisamos pocos hospedajes en Chungui y nos quedamos en el primero al que llegamos, no sin antes sorprendernos por ver a dos militares con escopetas caminar tranquilamente por la calle principal, como un perenne recordatorio que este pueblo aún está en alerta de que algún “zorro” descienda de los montes.

)...( en las zonas rurales y en las regiones más pobres se produjeron la mayor cantidad de víctimas y que cuatro de cada diez víctimas fueron de Ayacucho y tres de cada cuatro fueron quechua hablantes )...( 3


)...( Otro póster

En el hospedaje hay varios pósters. Uno de ellos es sobre el Ministerio de la Mujer y las poblaciones vulnerables, en el cual aparece una pareja de campesinos cocinando y los ingredientes tienen escritos las palabras: “no violencia”, “inclusión”, “igualdad”, “tolerancia”, “honradez”, “justicia”, “diálogo”, “respeto”, “cooperación”, “unión” y “amor” y unas frases en quechua que me molesta no comprender siendo peruana: “Hallin Kausananchikpaq” “Lluymi Llamk’ ananchik”. Otro póster decía “no basta ”con hablar de paz, uno debe de creer en ella y trabajar para conseguirla. Dejamos el equipaje y salimos a caminar adentrándonos por la calle principal. Vemos construida la estructura de un Banco de La Nación que aún no está en funcionamiento; un local de las Fuerzas Armadas llamado DINOES (Dirección Nacional de Operaciones Especiales), en cuya fachada dice “misión: eliminar la amenaza”. El local tiene dibujado, en una de sus paredes pintadas de camuflaje militar, una calavera y el lugar se encuentra protegido por zancos de arena, uno sobre otro, formando un muro de dos metros; no hay Internet. Vemos una ambulancia en buen estado, un

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decía “no basta con hablar de paz, uno debe de creer en ella y trabajar para conseguirla)...(

colegio amplio, algunos burros y gallinas que se cruzan en el camino. Las casas son de piedra, otras de adobe y quincha, los techos son de doble agua y tejas y otros de calamina. La mayoría de mujeres continúa vistiéndose con coloridas y abultadas polleras y con los típicos sombreros andinos que les brindan un aire misterioso y de distinción. Un grupo de hombres entre 20 y 30 años juegan fútbol; las mamachas conversan en complicidad sentadas en las bancas que se encuentran en las fachadas de sus casas, mientras sacan y comen cachita serrana de sus bolsillos. Veo un local que dice “Alfabetización: primero nosotros, luego el resto”. Bajando por el camino principal se encuentra la plaza central hecha de piedra que parece relativamente nueva: con bancas, flores de varios colores, basureros, faros y la estatua de La Virgen del Rosario, patrona de Chungui, coronándola. Bajo el monumento está inscrita parte de la historia de esta localidad y leyéndola me percato que es un pueblo de personas luchadoras. Primero contra el yugo español, tiempos en los que hubo levantamientos y refugiados. Después se organizaron y sublevaron contra los hacendados y, en 1982, se construyó el Comité

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de Defensa Civil, hoy denominado Comité de Autodefensa y Desarrollo de la Comunidad (CADS), formado por campesinos que lucharon contra los terroristas de Sendero Luminoso, pese a que la población de Chungui tuvo que cuidarse de todos, porque no hay nada peor que tenerle miedo al miedo .

mil desaparecidos, sino son más, en ser encontrados y retornados a sus familias para que éstas cierren, de alguna forma, un duelo que parece eterno. El poblado de Chungui ha sido calificado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) como una de las zonas más violentadas en todo el Perú y entre los años 1981 y 1993 se constató un descenso del 47.5% de su población. El teniente alcalde de Chungui, Pablo Vílchez Cárdenas, quien ya lleva tres años en el cargo, nos cuenta que hace dos años hubo un conteo de 7200 pobladores en todo el distrito, misma cifra registrada en el año 1982, hace treinta años atrás .

Ángel Quispe de 44 años, dueño de uno de los pocos hospedajes y restaurantes del pueblo, nos llevó al día siguiente de nuestra llegada a conocer una ladera que alberga más de 40 fosas comunes que fueron desenterradas hace dos años. El lugar queda a pocos minutos de la plaza principal. Está tan cerca del pueblo que puedo escuchar sin problemas la música de una radio. El verde ya creció sobre ellas, lo suficiente para simular que son ahora parte del paisaje y, al mismo tiempo, para que uno se dé cuenta que no lo son. “Debe quedarse así, nadie debe utilizar esta tierra para nada”, me dice Ángel, quien acompañó a los antropólogos, sociólogos y médicos

En el campo, cuántas cosas han pasado

La comunidad se encuentra protegida por montañas, a las que solo se le ven sus faldas y cimas que conversan, cada cuanto, con las nubes que descienden del cielo. Montañas que cuidan a todos aquellos espíritus que, a pesar del tiempo, persisten en sus puestos hasta ser encontrados por sus seres queridos. Montañas llamadas Apus, que son los espíritus que habitan en ellas, de donde descienden los ancianos y en donde habitan los antepasados, cuenta la cosmovisión andina. Esas montañas han abrasado a parte de los 24 mil desaparecidos que dejó el Conflicto Interno Armado en nuestro país. Se sabe que alrededor de 18 mil personas desaparecidas fueron identificadas por nombre y apellidos. Existen, además, 5 mil víctimas que no fueron reportadas y otras muchas que no fueron siquiera documentadas por ninguna institución o proyecto . . (EPAF) aún faltan 15 Según el Equipo Peruano de Antropología Forense

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cuando desenterraron los cuerpos, pero quienes dirigieron aquel grupo al lugar fueron los hombres mayores del pueblo. Muchos de ellos saben dónde sepultaron los cuerpos y muchos otros simplemente no quieren recordar algo que tienen tan presente. Porque muchas veces para sobrevivir, no hay que pensar en los seres queridos ni en el mundo que hay al otro lado de los muros. Porque muchas veces se habla, incluso se grita, con el silencio . Hay alrededor de quince señoras que se quedan en la Iglesia al finalizar la misa, celebrada cada domingo de nueve a once de la mañana. Ellas continúan cantando una canción en quechua, que suena a lamento, frente a las cincuenta velas que se mantienen prendidas. Yo las espero a la salida. Una de ellas se me acerca. Es Emilia Juárez, tiene 75 años y es responsable junto con su hermana mayor, Maximiliana, de ocultos ojos verde azulados, del cuidado de la Iglesia. Son tímidas y hablan y ríen entre ellas en quechua. Ambas, mantienen una mirada fulgorosa que parece absorber todos los colores de la naturaleza y, al mismo tiempo, mantienen

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la misma mirada taciturna y pulcra de quienes van en un prolongado luto, uno silencioso y sin lágrimas, como corresponde a las normas de tristeza en un lugar habituado a la dignidad del dolor, donde uno puede ver la alegría sin goce y el dolor sin sufrimiento. Me cuentan que ahora están mejor, porque se ha construido la carretera y que antes se demoraban tres días a caballo hasta Tambo para así llegar a la feria de los días domingos; que siguen sembrando maíz, papá, oca y trigo para su autoconsumo y que sus hijos se encuentran viviendo en el distrito de Ayacucho. ¿Cómo fue la época de violencia? Ay mamacita. (Silencio). Sin hijos, sin esposos”, escucho casi susurrando“ ¿Qué hacían para seguir fuertes, seguir adelante ? Luchando, peleando. Estoy sorda mamacita, no sé. Yo no me olvido de“. esas cosas,” me dice Emilia molesta fastidiada . Maximiliana no habla conmigo, solo con su hermana y en quechua. Sus

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dos mujeres, que se han acompañado como hermanas, como esposas, como madres, como cómplices, como víctimas y como heroínas, sin saber que lo son

rostros se encogen, sus cuerpos también, pierdo sus miradas sepultadas en el suelo. ¿Quién soy yo para traerles recuerdos dolorosos? Comienzo a retroceder lentamente, arrepentida por haberles hecho esas preguntas, cuando de pronto un señor se acerca e intercede por mí. Entonces, cambio radicalmente de tema y les pregunto sobre la fundación de Chungui y entre vagos recuerdos de relatos escuchados por sus abuelas discuten, en quechua y castellano, sobre la veracidad de una historia con distintas versiones acerca de un cura, un tigre y una cueva. Sus rostros se transforman en un abrir y cerrar de ojos, los secretos se han enterrado nuevamente en esos dos puños que laten contra viento y marea, porque nada ni nadie ha vencido los espíritus de estas dos mujeres, que se han acompañado como hermanas, como esposas, como madres, como cómplices, como víctimas y como heroínas, sin saber que lo son .

no dejaron salir a nadie. Habían llegado de matar a todas las autoridades y personas con mayores recursos de cada pueblo. Ese día detuvieron al presidente comunal, el señor Leonidas, y a un comerciante, el señor Juárez, recuerda Ranulfo Zúñiga, quien por ese entonces año 1982, tenía 21 años, una hija pequeña y otra recién nacida . A las cinco de la tarde reunieron a todos en la plaza y les dijeron: “Nosotros somos del partido y tenemos que luchar contra los grandes gamonales. Contra el gobierno tenemos que triunfar. En el campo estamos sufriendo toda una vida y el Estado nos roba nuestras riquezas.” Transcurrieron tres horas más, sin moverse de la plaza, cuando les informaron que el “gamonal” Juárez se había ido a San Pedro y que el señor Leonidas también por ser un soplón que quería parar la lucha. A partir de ese día Sendero se adueñó de todo, cuenta Ranulfo. Sacaron toda la mercadería del señor Juárez, los obligaron a ordenarse en filas y les repartieron a todos comida, ropa y bebida. Durante la noche los terroristas hicieron una fiesta. Mientras tanto, Ranulfo y otros paisanos llevaron al señor Juárez a su

La vida dura: treinta años atrás De pronto llegaron un grupo de treinta personas armadas entre mujeres y hombres y reunieron a todos los del pueblo en la plaza: “A partir de ahora todos somos del Partido Comunista y todos tenemos que apoyar”, gritaron. El grupo terrorista, Sendero Luminoso (SL), había llegado a la comunidad de Chungui central. Poco después se retiraron a la Hacienda, posteriormente llamada por los militares como “Oreja de Perro”. Una semana después los de SL regresaron a las seis de la mañana y ya

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casa y lo velaron. “¡Nadie tiene que llorar, con esta sangre regamos nuestro partido!”, fueron las palabras terroríficas que recuerda claramente Ranulfo. Palabras que implantaron temor y paranoia entre todos :

mataban a sus animales, porque los de SL decían que hacían bulla. Ellos no podían escaparse, porque los terroristas vigilaban las entradas haciendo plantones, si uno no tenía justificación para salir, o no era del partido los mataban y botaban al monte, repite Ranulfo, los mataban y botaban al monte .

A partir de ahora nadie habla en contra del partido. El partido tiene " miles de oídos, tiene oídos en las rocas, en las casas, en los árboles. Faltaba una semana para que Tiene oídos y vista. El que habla matasen a todos aquellos que hasta contra el partido ya sabrá. Así rápido el momento no se habían unido al se irán a San Pedro". partido. La familia de Ranulfo estaba en esa lista, cuando llegaron los Dejaron de hablar, por miedo, con militares en el 84. otras familias de paisanos y luego Ellos capturaron a todos, los obligados se retiraron en silencio colocaron en filas y seleccionaron al monte por la llegada de los yana haciendo una pregunta: ¿estás unas (militares). Obligados también comprometido o no? A los que

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estaban comprometidos, los fusilaban. Murieron muchos inocentes . El señor Cayo Candía tenía 35 años cuando estaba trabajando en su chacra en la selva y de repente un paisano se acercó a decirle que deje de trabajar que los yana unas (militares) estaban cerca. Él siguió trabajando con la tranquilidad de quien no tiene que rendirle cuentas a nadie. Una tarde, cuando se encontraba en su pequeña tienda de abarrotes, vinieron dos grupos de Sendero Luminoso: “hemos venido a visitarte, porque tenemos una fiesta en la tarde”, le dijeron. Les despachó alrededor de 500 soles en bebidas y

comida. “No tenemos plata ahorita, tenemos un tesorero. Le vamos a pagar otro día”, le dijeron y al señor Cayo no le quedó otra alternativa que aceptar. “Sabes qué señor tenemos una reunión la siguiente semana en la tarde en Ticsibamba a la que tienes que asistir, si no asistes…sabrás”, sentenciaron. “¿Me estás amenazando? ¿qué problema tienen conmigo?”, le contestó el señor Cayo. Luego regresaron tres encapuchados, lo agarraron de los brazos y lo sacudieron. Era el año 83, tenía seis hijos y una esposa y él estaba amenazado de muerte, así que decidió escapar. Arriaron todos los animales que pudieron, los dejaron

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al cuidado de sus sobrinos huérfanos y fugaron a Huamanga y posteriormente a Lima. Tuvieron suerte que durante el día y medio que estuvieron caminando hasta llegar a la carretera para tomar el carro, nadie les haya preguntado nada. Pero después de dos años tuvieron que regresar, pues su hermano le había puesto al tanto que los militares estaban regalando todo a los comuneros que estaban presentes y él tenía su casa, sus animales y sus bienes en Chungui. Toda su familia retornó con excepción de dos de sus hijos que se quedaron en Lima. Llegaron al medio día y los pobladores estaban reunidos en la base militar alzando la bandera. Se acercó a él un paisano, que era además el Presidente de Autodefensa, y le dijo “sabe qué señor usted se alista que vamos a salir en la tarde a no sé dónde."

Arriaron todos los animales que pudieron, los dejaron al cuidado de sus sobrinos huérfanos y fugaron a Huamanga y posteriormente a Lima.

"En esa fecha los militares y los de

Defensa Civil mataban a la gente y quizás podían pensar otra cosa sobre mí”, recuerda Cayo .

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Así que escapó nuevamente a un pueblo llamado Angea, a una hora y media a pie. Al día

siguiente asustado fue a la base militar con un carnerito de regalo para aclarar todo. Tuvo suerte, nuevamente, y le creyeron. Comenzó la época de patrullaje y rastreo. Tardes de reuniones, de formaciones, de estar al mandato de los militares y de estar alerta frente a las constantes amenazas de Sendero Luminoso que andaba de pueblo en pueblo bordeando la Oreja de Perro. Fue durante un ataque de Sendero, donde murieron tres personas, que sus paisanos volvieron a desconfiar de él, pero el Mayor Militar, por el contrario, le dio el cargo de Presidente de Autodefensa, puesto que ejerció hasta el año 91. Años de enfrentamientos y resistencias. Recién ese último año, cuenta el señor Cayo, se pudo, aparentemente, combatir a Sendero con la estrategia empleada por un nuevo Mayor del ejército, quien era ayacuchano. Su idea era hacer un rastreo por tierra y aire, así que convocó a soldados de distintas bases militares de todo el país formando alrededor de 10 batallones. El dejó las armas de lado, dejo de implantar el miedo y

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se comenzaron a presentar numerosos grupos de 50 a 60 personas cada uno; personas que habían estado en los montes recluidas por Sendero desde el año 83 hasta el 90 .

ellos la lucha continuaba”, nos cuenta Ranulfo . Al año siguiente, Chungui central pudo respirar aparentemente aires de tranquilidad, por tanto los comuneros salieron, después de 10 años, a trabajar nuevamente a sus tierras, sin cultivar el odio, porque la venganza sería más que otra parte del mismo rito inexorable, porque su espíritu no los lleva a prolongar el mal, sino a celebrar la vida a su manera, como lo decía José Santo Chocano en uno de sus poemas :

Recorrimos los montes donde estaban los " campamentos de los terroristas. Pudimos recluir, en el periodo de un año, a casi 2800 personas, entre niños, jóvenes, señoras y ancianos (muchos de los cuales habían sido obligados, engañados y amenazados a unirse a SL), quienes andaban casi sin vestimenta y muchos de los cuales eran analfabetos”, nos cuenta Cayo .

" Ese tu gesto que parece)…(

¿Qué hicieron con esas personas recluidas ?

es de una sabia indiferencia y de un ...orgullo sin rencor "

Anotábamos sus manifestaciones y contactábamos a sus familiares para que " los recojan. Muchos no tenían familias, así que veíamos la forma de que los adopte una ."

Hoy en día el señor Cayo y su esposa se dedican a atender en su tienda de abarrotes, que además funciona como sucursal de una empresa de transporte de pasajeros y encomiendas. En el segundo piso tienen un hospedaje. Tres de sus hijos están estudiando en un Instituto Superior en Huamanga, otros dos son profesionales, uno aún está terminando quinto de secundaria en la escuela de Chungui y otros cuatro no terminaron la secundaria por la violencia en la que estaban sumergidos, así que no tuvieron más

"Fue en el año 91 que la base militar se retiró al haber controlado el movimiento terrorista, quedándose organizados los campesinos ". Nos quedamos solos y con miedo. Teníamos que hacer grupos y patrullar. Felizmente ya no nos ha afectado tanto, porque era en los otros pueblos “del chupón para allá” los que estaban comprometidos, estaban obligados. Para

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opción, nos cuenta, que autoeducarse y lucharla para seguir adelante . De su generación, la mayoría han muerto, incluyendo su esposo. Ella es Olinda, ha vivido toda su vida en Chungui, es dueña del hospedaje en el que nos quedamos y ahora tiene un segundo compromiso con Juan, director de la escuela primaria de la comunidad. Se sienta con nosotros para contarnos su historia que en cada canto es invadida por el dolor . Nosotros vivíamos en los montes y cuevas escapándonos. No dormíamos“ en nuestra casa por miedo. Mi mamá por el frió sus huesitos le duelen, porque en el frío dormíamos, nos enterrábamos en el agua, hasta el cuello para que no nos encuentren de noche. Por eso los ancianos a gente extraña le tienen miedo. Cualquier problema que haya, al toque, traumado. Mi papá es discapacitado debido a lo que pasó en esa época,” nos cuenta Olinda . ¿ No pensaste en escaparte? , le pregunto . "No nos dejaban ir y teníamos miedo, por un lado de sendero y por otro de

vivíamos trayendo productos para vender acá, porque no habían tiendas. Teníamos que sacar un pase por tres días, sino regresábamos en ese tiempo, nos hacían desaparecer. Llegando tenías que presentarte a la base con los militares." ¿ Qué pasó con tu hermano? A mi hermano lo han hecho desaparecer. Solo porque era universitario pensaban que era de Sendero. Lo sacaron de la universidad y hasta ahora no sabemos nada . ¿ Y con tu esposo? A mi esposo lo mataron, me parece que los de sendero, pero no se sabe. Era profesor. Yo lo encontrado cuando los del pueblo ya lo habían enterrado ¿Alguno de tu familia ha recibido algún tipo de reparación? Mi mamá únicamente, una reparación económica .

los militares. Nosotros siempre íbamos a la feria de Sacharaccay, de ahí

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¿Cuándo dejaste de tener miedo? Nos hemos tranquilizado cuando los policías han llegado acá ahora último (2011). De todas formas tememos que vuelvan . ¿ Se llevan bien con los policías ? ”Sí“. ¿Te parece importante que haya un espacio

Tenía 14 años en 1984 cuando la autoridad le ordenó ir en reemplazo de su padre, quien era mayor de edad, en las patrullas de Defensa Civil.

dónde se pueda recordar lo sucedido y conmemorar a las víctimas, o no te parece necesario? Sí, para que vean y valoren. No se puede olvidar eso, porque bastantes muertes en nuestro delante, violaciones . ¿ A los jóvenes en el colegio les cuentan lo

que ocurrió ? Más o menos. Algunos dicen que no, pero para mí sí es importante . Tenía 14 años en 1984 cuando la autoridad le ordenó ir en reemplazo de su padre, quien era mayor de edad, en las patrullas de Defensa Civil. Partían en giras de quince días acompañados por un grupo del ejército con la finalidad de bordear la Oreja de Perro para rastrear a los miembros del SL. Ese niño era Ángel

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Quispe, hoy dueño de dos negocios, los pocos que hay en la comunidad. Me cuenta, brevemente, que desde el año 80 al 82 llegaron los de Sendero y organizaron a la población de Chungui. Posteriormente, llegó la Guardia Republicana, luego los militares y después se armaron las organizaciones de Defensa Civil. “Yo después de volver de la Oreja me he ido a Lima, porque no podía soportar. Sin comer, caminando, dormido en el monte. Al regreso otra autoridad te ordenaba que hagas servicio de guardia durante la noche. Excesivo. ¿Cómo ibas a estudiar?”, recuerda Ángel. Otro niño que también tenía miedo a los militares durante esa época fue Pablo Vílchez Cárdenas, hoy teniente alcalde de Chungui: “los de la Guardia Civil eran dioses y en la época de violencia también eran bravos. Mataban y quemaban".

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táperes. Todos, padres de familia, alumnos y profesores bailan alrededor del árbol. Se trata de una Yunza .

Muchos niños, durante la época del terrorismo, escaparon de Chungui y no llegaron a terminar la secundaria . ¿Hoy en día a los jóvenes en el colegio se les explica acerca del conflicto?, le pregunto también a Ángel. "No muy poco. No entienden. La gente no habla de eso”, me cuenta . Este año 2014 se han matriculado 200 alumnos en secundaria y alrededor de 150 en primaria en la escuela “Leoncio Prado” de Chungui central y cuenta con un total de 17 profesores. Al parecer, el Ministerio de Educación envió el año pasado un grupo de personas para hacerle un seguimiento a la escuela. Hemos llegado en la época de inicio de clases, en la segunda semana de Marzo. Antes, en los años 90, las clases iniciaban en Mayo o Junio. Muchos niños, durante la época del terrorismo, escaparon de Chungui y no llegaron a terminar la secundaria. Un programa como Beca 18, que otorga becas y crédito educativo

a estudiantes de bajos recursos económicos y con alto rendimiento académico, no aplica para ellos o para ellas, quienes ahora no solo tienen más de 25 años, sino también les es difícil obtener una buena calificación, considerando que muchos no pudieron terminar la secundaria. Su opción es a través del Registro Único de Victimas, más conocido como el RUV. Después de registrarse deben pasar por una evaluación y calificación, luego por una acreditación, después por una inscripción en el RUV para que finalmente los certifiquen. Recién ahí pueden acceder a los programas de reparación implementados por el Estado, en este caso sería El Programa de Reparaciones en Educación. En Ayacucho según un informe oficial han sido 10, 618 los beneficiados, siendo en su mayoría habitantes de 26 a 30 años.

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La eterna reparación

Ese niño de 14 años, llamado Ángel, regresó después de ocho años a su tierra, en el año 92. “Yo creo que regresé porque hemos nacido aquí y por eso permanecemos aquí. No es por otra cosa.” Ese niño ahora tiene 44 años y su hija Ángela, de 11 años, estudia en la escuela de Chungui. Hoy comienzan las clases y hay una gran celebración alrededor de un árbol que está decorado con globos, bateas y

Hasta los 90 estábamos postergados de todo. No había presencia del Estado”, me cuenta Ángel y continúa. “En el 2000, gracias a la ley de reparación individual y colectiva, llegan notificaciones a los familiares de los fallecidos. Ellos tenían que ir a la fiscalía en Ayacucho, pero era un problema porque los notificaban hasta tres veces y ellos no iban. No entendían que eran personas humildes, que no sabían a qué lugar llegar exactamente. Muchos no sabían si quiera cómo subir al carro. A partir de esa fecha, nos reunimos todas las autoridades, juez, alcalde, presidente comunal y yo, que en ese entonces era gobernador, y empezamos a hacer un trámite para la creación de una fiscalía con la finalidad que las personas ya no viajen hasta el distrito de Ayacucho. Se pudo hacer a fines del año 2002, cuando nos fuimos hasta Lima llevando solicitudes y documentos. Conversamos con el señor Rospigliosi, el Ministro del

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Interior, por ese entonces. A partir de esa fecha comenzó a llegar el desarrollo, aunque recién la fiscalía y el juzgado mixto se terminaron de crear en el año 2006. Antes para Lima, no existía Chungui.” Un año antes la electricidad estaba llegando a la comunidad .

Nos duele que nosotros, que hemos permanecido aquí, que hemos luchado, hemos pacificado, hemos resistido, no encontramos apoyo del gobierno .

"A cada pueblo del distrito de Chungui le corresponde 100 mil soles concernientes a las reparaciones colectivas y, según me cuentan, esto se ha cumplido en un 90%. Pero, en cuanto a las reparaciones individuales, aún falta la mitad del camino," señala Ángel . En mi servicio de autodefensa he sufrido muchas lesiones y desde entonces padezco dolores, que con la edad han ido aumentando. Es una pena que las reparaciones solo sean para las familias que tuvieron un fallecido o un desaparecido,” confiesa el señor Cayo. Y mientras él me cuenta su historia, una joven vestida con polleras de 30 años se acerca a nosotros y nos habla en quechua. Nos dice que es huérfana producto de la violencia y quiere que la ayudemos con la reparación que le corresponde. Hoy en día en Chungui siguen–a paso lento– desenterrando fosas y llegando notificaciones desde la fiscalía de Huamanga a los familiares de los desaparecidos. ¿Qué hicieron con el dinero de la reparación colectiva? La asamblea decidió equipar la posta médica, que hoy en día cuenta con categoría de hospital. El gobierno regional de Ayacucho, recientemente, les ha donado una ambulancia nueva y muy pronto .

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les darán a los policías dos a tres carros para que puedan mantener la seguridad, no solo en Chungui central, sino en los diferentes anexos y comunidades del distrito . Ahora me digo cómo he podido aguantar tanto tiempo, por qué no. me ido a otro sitio si muchos se han ido. Nos duele que nosotros, que " permanecido aquí, que hemos luchado, hemos pacificado, hemos hemos resistido, no encontramos apoyo del gobierno. Yo tengo problemas para caminar, producto de la época de violencia. Dormíamos como chanchitos, amontonados, mojados, peor que los animales. Y no hemos recibido una reparación. No he presentado nada, porque muchos como yo ,con problemas físicos, lo han hecho y se la han negado. Al parecer para que te den una reparación debe haber un fallecido o un desaparecido en tu familia. La reparación no es para los vivos,” nos dice indignado Ranulfo . Según el Registro Único de Víctimas (RUV) y el Plan Integral de Reparaciones (PIR), el señor Ranulfo Zúñiga de 53 años es una víctima directa en las modalidades de “Integrante de los Comités de Autodefensa” y “quienes sufrieron lesiones graves”, además de beneficiario individual

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por “desplazamiento forzoso”, a menos que retirarse de su casa con sus hijos y esposa para dormir en los montes bajo amenaza de muerte no lo sea. El señor Cayo Candia de 66 años también es una víctima directa en las modalidades de “Integrante de los Comités de Autodefensa” y “quienes sufrieron lesiones. graves”, además de beneficiario " individual por “desplazamiento forzoso” y “pérdida de infraestructura familiar”, a menos que verse obligado a escapar de su propio pueblo , con todos sus hijos y esposa, bajo amenaza de muerte en dos oportunidades y tener que regresar, porque de lo contrario perdía todos sus bienes y tierras, no lo sea, sin contar el hecho que tuvo que separarse de dos de sus hijos, quienes se quedaron en Lima. María Olinda Huamán de 50 años es víctima directa en la modalidad de “Los familiares de las personas muertas y desaparecidas en ese mismo período”, además de beneficiaria individual por “desplazamiento forzoso” y “pérdida de infraestructura familiar”, a menos que dormir en las cuevas y esconderse. sumergiéndose en el río, porque si te encontraban te desaparecían, no lo sea. O a menos que perder a tu hermano y a tu esposo sin razón alguna y que tus padres estén físicamente afectados por los trajines de la violencia a la edad de 19 años no lo sea. Ángel Quispe de 44 años es una víctima indirecta en la

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modalidad de “Las personas que siendo menores de edad integraron un Comité de Autodefensa” y, además, es beneficiario individual por “desplazamiento forzoso”, a menos que integrar una patrulla para rastrear terroristas a los 14 años, no lo sea, ni irte obligado de tu pueblo siendo menor de edad para intentar tener un mejor futuro sin la amenaza de morir en cualquier momento, tampoco lo sea . Según el PIR existen siete programas: el de restitución de derechos humanos, de

reparación en educación, en salud, las reparaciones colectivas y simbólicas, de promoción y facilitación de acceso habitacional y otros programas que la comisión multisectorial aprueben. ¿Dónde están la mayoría de estas reparaciones para con los pobladores de Chungui? ¿Por qué el Consejo de Reparaciones no ha reconocido su derecho a acceder a los programas de reparaciones? Son siete los módulos vigentes que existen en Ayacucho para que los pobladores se puedan registrar en el Registro Único de Víctimas e incluso el Consejo lo puede hacer

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Otros obstáculos son el analfabetismo o que existen aún pobladores netamente quechua hablantes y la información disponible solo está en castellano .

a través de la recolección de información, empadronamiento o registros preexistentes. Esa información, luego pasa por tres procesos más para que finalmente los certifiquen y accedan a los programas de reparaciones. ¿Cuál es el problema entonces? Quizás es la falta de comunicación, información y practicidad en el proceso. Si el pueblo de Chungui, por ejemplo, tuviera acceso a Internet, los pobladores podrían hacerle un seguimiento a su registro y realizar todas las consultas necesarias sin costo alguno, sin mencionar que tendrían acceso a los requisitos necesarios para solicitar cualquier tipo de reparación y consultar en línea los nombres de los fallecidos y desaparecidos, entre otras muchas ventajas. Otros obstáculos son el analfabetismo o que existen aún pobladores netamente quechua hablantes y la información disponible solo está en castellano . ¿Qué necesita el Estado para que deje de ser indiferente? ¿no basta con 20 años de continuas muertes de inocentes?. Sino cómo uno se explica, según cifras del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, que el contexto económico de Chungui sea tan precario como en el periodo de violencia, donde el 78%

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de la población era pobre y el 51% pobres extremos. Porque al final la reconciliación no está en la creación de un museo, sino y sobre todo en proporcionarles una vida digna llena de oportunidades, en el respeto hacia el otro, en el reconocimiento y en dejar de imponer lo que Lima o el Estado piensa que ellos necesitan y preguntarles a ellos ¿qué es lo que necesitan? De lo contrario, la historia se repetirá .

El eterno Sitio Solitario El turismo es casi nulo: el fotógrafo y yo, somos los únicos turistas en toda la localidad. No existe ninguna oficina, mapa o folleto, o alguien que

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nos muestre los atractivos de Chungui, no porque no los haya, sino porque los pobladores se preguntan ¿para qué invertir en un negocio cuando nadie los visita? Pueden haber muchas excusas para no ir a Chungui, como su complicado acceso o el peligro, pero lo cierto es que existe un abandono de parte de aquellas instituciones responsables en promover el turismo, con mayor importancia, si se trata del desarrollo local de una comunidad que lo necesita. Son aquellos paradigmas de desarrollo, en los cuales se difunde peruanidad sin memoria o conciencia, donde todo parece estar en orden y felicidad. Visitar Chungui se trata de hacer un turismo rural de aventura, de mirar al Perú desde lo más profundo, se trata de renunciar a estándares de comodidad para vivir experiencias. Rafo León, periodista y escritor, lo ha dicho en diversas entrevistas: hay una marcada diferencia entre el turista y el viajero, porque este último se informa y tiene claro los puntos que desea conocer, dejando un lugar a la

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sorpresa. Es respetuoso con las personas, con la naturaleza y tiene conciencia de que está en un lugar donde las reglas de juego no las pone él .

Miedo al miedo

Pero los campesinos desconfiaban. La experiencia les había enseñado que el zorro siempre acaba por comerse a las gallinas,” dice uno de los extractos del libro “La Casa de los Espíritus” de Isabel Allende. En el 2008, hace tan solo seis años, tres personas del grupo terrorista Sendero Luminoso osaron en visitar el pueblo de Chungui central. Era el camarada Marco Antonio con dos hombres más que regresaron con las finalidad de retomar la lucha. Las autoridades los rechazaron rotundamente, ellos ya no tenían miedo. La expulsión fue pacífica, pues era probable que su grupo se encontrara cerca. No tenían miedo, porque además de que la historia ya les había enseñado que el zorro, siempre es y será zorro, en esa época ya contaban

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con el respaldo de instituciones como la fiscalía y el juzgado mixto, porque como dice el teniente alcalde de Chungui, Pablo Vílchez Cárdenas, si hay instituciones hay seguridad. Pero los terroristas no siguieron siendo su única preocupación y es que parte de la selva de Chungui también corresponde al territorio del VRAEM, Valle del río Apurímac, Ene y Mantaro y zona donde se produce la mayor cantidad de droga en el mundo, por lo que era común encontrarse en el camino con narcotraficantes de PBC o pasta básica de cocaína. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ha manifestado que uno de los grandes problemas en esa zona es que los remanentes de Sendero Luminoso mantienen su accionar violento en el marco de un discurso político-terrorista y se han involucrado en el tráfico ilícito de drogas, para precisamente brindar seguridad en su traslado y que inclusive, cultivan hoja de coca y procesan y comercializan clorhidrato de cocaína, lo que les permite disponer de una importante fuente de financiamiento y mayor influencia sobre la población. Según informó el programa periodístico “Cuarto Poder” el pasado mes de agosto, un kilo de clorhidrato de cocaína se vende a 800 dólares y, diariamente, las narcoavionetas recogen del VRAEM hasta 500 kilos de cocaína. Es por esa razón que la comisaría y el grupo de DINOES (Dirección Nacional de Operaciones Especiales) llegaron conjuntamente en el año 2011 a la localidad de Chungui, y fue recién ahí que los pobladores pudieron respirar lo que alguna vez, hace más de 30 años, conocían como tranquilidad . Una comunidad aparentemente perfecta donde no hay peleas, tampoco borrachos, ni gente fuera de sus casas después de las diez de la noche. Una comunidad protegida por policías y militares que rondan las calles

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a todas horas. Pero la verdad es que cada noche parece estar en toque de queda, porque la tranquilidad lleva consigo la sombra latente del miedo ¿Qué le queda a un pueblo que ha perdido brutalmente a la mitad de sus pobladores? ¿Qué necesita un pueblo fantasma para encontrar la paz? Quizás lo que esta guerra interna ha dejado es un pueblo que ya no se deja engañar y, a pesar de que sus pobladores no han perdido su natural hospitalidad, con justa razón ya no conservan esa inocente confianza en el otro, aunque mantienen bajo esas miradas enigmáticas -que guardan un valle de secretos- las cabezas en alto y tras ellas los corazones impenetrables, como esos seres que son héroes sin saber que lo son.

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