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Revista del Centro de Creatividad Literaria

Distribución gratuita

año I (nueva época) septiembre 2014

Entrevistas con Mario Pérez Aguilar y Paco Ignacio Taibo II Sor Juana o las virtudes de ignorar • Obra de Armando Martínez y Freddy Koh Éramos el futuro • Muestra de microrrelatos • Un cuento de Miguel Meza

Aproximaciones a la literatura de Q. Roo



Editorial

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na feliz causalidad (cuando el azar y el destino hacen causa) ha reunido en este número colaboraciones que, en su mayoría, asedian desde distintos enfoques el fenómeno literario quintanarroense. Todo comenzó con la propuesta de nuestro amigo David Anuar de publicar en un número especial los mejores trabajos del Curso de Literatura de Quintana Roo —impartido en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) como parte de la licenciatura de Literatura Latinoamericana—; y se concretó cuando llegaron de manera “azarosa” a nuestra mesa de redacción cuentos, poemas y ensayos de escritores quintanarroenses de distintas generaciones. En el primer caso, nos sorprendió gratamente la existencia de un Curso de Literatura de Quintana Roo en la UADY, donde se pretende una aproximación histórico-social a la literatura de nuestro estado, desde nuestro pasado literario (siglo XIX y principios del XX) hasta la que podemos denominar nuestra literatura contemporánea a partir quizá de dos fechas emblemáticas: el decreto de formación de Quintana Roo como Estado (8 de octubre de 1974) y el surgimiento de Cancún (1975) y sus fenómenos socio-culturales asociados. En los trabajos correspondientes al Curso de Literatura mencionado —salvo el extraordinario híbrido genérico de Andrea Macías Luna, “Éramos el futuro”—, se privilegia por supuesto el carácter académico que busca cumplir con requisitos rigurosos de aparato crítico (citas, bibliografía, documentación), propios del ensayo de investigación, y que aborda a los autores quintanarroenses en aspectos muy específicos de su trayectoria, si bien no los define en su totalidad (es el caso, por ejemplo, de Ramón Iván Suárez Caamal, cuya obra poética ahora rebasa con mucho el tema de la naturaleza). En el segundo caso —el de nuestros otros colaboradores—, se han conjuntado — como en una fiesta espontánea y fresca— algunas voces muy representativas del quehacer literario de Quintana Roo desde hace años —ya sea con obra propia (poesía y cuento), como ensayistas, en entrevista, semblanza o como objeto de estudio crítico—: Suárez Caamal, Antonio Leal, Javier España, Norma Quintana, Mario Pérez Aguilar, Carlos Hurtado, Leonardo Kosta, Marién Espinosa, Lorena Careaga y Miguel Meza. Y se han agregado otras voces, recién llegadas al concierto literario de la entidad —siempre con obra propia o como objeto de estudio crítico, como el caso de Óscar Reyes—: Mauricio Ocampo, Felipe Reyes y Miguel Miranda (quien se suma como un colaborador entusiasta de la revista), pero sobre todo aquellos que forman parte de la nueva generación de escritores del patio: Lizbeth Peña, René Vera, David Guerrero, Vanessa Mercado, Mayra Athié (quienes viven aquí); y David Anuar, Francisco Puch y Amra Fabiola Morquecho (los tres, nacidos en Cancún y residentes en Mérida). A todos ellos, habría que añadir los nombres de los estudiantes universitarios que aparecen en la muestra de microrrelatos convocada por la biblioteca de la Universidad del Caribe. En suma, nuestra revista ha reunido por primera vez, casi en la totalidad de su edición, solo escritores quintanarroenses —si se atiende a la definición de Agustín Labrada (v. p. 28 de este número)—. Son más de veinte voces que nunca como ahora justifican el tema central de TROPO (ofrecer una aproximación a la literatura de Quintana Roo) y dan sentido a nuestra vocación editorial: difundir a nuestros autores, crear el espacio a sus propuestas creativas y contribuir con ello a la conformación de una identidad quintanarroense a través del arte y la literatura. Tropo

¿Y qué es TROPO? El nombre de esta revista es una expresión metafórica que implica varios niveles de sentido. Une dos conceptos y luego los expande. Por un lado, la frase “trompo a la uña” (primer nivel) que es el nombre de la suerte más difícil del juego del trompo: subirse el trompo a la uña mientras este gira veloz es labor solo para expertos. Por extensión (segundo nivel), se aplica a toda aquella empresa que implica una dificultad especial, todo un reto. Por otro lado, la palabra “tropo”, término propio de la retórica, que es la sustitución de una expresión por otra cuyo sentido es figurado. Implica cambio de dirección. El uso de tropos es cualidad esencial al lenguaje literario. Al unir el segundo sentido de la primera expresión (realizar una empresa difícil) con el término “tropo” (que aprovecha su semejanza fónica con “trompo”), aparecen los dos sentidos ocultos y crean una nueva realidad: darle vida a una revista literaria en Cancún es por cierto una empresa difícil, todo un desafío, TROPO a la uña enfrenta este desafío con gusto.

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SUMARIO

Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Director Miguel Meza Consejo directivo Marcos Constandse Madrazo (Presidente) Carlos Constandse Madrazo Marcos Constandse Redko Hilario López Garachana Emilio Reynes Portes Gil Consejo editorial Lorena Careaga Patricia Maya Alejandra Flores Ramón Patrón

4 Entrevista con Mario Pérez Aguilar En el país, Q. Roo, ilustre desconocido René Vera Contreras

Marién Espinosa Felipe Reyes Mariel Turrent

8 Otra vez el remordimiento Ramón Iván Suárez Caamal

Editora en Jefe Lizbeth Peña Asistencia editorial René Vera Contreras

10 Javier España y la poesía contra el caos Norma Quintana

Arte y diseño Mauricio Cejín Colaboradores de este número Mario Pérez Aguilar Ramón Suárez Caamal David Anuar González Francisco Puch Mis Silvia Polanco Euán Andrea Macías Luna Cynthia Puc Hernández Amra Morquecho Quijano Lizbeth Peña René Vera Contreras Marién Espinosa Garay Norma Quintana Miguel Miranda Felipe Reyes Svetlana Larrocha Antonio Leal Mauricio Ocampo Lorena Careaga Viliesid

12 Instrucciones para conquistar Troya Antonio Leal 14 Aproximaciones a la literatura de Quintana Roo David Anuar González

Colaboradores gráficos Armando Martínez Freddy Koh César V. May Tun

16 Quintana Roo una literatura sin pasado o las cartografías del canon Francisco Puch Mis

Consejo artístico Gena Bezanilla Leonard Escamilla Coordinación de Portafolio Norma Ordieres Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez

19 Naturaleza y filosofía en Bajo el signo del árbol Silvia Eunice Polanco Euán

Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha Distribución Mauro Cupul y CCL Administración Karinna Maich Sangiacomo TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Universidad del Caribe. Sm 78, Mza. 1, Lote 1, Fraccionamiento Tabachines, 77528 Cancún, Quintana Roo. Teléfono: 01 998 881 4400. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en tropo a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 042000-032217031500-102. Visítenos en nuestra página web: www.cclcancun.com Envío de colaboraciones: revistatropo@cclcancun.com Centro de Creatividad Literaria – CCL Consulte la revista electrónica en: http://www.issuu.com/tropoalauna

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22 Éramos el futuro Andrea Macías Luna

42 Muestra de Microrrelatos

26 Tesoros escondidos Cynthia Puc Hernández

44 Entrevista con Paco Ignacio Taibo II Un escritor sin autocrítica es un cadáver que camina Miguel Miranda

28 Iteraciones temáticas en dos textos cancunenses Amra Morquecho Quijano 32 Entrevista con Armando Martínez. Hay pocos artistas y muchos pintores René Vera Contreras 36 Una cicatriz Miguel Meza

48 Sor Juana o las virtudes de ignorar Felipe Reyes 52 Tañido de centurias Marién Espinosa Garay

58 De rockers y hoyos Mauricio Ocampo

PAPIROS

55 Cómo llegar a Dios a través de lo prohibido 39 Héroes en la supervivencia Svetlana Larrocha o vicarios del deseo Lizbeth Peña TERTULIAS 40 Poemas Norma Quintana

Armando Martínez Fernández Autorretratos (Detalle) Técnica: mixta Medidas (cm): 60 x 80

57 Crónicas de Ambarluna Lorena Careaga Viliesid

P U N T O S

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60 Apoyamos todas las expresiones culturales de la sociedad Entrevista con la Mtra. Alia Yasmín Rodríguez 62 PORTAFOLIO Freddy Koh

D I S T R I B U C I Ó N

P L A Y A D E L C A R M E N : Café Andrade • Jardín El Edén CANCÚN LIBRERÍAS: Dalí • Porrúa • Dante • Educal

Le Lotus Rouge • Galería Escamilla • Galería de Arte 5ta. Avenida Biblioteca Jaime Torres Bodet

Needful Things CENTROS CULTURALES: Teatro Xbalamqué • Casa de la Cultura La Pitahaya • Instituto para la Cultura y las Artes RESTAURANTES: Pasteletería • 100% Natural • Tapioka Café Bisquets Obregón • El Pabilo • Café Andrade • Café Cardoni Marakame Café • La Casa de los Abuelos

MÉRIDA: Dante • Fondo de Cultura Económica (calle 59 entre 60 y 62, Centro Histórico) • Centro Cultural Dante (Prolongación Paseo de Montejo) Dante Plaza Fiesta • Educal “Juan García Ponce” (calle 60 entre 59 y 61, Centro Histórico) • Café Punta del Cielo (calle 63 entre 60 y 62, Centro Histórico) • Café Segafredo (calle 57 entre 60 y 62, Centro Histórico)


Entrevista con

Mario PĂŠrez


En el país, Q. Roo, ilustre desconocido René Alberto Vera Contreras Con una indeclinable vocación literaria —que se traduce en cinco libros publicados— y la fortuna de haber sido beneficiado cuatro veces con becas y apoyos estatales a través del PECDA (Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo de las Artes)—, Mario Pérez Aguilar nos cuenta en la siguiente entrevista, de forma muy honesta y puntual, acerca de su relación con la literatura, de sus influencias, del papel que debe asumir el Estado en la promoción de las artes, y nos deja ver al ser humano que está detrás de la ficción.

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n otras épocas, en Cancún, las seis de la tarde sería una buena hora para tomar un café, pero no el día en que conocí a Mario Pérez en el Centro Cultural La Pitahaya. Llegué temprano, y una bebida más refrescante parecía una mejor opción, pero también deseaba un café y no pude decidirme. Mario llegó pronto, acompañado de su esposa y sus dos nietos. Cruzamos unas palabras de saludo y algunos comentarios, mientras recorríamos el lugar para buscar el sitio más adecuado. Ya acomodados, charlamos. Mario Pérez tiene en su plática el mismo tono que en su narrativa: es preciso, estructurado y, ante todo, muy franco. —Tus trabajos muestran una claridad y lucidez narrativa que te posicionan como uno de los escritores más sólidos de Quintana Roo, ¿qué es para ti escribir? —En mi vida hay cosas que me apasionan, como el conocimiento y entendimiento de los fenómenos económicos y jugar tenis, entre otras; pero lo que más me apasiona es escribir. Significa entregarme a un trabajo que realmente ocupa todos mis sentidos, a una actividad que realmente me gratifica. Claro que, como decía Juan Domingo Argüelles, Escribir cansa, pero ese cansancio es también placentero. El contar una historia a través de la escritura es, para mí, reproducir mis sensaciones

y vivir la vida de los personajes; interiorizarme en un mundo ficticio que tiene mucho de realidad y compartir mi vida y mis años con los personajes que estoy creando y recreando. —¿Qué tanto de tu vida hay en tus novelas? —Bastante. No solo de las cosas que he vivido, sino también de lo que me han platicado, leído o escuchado. Yo creo que todos los escritores dejamos parte de nuestra vida en las historias que contamos. Claro que hay cambios, nuevos caminos, otros finales, personajes cambiados, percepciones distintas del ambiente o el entorno; pero lo fundamental está ahí, abriéndose camino entre las historias ficticias. —En tu obra, los espacios narrativos corresponden a lugares donde vives o has vivido. ¿Es una necesidad o por qué los empleas con tanta insistencia? ¿Quieres que te ubiquen dentro de la literatura quintanarroense? —Creo que es una necesidad. Tal vez me oiga muy egoísta, pero yo escribo para mí, para nadie más. No estoy pensando en el público que me va a leer cuando escribo una obra, solo pienso en dejar mis sensaciones en ella. Por este motivo, tampoco creo que lo haga para que me ubiquen dentro de la literatura quintanarroense. Me parece que no podría escribir una historia en un entorno que no conozco. Lo he hecho, claro que muy pocas veces. Por ejemplo, mi cuento “Natalia”, es una historia atemporal y sin lugar preciso. Mi cuento “La perfecta casada”, habla de un pueblo del occidente perdido en la sierra, y aunque conozco

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e n t r e v i s t a pueblos en México de ese tipo —en Guanajuato, Jalisco y Chiapas, entre otros lugares—, nunca he vivido en alguno de ellos. Pero todas mis novelas están ambientadas en lugares en los que he vivido: Chetumal, la Ciudad de México y Cancún. Algunos cuentos están ambientados en lugares en los que no he vivido — como Isla Mujeres o Cozumel—, pero que conozco muy bien. —¿Cuál es el origen de tu vocación como escritor y cómo la concilias con tu profesión actual? —Mira, en realidad yo siempre tuve una inclinación por la escritura. Creo que en mis años de primaria y secundaria era inconsciente. Recuerdo que en aquel tiempo la casa de mis papás, en Chetumal, era todavía de aquellas construcciones de madera asentadas sobre pilotes, de modo que uno podía meterse bajo la casa, pues estaba como a un metro de altura sobre el piso. Ahí, bajo la casa, mi padre tenía muchos detritos de madera apilados, tablas y tablones. Sobre esos promontorios, llenaba cuadernos y cuadernos sobre las cosas que ocurrían en el pueblo. Desde las lluvias infinitas hasta los inclementes soles del verano. Todos esos cuadernos los dejé en el tapanco de la casa cuando me fui a estudiar a la Ciudad de México. Después de varios años, cuando le pregunté a mi madre sobre mis cuadernos, me dijo que seguramente se los habían comido los murciélagos, pues el tapanco era su nido por las noches. En la preparatoria casi me fui en blanco, pues me dediqué más al deporte y a mis novias. En la universidad volví a escribir. Hice muchos escritos viviendo en la casa del estudiante en México —cuando estaba en la Av. Mazatlán, en la colonia Condesa—, que pagaba el Gobierno del Estado y nos daba cobijo a los quintanarroenses que estudiábamos una carrera pues en Quintana Roo aún no había universidades. Hay parte de esos escritos en mi primera novela, Los Artificios del Agua Turbia, que se publicó en 1995. Cuando el personaje principal, Saturnito Cabañas, pesca dengue, tiene que estar metido en la cama durante una semana, sumido en sus alucinaciones. Lo que alucina son precisamente los escritos de mí época universitaria, más o menos de 1977. No he podido vivir de escribir, por lo que tengo que combinarlo con mi profesión. He sido servidor público por casi treinta años y docente en materia económica por alrededor de quince. Lo combino robándole tiempo al tiempo. Desde luego que hay que comer, pero las pasiones de uno son tal vez más importantes, de modo que no escatimo en absoluto el poco tiempo libre. —En tu novela Luna Menguante, retratas el carácter de Quintana Roo como un estado formado por inmigrantes. ¿No es un tema superado en la literatura actual del estado? —Tal vez tengas razón; sin embargo, hay que tener en cuenta que Luna Menguante se desarrolla a mediados del siglo pasado, casi entre 1944 y 1965. exclusivamente en Chetumal, ciudad que en ese tiempo estaba evidentemente habitada por inmigrantes. Nadie era de Chetumal, todos habían llegado de otros lados, incluido los indígenas que de algún modo regresaban de Belice después de las persecuciones. Yo creo que en la literatura, como en muchas otras cosas, los temas nunca son superados.

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—¿Cuál es el proceso con el cual te enfrentas a la escritura de una novela? ¿Reúnes material “novelístico”, te documentas o va surgiendo con la propia escritura? —Hay de todo un poco. No creo en los cartabones o en las técnicas lineales para escribir una historia. Uno se va acomodando de acuerdo a las circunstancias, a las ideas, a los estímulos. Desde luego hay que cuidar los tiempos y para eso sí hay que documentarse, para insertar la historia, pero solo para que esta sea creíble, para que se ajuste a algún tiempo histórico y se respeten las costumbres de la época. Por lo general, antes de empezar a escribir cualquier cosa hago lo siguiente: voy madurando el tema hasta que ya lo tenga perfectamente definido. Luego sigo con la imaginación de la trama, de las causas y los efectos y pienso en el final. Después delineo en mi mente la personalidad y la psicología de los protagonistas, y de algunos personajes de reparto que tengan un efecto importante en la historia. Esto me puede llevar semanas, meses o años, dependiendo del tiempo que tenga para pensar y atizar el tema. Cuando creo que ya está listo, empiezo a escribir. Y empiezo por donde sea, de todas formas iré y vendré en la historia hasta completarla. Desde luego, como siempre, habrá tachones, aniquilaciones, reenfoques, agregados; inclusive reestructuraciones, hasta que quede satisfecho. —¿En qué momento nace la idea de escribir tu última novela Las mujeres del profesor? —Tenía tiempo que quería contar una historia ambientada totalmente en Cancún. En mi primera novela hay escenas desarrolladas en el Cancún de los años ochenta, pero solo es una parte del libro, que por tratarse de un tema relacionado con la pesca, era necesario incluir a Cancún, a Isla Mujeres y Cozumel, que en aquel tiempo eran todavía muy pesqueros, y desde luego también a Holbox, que era el más pesquero de la zona norte del estado. Ahora quería una novela ambientada en Cancún, no de Cancún, porque nunca he sido tan pretensioso y no me siento capacitado como para que, a través de una novela, pueda caracterizar la vida social, económica y política de Cancún. Mi intención fue escribir una novela que mostrara el Cancún más actual, pero que la historia fuera más íntima, más personal. La verdad no encontraba el tema. Una tarde, platicando con mi esposa, me contó que una prima suya había rentado su vientre para procrear el hijo de una pareja en la Ciudad de México y había cobrado medio millón de pesos. En ese momento me pareció un tema audaz y tal vez muy moderno para una sociedad como la cancunense. De modo que investigué más sobre el asunto y ya tenía el tema principal. Lo siguiente fue, como te comenté anteriormente, pensar y atizar la trama. Resolví dejar el protagónico a un profesor de economía, materia que conozco muy bien, y de ahí la desarrollé. —¿Cómo percibes el panorama de la literatura de Quintana Roo en la actualidad y cómo sientes que se sitúa a nivel nacional?


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Luna menguante, su más reciente publicación Mario Pérez Aguilar (Chetumal, 1954) es economista por la UNAM y maestro en Política, Administración y Economía de los Recursos Naturales por la Universidad de Michigan (USA). Obtuvo Mención Honorífica en el concurso de cuento “Como el mar que regresa” en 1999 con “El juez vencido”. Ha publicado novelas: Los artificios del agua

—A nivel nacional creo que somos ilustres desconocidos. O mejor, simplemente desconocidos. A nivel local, me da mucho gusto que cada vez haya más escritores y que hayan abierto más espacios para la creación y la promoción de las obras. Sin embargo, me parece que hay que dar algún salto mayor. Tal vez abrir un premio estatal de novela y crear un fondo para ello, para incentivar a los nuevos escritores y reconocer su talento y trabajo. Se lo propuse alguna vez a Hendricks cuando era gobernador, pero no le vi mucho entusiasmo. Lo he comentado con los diputados locales que han tenido la comisión de cultura en el Congreso, pero a nadie le ha interesado hasta ahora. Por otro lado, creo que hace falta promover la creatividad de aquellos escritores que viven en las regiones y en las zonas populares de Cancún, y de las demás ciudades grandes del estado como Chetumal y Playa del Carmen. Es importante acercar a ellos los servicios de las casas de la cultura, no esperar a que ellos vayan. —¿Cómo se ha comportado la comunidad literaria del estado contigo, te has sentido cobijado? —Mira, a mí me da mucho gusto que haya más gente que me reconozca como escritor que como servidor público o docente. Aunque ser profesor da muchas satisfacciones, sobre todo cuando ves que los jóvenes que has formado llegan a graduarse o consiguen cargos importantes en el gobierno o en las empresas. Pero mi mayor satisfacción es cuando me hablan para comprarme un libro o me preguntan cuándo sale mi próxima obra. No conozco a todos los autores del estado, pero sí a muchos. Sé que hay varios que están surgiendo, que son más jóvenes y que no hemos podido tener contacto, pero en general me siento bien tratado y respetado. Lo que he logrado publicar con Conaculta y Gobierno del Estado —La historia que viene y Luna Menguante, esta última en imprenta— lo he ganado en concursos. Y así debe ser. Por eso creo que instaurar un premio estatal, con jueces reconocidos a nivel nacional, promoción y comercialización de las obras ganadoras en librerías de renombre, puede constituir un estímulo importante para los creadores literarios. —¿Cómo perfeccionas tu estilo literario y qué escritores te han influido? —No tengo un método para perfeccionar mi estilo litera-

turbia (1995), Tercera Llamada (1997), Por aquí se dan muy bien los muertos (2000), y libros de cuentos: El motivo de Benjamín (1996), La historia que viene (2005). Las novelas Luna Menguante, historia de un asesinato (en imprenta) y Las mujeres del profesor se publicarán próximamente. Actualmente vive en Cancún.

rio, lo que hago únicamente es leer todo el tiempo que puedo. Hay muchos escritores que han influido en mí, desde Sófocles hasta Alice Munro o Mo Yan. Pero creo que los que más han influido en mí han sido los latinoamericanos; sobre todo García Márquez, Mario Vargas Llosa y Alejo Carpentier. Sin duda, también Kafka. —¿En qué aspectos particulares te han influido Kafka y los latinoamericanos que mencionas? —Yo creo que en muchos aspectos y al mismo tiempo en ninguno en particular. Tal vez no sabría cómo explicarlo con claridad, pero creo que en el caso de Kafka, todos los matices absurdos que tienen ciertos pasajes de mis novelas y cuentos están arrancados de esa influencia kafkiana. Los diálogos de Vargas Llosa son para mí muy ilustrativos, y su influencia en mí es vital. Me parece que es uno de los autores que mejor maneja los diálogos. En el caso de García Márquez, me arrastra su capacidad de la primera frase de sus obras, su habilidad para jalar al lector poniendo casi de inmediato el final de la novela o el cuento, y su capacidad de llevarlo para que vea cómo es que se llega a ese final. Además, su narrativa me apasiona, pues muy por ahí hay un eco, un par de palabras dichas por uno de los personajes que redondean muy bien la historia. Me gusta su capacidad de dejar implícita la sicología de los personajes a través de su comportamiento, a través de lo que hace el personaje, no de lo que es. Y desde luego, su realismo mágico. Aunque la narrativa que más me impresiona es la de Pablo Neruda, pero aún mejor, la de Fernando del Paso. —Escribes novela y cuento, ¿qué dificultades se presentan en cada género y con cuál te sientes más cómodo? —Creo que tanto el cuento como la novela tienen las mismas dificultades: pensar y repensar el tema para que tenga un buen inicio, un buen nudo y un desenlace todavía mejor. Y lo fundamental: que sea una historia creíble, contada de manera tal que el lector no pierda el interés, que sea casi como una película que va transcurriendo. Me siento más cómodo en el cuento porque son historias cortas en las que se tiene que ser preciso y una vez terminado, el descanso es muy reconfortante. Sin embargo, creo que por lo mismo me inclino por escribir más novela, pues el reto es mayor; el largo aliento es más difícil de conservar, lograr que el lector no pierda el interés. Tropo

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Otra vez el remordimiento Ramón Iván Suárez Caamal Una idea obsesiva me corroe, obsesiva como la tumba y sus gusanos, recurrente como la lluvia en los poemas, circular como la acémila en la noria. Una y otra vez, una y otra voz: ola hola aloh, tercamente terca su semilla amarga. ¿La eludo? ¿La elido? Su helado témpano hace crujir mis dientes, hiela el alma. Quién es el que de modo así pone sus ejércitos orilla de las murallas de mi incertidumbre y con silencio más fuerte que el fragor anuncia el holocausto personal. O nadie vive en sus yermos y es la túnica del polvo la que ondea en lo más hondo de mi enflaquecido valor. Valor, amigo; ánimo, hoja de hierba,

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ojo de ciervo, ajo en las manos y ventanas para espantar oficio de tinieblas. No se pudre la razón aunque se hayan secado sus raíces. Húndela en el lodo, pon piedras encima de su cadáver, bebe sus cenizas, ata mariposas a sus huesos, estruja sus chancros. O ámala de pie, de rodillas, desnudo, abrigado, imperturbable, con jadeo. Ya van doscientas muescas en las sienes, una por cada visita de las moscas. La obsesión mide su territorio, clava estacas en el cráneo para alzar el circo donde cumple su ritual. El paraíso de los obsesos no es jardín, gotea de la llave herrumbrosa la misma idea sin que a trasluz del raciocinio haya semejanza entre reflexión y llanto. El ácido corroe los metales y yo soy de yeso; bastaría la llama de un cerillo para derrumbarme. Urdo desgracias en la noria: con hojarasca acuno mi sueño. No es verdad este río moroso, no lo son los alfileres que me sujetan a la página; la rosa que sostengo en mi izquierda desvanece su perfume y aun mi mano se diluye en las sombras. Dios no tiene alas, somos viejos arropados en la capa del murciélago, gotean nuestras obsesiones y nos creemos lúcidos. Obsesiones: Engaños de la luz, silogismos de las formas vanas, velas que avivan su temblor mientras consumen nuestro albedrío.

Ramón Iván Suárez Caamal (Calkiní, Campeche, 1950). Poeta, profesor y promotor cultural. Ha obtenido más de treinta reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines y el Premio Nacional Olga Arias, ambos en 1991; en 2010 obtuvo el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños, y en 2011, el IV Premio Internacional de Poesía para Niños Ciudad Orihuela, de España. Es el poeta más prolífico de Quintana Roo, con más de veinte poemarios publicados, y autor de dos manuales para talleres (Poesía en acción, 2007, y Resortera para las palabras). Una selección de sus poemas se encuentra en Poesía Reunida (2006). El Premio Nacional de Poesía de Calkiní lleva su nombre. Es autor del Himno a Quintana Roo. Un árbol florece sueños, Cuna la media luna y Te canto un cuento (los tres del 2014) son sus más recientes poemarios.

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Javier España y la poesía contra el caos Norma Quintana

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i tuviera que decidir con qué refrán definiría a Javier España, sin pensarlo diría: “De las aguas mansas, líbreme Dios”. Sí, siempre he pensado que tras esa actitud más bien contenida y casi tímida se esconden intensidades que solo se atreven a escapar por la fumarola del volcán siempre activo de su poesía. Lo recuerdo como era hace diecisiete años: un muchacho bien plantado, con expresión amable, pero seria, que además de escribir poesía jugaba baloncesto a la menor provocación. Cuando supe cómo era su desempeño como formador de escritores, pero sobre todo cuando leí sus poemas, me resultó por demás asombroso y siempre me pregunté qué relación podía tener el básquet con aquel pensamiento concentrado e indagante en los misterios del ser. La respuesta, a la distancia de tantos años, ya no tiene importancia, porque hace tiempo descubrí, debajo de su apariencia retraída y como distante, a un ser profundamente humano preocupado por los problemas del mundo, por el dolor y las angustias de sus semejantes. ¿Cómo no iba a disfrutar del deporte? Nacido en Chetumal en 1960, Javier España Novelo estudió en Mérida, Yucatán, donde maduró su formación intelectual, cultivada desde la infancia por un padre, maestro de español, cuya presencia fue decisiva no solo para estimular sus inclinaciones literarias sino también para sembrar en él la semilla de una ética que le ayudó a configurar su imagen del mundo y de cómo deberían ser las relaciones entre los hombres. En Mérida afirmó su vocación por las letras como instancia de vida y en los talleres literarios de la Universidad de Yucatán y la Normal Superior de Mérida, bajo la tutela de instructores responsables, comenzó a tomar forma un criterio muy personal sobre el ofi-

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cio literario que hasta hoy lo distingue dentro del panorama intelectual quintanarroense. Su primer libro, Presencia de otra lluvia (1987), que obtuviera en 1988 el Premio Especial de Literatura “Antonio Mediz Bolio” del Gobierno del Estado y el Instituto de Cultura de Yucatán, es ya un producto de madurez literaria con todos los rasgos que lo definirían en el futuro. Conserva, desde entonces, su sistema de trabajo, sus recurrencias en cuanto a estructuración del texto, los procedimientos verbales y el modo de encarar el momento creador. Se han ensanchado, tal vez, sus preocupaciones temáticas, también en los años recientes Javier ha buscado modular sus complejidades expresivas, de modo que su decir se ajuste a las nuevas inquietudes que han rondado su espíritu desde que la paternidad lo obligó a reacomodar todo su universo interior, y a preguntarse qué herencia espiritual dejará a sus descendientes, y en qué clase de mundo los lanzó a vivir. Pero en sentido general, nuestro poeta, al igual que otros como Arthur Rimbaud y Dulce María Loynaz -por mencionar dos casos completamente distintos pero igual de ilustres- pertenece a esa rara cofradía de escritores que alcanzan muy tempranamente un modo peculiar de expresión y llegan al extremo de sus tendencias y elecciones personales al inicio de su camino; o, dicho de otro modo, consiguen su estilo y asumen una poética en etapas en las cuales otros poetas andan aún en los tanteos. Rara virtud que otorga una asombrosa coherencia a su obra. Como José Lezama Lima, uno de sus dioses tutelares, Javier España concede a la creación poética la categoría de camino hacia el conocimiento, conocimiento adquirido desde otra racionalidad, donde los vínculos causales pierden su rigidez cartesiana y se instala lo que el delirante poeta de Trocadero llamó “vivencia oblicua”, la relación inusitada entre las cosas, atrapada


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Fotografía: Secretaría de Cultura de Quintana Roo.

por la palabra y transformada en interrogante que es en sí misma una respuesta. En ese volcán escondido dentro de la poesía de España alientan los miedos más tremendos y avasallantes, a saber: el miedo a no saber quiénes somos ni de dónde procedemos, el miedo a la incertidumbre, el miedo a la soledad y el miedo a la muerte. Poesía dolorosa en su indagar obsesivo, no está hecha de emociones epidérmicas, de tirones viscerales que se olvidan casi de inmediato, su angustia conmueve la zona de nuestro espíritu donde está la señal roja para las alarmas más antiguas; y aunque parezca un contrasentido, a pesar de su aparente exceso de racionalidad, la obra de Javier España desata nuestros atavismos. Javier ejerce su oficio de creador con una extrema conciencia de los riesgos y apuesta al rigor sin hacer concesiones. Toda su obra es una persecución del cuerpo del poema; una ocupación por la imagen, al decir de Lezama, de la propia vida para fijarla de algún modo en la escritura en un intento por restaurar el equilibrio del yo en medio del caos y la fragmentación. Nadie se engañe entonces ante la presencia tranquila de esta otra lluvia de conceptos y obsesivos cuestionamientos en torno a la esencia de las cosas: no hay frialdad en este acto de creación que tiene la apariencia de una abstracción filosófica. La poesía es, para Javier, en realidad liberación y amuleto contra el temor a lo innombrable, y también acecho, cerco y espera, búsqueda ciega y parto doloroso, espejismo, desdoblamiento e incursión en el misterio con mucho de horror y de muerte, aun cuando esté destinada a los niños, a quienes les reconoce lo que muchos se empeñan en negarles: la sensibilidad para comprender los grandes enigmas de la existencia. La poesía, en fin, es un viaje hacia la luz a través de las regiones en donde habita el lado oscuro de la naturaleza humana. Rara flor crecida entre sueños y cavilaciones, la poesía de Ja-

vier España es un acto de exorcismo y un ejercicio espiritual que enriquece y honra a las letras quintanarroenses. Pero si esto no bastara para otorgarle un lugar de honor entre los hijos preferidos de este rincón mexicano, recordemos entonces que también ha dedicado durante años parte de su tiempo a la orientación de jóvenes con inquietudes literarias, al coordinar desde su creación el taller literario del primitivo Instituto de Cultura, hoy Secretaría, así como el de la Universidad de Quintana Roo. La huella dejada por este comedido abogado y profesor universitario en la cultura de Quintana Roo va más allá de los numerosos libros publicados o de los importantes premios recibidos, en realidad se profundiza y se afianza por la labor paciente de formación, más que intelectual, ética que desde hace años realiza con jóvenes y no tan jóvenes aspirantes a escritores que acuden a él por orientación, para afinar su instrumento expresivo. A su personal manera de entender el trabajo con los talleristas, deben las letras de nuestro Estado algunas de sus más destacadas voces poéticas y narrativas. Hemos visto su figura recorrer los edificios de la UQRoo y los corredores de nuestra institución cultural, siempre con ese aire de persona que recata sus emociones, siempre atento y calmo, hemos aprendido a descubrir la pasión bajo el cavilante fluir de su verso y hemos aprendido a respetar su magisterio llevado siempre por el camino de la paciencia y de la orientación oportuna; más que de recetas para escribir bien, de consejos sobre cómo escoger lo que se lee. Por ahí andan sus alumnos, con el agradecimiento a flor de piel porque no siempre se tiene la dicha de tropezar en el momento oportuno con el guía adecuado. Es una suerte para ellos, y también para nuestras letras tener entre nosotros a un poeta y a un ser humano como Javier España. Tropo

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Instrucciones para conquistar Troya Antonio Leal Recordaré estos días, sin jamás olvidarlos. Gilgamesh a María Jesús Maricalva

a los nueve años, uno tiene un cuaderno de bitácora, con una gaviota volando sobre un fondo magenta; un trompo de madera recia, hilo trenzado de lino a modo de cuerda que lo amortaje desde la base de la puya de hierro, —con la que baila en el suelo—, hasta la altura —un poco más arriba— de la línea del ecuador, que imaginariamente lo circunda. simplemente uno tiene un trompo, digo, un cono lúdico con el que sale de casa un día a conquistar el mundo. chamaco lo carga uno de día y de noche; uno lo amanera a su modo, y lo ama, y con él sueña. lo cubre con ternura desde el tronco de su eje de fierro, hasta la última vuelta que da la soguilla que enrolla su cintura. dueño de este artefacto jubiloso, uno lo acomoda muellemente con la cabeza hacia abajo, y con la púa descansando

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en el soporte de la curva que forman los dedos índice y pulgar. aquí, autores escoliastas, generalmente anónimos, apuntan que para “picar” el dreidel, uno lo avienta desde arriba del hombro como si fuera una piedra, para que caiga de pie, zumbando, y baile con ludibrio en un palmo de tierra. uno calcula el tiro de la lienza; uno no quiere que el levitrón escape al aire a modo de un pedrisco que saliera de su honda capaz de lastimar a nadie. cierta cofradía casualmente señala que el riesgo de un percance es menos si el zurriago se humedece -para asegurar su amarre-, con un poco de agua o de saliva. otra fuente heterodoxa recomienda ungir el piolín con orín impúber, lo que, además, sea dicho de paso, otorga de ipso facto buena suerte. al cabo sobrante que termina al darle uno la última vuelta al trompo, se le hace pasar por un orificio hecho en el centro de una corcholata


t r a s l u z utilizando el mismo pico de la peonza. allí, un nudo ciego de remate en la cara que tiene los bordes cortantes deja firme la tapa de hojalata, justo en el sitio en donde se unen los dedos anular y medio. esto evita que el cáñamo se zafe cuando uno abra el puño en el aire, y suelte al trompo, y la guaraca, igual que un látigo, se jale, y finalmente quede colgando desde el dorso de la mano. aquí uno navega a todo trapo los mares. aquí uno alcanza a tocar la bóveda del cielo con los dedos. uno tiene por juguete una pirinola fabricada de quiebrahacha o palo duro, y un arsenal de sueños para conquistarlo todo. llegada la hora de nombrar los astros; una vez elegido el campo de batalla, usando su misma punta aguzada, cualquiera a esa edad puede trazar a compás, en el suelo, la fase de la luna en cuarto creciente. Alguno debe testificar que la línea meridiana y la espalda de la media luna midan exactamente la mitad del largo de la cabuya. cuenta nueve pasos, luego, de distancia, y el otro, siempre el otro, yo, tú, él, danzando su plural en aquelarre sobre la sombra de uno mismo, planta allí un pie sobre la corcholata eligiendo el centro del corazón del universo. y uno hace girar el rejón atado al zumbel a la manera de un compás ahora a todo lo que da aquel látigo; configura en un círculo los altos muros de la ciudad prohibida.

manuales antiguos mencionan que es el sol; en el fondo uno sabe que ha llegado el momento de asediar a la opulenta Troya. a los nueve años, uno tiene un cuaderno de bitácora con una gaviota volando sobre un fondo magenta; uno chacotea su chacona con achaques de bravura; no sabe esperar cumplir los quince, y mucho menos sufrir la abulia de lo que ocurra en otros nueve, sin poder lanzar de una vez al mar sus naves, como afirman que a la edad de veinticuatro le ocurrió al egregio griego Aquiles, quien después de ocasionar los mayores estragos de la guerra contra los teucros, una flecha hincada en el talón del pie lo mató sin haber visto la destrucción final de Troya. en la fragua de la infancia, uno entiende sólo a golpes de ternura; uno sabe qué gazapos lleva la chistera dentro, y que nadie debe nunca luchar contra su propio Ángel. desde los nueve años, uno carga ese cuaderno en la memoria; uno lo guarda con fervor como si fuera un palimpsesto. libro de horas, bitácora con olor a santidad, con trazo cuneiforme allí uno cala sus primeros sintagmas. ¿es la infancia la otredad? ¿puede el recuerdo de un trompo que baila en la palma de la mano quedar sin guardarse en algún paño del alma? Del libro inédito Divagario.

José Antonio Miranda Leal (Chetumal). Estudió Sociología en la UNAM. Fue becario de poesía del Centro Mexicano de Escritores. Ha publicado los poemarios: Duramar (UNAM, 1981), Canto Diverso (La Tinta del Alcatraz, 1995), Poemas provinciales (El Taller del Poeta, 2004), Thalassa (Siglo XXI, 2008) y La fauna exaude (Conaculta, 2012).

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Aproximaciones a la literatura de Quintana Roo David Anuar González Vázquez El siguiente escrito tiene como objetivo presentar cinco ensayos crítico-literarios en torno a la literatura de Quintana Roo. El valor de cada uno de ellos reside en proyectar interpretaciones en torno a un objeto de estudio común y a la vez heterogéneo, múltiple: la literatura escrita en el estado de Quintana Roo. Por supuesto, esta es demasiado amplia para ser abordada en cinco ensayos. Aquí más bien se nos presenta una mirada parcial de algunos autores y temas relevantes para esta literatura. Y he ahí su importancia: en contribuir a la configuración de una tradición metatextual en torno a la escritura creativa que se lleva a cabo en este estado. Duran más las palabras que las piedras. Juan Domingo Argüelles

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os metatextos, nos dice Gerárd Genette, teórico de la literatura, de origen francés, son aquellos textos cuya razón de ser son otros textos, pues los glosan, los explican, los interpretan; en este sentido, uno de los géneros metatextuales por excelencia es la crítica literaria, cuya razón de ser son los textos literarios (Genette, 1997). Los metatextos críticos cobran importancia al visibilizar la existencia de los textos literarios y sus cualidades ante públicos académicos y no académicos, así como al crear y socializar interpretaciones que permanecen o se sedimentan históricamente, abriéndose así la posibilidad de hacer una historia de las interpretaciones, es decir, cómo se ha interpretado un texto literario a lo largo del tiem-

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po y en distintos contextos, o dicho en otras palabras, la historia de su recepción (Acosta Gómez, 1989). Es así que, felizmente, me complace ver cómo estos cinco ensayos que hoy se publican en TROPO 6, son un pequeño grano de arena en la configuración de una tradición metatextual en torno a la literatura de Quintana Roo, los cuales se vienen a sumar a importantes antecedentes de esta tradición metatextutal como son los trabajos de Juan Domingo Argüelles1 , Norma Quintana Padrón2 , Agustín Labrada Aguilera3 , Miguel Ángel Meza Robles4 , Martín Ramos Díaz5 , y los de mi propia autoría6 ; todo lo cual quiere decir que esta literatura se está leyendo, está interesando, está disparando procesos de lectoescritura, o en palabras de Gastón Bachelard, fenómenos de resonancia y repercusión; el primero haciendo alusión a aquellas lecturas que


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David Anuar González Vázquez (Cancún, Q. Roo, 1989). Licenciado en Literatura Latinoamericana por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Profesor de asignatura de educación superior, en materias de gramática, redacción y literatura. Líneas de investigación: Literatura de Quintana Roo, Teoría Literaria, Minificción, y Poesía Latinoamericana. Corrector de estilo en la revista Temas Antropológicos de la Facultad de Ciencias Antropológicas (UADY). Poeta, narrador, editor y crítico literario.

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Bibliografía Acosta Gómez, Luis A. (1989), El lector y la obra. Teoría de la recepción literaria, Madrid: Gredos. Argüelles, Juan Domingo (1990), Quintana Roo una literatura sin pasado (cuento y poesía 1977-1990), Ciudad de México: CONACULTA. Bajtin, Mijail (1990), La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Madrid: Alianza Editorial. Cupul Itzá, Adriana (2002), Tsunamis inconclusos, Ciudad de México: Instituto Quintanarroense de la Cultura. Genette, Gerárd (1997), “La literatura a la segunda potencia”, en Desiderio Navarro (compilador) Intertextualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de un concepto, La Habana: UNEAC/Casa de las Américas/Embajada de Francia en Cuba, 53-62. González Vázquez, David Anuar (2014), “Tropo a la uña en la historia de la literatura quintanarroense”. Conferencia impartida el 24 de abril de 2014 en el Auditorio Principal de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán en el marco del Día Mundial de la Poesía (inédita). González Vázquez, David Anuar (en prensa), “Poesía en Quintana Roo: contexto, características, y tres propuestas”, en Cuatro ensayos sobre poesía hispanoamericana, Ayuntamiento de Mérida – CONACULTA. Labrada Aguilera, Agustín (2011), Teje sus voces la memoria, Yucatán: Dante. Lapoujade, María Noel (2011), Diálogo con Gaston Bachelard acerca de la Poética, Yucatán: UNAM-CEPHCIS. Ramos Díaz, Martín (1997), La diáspora de los letrados. Poetas, clérigos y educadores en la frontera caribe de México, Ciudad de México: UQROO – CONACYT.

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Así pues, solo me resta agradecer y felicitar a mis alumnos por sus valiosas enseñanzas y esfuerzo, al igual que a la inmensa labor editorial y cultural que los miembros de TROPO llevan a cabo, que sin duda es ya una publicación de referencia obligada en la consulta de la historia literaria de Quintana Roo, y esperemos se convierta también en un semillero de metatextos críticos en torno a la literatura del estado. Enhorabuena. Tropo

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4 Principalmente su obra crítica sobre la literatura del estado de Quintana Roo, y sobre todo de Cancún, se encuentra publicada en la revista TROPO. 5 La diáspora de los letrados. Poetas, clérigos y educadores en la frontera caribe de México (1997), es el libro de este autor que versa sobre la historia de las humanidades en Quintana Roo, en el cual se aborda el caso de la literatura, enfocado principalmente en la figura del poeta Wenceslao Alpuche. 6 En particular “Poesía en Quintana Roo: contexto, características, y tres propuestas” (en prensa), y “Tropo a la uña en la historia de la literatura quintanarroense” (2014).

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Notas 1 Con la primera antología literaria del estado: Quintana Roo una literatura sin pasado (1990), cuyo prólogo, se ha transformado en uno de los primeros antecedentes de aproximación crítica a la literatura producida en el estado. 2 Con múltiples trabajos publicados en las páginas de TROPO, sobre todo en la primera época de la revista. 3 Sus trabajos sobre la literatura de Quintana Roo aparecen recopilados en Teje sus voces la memoria (2011), en diversas páginas de TROPO, y en prólogos, como el que se encuentra en Tsunamis Inconclusos (2002), de Adriana Cupul Itzá.

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afectan y transforman interiormente al lector, resuenan dentro de él; y el segundo, a las lecturas que no solo resuenan sino que repercuten de forma visible y material al crearse nuevos textos a partir del texto leído (Lapoujade, 2011). Asimismo, es importante mencionar que estos cinco ensayos crítico-literarios fueron escritos por alumnos, como resultado final del curso Literatura de Quintana Roo, materia optativa impartida por quien estas líneas escribe, en la licenciatura de Literatura Latinoamericana, de la Universidad Autónoma de Yucatán. De igual forma, es relevante señalar que en el curso se dieron cita alumnos originarios de distintos estados, entre ellos: Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Guerrero, al igual que de dos disciplinas: literatura y antropología, dándose así un diálogo fructífero en las sesiones del curso. Por ello, se abrieron los caminos de la interpretación desde distintas miradas. Recuerdo especialmente una propuesta interpretativa de ver a Quintana Roo como un cuerpo donde se da una coexistencia y transformación de órdenes con base en lo alto y lo bajo, desde la concepción bajtiniana de estos conceptos (Bajtin, 1990), lo cual era aplicable tanto a los fenómenos migratorios interiores (dentro del estado mismo) y exteriores (desde otros estados), y a la literatura misma (configurada en regiones: norte, centro, sur e insular, cada una con ciertos rasgos y características particulares). Finalmente, solo me queda glosar brevemente cada uno de los textos que a continuación se presentan. El conjunto se abre con “Quintana Roo una literatura sin pasado o las cartografías del canon”, de Francisco Puch Mis, donde se nos presenta un análisis histórico-paratextual de la antología fundacional de Juan Domingo Argüelles; el segundo texto es un análisis sobre la relación entre poesía, filosofía y naturaleza en un poema de Ramón Iván Suárez Caamal, escrito por Silvia Polanco Euán; el tercer texto, “Éramos el futuro”, de Andrea Macías Luna, es una propuesta innovadora dentro de la crítica literaria, al conjuntar creación y crítica, ficción y análisis, donde la primera abarca a la segunda; el cuarto trabajo, de Cynthia Puc Hernández, versa sobre una novela de Leonardo Kosta y las estrategias discursivas que se dan dentro del texto para la construcción de la identidad y la verosimilitud; por último, Amra Morquecho Quijano cierra el conjunto con un análisis temático-comparativo de textos literarios ambientados en el espacio de Cancún: por un lado, una novela de Carlos Hurtado, y, por el otro, un poema de Óscar Reyes Hernández.

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Quintana Roo una literatura sin pasado o las

cartografías del canon Francisco Puch Mis Inexistente es el pasado literario de Quintana Roo, Por lo mismo, su historia social es inédita… Juan Domingo Argüelles

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os anales de la historia han marcado el año de 1974 como el de la fundación de Quintana Roo (Torres, 2000: 157). Sin embargo, la juventud del estado plantea una serie de interrogantes, entre las que destaca el hecho de preguntarnos: ¿qué era Quintana Roo antes de convertirse en una de las treinta y dos entidades federativas de la República Mexicana? De la misma forma que nos hacemos esta pregunta, sale a la luz otra interrogante con el mismo grado de importancia que la anterior: ¿qué clase de literatura se hacía antes de la antología de Juan Domingo Argüelles? A esta pregunta habría que anteceder otra: ¿existía literatura en Quintana Roo antes de ser un estado libre y soberano? Si bien esta antología fue publicada en el año de 1990, y titulada Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), cabe destacar que ella se constituye como un parteaguas en la creación de un embrionario canon literario quintanarroense, que, a su vez, muestra la inquietud de instaurar una tradición literaria en el recién creado paraíso mexicano. Por lo tanto, la presente investigación pretende abordar en un análisis histórico-literario la importancia de la ya mencio-

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nada antología, para presentar ante el lector la función de dicho texto como creador de un canon literario que sería el inicio de lo que actualmente podemos llamar Literatura de Quintana Roo. Para lograr nuestro objetivo, abordaremos la antología no por su contenido, sino por la importancia paratextual en ella contenida.

Trazando mapas: el paratexto editorial y la comunión de los espacios El paratexto, nos dice Saïd Sabia, es “un conjunto de producciones, del orden del discurso y de la imagen, que acompañan al texto, lo introducen, lo presentan, lo comentan y condicionan su recepción” (2005). Por otra parte, los paratextos están inscritos en una dinámica comunicacional que permite el diálogo entre el autor del libro y sus lectores. Esto es posible gracias a un conjunto de estrategias formuladas con el fin de ayudar a organizar los fragmentos del texto que los lectores deberán seguir. Estas estrategias hechas por el autor o el editor —ya sea el caso— reciben el nombre de elementos paratextuales, que pueden clasificarse de acuerdo con su origen (Genette, 2001: 1955). Los títulos, subtítulos y epígrafes reciben el nombre de peritextos autorales. Los paratextos, conocidos como peritextos editoriales, responden a una amplia gama de proyectos destinados a la producción bibliográfica —antologías, compilaciones, obras


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Es decir, Argüelles se ciñe solamente a seleccionar autores (en el caso de los oriundos) considerados quintanarroenses solo desde un plano fundacional. Con esto nos referimos a que el editor no considera literatura quintanarroense a lo que fue escrito con una centuria de anticipación, como lo menciona Agustín Labrada en su libro Teje sus voces la memoria (2011), quien señala una serie de antecedentes decimonónicos como el poeta yucateco Luis Rosado Vega y su libro Claudio Martín, vida de un chiclero (1938); los poemas de Wenceslao Alpuche (1887), y otros escritores del siglo XIX que por algún motivo u otro habitaron y escribieron en el territorio en que se contemplaba estaría Quintana Roo (Labrada, 2011: 11-19). Ante esto, debemos ser conscientes de que el trabajo literario quintanarroense comenzaba a gestarse. Sin embargo, esto no justifica a Argüelles de plasmar en su antología una serie de características que darán cabida a la selección de algunas obras, pero al mismo tiempo el descartar otras. Y esto no solo pasa con obras que se dejaron fuera de esta antología, sino también con una serie de géneros literarios descartados por el antologador. Entre algunos textos excluidos en la antología de Argüelles podemos mencionar los siguientes. Mismos que hemos organizado genéricamente en novelas y crónicas de viaje. Las novelas que podemos destacar son: Los misterios de Chan Santa Cruz: Historia verdadera con episodios de novela (1864), de Pantaleón Barrera; Cecilio Chi (1869), de Severo del Castillo; y Nati Pat: Los indios bárbaros de Yucatán (1893), de Ernesto Morton (Labrada, 2012: s/p). Por otro lado, las crónicas de viajes al Caribe mexicano están llenas de textos de diversa índole como: Incidentes de viaje en Yucatán (1843), del estadouniden-

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Hasta hace poco más de una década era imposible hablar de literatura quintanarroense. No existía. Inexistente es el pasado literario en Quintana Roo, por lo mismo, su historia social es inédita […] Salvo los autores de versos de ocasión, escritos para ser declamados en las escuelas o en las ceremonias por los más diversos motivos […] Quintana Roo no produjo escritor alguno, que mereciese tal nombre hasta que en 1977, Antonio Leal publica su primera colección de poemas (Argüelles, 1990:11).

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Considerando estos aspectos (el genético, el genérico y el geográfico, que pueden resumirse en: autores nacidos en Quintana Roo; autores cuya temática literaria sea Quintana Roo; o autores cuyo lugar de escritura sea Quintana Roo), observaremos que Argüelles incluye a ocho escritores oriundos de Quintana Roo, a cuatro de Campeche, y a uno de Toluca. Esto nos permite ver que las tres G aparentemente son cumplidas. Sin embargo, si centramos nuestro análisis paratextual en el título, tenemos que Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (19771990) deja ver una inquietud que Argüelles plasma en su prólogo a la edición:

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completas— de donde el peritexto autoral es propenso a sufrir modificaciones por parte del editor, con el fin de reestructurar el marco del libro. Entre los paratextos editoriales podemos mencionar los prólogos, notas a pie de página, epílogos e índices, el diseño de forros, la contraportada, hoja legal, por solo mencionar algunos. Partiendo de esta clasificación general propuesta por Genette, y siguiendo los métodos de análisis paratextual, tenemos que el peritexto editorial viene a ser uno de los elementos estructurales más importantes de Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) (1990). Esto debido a que el papel de editor y autor de esta antología recae en el mismo sujeto: Juan Domingo Argüelles. Por lo tanto, no habrá distinción alguna de los elementos paratextuales que podamos encontrar en la antología. Y por ello, aterrizaremos nuestro análisis en elementos como la colección a la que pertenece el libro, la editorial que lo publica, el editor, y los elementos internos del libro, como son el prólogo, la bibliografía y las semblanzas de autores que están presentes en el texto. Una vez hechas estas aclaraciones, es conveniente recordar que la casa editorial de la antología —Conaculta— corresponde a un organismo público creado en 1988 (Dirección general de comunicación social, 2014: s/p). Este organismo tiene como misión: “preservar de forma integral el patrimonio cultural de la Nación en sus diversas manifestaciones artísticas y culturales así como estimular los programas orientados a la creación, desarrollo y esparcimiento de las mismas” (Dirección general de comunicación social, 2014: s/p). Ahora bien, Conaculta, apenas dos años después de estar consolidada como la máxima casa cultural en el país, lanza una colección editorial denominada “Letras de la República”, la cual surge de la inquietud de José Luis Martínez, quien menciona en la contraportada de la antología, la existencia de una necesidad por: “distinguir en el cuerpo total de la literatura mexicana cada uno de los matices con que contribuyen nuestras diferenciadas regiones geográficas” (Argüelles, 1990). Esta inquietud, además de concretarse en muchos libro1, buscaba: “sistematizar el conocimiento de la literatura con antologías rigurosas que reúnan lo mejor de la producción literaria del país” (Argüelles, 1990)2. Hasta este punto, tenemos que Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), viene a formar parte de una empresa totalizadora y centralista que buscaba generar “un puente para el diálogo cultural entre las diversas entidades” (Argüelles, 1990). El hecho de centralizar y limitar la literatura que puede considerarse dentro o fuera de la producción quintanarroense, manifiesta un deseo por generar un corpus canónico. Para lo cual, nuestro autor/editor basa su selección en lo que David Anuar denomina como las tres G3. Estas tres G responden a un protocolo de inclusión literaria que nos permite aceptar la pertenencia o la no pertenencia de algún autor que busque adherirse a un corpus específico como lo sería la literatura quintanarroense (González Vázquez, 2014).

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l a t i n t a t e n t a se John L. Stephens; Viaje de Honduras Británica a Santa Cruz, Yucatán (1888), del inglés William Miller; e Independent Indian States of Yucatán, del alemán Karl Sapper (1904) (Labrada, 2012: s/p). Cabe hacer una mención especial de textos como Tierra de chicle (1937) y México íntegro (1939). El primero de Ramón Beteta, y el segundo de Moisés Sáenz, quienes en palabras de Agustín Labrada, “desde el periodismo escriben crónicas y artículos con zonas muy literarias” (Labrada, 2012: s/p), producto de su viaje como parte de la Comisión Científica Mexicana para realizar estudios del territorio quintanarroense. Los textos anteriormente enlistados, se inscriben en la dinámica vivencial (y ficcional en el caso de las novelas), es decir, son libros de crónicas y reportajes que, sin embargo, por su extensión o desconocimiento quizás fueron descartados. Esto nos indica que el primer intento por generar un canon literario quintanarroense, basó su construcción en los géneros literarios más importantes como son el cuento y la poesía, demostrando que existe una mayor afinidad poética que narrativa. Es así que se incurre en un silenciamiento de géneros

periodísticos, al igual que del cuaderno de viajes, la etnografía y la crónica. Sin embargo, esta antología guarda un papel importante en la historia literaria de Quintana Roo, debido a que constituye un parteaguas (por ser además la primera) en la consolidación del canon quintanarroense. En esta antología se da la comunión de espacios vecinos, espacios externos e internos, y se facilita la construcción de puentes comunicacionales. Además, instaura y visibiliza en el mapa de la República y el de la península, la primera o las primeras coordenadas de una cartografía que esperamos con el tiempo se vuelva más fructífera y que amplíe en una próxima antología la inclusión de otros géneros literarios y discursivos. Tropo

Bibliografía Argüelles, Juan Domingo (1990). Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), Ciudad de México: Conaculta. Dirección general de comunicación social (2013). “Acerca de Conaculta”, en <http://www.conaculta.gob.mx/acerca_de/#.U5EOf3KSwms > (5 de junio de 2014). Genette, Gerárd (2001), Umbrales, Ciudad de México: Siglo XXI. González Vázquez, David Anuar (2014). “Tropo a la uña en la historia de la literatura quintanarroense”. Conferencia impartida el 24 de abril de 2014 en el Auditorio Principal de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán en el marco del Día Mundial de la Poesía (inédita). Labrada, Agustín (2011). Teje sus voces la memoria. Yucatán: Dante. Labrada, Agustín (2012). “Literatura quintanarroense y pasado poético”, en Otro lunes. Revista hispanoamericana de cultura, no. 24, año 6. <http://otrolunes.com/24/ este-lunes/literatura-quintanarroense-y-pasado-poetico/> (6 de junio de 2014). Sabia, Saïd (2005-2006). “Paratexto. Títulos, dedicatorias y epígrafes en algunas novelas mexicanas”, en Espéculo Revista literaria, no. 31, año X. <https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero31/paratext.html > (7 de mayo de 2014). Torres Maldonado, Eduardo José (2000). “El Caribe mexicano hacia el siglo XXI (del cómo y por qué Quintana Roo, un infierno tropical y expresidio político, devino en un paraíso turístico moderno y en una compleja sociedad mexicana-caribeña y fronteriza)”, en Diacrónica del Caribe Mexicano: Una historia de Quintana Roo y Cancún, Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco (UAM-A), 145-264.

vo León, entre la tradición y el olvido. Cuento (1920-1991) (1993); Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) (1991); Sinaloa lengua de tierra. Crónica, ensayo, narrativa y teatro (1996); Sonora, un siglo de literatura (1993); Tamaulipas. Una literatura a contrapelo. Poesía, narrativa, ensayo y teatro (1851-1992) (1994); Veracruz. Dos siglos de poesía: XIX y XX. Vol. I y II (1992); Voces narrativas de Veracruz (1837-1989) (1993); y Zacatecas: cielo cruel, tierra colorada. Poesía, narrativa, ensayo y teatro (1868-1992) (1994). 2 Las dos citas previas se encuentran en la contraportada de la antología Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990) (1991). 3 David Anuar en: “Tropo a la uña en la historia de la literatura quintanarroense” define las tres G, «1) la cuestión geopolítica, 2) la cuestión genérica (rasgos o características), y 3) la cuestión genética» (González Vázquez, 2014), de la siguiente manera: 1 “La cuestión geopolítica tiene que ver con el hecho de que en México y en Latinoamérica, suele agruparse la producción literaria por zonas o regiones geográficas delimitadas políticamente, empero, cabe reconocer que los conceptos derivados de esto, como los de literatura regional o nacional, suelen ser muy flexibles, variables e, incluso, frágiles. En el caso de la literatura quintanarroense, escoger o no un criterio geopolítico de aglutinamiento, pone en juego la amplitud de lo que se considerará quintanarroense, es decir, si solo se considerará literatura quintanarroense lo que se escribió a partir del surgimiento de Quintana Roo, en 1974, como estado autónomo de la federación; de ser así, un cierto número de obras quedarán fuera del canon histórico literario, es más, sólo podría narrarse/hacerse una historia de 40 años de edad; 2 La cuestión genérica hace alusión al hecho de que algunos críticos como Norma Quintana y Miguel Ángel Meza consideran que aún no hay rasgos característicos de la literatura escrita en Quintana Roo, salvo el hecho de que se da mejor la poesía que la narrativa (Meza, 2006: 9). 3 La cuestión genética nos introduce de lleno en el problema más complejo de la literatura quintanarroense, y es la cuestión de pertenencia, es decir, qué será considerado quintanarroense, qué obras podrán llevar esa nominación y de qué dependerá. En primera instancia, y tomando la postura más conservadora, sólo los autores nacidos en Quintana Roo producirán obras quintanarroense, tomándose así un criterio genético. En otros palabras, en tanto que el creador como padre de la obra pertenece o procede de Quintana Roo, su obra, como hija de éste, también lo será, pues porta, de alguna forma misteriosa, los mismos genes que su padre” (González Vázquez, 2014).

Notas 1 De acuerdo a la base de datos de las librerías Educal, la colección “Letras de la República” consta de un total de veintiún títulos que recorren la historia literaria de diecisiete estados. Los títulos que componen la colección son: Aguascalientes. Estancias y senderos (1993); Baja California. Piedra de serpiente. Poesía y prosa Vol. I y II (1993); Baja California sur. Otro mar, otro desierto. 1932-1990 (1991); Campeche. Punta del ala del país. 1450-1990 (1992); Chiapas. Voces particulares. Poesía, narrativa y teatro (siglos XIX y XX) (1994); Colima en el camino de la literatura. Novela, cuento y poesía (1837-1922) (1994); Durango. Una literatura del desarraigo. 18291990 (1991); Estado de México. Donde nadie pertenece. 1690-1990 (1991); Innovación y permanencia en la literatura coahuilense (1993); Morelos. Literatura bajo el volcán. 1871-1990 (1992); Nuevo León. Brújula solar. Poesía (1876-1992) (1994); Nue-

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Francisco Puch Mis (Cancún, Q. Roo, 1991). Estudiante de Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Sus temas de interés giran en torno al análisis poético. Actualmente, realiza una investigación sobre la Vanguardia Latinoamericana.


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Naturaleza y filosofía

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El arte es un encuentro del hombre con la naturaleza. Schmarsow

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Silvia Eunice Polanco Euán

o r p Imagen de portada de Bajo el signo del árbol, poemario de Ramón Suárez publicado en 1986. Ilustración: César V. May Tun.

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Yo que crecí bajo el cobijo verde de esta burbuja plena de gorjeos y mi infancia endulcé cuando la pulpa abría su mano apetecible, tengo el alma húmeda de clorofilianas inquietudes.

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aturaleza, filosofía, poesía, palabras tan inmensas, tan cargadas de significado y abstracción al mismo tiempo. Tendríamos que hacer un gran estudio sobre cómo definir dichas palabras. En el sig uiente ensayo solo las usaremos como puntos de partida para dar una interpretación al poema “Bajo el signo del árbol”, de Ramón Iván Suárez Caamal, recopilado en el libro de nombre homónimo. Empezaremos analizando someramente varias partes del poema, que nos habla de la naturaleza y es también un canto a la cultura maya, a esa sombra que está debajo de las alas del árbol. La casa que es la cultura está bajo el cobijo del árbol:

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l a t i n t a t e n t a El árbol es mi casa. Al través de los verdes ventanales contemplo mi porción de paraíso, de cielo azul como una mancha fugitiva que a veces dice adiós con su pañuelo. (Suárez Caamal, 1986: 63). Nos encontramos en la primera parte con la construcción de un pensamiento filosófico, donde el yo lírico está diciendo de dónde viene: su origen; nos está dando su existencia. Y parece el paisaje de un joven púber que está en el fragor de experimentar las inquietudes transformadas en placeres que trae la vida, un despertar del alma. Este poema es como un relato, el de esta voz lírica joven. Así pues, se configura tanto la voz como su entorno en estos primeros versos (el yo lírico puede ver desde su ventana el paraíso), estableciéndose así su relación con el entorno, con la naturaleza, del interior con el exterior. El poema se sigue desarrollando con alusiones a lo que es la naturaleza. Una naturaleza con vida, que hace suyo al joven y lo lleva por la vida mostrándole cómo es esta en realidad; no solo se experimenta placer, sino también rencor humano. Hago la propuesta de que la relación que existe entre naturaleza y filosofía juega un nexo importante en este poema. Como dice Collado, catedrático de Lingüística aplicada del alemán y profesor de filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona, la naturaleza es sustancia, pues todo lo que se hace no se hace de la nada, sino de un sujeto y en un sujeto o sustrato. La naturaleza es esencia, es decir, lo más íntimo de cada cosa y lo que permanece en el cambio. La naturaleza universal es la esencia universal, imperecedera e inmutable, que se manifiesta en el ser de toda cosa. La naturaleza es también materia, pues debiendo darse una condición primera del movimiento, esa condición es la materia, más aún, la materia prima. Finalmente, la naturaleza es forma y mundo de formas, pues el movimiento consiste precisamente en la educción de formas nuevas de la potencia de la materia. Como razón de la forma, a la naturaleza se debe la producción de nuevos seres (1992: 20). El chico se arrodilla, besa, busca, cuestiona, dialoga con los elementos naturales tales como la lluvia, el cielo, el lodo, el grandioso árbol, el hombre mismo. Estos elementos hasta ahora nos hablan de una propiedad natural. A su vez, esta propiedad parece tener vida, ya que: “Lloran el cedro y el chicozapote / lágrimas blancas, lágrimas de oro” (Suárez Caamal, 1986: 66). Por lo tanto, la selva de la que habla el poema es una selva que está reclamando no ser invadida, no ser talada, sino ser cuidada, respetada, como si tuviera una vida moral y espiritual al igual que el ser humano. Es un recurso de personificación y humanización que usa el poeta para poner al mismo nivel naturaleza y humanidad, para así poder defender la tierra. Pero en realidad esta tierra

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no solo es la tierra de un lugar cualquiera, sino que es la tierra maya. La cultura maya es definida y defendida en este poema. Defendida de aquel monstruo que es el hombre occidental: ¿Dónde está el monstruo que así arranca girones de su piel para saciar su furia? [...] Su delito: Tumbar árboles como se tumban hombres. [...] Hoy me refugio en este corazón de cuatro árboles como mis padres mayas entre sus cuatro ceibas cardinales, cuando apenas es tiempo de pulir con mis lágrimas el prohibido sacramento de la hostia solar en copa de árbol. ¡Oh casa mía!, (Suárez Caamal, 1986: 67-69). No hay un favor del hombre occidental hacia la naturaleza, sino todo lo contrario. El hombre se ha vuelto el enemigo de la naturaleza, y esta a su vez lo cubre de peligros. Estamos en una parte interesante del poema, la cual nos lleva de la mano con la filosofía panteísta, donde la naturaleza merece un gran respeto y, asimismo, tiene vida, a pesar de que el ser humano la está desfigurando, como si fuera un objeto inanimado. Situando en un contexto más amplio el poema analizado, podemos decir que en la literatura de Quintana Roo nos encontramos con una forma peculiar de entender la historia y, por lo tanto, la interpretación. Vemos a un estado en proceso arduo de construcción de una identidad. En el poema nos habla de un pasado. Un pasado prodigioso que podemos aterrizar en un presente que continúa formándose. Y al hablar de naturaleza y filosofía, nos encontramos con un problema fundamental y persistente en Quintana Roo: el medio ambiente. Sobre la relación de filosofía y medio ambiente, Belshaw comenta: lo que la filosofía tiene que ofrecer en lo que se refiere al medio ambiente es, en primer lugar, una clarificación de muchas de las cuestiones involucradas, y en segundo lugar un rastreo detallado de una serie de cuestiones morales y valorativas que surgen al pensar sobre el medio ambiente [...] La clarificación supone un entendimiento más profundo de cómo son realmente las cosas y no solamente una precisión ficticia (Belshaw, 2005: 31). Es, pues, lo que nos encontramos ahora. El medio ambiente parece reclamarnos. Quizá no nos hable como lo enuncia la filosofía panteísta, pero sí nos encontramos en dificultades en nuestra propia casa ubicada no solo debajo del árbol, sino en todo el globo terráqueo, que debemos de cuidar. En este poema se está usando la regla “F”, lo cual significa que porta en su in-


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¡Que se tiña de verde la victoria! ¡Que se humille al ecocida!

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e Silvia Eunice Polanco Euán (San Francisco de Campeche, Campeche, 1990). Estudiante del octavo semestre en la Licenciatura de Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán. Se interesa por la teoría literaria, las bibliotecas, la filosofía y la poesía.

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Cultura Económica.

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Madre Tierra, después de dos mil años sentirás la caricia de la lluvia y el viento porque no caerá la final columna que sostiene la cúpula del universo.

Bibliografía Belshaw, Christopher (2001). Filosofía del medio ambiente. Razón, naturaleza y preocupaciones humanas, Madrid: Editorial Tecnos. Leff, Enrique (2004). Racionalidad ambiental. La reapropiación social de la naturaleza, Ciudad de México: Siglo XXI. Suárez Caamal, Ramón Iván (1986). Bajo el Signo del árbol, Bacalar: Gobierno del Estado de Quintana Roo. Worringer, Wilhelm (1966). Abstracción y naturaleza, Ciudad de México: Fondo de

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La naturaleza como una base de objetividad del proceso social es útil para la solución entre las relaciones sociales, es decir, una propuesta para salvar de alguna manera esta producción de explotación de la naturaleza, es darle valor social y humanista al hombre, es darle trabajo y responsabilidad. El poema nos sigue guiando y va terminando en una reflexión sobre lo que no quiere el joven: “ir a la ciudad”. En contraposición, nos encontramos con lo siguiente:

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base de objetividad del proceso social que reifica la realidad al considerarla como relaciones entre cosas (Leff, 2004: 22).

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¡Y tu enemigo el hombre! (Suárez Caamal, 1986: 74). Acabamos con el poema y parece que nos encontramos con un tipo de profecía. En dos mil años la Tierra sentirá, y hay una cúpula que sostiene el universo: este sostén del universo es de algo. Otra vez nos encontramos con una concepción filosofía de por medio. También hay tinte de color verde. Así es la victoria: es color verde, de naturaleza, que se acabe el deterioro del medio ambiente, que reine la paz, que sabemos que siempre habrá un enemigo y este es el hombre mismo. No podemos evitarlo. Curiosamente, este mismo hombre que es el enemigo es quien está relaPareja con luna, Armando Martínez. tando la historia. El joven es un hombre, pero está luchando consigo mismo. En conclusión, podemos decir que la naterior un presupuesto de ficción, como toda obra literaria. Pero turaleza existe, ha sido creada y el ser humano está en ella, y para también vemos una perspectiva pragmática, es decir, que nos que viva en armonía debería preservarla. Si así fuese no habría orilla a tomar una acción concreta en nuestro actuar. necesidad de sufrir las consecuencias que acarrea el no cuidarla, A pesar de haber sido escrito en 1986, el poema porta un senconsecuencias funestas como el deterioro del medio natural, de tido actual para nuestro ambiente sur y, sobre todo, para Quintalos animales, de las plantas, y del oxígeno que nos permite vivir. na Roo. Para ello, retomamos el concepto de naturaleza de Marx: Es una contradicción que vivamos pensando en nuestro bien y El principio de un valor objetivo, del valor-trabajo formado por no cuidemos nuestra casa, que quizá no es el mismo árbol; noun tiempo de trabajo socialmente necesario, de una ley social sotros nacimos bajo otros árboles, bajo otros cobijos. Así pues, nuestra tarea está presente, en movimiento. Existe como principio del pensamiento crítico sobre la “economía un trabajo de por medio. No se trata solamente de escribir un vulgar”, de la construcción teórica que externalizó a la naturaensayo, se trata de una labor necesaria para continuar en nuestra leza del proceso de formación de valor, remite a un fondo onciudad, en nuestro sur, en Quintana Roo. Tropo tológico y epistemológico, a un concepto de naturaleza como

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¡Oxídense buldózer, palas, grúas!


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Éramos el futuro Andrea Macías Luna Digo entonces “ayer” y el mundo ido vuelve como las aguas que regresan. Juan Domingo Argüelles

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I.

Nancy comienza su día frente al espejo de baño sin reconocer a la mujer que la mira. Pasa los dedos por las olas plateadas de su cabello, mira sus hombros relajados, la brevedad de su cuello y su rostro recién lavado y moreno. Baja las manos hasta hundir con las yemas sus ojos y respira hondo. Pasan apenas un par de segundos y los vuelve a abrir por la premura de comenzar a hacer. Se viste con una bata azul y unos pantalones de mezclilla. En la casa, nada se mueve y todo está en silencio, excepto por el sonido que componen los rayos del sol y algunos saltos en las ramas de los árboles. Ella no está sola. José María lee un libro de economía al que regresa cada vez que habla con su hermano por videollamada, y discuten sobre los rezagos del Banco Mundial en Europa. Ambos hermanos son españoles. José María vive en México desde que conoció a Nancy, hace más de 20 años. Nancy enciende su ordenador y va a la cocina. José María ha dejado en un plato hondo fruta picada: papaya y plátano. Ella le pregunta, proyectando su voz al cuarto donde él se encuentra: —José, ¿ya desayunaste? —Sí —contesta—. Ven a besarme. Ella recoge el plato, sale de la cocina y cruza un pasillo con fotos de niños y uno que otro cuadro con ilustraciones infantiles. Entra al cuarto donde está el hombre sentado en un sillón

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individual en el que se alarga la base de la letra L para reposar las piernas. Ella le pide la mano y le besa cerca de la muñeca, donde inicia el dedo pulgar. Él cabecea: —Me levanté a las cuatro para llamar a Gerónimo y me quedé leyendo. —Entonces descansa —dice Nancy. —Pronto —contesta José y mete las narices en el libro. Nancy regresa al comedor, donde se coloca sus anteojos redondos y mira la pantalla azul. Revisa su correo de forma ritual. Si tiene mensajes va leyendo despacio, uno por uno, y entre tanto revisa las noticias en el periódico. Nancy vivió el boom del internet en su juventud. Desde entonces la tecnología había logrado avances a favor de las telecomunicaciones, también había liberado el mercado de producción. Las máquinas y artefactos vienen en modelos para armar y desarmar, diseñados para recibir la intervención de aditamentos y mejoras a la medida de los usuarios. Ahora a ella le interesa más la sencillez y, algunas veces, la emoción de punta la hace desear que simplemente las cosas no funcionen. Entonces, ¿qué harían? Hablar con el vecino, juntar agua de lluvia, comerse las hierbas de su jardín… Hacerlo no había estado lejos de su realidad en los últimos años. Los desastres habían llegado para simplificarles la vida. Justo había picado el hipervínculo en la pantalla azul que le mostraría las noticias locales para recordarlo. En la primera plana del periódico aparece la noticia de la semana: “Sindicato de trabajadores del Hotel Grand Tif firma acuerdos para reubicarse en la Riviera Maya”. La causa de todo aquel caos que había cambiado las cosas en Cancún, refería al Huracán Neville,


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lo que tienen a su alcance, dentro de su contexto social y económico”. En cuanto a su poesía, Nancy siempre la relacionó con la poesía metafísica de Octavio Paz, la coloquial de Jaime Sabines, y la colorida de Carlos Pellicer. Con el primero, el rito de fundación en la palabra; con el segundo, la sencillez y profundidad de la expresión, y en Pellicer, los paisajes y colores del mar. Nancy va al estudio donde José duerme y canturrea en voz baja mientras esquiva el sillón. La colección de libros que alguna vez juntaron en la emergencia del diluvio cabía en dos canastas de plástico y una maleta que habían decidido no desempacar. La maleta de latón azul guardaba unos libros de edición casual y artesanal. Eran cartas con poemas, otros cuentos e ilustraciones. Estaba el casquete de una granada; la postal que mandó Alexis con una barca que anunciaba: “Te acordarás de mí”. Y estaba ahí también “El Estrafalario”, personaje de dos dimensiones en su habitación favorita: una caja viajera. Cree estar segura de haber rescatado las copias de un poemario de Argüelles que en el título decía algo sobre agua y trueno, ¿o relámpago? Todas las aguas del relámpago (2004). Cuando Nancy encuentra el poemario, también hojea un cuadernillo que Andrés Mendoza del Valle había confeccionado especialmente para ella y que le había entregado hace muchos años, cuando ambos vivían en Mérida. Eran hojas engrapadas con la cubierta de un cartón que había sido la portada de un libro de oraciones religiosas. Al interior, en las hojas recicladas, Andrés había escrito un poema en máquina de escribir que decía:

Amorexia

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¿Te acuerdas Amorexia? De aquellos años delusorios En que creíamos que se podía pertenecer a algo Y así lo hacíamos, tomábamos partido Profesábamos cultos Nos apropiábamos colores Era hermoso el trance El dogmático goce comunitario No teníamos miedo porque representábamos algo Nos gustaba mirarnos al espejo

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Nuestro cabello tomó todas las formas Apuntó a todas las direcciones No me arrepiento de nada

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Después creímos ser la diáspora La ruptura del signo La disidencia espiritual Nos sumergimos en laberintos de palabras Pasamos de pirujas a cirujas

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que afectó la zona peninsular en el verano de 2052. Los efectos del desastre dejaron sumergidos nueve kilómetros de la zona hotelera por un par de años, y aunque se intentó rescatar, el suelo de la aguada no permitía el uso del sistema de drenaje, pero con ventaja se construyó un enorme puerto comercial que recibía principalmente embarcaciones sudamericanas y asiáticas. Los trabajadores de la antigua zona hotelera —sin trabajo e incomunicados temporalmente con los afluentes del sector turístico— se quedaron inconformes y solidarios, decididos a levantar lo que quedaba de la ciudad tras el desastre, en espera de una compensación. Nancy lee las primeras líneas de la noticia pero regresa a su bandeja de entrada, donde la espera el correo de Yori Ek, un chico de cabello rojo encendido que tiene esta revista literaria llamada Derretido, en la que Nancy y José colaboran a veces con crucigramas. En el videomensaje, Yori aparece sentado bajo una sombrilla en la calle. “Hola Nancy, ¿qué tal va todo? Saludos a José. Me comunico contigo para invitarte a escribir en el homenaje a los cien años del nacimiento de Juan Domingo Argüelles, ya te había platicado. Ya tenemos fechas: esperamos recibir textos y artículos del diez al trece de septiembre, para revisar y mandar a imprimir el quince. ¿Cómo están tus tiempos? Si tienes oportunidad, espero tu respuesta. Lo que te pido es un texto muy sencillo en el que revises obra de Argüelles, recuerdo me comentaste tenías en casa sus textos. Si necesitas alguna obra en especial, no dudes en avisarme y te la intentamos conseguir. Otra cosa, Nancy, no me has comentado nada sobre el poemario que te mandé, a mí no me gustó nada, pero la editorial me está obligando a publicar por publicar. No le tengo fe a lo que estoy escribiendo ahora y a veces me aburro de escribir. Un abrazo a ti y a José, escribe pronto”. Yori le pedía que escribiera sobre Juan Domingo Argüelles. Ella apenas se acordaba de aquel icónico personaje de las letras quintanarroenses, el mismo que esculpió un canon fundacional en torno a las figuras chetumaleñas de Antonio Leal y los hermanos Luis Miguel y Héctor Aguilar Camín, nacidos a mitad del siglo XX. Estos poetas, ensayistas y escritores fueron reconocidos como los pilares que sostienen al elefante y para completarlo, podría incluirse a Argüelles con su antología de escritores del joven estado: Quintana Roo: una literatura sin pasado (1990). Nancy apreciaba a Argüelles por su poesía y dedicación a las prácticas de la lectura y el fomento literario. Domingo Argüelles había escrito una decena de libros con la palabra “leer” en el título. ¿Leer o no leer?, esa ya no era la cuestión. Argüelles validaba al lector, leyera o no. Cada uno recorre diversos caminos que por suerte se cruzan con algunas lecturas. Y ¿Qué leen los que no leen?, pregunta Argüelles, apartando dos lectores posibles: “Es conocer la diferencia entre los lectores intelectuales y los lectores que leen

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Y también fueron años de lamentos De una soledad con tintes de consigna Casi como una manda placentera La envidia de la simplicidad nos perseguía A veces nos rasgaba los tobillos Fuimos un escudo brillante y bello Hecho de amor y de miedo No me arrepiento de nada Ahora somos una convergencia Un punto de fuga Somos más sabios y nos reímos menos Pero es muy cariñosa esta tristeza Este sopor plagado de recuerdos De guerras y de fiestas De problemas temporales y soluciones eternas Ahora nos gustan más los trenes que las estrellas Somos el manto incesante que teje el ahora Somos la nada Y éramos el futuro... ¿Te acuerdas Amorexia? El poema era dedicado a Alexis Tortsov, quien vivió toda la vida un idilio con Andrés. En el cuadernillo, además de “Amorexia”, venían enunciados de escritura automática que respondían a los cantos del misal. Nancy y Andrés se conocieron antes de cumplir los veinte años y la última vez que se vieron fue cuando murió Julia, pareja de Andrés durante los últimos años. Cuando quedó viudo, por así decirlo, Nancy lo invitó a hacer un viaje a Veracruz para visitar la costa donde nació. Buscaron juntos a su madrina, quien también se llamaba Nancy y a la que encontraron viva, casi por milagro.

visto desde su conformación, pasando por fragmentaciones, desastres, explotación, una dictadura militar, y el espectro de verdes caminos de peregrinaje, ubica incluso la aparición de la literatura quintanarroense en la década de los ochentas. El origen se vive en la memoria de una geografía política y también, en el ámbito literario. El poema “Del Origen” (1987) dice: “El mundo aquí es el principio del mundo, / joven aún es esta tierra en que nacimos”. ¿Ha sido la fundación de Quintana Roo a principios del siglo XX, la piedra permanente de esta sociedad, que corre el riesgo de ser un modelo para armar y desarmar? ¿Qué pasa si por una cuestión fuera de nuestras manos, como lo puede ser un huracán —el agua como elemento primigenio y cultivo del caos—, se vuelve a comer la ciudad, las manecillas del reloj que sellan las fichas de trabajo o las rejas que cuidan los jardines de niños? ¿Qué pasa si la ola barre con los invasores? ¿Volveremos al origen? ¿Nos recrearemos una vez más? Si la respuesta es positiva, Argüelles nos ha dejado una propuesta de valores en Merecimiento del alba (1987) para volver a comenzar. El canto, el trabajo, la libertad, la felicidad, el sueño, el asueto y mi favorito: el amanecer. “Con piedras y maderas hago mi casa bajo el sol, / la visto de ventanas para que el sol entre a habitarla” (“De los trabajos”, 1987). Lo habita el sol, las gaviotas, aviones y avioncitos. Esta invención de mundo la construyen todos los hombres: “el hombre que lo sueña, / pone una piedra y lo transforma” (“De los sueños”, 1987).

III. “(El hombre) cree su historia y se levanta para ver erigido su universo” (De los sueños, 1987). Ese día, la maleta de latón azul se convirtió en una madeja que Nancy se dedicó a desenhebrar. Sostiene entre sus dedos una tarjeta de cartón azul, con letras en tinta del mismo color:

[ÉRAMOS EL FUTURO] II. Mircea Eliade en Lo sagrado y lo profano (1998) dice que el acto de la fundación repite el acto cosmogónico y recorre un tránsito de lo virtual y de lo amorfo a lo formal. En Merecimiento del alba (1987), Domingo Argüelles recrea el origen del mundo como muchos otros escritores sureños y peninsulares de mitad del siglo XX, situando al recién concretado proyecto de Estado, como centro y principio del mundo. En Quintana Roo, una literatura sin pasado (1990), Argüelles posee claro conocimiento sobre la historia de Quintana Roo, antes de su incorporación como estado de la federación en 1974:

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Aprendí de mis pestañas-antenas, de los robos, las farsas y los besos de todos mis hombres. De los vacíos y mis días en cama, de mis expediciones al espacio y mi puntual automedicación. Aprendí de mis miedos y los discursos de mis viejos, del optimismo falso y las postales de océanos sombríos. De las riquezas verdaderas y los barcos perdidos, del egoísmo, la náusea, el hambre y mi depresión. Aprendimos vagabundos a aceptar nuestro destierro, a refugiarnos en una coraza nueva según lo dictaminara cada ciclo, que la tristeza era una metáfora de Dioniso en un cine de permanencia voluntaria y que soñar con el futuro era solo un acto


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Andrea Macías Luna (Acapulco de Juárez, 1989). Después de desplazarse por diversos estados de la república, su familia migra a Cancún. Actualmente estudia Literatura Latinoamericana en Yucatán, y forma parte del equipo interdisciplinario: Miranfú: niños, talleres y cuentos. Se interesa por las prácticas lectoras, los estudios decoloniales y la preservación y conservación del medio ambiente. Contacto: anmaclu@gmail.com

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proyecto en préstamo al Petén, trazaron un sistema donde la casa tiene las de ganar. Tropo

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Bibliografía Argüelles, Juan Domingo (1990). Quintana Roo, una literatura sin pasado (cuento y poesía 1977-1990), Ciudad de México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Argüelles, Juan Domingo (2004). Todas las aguas del relámpago (poesía reunida, 1982-2002), Ciudad de México: UNAM. Eliade, Mircea (1998). Lo sagrado y lo profano, Barcelona: Paidós. Mendoza, Andrés (2011). Fragmentos de “Amorexia”, publicados en una nota en el Facebook de Andrés Mendoza, con fecha del 16 de agosto del 2011. (Fecha de consulta: 07 de junio de 2014). Tobanche, Gabriela Alexis (s/a) “Éramos el futuro”, texto publicado en la página Tumblr de Glorytimes: <http://glorytimes.tumblr.com/post/79250616144> (Fecha de consulta: 07 de junio de 2014).

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compulsivo que justificaría el fracaso de nuestra generación. Alexis Tortsov José María despierta y mira a Nancy sentada con las piernas cruzadas frente a la maleta. Ella siente su mirada, le pasa la tarjeta y dice: —Alexis Tortsov y yo a los veintitantos, nos ocupamos en desarmar lo que nos parecía una herencia del centro del mundo. Recuerdo que llegamos del Distrito Federal y Veracruz casi al mismo tiempo. Nuestras familias apostaron las últimas energías del cuerpo en números. Pero los que idearon este plan, este

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Chess on island, Jacek Yerka.


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Tesoros escondidos Búsqueda y construcción de la identidad en El pirata Cornellius Kostacoví, mi bisabuelo Cynthia Gabriela Puc Hernández

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l hablar de un territorio tan joven como el de Quintana Roo, que es anexado como Estado de la república en el año de 1974, podemos entrar en la discusión de la posible existencia de un pasado literario, tal como ya lo ha escrito el crítico y poeta Juan Domingo Argüelles en su antología: Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), quien en el prólogo de esta obra escribe: “Hasta hace poco más de una década era imposible hablar de literatura quintanarroense. No existía. Inexistente es el pasado literario en Quintana Roo, por lo mismo, su historia social es inédita”… (Argüelles, 1990:11). Con el fin de dialogar en estas discusiones sobre la literatura quintanarroense, he elegido como objeto de estudio la novela El pirata Cornellius Kostacoví, mi bisabuelo (2001) del escritor ecuatoriano Leonardo Kosta. El objetivo de este ensayo será analizar la búsqueda y la construcción de la identidad a través de las estrategias literarias usadas por el autor. Una de las principales estrategias usadas en la novela, es la identificación del autor real con el narrador: Leonardo Kosta. Por lo tanto, el narrador se vuelve un referente al autor real de la novela y, con ello, el lector puede identificar en el texto dinámicas que hacen referencia al género autobiográfico. Existen otras características que relacionan a nuestra obra en cuestión con este género. Una de ellas es la narración en primera persona y la temática de lo íntimo, pues la búsqueda de su bisabuelo es en realidad una metáfora de la búsqueda de su propia identidad. El segundo género al que pertenece El pirata Cornellius Kostacoví, mi bisabuelo, es el de la novela, que se justifica mediante el uso del paratexto (una marca extratextual que mediatiza la lectura). En la edición del 2001, editada por el Instituto Quintanarroense de la Cultura, encontramos en la tercera página la leyenda: “Serie novela”. Por lo tanto, el carácter ficcional será una

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característica de esta obra y la pertenencia al género autobiográfico antes mencionado, será una estrategia para crear mayor verosimilitud a los hechos que se narran. Y si la novela es el género, un subgénero se asoma en la forma del texto, pues la obra se compone de 24 entregas que hacen la función de capítulos. Este es un guiño a la literatura del siglo XIX con sus novelas por entregas1 o las de folletín2. Sin embargo, estos dos géneros no son iguales. Y a esto se le añade la “originalidad extemporánea [de Leonardo Kosta] de compartirlo –como folletín— en un periódico” (Labrada, 2011: 39). Debido a la inclusión de estos géneros, la segunda estrategia será hacer del discurso ficcional lo más verosímil que se pueda. Para esto, el autor hará uso de personajes referenciales que: “remite[n] a una clase de personajes que, por distintas razones, ha[n] sido codificados por la tradición. Algunos personajes, entonces, se caracterizan a partir de códigos fijados por la convención, social y/o literaria” (Pimentel, 2010: 64). A continuación hacemos un listado de los personajes referenciales mencionados en la novela, los primeros pertenecientes al contexto nacional: Antonio López de Santa Ana3, Porfirio Díaz4 e Ignacio Bravo5; del contexto peninsular tenemos a: Felipe Carrillo Puerto6, Francisco Cantón7 y Wilbert Herrera8; y por último, del contexto extranjero a Billy the Kid9. Otra clase de personajes referenciales pertenecen al contexto literario: Don Quijote de la Mancha10 y Sancho Panza.11 Al usar estos personajes referenciales, se da una apariencia verosímil de los hechos narrados y, aunado al uso de los géneros literarios, se crea un entramado ficcional que deja entrever las pequeñas fibras de las referencias existentes con la realidad. Además, la relación entre ficción y realidad le sirve al autor real del texto para poder referirse a temas que son parte de la realidad contextual de Quintana Roo, como la migración. Puesto que veremos este tema con la figura principal del narrador, que tiene que migrar a Cancún para averiguar sobre sus antepasados.


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6 Político y periodista, nacido en Motul, Yucatán. Luchó contra los hacendados a favor de los mayas. 7 Puede referirse al general mexicano que fue gobernador de Yucatán o a su hijo con el mismo nombre, que fue historiador. 8 Dramaturgo, actor y titiritero mexicano, nacido en Progreso, Yucatán. 9 Fue un vaquero estadounidense que se hizo leyenda al ser un forajido. 10 Novela escrita por Miguel de Cervantes, obra destacada en la literatura española y universal. 11 Uno de los personajes principales de la novela de Cervantes, escudero que acompaña al Quijote en sus aventuras.

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Cynthia Gabriela Puc Hernández (Mérida, Yucatán, 1992). Estudia Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Sus intereses van desde los talleres literarios infantiles a la literatura fantástica y urbana. Actualmente realiza su tesis sobre la intertextualidad en Aura de Carlos Fuentes.

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Argüelles, Juan Domingo (1990), Quintana Roo una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), Ciudad de México: CONACULTA. Kosta, Leonardo (2001), El pirata Cornellius Kostacoví, mi bisabuelo, Guadalajara: Instituto Quintanarroense de la Cultura. Labrada, Agustín (2011), Teje sus voces la memoria, Mérida: Dante. Pimentel, Aurora (2010), El relato en perspectiva, Ciudad de México: Siglo XXI. Rulfo, Juan (2005), Pedro Páramo, Ciudad de México: Editorial RM.

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Bibliografía

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Notas: 1 La novela por entregas se escribe sobre la marcha, según los gustos del lector y lo que más se vende, esta tiene la principal característica de hacérsela llegar al lector por partes. 2 El folletín se diferencia de la novela por entregas porque es un trabajo ya acabado que se publica por partes en una sección del periódico. 3 Político y militar mexicano, presidente y dictador de México, fue también gobernador del Estado de Yucatán. 4 Militar, político, presidente y dictador de México que participó en la revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma, y la Batalla de Puebla, entre otras. 5 Militar mexicano que fue enviado por Porfirio Díaz a aplacar a los indígenas en la famosa Guerra de Castas en Yucatán.

tablecen algunas dinámicas que en la realidad también existen. Ya habíamos mencionado una de estas, que es la migración, y a ella le sumamos el problema identitario de los habitantes de Cancún. Es por ello que la búsqueda del bisabuelo Cornellius será un viajar y migrar, que no se identifica solamente a través del espacio sino con el tiempo, pues se debe recordar que el narrador nos cuenta un pasado desde su presente, y en sus memorias de un viejo Cancún, se encuentran delineadas las dinámicas de su territorio y la comparación entre este y el Cancún moderno de su presente. Es así como la narración del pasado se sitúa en el tiempo en el que los chicleros aún servían como mano de obra y que a su vez, los mayas eran contratados como albañiles o mano de obra barata para la construcción de la zona hotelera, que es la principal dinámica del Cancún presente, el Cancún turístico. Así es como los cambios en la narración nos hacen partícipes de los del territorio de Quintana Roo y de esas etapas que tuvieron que vivirse para pasar de un Territorio meramente selvático y explotable a un Cancún turístico y prestador de servicios con la autonomía política de un Estado. En la novela, podremos identificar varias estrategias que van a tener como objetivo crear un referente de la realidad cancunense, con el eje principal de la migración y la identidad que se va escribiendo y moldeando. Y para extender los horizontes de la literatura quintanarroense, deberemos descubrir nuevas vetas que se alarguen y que no solamente sirvan para la apreciación de su escritura, sino que se vuelvan parte de la búsqueda de la identidad personal y fundacional, pues las historias de este estado se van a caracterizar por ser múltiples y heterogéneas, siendo esta novela una de las primeras que se escriben. Tropo

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Como habíamos mencionado anteriormente, se cree que la literatura quintanarroense no tiene un pasado literario. A pesar de esto, los autores que son o escriben sobre este Estado, recogen diferentes maneras de compensarlo y también retoman discursos canónicos que forman parte de la literatura universal. Esto conformará la tercera estrategia literaria usada por Leonardo Kosta: la intertextualidad. El inicio del Pirata Cornellius Kostacoví, mi bisabuelo (2001), se encuentra directamente relacionado con el inicio de la novela Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo, que comienza así: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” (Rulfo, 2005: 7). Y la novela de Leonardo Kosta que inicia así: “Vine a Cancún porque me dijeron que aquí podría encontrar noticias de mi bisabuelo…” (Kosta, 2001: 5). De la misma forma en que podemos ver una relación intertextual con Pedro Páramo (1955), Leonardo Kosta retoma de Gabriel García Márquez y su obra Cien años de soledad (1967) el uso de las genealogías confusas ante el lector, que se construyen al nombrar a los personajes y a sus hijos de igual forma. Sin embargo, en la novela de Kosta la genealogía del narrador se torna mucho más notable con la fragmentación del apellido, pues el del bisabuelo Kostacoví va a dar paso al Kosta del autor real y el narrador personaje. Asimismo, a manera de palimpsesto, tenemos una historia narrada dentro de la primera. Si esta trata de la búsqueda que ha llevado el personaje para encontrar a su bisabuelo, la segunda historia es la del propio bisabuelo y sus aventuras. Este último relato es contado a través de las escrituras del pirata, pero no de una escritura original o primaria sino de una traducción, pues se encuentran originalmente escritas en polaco de campesinos. Estas escrituras dan constancia de los hechos y le ayudan al narrador personaje a seguirle la pista a su bisabuelo. A pesar de esto, hay un momento en el cual el pirata deja de escribir y la búsqueda de la identidad de Kosta, se verá obstaculizada por la falta de pistas. Es por ello que los testimonios de las personas que conocieron a su bisabuelo, van a servirle para ir desentrañando sus orígenes y las identidades. Es así como se entera de que el bisabuelo y su esposa manejaban un prostíbulo; por ello, el narrador duda de querer seguir la investigación. Sin embargo, se da cuenta de que él no es el único con antepasados que amasaron la riqueza con el sufrimiento ajeno. En esta parte del discurso el narrador personaje hace una reflexión sobre la venta de los esclavos mayas que se dio en esa época. La metaficción es también una estrategia literaria que el autor Leonardo Kosta usará para reflexionar sobre temas que conciernen a la literatura quintanarroense, pues en el mismo texto se es-

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Iteraciones temáticas en dos textos cancunenses: Cancún, todo incluido y “Parador Tulum” Amra Fabiola Morquecho Quijano

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e consideran “creaciones literarias quintanarroenses aquellas concebidas por autores que nacieron y radican en la entidad; nacidos en otras entidades mexicanas y del orbe, que aquí viven y crean; y oriundos o formados dentro de la entidad, residentes de otros lugares, que mantienen nexos con sus raíces a través de sus obras” (Labrada, 2011: 14). De acuerdo con este criterio, algunos de los escritores que iniciarían la literatura en Quintana Roo ya se hacían presentes en Cancún, ciudad ubicada en este estado, el más joven de la República Mexicana: recordemos que Quintana Roo cumple este 2014, cuarenta años de haber sido erigido como tal (el 7 de octubre de 1974). Siguiendo estos parámetros, deseo enfocar el presente escrito en dos autores: Carlos Hurtado, arquitecto nacido en Guadalajara, que ha radicado en Cancún por más de 30 años, y que se involucró por breve tiempo en el periodismo de la ciudad como editor y cronista de la sección de cultura del diario La crónica de Cancún (periódico hoy desaparecido) y Óscar Reyes Hernández, nacido en Veracruz, licenciado en Historia del Arte con maestría en Comunicación y Tecnologías Educativas, que migró recientemente a Cancún y que se desempeña en la actualidad como profesor en la Universidad del Caribe. Ambos son considerados como autores quintanarroenses, ya que los dos (además de radicar en la ciudad) tienen escritos sobre Cancún. En el caso de Carlos Hurtado, se trata de una novela, Cancún, todo incluido (2010 [2001]), y en el caso de Óscar Reyes, de un poemario, Costa urbana (2011), dentro del cual una parte hace referencia a lugares y/o espacios de la ciudad mencionada.

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Lo que se presentará en este ensayo son las iteraciones temáticas de la novela de Carlos Hurtado y un poema de Óscar Reyes, titulado “Parador Tulum”, textos que presentan temáticas similares, a pesar de tener una diferencia de 10 años respecto a la fecha de publicación del primero (2001 / 2011). Si bien ha pasado el tiempo, el contexto social sigue siendo el mismo o, en todo caso, no ha cambiado mucho. Además, ambos textos están ambientados espacialmente en Cancún. En Cancún, todo incluido, se relata la historia de ciertos personajes que se van entrelazando conforme la trama general se va desarrollando. Tres clases sociales (la política, la trabajadora y la marginada) conviven de varias maneras, pero no se ven ni reconocen los problemas de la otra hasta que no se encuentran físicamente, hasta que dos personajes de cada clase conviven. Esto no debe sorprender si se recuerdan las palabras del cronista de la ciudad Fernando Martí, quien escribe: “Hoy no existe un Cancún sino tres. El primero sería la zona hotelera, la estrecha franja urbanizada que algún día fue una isla desierta […]. El segundo, la ciudad planificada por Fonatur [...que…] se encuentra organizada en supermanzanas, un moderno concepto urbano que facilita enormemente la prestación de servicios, y el tercero, la Colonia Puerto Juárez, la ciudad perdida, el cinturón de miseria de Cancún: habitantes con deficientes servicios de agua potable, de electrificación, de tenencia, de basura y muy especialmente de drenaje” (1985:71). En la novela de Hurtado, la presentación de cada personaje se da a través de una pequeña nota periodística (en algunos casos ellos mismos son los protagonistas de la nota) que antecede a cada capítulo; y cada una de estas podrían considerarse como diferentes columnas en las distintas secciones de un periódico.


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entre personas que desean el contacto físico consensual, y el de personas que pagan por este servicio, dando a entender que en Cancún la prostitución es recurrente y no es nada fuera de lo normal. En Cancún, todo incluido son frecuentes los encuentros sexuales entre personajes que se muestran liberales, forma de actuar que tal vez podría verse como una característica identitaria: es decir, que aquellos que no son de la ciudad (de Cancún) señalan respecto a los provenientes de esta, que tienen cierta apertura sexual. Por otra parte, en la novela el alcoholismo se presenta en la clase marginal y en la clase media en los personajes del arquitecto Balbuena y del desempleado Jorge Barrera, con lo cual se considera como un problema que acarrean estos dos estratos sociales. En ambos casos, el factor económico es un fuerte disparador del alcoholismo: es decir, la ausencia de trabajo o el bajo ingreso se relacionan directamente con el consumo de alcohol. En el poema, el alcohol también se considera una fuga de la realidad, pero, al mismo tiempo, es presentado como una diversión para los turistas que llegan a conocer el paraíso del Caribe Mexicano:

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Óscar Reyes Hernández, de igual forma, con un par de versos representa el problema de la prostitución infantil: “el proxe-

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El sexo y el alcohol son otros de los temas que ambos textos comparten, y se pueden ver de dos formas: el sexo por placer

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[…] el alcohol y coca circulante, proyecto sustentable que ya nadie comprende (2011, 19). […] más polvo y whisky en las rocas (2011, 22). […] la noche abre sus ojos desorbitados (2011, 24). […] hoy depende de calmantes remojados de ron blanco (2011, 25).

Tratando de moverse con sensualidad sobre las enormes plataformas de sus zapatos, Graciela se acercó al policía. —Qué, gordito. ¿No vas a Querétaro? —le dijo, deslizándose la mano por el pubis, alzando levemente su cortísima falda sucia. […] —Pus mira lo que te puedes comer, papi —dijo la muchacha agachándose, mostrando el trasero fugazmente. […] Graciela se acercó, y en un movimiento rápido talló sus nalgas contra la pelvis del policía joven. —Que si la dejas ir, te afloja —dijo el gordo mirándola comer apurada. Graciela asintió con movimientos lentos de cabeza sin dejar de masticar (2010: 39-40).

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De igual forma, Hurtado da a conocer el problema de la prostitución infantil con los personajes Graciela Barrera “La Grass” y Valeria, ambas niñas de 14 años:

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Ruido de palabras traducciones forzadas, entendimiento de miradas y señales, deseo sin límites, libertad sin frontera, la brisa submarina envuelve esta ciudad. Fauna, promociones de barra libre (Reyes Hernández, 2011: 21).

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En el poema de Óscar Reyes tal vez no hay una introducción particular de personajes, pero no quiere decir que no existan. Aquí aparecen en conjunto el turismo, la clase trabajadora, las prostitutas que trabajan por su cuenta e, incluso, la prostitución infantil; también se menciona el narcotráfico; la clase política no aparece como tal, pero se da a entender al mencionar las drogas y al niño con lágrimas en un cuarto con un señor, pasaje altamente significativo y polisémico, que podría significar, aventurando una interpretación, que la política existente en Cancún es invisible ante los problemas sociales que esta urbe demanda. Por otra parte, en ambos textos se menciona a la ciudad abrazadora, es decir, el Cancún que recibe a personas venidas de fuera. En la novela tenemos al arquitecto Adolfo Balbuena que llegó de Guadalajara para trabajar, y tiempo después se queda sin el empleo por no haber recursos en la obra que dirigía. En el caso del poema, son los mismos trabajadores los migrantes, las personas que por las noches se van a casa a descansar: “Ya entrada la noche, el parador Tulum libera a su fauna / migratoria” (Reyes Hernández, 2011: 22). Cabe resaltar que una de las razones principales del movimiento migratorio de las personas hacia Cancún es el tener a familiares viviendo en esta ciudad, quienes pueden encontrarles un trabajo (Sierra, 2007). Cancún es conocida como la ciudad paraíso (Martí, 1985), pues en ella se encuentran las aguas azules del Caribe, se encuentra una zona hotelera, turística, perfecta para los extranjeros que desean momentos de diversión. Cancún, todo incluido se desarrolla justamente en esa parte de la ciudad: la zona hotelera. En comparación con el poema “Parador Tulum”, que sí hace mención a los turistas, en la novela no sucede así; sin embargo, la hotelería es una de las causas del conflicto que aparece en la diégesis de la ficción de Hurtado. En ambos casos, las drogas son una fuerte constante. En la novela, el personaje de Maritere (la pintora), Bernando Amores (presidente de la Asociación de Hoteleros de Quintana Roo) y Álvaro Grijalva (empresario español), son quienes más recurren al uso de estupefacientes; mientras que en el poema se deja entrever, se insinúa en frases como:

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neta recorre con su lengua la sucia suela, / niño vendedor de dulces y cigarros” (2011: 20). En la novela, La Grass, junto con su amiga, son explotadas por “El Nano” “conocido pandillero tabasqueño, se sentía con derechos con ella y otra media docena más de mujeres de su edad que se prostituían por la zona” (Hurtado, 2010: 143). Antes mencioné que en el poema se hace referencia a la prostitución de una mujer, mayor de edad, se entiende, que dice ser de nacionalidad colombiana. Pero que sea mayor de edad no quiere decir que esté “trabajando” para ella misma: en Cancún existe una fuerte red de trata de blancas, tal como lo mostró Lydia Cacho en Esclavas del poder (2010). Esta autora realizó una exhaustiva investigación del problema por diferentes partes del mundo hasta llegar a Argentina-México con el caso de Raúl Martins, con el cual se especifica el caso de Cancún: “algunos han escuchado que México se ha convertido en la Tailandia de Latinoamérica. Estadounidenses y canadienses encuentran en Playa del Carmen y Cancún los lugares perfectos porque allí no se hace efectiva la ley que castiga a los clientes de prostitución forzada y la explotación sexual infantil” (2010, 131). En el mismo capítulo de Argentina-México, explica cómo se maneja la red de trata de blancas que se relaciona con la prostitución forzada: Rául Martins administra los prostíbulos y table dance conocidos como el The one y Maxim. En estos sitios, mujeres jóvenes no mayores de veintitrés años, de origen argentino, colombiano, cubano y brasileño, bailan y venden servicios sexuales bajo la cautelosa mirada de un fuerte dispositivo de seguridad. Supuestamente, la oferta de prostitución en el área está vetada por la ley municipal; sin embargo, las amistades y las redes de protección de Martins rebasan incluso el poder del actual gobernador, Félix González Canto (Cacho, 2010: 131). Es así como se conjuga otra temática en ambos textos: la corrupción. Esta situación se ve representada en la novela de Hurtado cuando la clase política, llevada por intereses personales, empieza a hablar mal o actuar de forma deshonesta al ofrecerles un nuevo puesto, dinero o terrenos. En el poema de Óscar Reyes, la corrupción está implícita en las acciones de los personajes, es decir, de principio a fin, como se aprecia en los siguientes versos: Sin impuestos especiales conviven las sirenas, los piratas de la red, brujas negras y blancas, los inmortales del vino tinto, los hechiceros de las finanzas sanas, en esta calle no hay lógica congruente con los mercados,

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plusvalía ni rendimientos netos, de ahí su convocatoria” (2011: 23-24) Por último, el tema de la disfunción familiar en la novela se localiza en todos los ámbitos: la familia de Amores no está unida, pues Brenda, la esposa, siempre está sola, y sus hijos se encuentran en el extranjero estudiando; la del arquitecto Balbuena, conformada por su esposa Elena y su hija Aurora, muestra continuos desencuentros: la mujer vive una pelea constante con él por la falta de dinero para la boda de su hija, al mismo tiempo que ya no siente, como al principio, empatía ni cariño hacia su marido, pues ahora a ella le importa mucho más el qué dirán y las apariencias; la del desempleado alcohólico Jorge Barrera, cuya hija “la Grass”, encarna la prostitución infantil dentro de la novela. Hemos visto a lo largo de este ensayo, las iteraciones temáticas en dos textos de literatura de Cancún, la novela Cancún, todo incluido y el poema “Parador Tulum”: turismo, drogas, corrupción, sexo, política, prostitución, desigualdad social, disfunción familiar, problemas económicos, y migración. En conclusión, es interesante observar que a pesar de que han transcurrido diez años de un texto a otro, ambos contienen y representan los mismos temas, y es más curioso aún que en un solo poema se encuentre lo que está retratado en una novela que cuenta con casi 300 páginas (la segunda edición de la novela de Hurtado). Todo lo cual nos permite visualizar los problemas prevalecientes en Cancún, que aparentemente no cambian y que quizá aumentan año con año. Tropo

BIBLIOGRAFÍA Cacho, Lydia (2010). Esclavas del poder, Ciudad de México: Grijalbo. Hurtado, Carlos (2010). Cancún, todo incluido, Mérida: Unas Letras. Labrada, Agustín (2011). Teje sus voces la memoria, Yucatán: Dante. Martí, Fernando (1985). Cancún, fantasía de banqueros: la construcción de una ciudad turística a partir de cero, Ciudad de México: Uno. Reyes Hernández, Óscar (2011). Costa urbana, Ciudad de México: Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Quintana Roo. Sierra Sosa, Ligia Aurora (2007). Mayas migrantes en Cancún, Quintana Roo, Ciudad de México: Plaza y Valdés – Universidad de Quintana Roo.

Amra Fabiola Morquecho Quijano (Cancún Q. Roo, 1992). Estudiante de octavo semestre de la licenciatura en Antropología Social (UADY). Participó como Jurado Joven en la segunda edición del Riviera Maya Film Festival (2013); tomó un curso básico de periodismo en línea (2013) y participó como titular en el Primer Congreso Popular en la ciudad de México (2014).


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E N T R E V I S TA C O N A R M A N D O M A R T Í N E Z

Hay muchos pintores y pocos artistas René Alberto Vera Contreras Egresado de La Esmeralda —Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado—, y con más de 90 exposiciones entre colectivas e individuales, Armando Martínez se prepara para finalizar el proyecto Segmento 8, un intercambio entre artistas plásticos de Hungría y México. El artista, quien vive desde hace más de trece años en Playa del Carmen, donde recientemente intervino una de las caracolas del Pink Conch Parade, ha participado en simposios y exposiciones internacionales en distintos países de Europa, como Hungría, Francia, Rumania y Eslovenia; así como en la elaboración de escenografías para cine, teatro y televisión.

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ientras iba al Centro Cultural Playa del Carmen para encontrarme con Armando Martínez, la tierra parecía que absorbía mis energías por el calor intenso que irradiaba la luz del sol. Aun así no había fuerzas suficientes para quitarme el buen ánimo que sentía por la entrevista que estaba cerca de realizar. Al entrar a la Galería, pude ver a Armando, que se encontraba de pie, pintando la caracola de fibra de vidrio que tenía casi su misma estatura. Él acomodó sus herramientas de trabajo en una silla y me saludo parsimoniosamente. Todo en él era tranquilidad. El salón estaba lleno de réplicas de aviones a escala sobre mesas que, aunque permanecían en el centro, ocupaban gran parte del lugar. Era un día luminoso que contrastaba con la impresión que me dejaron sus cuadros la primera vez que los vi. De inmediato, aumentó en mí la curiosidad por conocer de dónde venían esos trazos que me parecían

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por momentos tan intensos e incluso agresivos. Tendría mis respuestas pronto porque, después de acomodar unas sillas y sentarnos, dimos inicio a la entrevista. —La Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda es una de las instituciones más exigentes e importantes en la educación formal de artes visuales en México, ¿cómo fue tu estancia ahí? —Fue una de las épocas más importantes de mi vida porque a partir de ahí cambió todo. Me gustaba mucho el dibujo y la pintura, pero en La Esmeralda entendí lo que era el arte y cambió mi vida, mi actitud, mi visión, sueños e ideas. —¿De qué forma cambiaron tus sueños? —Cuando estudias, cuando te preparas, te das cuenta de la seriedad que implica tomar la decisión de dedicarse al arte. No es cualquier cosa, es como tener la responsabilidad en tus manos de qué vas a aportar tú. No vas a dar lo mismo que ya dieron otros, te toca dar algo más. —¿Recuerdas algún profesor de tu época de La Esmeralda?


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Ángel sin paraíso

—Guillermo Zafe, Javier Cruz, José Zúñiga, Gilberto Aceves Navarro... —¿En qué consiste y qué tanto se sustenta tu obra en el discurso? —Procuro que sea espontáneo. Controlo mucho lo que es el color sucio, lo equilibro con algún color primario o secundario. Mi paleta siempre se pasa, es como urbana, a pesar de que quiero hacer cosas limpias siempre termina ensuciando y hago un equilibrio con colores puros sin saturar el cuadro. Utilizo los colores primarios como un acento, como un final, como un aura. —¿Cuáles han sido las distintas etapas en tu pintura? —Cuando inicié en La Esmeralda, yo quería ser como Dalí, luego quería ser como Magritte; pasaron los años y quería ser como Tamayo. Después me refugié en el arte prehispánico. Así fui encontrando mi propio lenguaje, mis propios códigos y señales que voy dejando en cada cuadro, como registro, y me olvido de todos a los que quería parecerme. También está Antoni Tàpies, él manejaba el arte povera, y me influyó mucho. En mi época de La Esmeralda, me casé y no tenía para materiales, y trabajaba con la basura. Fue muy rico para mí, es increíble todo lo que uno puede lograr sin pinceles. —¿Tu larga residencia en Playa del Carmen ha influido en tu obra? —Siento que mi obra se ha estabilizado y mi color también. En el DF era un poco más expresivo, más fuerte. Aquí ha sido un

poco más tranquilo. La forma en que vivo con mi familia, estamos todos más encausados. Estoy más enfocado a lo que quiero hacer en la vida, ya no me peleo con las crisis. En el DF sentía más estrés. Aquí, aislado, he tenido más tiempo de recapacitar, de calmarme un poco en cuanto a pintar. —¿Cuáles son los materiales y la técnica que más usas? —Me interesa mucho trabajar con arenas, en especial la arena sílica que se utiliza mucho para la fundición. Esa arena te permite generar veladuras, tiene un poder de absorción muy interesante y es muy permanente. Tengo cuadros de diez o quince años y el color se ve impecable. También con el polvo volcánico que logré tomar del Popocatépetl, junté unos cuantos kilos de ceniza cerca del aeropuerto y con ello logré trabajar muy bien. —¿Eres consciente de que quieres manejar un estilo distinto? —Totalmente, se me antoja. Tengo ese defecto o virtud. Me sale lo que quiero hacer. A veces se me antoja irme mucho a la figura, a la academia, retomar mis bases de dibujo. Otras veces se me antoja ser totalmente libre, un dibujo totalmente espontaneo. En ocasiones quiero un dibujo apegado totalmente al modelo. Hago lo que se me apetece hacer. —¿Qué artistas han influido en tu obra y de qué forma? —Gilberto Aceves Navarro. Cuando tú vas a la escuela, te dicen que tienes que dibujar y te pones a copiar, pero Gilberto me enseñó a sentir el dibujo. Cuando dibujas sintiendo la forma, es otra cosa, ya estás expresando, ya estás representando al modelo por su peso, su luz o su sombra. Todo ese lenguaje que tiene el dibujo me lo enseñó Gilberto. A pesar de que yo dibujaba, no entendía lo que estaba haciendo hasta que él me lo explicó. Entiendes y lo disfrutas más cuando estás en pleno uso de razón, de lo que significa el dibujo. Por los viajes que he tenido —han sido varios a Europa— he vuelto hacia atrás, al México prehispánico. Tenemos una herencia cultural vastísima en cuestión de la representación visual y estilización de elementos, de formas. A pesar de que ellos lo veían por un lado religioso, tienen demasiado que dar en cuestión artística. El arte antiguo es la cuna del arte contemporáneo,

Danza en azul

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e n t r e v i s t a los artistas recurrimos al pasado para extraer, para mamar algo de lo que nos dejaron ellos. Ahorita estoy metido en retomar este arte prehispánico. No es una copia, es cómo representaría yo ahora lo que ellos nos dejaron —¿Cómo si fuera una evolución? —Una trascendencia. —¿Cómo sientes la competencia en Playa del Carmen y en Quintana Roo? —Siempre he sido muy literal en ello. Yo creo que hay pintores y que hay artistas visuales. Desgraciadamente hay pocos artistas, hay demasiados pintores. Entonces ya no veo mucha competencia, simplemente veo que hay un mercado muy comercial, muy decorativo, donde es muy difícil para los artistas encontrar un lugar donde exponer —porque nuestra obra no es bonita o no se comprende—. Son muy pocos y contados los lugares donde te dan la oportunidad de exponer arte contemporáneo aquí en Playa del Carmen; muy pocos lugares para la cantidad de personas que lo hacen, quienes terminan por irse. —¿Qué tan difícil ha sido vivir del arte para ti? ¿Qué tan complicado ha sido como creador ajustarte a las exigencias del mercado? —Es muy difícil vivir realmente del arte. Yo pinto y hago murales, hago restauraciones. Tuve la oportunidad de trabajar en el Museo de Antropología, y aprendí técnicas y lo necesario para poder intervenir restauración de murales y de cuadros. Eso es lo que me está dando ahorita de comer, porque hay malos trabajos, malas técnicas, que me abren la puerta para trabajar en restauración. A los hoteles les gusta mi trabajo, he tenido la oportunidad de tener buenos proyectos en mis manos y llenarlos de pintura. Gracias a ese trabajo empresarial sostengo mi carrera. Soy como mi patrocinador y gracias al trabajo en los hoteles, he tenido la oportunidad de aprovechar las invitaciones para viajar. —¿Cuál ha sido la exposición que más te ha emocionado o en la que te sentiste con más reto? —En la exposición colectiva de Rumania, hace poco. Hay un nivel alto, no cualquiera participa en este simposio. Regularmente, la gente solicita ir a estos eventos y tienen que seleccionarte, pero en mi caso fue al revés, ellos me invitaron; entonces me sentí comprometido a hacer un buen papel. Creo que soy el segundo o tercer mexicano que invitan a este simposio, y como sé que publican un libro cada diez años, de pintores de la década, sabía que tenía que hacer algo muy representativo de mi país y así fue. Hice un Tzompantli, y un cuadro —dedicado a mi esposa— que se llama Luz de día, luz de noche; y esos dos cuadros fueron los que escogieron para la colección. —¿Entonces te sientes realmente comprometido a mostrar la cultura mexicana dentro de tu obra? —La vida te va orillando, te va sacando esos sentimientos. Estar lejos no es fácil. Extrañas el español, no hay con quien hablarlo. A veces, como que la mente te pregunta qué está pasando y me pongo a leer y escuchar música, pero cuando sales, hablas puro inglés. Escuchar alemán, húngaro, chino o japonés, son

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Paisaje nocturno

sonidos muy extraños, y eso hace que busque en mis raíces y el cómo les voy a decir a ellos que tenemos una herencia cultural muy grande. Cuando vieron el Tzompantli le fueron a tomar fotos, no daban crédito a ver una serie de imágenes de cráneos de diferentes formas y colores, entonces preguntaban qué era y yo les decía lo que era un Tzompantli. No me gusta contar historias de mis cuadros, no soy cronista, me gusta ser muy elemental y muy preciso, pero como estaba en otro país tenía que hablar de él. Del otro cuadro, fue totalmente la técnica lo que les llamó la atención; es una técnica que se utiliza mucho en Oaxaca, a base de pigmento y arenas y eso les llamó la atención, que el color vibrara tan padre. La textura y lo que proyectaba la pintura era muy fresco, casi rupestre. Más vivo. —¿Cómo te defines como artista? —Como artista con H. —¿Cómo artista con H? —Como artista con H porque hago hartas cosas. Manejo técnicas mixtas, manejo dibujo, hago escultura, relieve, restauración. Creo que tengo muchas posibilidades, que la vida me ha dado la oportunidad de aprender y que quiero seguir aprendiendo. Si no sé algo, lo investigo. Yo pienso que siempre hay un qué y un cómo. Si yo quiero un qué, tengo que investigar el cómo; esa para mí es la fórmula del artista: el qué y el cómo. Para eso necesitas muchas técnicas, para que tu mente despierte el qué, ya con las técnicas desarrollas el cómo, va pegado. Si no hay un qué, se acabó.


e n t r e v i s t a

—Hay algo del mundo del horror en tus pinturas, ¿es una de las formas de cómo ves al mundo o es el reflejo de aquello que pasa en tu interior? —Yo creo que en todo hay bueno y malo, positivo y negativo. Hay pinturas mías que guardan cierto misticismo. Es como un yo interior que viene acompañado de algo o de alguien. Lo atribuyo principalmente a mis genes. Al arte prehispánico así lo veían los europeos, como algo macabro, y yo creo que los mexicanos tenemos algo de esa genética prehispánica. Cuando he estado frente a la Coatlicue, me ha impactado mucho; esa masa, las serpientes, los corazones. Pero lo traemos dentro, no lo pode-

mos evitar. Y cuando aflora tu espíritu creativo sale mucha información. Creo que parte de mi obra tiene este sentido místico. Me identifico mucho y lo dejo fluir. No me detengo. Hay muchas cosas que todavía veo en el lenguaje visual del arte prehispánico, pero también tengo que dedicarme el presente y tratar de combinar aquella herencia con la que me está tocando vivir ahora. La historia del arte te va dejando cierta información que tarde o temprano aflora. Comparando los tiempos, de lo que sucedía en Europa con lo que sucedió en América y si te remontas más en la historia, te darás cuenta que el ser humano siempre ha sido una especie de contradicción histórica, y con esa contradicción nos educan y con esa contradicción crecemos. Y nos enfrentamos a esas contradicciones. A través Paisaje con ave de mi trabajo reflejo un poco de todo eso. Y en mi pintura soy muy abierto y muy sincero con lo que siento. —¿Qué proyectos tienes en puerta? —Hay un proyecto que se llama Segmento 8, que consiste en un intercambio cultural con unos artistas plásticos de Hungría, quienes ya vinieron a México. Les organizamos una exposición en la Galería Marte, el año pasado. Este año se cierra Segmento 8, llevando mexicanos a Hungría y las exposiciones son en noviembre. Lo estamos preparando con el motivo del día de muertos, cada artista va a llevar una obra con el tema de la muerte y la demás obra que lleven es libre. Muy posiblemente no iré por cuestiones de tiempo, pero ya tengo mi sustituto, Jorge González, quien es un escultor reconocido en México y en el exterior; yo creo que él será quien tome el intercambio. —¿Qué pintores contemporáneos te gustan o admiras? —Aunque no es muy contemporáneo mío, admiro mucho a Toledo; a Sergio Hernández; a Rafael Cauduro, quien es excelente; y a Gilberto Aceves Navarro, que es mi gran maestro. —¿Y de los más jóvenes? —Giovanni Avashadur, Jorge González, Sandra Serrano, Rubén Ángeles, Lilia Pérez, León Alva, Beatriz Galván, Ángel Ortiz, entre otros. Tropo

René Vera Contreras (Mérida, Yucatán, 1982). Escritor y promotor cultural. Ha tomado el taller de novela de Andrés Jorge y el de dramaturgia de Saúl Enríquez. Poemas suyos se han publicado en revistas y en los cuadernos del taller literario K´uuxeb de la UADY. Actualmente imparte talleres de narrativa en Cancún y Playa del Carmen, y es asistente editorial de Tropo a la uña. Sueño de arena

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Una cicatriz Miguel Meza La editorial Letramar, tercer proyecto cultural del Centro de Creatividad Literaria, acaba de poner en circulación el volumen de cuentos de Miguel Meza, Cada quien su paraíso, primer libro de una colección de autores cancunenses que la editorial pretende dar a conocer. De este volumen —cuya presentación se hará en breve y que ya se puede adquirir en algunos puntos de distribución—, ofrecemos ahora a nuestros lectores el primer cuento de los catorce que conforman la obra mencionada, una obra embebida en las atmósferas de ciertas zonas del Cancún profundo, nuestro otro “paraíso”. La fatalidad posee una cierta elasticidad que se suele llamar libertad humana. Charles Baudelaire

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io la impensable foto de la mujer en un periódico un día después de que durmieron juntos. Estaba recostada en el piso, y, al lado, la hamaca parecía aún mecerse con su cuerpo, aunque atribuyó este efecto al impacto de la imagen y a su propia debilidad, pues su estómago macerado en alcohol, sin alimento, solía jugarle a su mente bromas muy pesadas. El cuerpo encorvado de la mujer hacía un signo de interrogación como si abriera una pregunta mil veces formulada a una vida sórdida de tanta sordera. Era, sin embargo, una interrogación con trazos de ternura, con el brazo izquierdo doblado, muy cerca de su rostro, en un gesto casi infantil, y el derecho tendido a lo largo de su pierna, en pleno reposo. Solo faltaba él al lado de ella, a su espalda, abrazándola, y la toma hubiera estado completa: como si un fantasmal fotógrafo los hubiese captado en su apartamento en el momento en que ambos

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cerraron los ojos abotagados, los de Silvio por el alcohol, los de ella por el llanto, dos noches antes, cuando le contó su historia. Aquel día, el azar los había llevado a un antro del centro de la ciudad, donde se encontraron. La noche sudaba en la atmósfera sofocante del final del verano, y la calle, a esa hora, albergaba a los expulsados de la vida —pordioseros, borrachos y solitarios— que parecían salidos de un sueño de locos, o como si la propia ciudad, en su locura, pasease a sus engendros. Silvio había vagado toda la tarde huyendo de la decisión ya tomada de quitarse de en medio, y solo buscaba engrasar los resortes etílicos suficientes para lanzarse al vacío, como quiera que este se manifestara, porque con el veneno de la desesperación y la atonía moral no alcanzaba. Había salido por la mañana, ya avanzado el día, y se había refugiado inútilmente en varios rincones de la ciudad, luego de una semana cebada en ron y soledad, antes de ir a la cita del Seco. Anduvo por las playas en busca de una respuesta, pero los cuerpos lustrados con el aceite feliz de la abundancia ahí exhibidos, lo conmovían


d e v e z e n c u e n t o

Miguel Ángel Meza (México) es poeta, crítico y editor. Radica en Cancún desde 1986. Fue director de la Casa del Escritor de Cancún (1997-2004), y de la revista literaria TROPO a la uña (primera época, 1998-2007). Aparece en las antologías Voces de ciudad joven (1995), Poesía escogida de Cancún (1996, edición bilingüe) y Ritual de vuelo. Obtuvo el segundo lugar del Concurso de Cuento Corto de la Casa de la Cultura de Cancún (2004). Primer lugar del 2.º Certamen Estatal de Cuento (IEQROO, 2007). Primer y segundo lugar del Concurso de Poesía de la Casa de la Cultura de Cancún (2007). Es autor del poemario Destellos de mareas (Praxis, 2004) y del libro de cuentos Cada quien su paraíso (Letramar, Fondo Editorial del CCL, 2014). Sus libros A pesar de los murmullos (poesía) y La tribu inmigrante (novela) serán publicados próximamente en Letramar. Actualmente, coordina talleres literarios (narrativa, lectura crítica y ensayo literario), dirige el Centro de Creatividad Literaria de Cancún y la revista TROPO (segunda época). Fotografía: Norma Ordieres

tanto como postales de belleza anodina y ostentosa; se paseó por parques y avenidas que meditaban en silencio su fealdad; vagó como sonámbulo por plazas comerciales de aséptica y hermosa banalidad que le ofendían con el lujo de productos burlones de su penuria; fue a dar de bruces al entronque de calles polvorientas y desaliñadas donde la indigencia era peste de ancianos y tullidos, pero también de familias enteras instaladas en camellones y jardines como si estos fueran campamentos de pordioseros. Al filo de las dos de la tarde empezó a beber. Casi no había ingerido alimento y un par de caguamas bastó para que su mente nadara en una especie de nubosa indolencia. El día empezó a mecerse más suavemente a partir de entonces y la pendiente de las horas suspendió su vértigo habitual. Ese momento no ocultó su falso bienestar, ni logró hacerlo desistir de su fatal propósito. Así, llegó a la palapa del Seco a la hora convenida. El plomo líquido de la tarde ardía en el horizonte, y había descargado su peso sobre los hombros: aquella zona, sin árboles ni sombras, era una sauna de lodo. En cada esquina, bolsas de plástico con basura erigían su hediondez y mosquerío, y parecían custodiar la fealdad de aquel lugar como guardianes de una nueva estética urbana. El Seco le tiró una mirada que sondeó fácilmente el pozo de su locura: —Luego me lo pagas —dijo con el tono arrastrado de un adicto en funciones que atropellaba el final de las palabras—. Arrieros somos… Y le tendió la mercancía. Silvio agradeció que le evitara el regateo. De cualquier forma le puso en la mano un billete que no cubría ni el adelanto. Luego, ya con el frasco de pastillas en la mano, enfiló hacia los antros de la zona dispuesto a enlodarse un poco con el ruido y el sudor de las horas estancadas en las pistas de baile, en los rincones de exudado ardor, en la vampiresa soledad de los inqui-

linos de la noche, antes de botarse del todo. Pasada la medianoche entró al bar donde había de encontrarla. Estaba situada en un rincón aglomerado de soledad y desde ahí la invitó al suyo, vacío de tumulto. La noche, para él, había sido pródiga en alcohol y desencuentros: con una prostituta que cobraba poco por caricias en el baño, caricias que él quiso robar y que pagó con pescozones humillantes; con una pareja de hermosas colegialas que habían incorporado a su historial licencioso aventuras con marginales, y que se hartaron pronto de su impericia incontinente de falso conquistador; incluso, un bello ejemplar travestido, que quiso hacer pareja de baile con él, aunque tuvo que renunciar pronto a ello, porque sus pies no salieron bien del paso. Cuando se acercó a ella, supo que no había mucho que adivinar. Los dos traían el estigma a flor de piel, como si el navajazo de la vida se ufanase de la cicatriz que inflige a los desheredados. Era una herida que destellaba; semejante a un anuncio luminoso en la mirada, en la expresión, que invitara a asistir a un decadente espectáculo, no por ello menos fascinante. En ese momento —cuando pensó que la compañía de un ser así cerraba perfectamente su ciclo— creyó que él la había elegido. Llegaron a su casa y ambos encendieron el simulacro de una pasión que no prosperó porque a Silvio no le convencía ni el cuerpo de la mujer ni su actitud ni el empuje falso de sus entusiasmos, pero sobre todo porque ella empezó a vaciarse en el agua de sus palabras, en una especie de torrente sucio y desordenado que él no entendió a cabalidad hasta que llegó a la parte del incendio. A cuento de qué comenzó a contar aquella historia no lo supo. Pero el relato ya le había cogido las entrañas. Y no pudo dejar de oír. —… el fuego ya había consumido las palapas vecinas —decía en ese momento— y no pasó nada ahí porque no había gente

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d e v e z e n c u e n t o adentro… se quemaron cosas, sí…, pero en la palapa mía estaban los niños, y también empezaba a quemarse, y por eso corrí, y entré, aunque los vecinos ya traían las cubetas con agua, y todos gritaban y las mujeres lloraban, y no me dejaban acercarme, pero yo me zafé y corrí a salvar a mi chiquito, porque en ese momento no pensaba en el otro niño, el que me había dejado encargado Octavia, la otra vecina, que no estaba, pues trabajaba mucho todo el día, y me dejaba a su crío por una ayudita, y, sí, yo corrí y me metí en la palapa sin acordarme del otro niño, y ahí me di cuenta de que las llamas ya estaban adentro prendidas a la hamaca, a la ropa, a la madera, y ya ahumaba mucho, tanto que me empezaron a llorar los ojos, porque no veía nada, y yo solo agarré a mi niño que estaba ahí tirado junto al otro, berreando el pobre, muerto de miedo pero vivo, y no pensé en el otro, Dios mío, no pensé en el otro, que estaba al lado también llorando, y salí solo con mi niño y lo puse a salvo, y le limpié el rostro, y le limpié la ropa y entonces ahí me di cuenta de que no, no era el mío, carajo, de que el mío se había quedado allá adentro, en medio del infierno, ¿te das cuenta?, me había equivocado, ¿sabes?, jalé con el niño equivocado y salvé al de la vecina, y eso nunca me lo voy a perdonar, porque cuando me di cuenta la palapa ya se había caído con mi niño adentro, y ahora sí ya no me dejaron regresar… Las palabras cesaron de manera intempestiva, aunque de sus ojos seguía fluyendo un llanto calladito, mínimo y persistente, en hilos largos y gruesos. Era como si a un grifo le hubiesen puesto un tapón abruptamente, y ahora goteara por una fuga pequeñita, imposible de parar. Estaban semidesnudos, tirados en un tapete arrinconado en la sala, y para escucharla mejor él se había apoyado en un codo mientras su mirada vagaba por las manchas enmohecidas en las paredes, por la parca ventana que encuadraba el cielo sucio de oscuridad, por su piel ceniza y reseca, por su flácido vientre. —¿Qué miras? —le dijo de pronto—. ¿La cicatriz? Es fea, ¿no? —añadió dulcemente. —Pues no. No la miraba en realidad… Era la cicatriz abdominal de la cesárea, que había sido mal disimulada en el límite del vello del pubis, un tanto rosada, abultada e irregular, recuerdo de una incisión más grande, hecha torpemente. —A veces me la toco —y pasó el pulgar sobre ella—. Me da la impresión de que no ha cerrado… Después de eso, se quedaron callados tanto tiempo que el silencio inició un sordo concierto de finísimas agujas, que parecían rasgar la penumbra y producir una música monótona y dulce, que les fue envolviendo con su tristeza. —Tengo que hacer algo para que cierre —dijo súbitamente, y su voz asustó al joven, pues el sueño lo iba metiendo ya en su puño suave, y aquello sonó como un portazo. Entonces se incorporó y vio su rostro: una mueca se paseaba por los labios y se iba poniendo trabajosamente el disfraz de una sonrisa. Luego se volvió a recostar, y, cuando ella se acomodó y le dio la espalda, la abrazó. No se dio cuenta cuándo ce-

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rró los ojos, pero recordaba que la imagen de la infeliz corriendo con el hijo equivocado lo había torturado en el resquicio de alguna pesadilla. Al día siguiente, ya con el sol muy alto, lo despertó una punzada brutal en el cerebro. Parecía un comando salvaje de martillos dispuesto a devastar su cordura. Silvio se incorporó trabajosamente y fue a la hielera sin hielos a rescatar los restos de un ron para emergencias. Lo bebió y se tiró de nuevo al jergón donde se regaló un día más de vida. Cuando se recuperó un poco, con el dolor enemigo en retirada, recordó a su compañera de hacía dos noches, a la que había olvidado por completo. Y luego recordó también la historia, un distractor poderoso a tal grado que lo había hecho olvidar su designio. Se sintió en la cara algo parecido a una sonrisa. Parafraseó entonces aquello del filósofo: el destino ha barajado sus cartas y ahora yo tengo que jugarlas. Fue al poco rato, al salir a la calle en busca de cerveza, cuando se topó con la foto en un periódico en el puesto de la esquina. El tabloide, con meditado morbo, exaltaba el tremendismo de la muerte por mano propia con una injuriosa frase. El moralismo se daba de golpes con el mal gusto. Aunque el desarreglo de las ropas en esa exposición enfatizaba una impúdica desnudez, la toma por supuesto no había captado la cicatriz. Pero, para él, era como si la hubiera visto, por fin totalmente “cerrada”. Ni siquiera se acercó a leer el pie de foto. Le interesaba poco conocer el nombre de la mujer con la que había dormido. Se alejó de ahí y vagó por las calles como un zombi, asustando incluso a los perros callejeros, que se defendían de él a ladridos. Su aspecto era repulsivo, con el pelo revuelto y sucio de grasa de varios días, la cara hinchada por las malas noches, las ropas resudadas, el duelo por la extraña marcando ahora sus mejillas. En una esquina atacada de sol y polvo, desenroscó la tapa del frasco de pastillas y las vertió en la palma de la mano. Eran pequeñas obleas y parecían golosinas. Una o dos producían un sueño tal vez venturoso y reparador. Más de la mitad eran su boleto para el viaje infausto con el que tantas veces había fantaseado. Había imaginado este momento como algo extremo, melodramático, sumido en el delirio de la inconsciencia. Pero ahora se sentía lúcido y cobarde. El miedo lo atacaba por varios frentes, ensañándose particularmente en la posibilidad de la brega por días sin heroísmo, planos, sumidos en la sensata desesperación de la mediocridad. ¿Pero esto era mejor que el otro vacío? Qué timorata curiosidad lo empujaba a desistir de hacer el juego con la carta ya elegida. ¿Curiosidad a qué? Sin saber responderse, y con la punzante sensación de haberse traicionado, incluso con culpa, volcó entonces las pastillas en el primer tambo de basura que encontró, simulando sin escrúpulos un falso hábito de pepenador. Las esparció minuciosamente. No fuera a ser que alguien las encontrase. Con tantos miserables en la ciudad... Tropo


C

a d a

q u i e n

s u

p a r a í s o

Héroes en la supervivencia o

vicarios del deseo Lizbeth Peña

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n el libro Cada quien su paraíso de Miguel Ángel Meza (Letramar, 2014), se reúnen —como reflejo de los estados anímicos de los personajes— atmósferas oscuras combinadas con la luz de la poesía y el entorno geográfico que enmarca la mayor parte de las historias que conforman el volumen: Cancún. El título, que también da nombre a uno de los mejores cuentos del libro, toma una frase de La romana, novela de Alberto Moravia, donde Adriana, narradora y personaje principal, afirma: “cada quien construye su paraíso en el infierno de los demás”. ¿Qué tanto el ambiente nos predispone y nos delimita? Si el destino, los otros y las determinadas situaciones predisponen nuestro juego, ¿qué tanto podemos avanzar y qué tanto nos apresan en círculos? Los resquicios que dejan vislumbrar la fatalidad y una búsqueda que parece infructuosa, se contraponen al aliciente de seguir, a la esperanza de encontrar situaciones en que los individuos resulten airosos. Y al final sí, aunque sea momentáneamente, se vuelven héroes en la supervivencia del contexto que les tocó vivir, o entran a una consecución más factible, a cierta renuncia en pos de una forma vicaria de lo deseado. Los personajes se transforman así en los vicarios del deseo ajeno, como uno de los caminos donde encuentran otras forma de la dicha personal. Parecen buscar en el otro la conclusión de un anhelo que no han podido realizar en sí mismos, convirtiéndolo en reflejo de una escena que quisieron suya. Incluso pueden concluir que ya no es necesario vivir dicha posibilidad, pues al ver materializado el deseo —aunque en otro—, pueden cambiar su percepción de lo deseado.

En Cada quien su paraíso nos encontramos ante un escritor con oficio que narra puntualmente y que se ha propuesto ficcionalizar la ciudad, en este caso con catorce historias elegidas para documentar, según se lee en la contraportada de esta edición, esa “mínima tragedia íntima de hombres y mujeres que sobreviven en un edén personal habitado por ambigüedades morales” donde la salida se desdibuja. El encantamiento de Scherezada, como un canto de sirenas, envuelve las historias en “El verbo acosado” y “El aroma de tu piel”. Un momento iniciático marca el recuerdo en un “Juego de niños”. La mediocridad y el talento disputan en “Un poeta maldito”. El libro se tensa con las pulsiones opuestas: Eros y Tánatos, en “Una navidad con Carolina”; con la sexualidad, entre mar y cocteles, en una “Alcoba de arena”; como una compraventa en “Se dejó llevar”, o con violencia en “Días de Abril”. Con suspenso nos enfrentamos al peligro en “La ruleta rusa”, y ante el narcotráfico en “Cada quien su paraíso”. “Un destino” es el desplazamiento hacia lo luminoso, aunque solo sea completamente brillante en el imaginario de los que vienen a Cancún en busca de nuevas posibilidades, de un futuro mejor, ese boleto que les permita no solo encontrar respuestas, sino tranquilidad y algo más que una soledad acompañada. Y el que quizá es el mejor cuento (también el más largo, a la mitad del libro): “Otra vida”, donde el azar provoca una correspondencia física y virtual. El lector que se acerque a conocer esta recopilación de cuentos de Miguel Meza —también poeta y editor—, encontrará placer en una prosa contundente y a veces poética, podrá reflexionar sobre su entorno y se acercará a las sombras que existen en cualquier ciudad, incluidos los paraísos. Tropo

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Norma Quintana Nocturno El empedrado desdobla el sonido de los cascos, un mendigo cobija su hambre en el zaguán. La noche es aquel perro que alarga su soledad en un aullido, el sereno que apaga los faroles, borrachitos sin horizonte, la puñalada por la espalda en el callejón de los suburbios donde alguien se muere de hembra ajena. La ciudad… susurros respiraciones a contra luz, cortinas apenas molestadas por la brisa, metal retorcido en flores y volutas, los enrejados ansia de vida en cuerpo mineral; jardines perfume de jazmín, brisa en el centro del espíritu en calma. Alguien vela, sin embargo, junto a los postigos una falda barre, sigilosa, la paz de la estancia en penumbras. Ojos de obsidiana y miel espían; el mensajero no tarda… La ciudad duerme, la casa duerme, esta mujer no.

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n junio de este año, la escritora Norma Quintana publicó su segundo poemario en el Cuaderno 19 de la Gaceta del Pensamiento. Jazmines y pólvora consta de 46 poemas y fue concebido como una

invitación a revalorar la participación femenina, dentro de un proyecto del Conaculta, en el 2010, para conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución mexicana. Originaria de Cuba, radica en Mé-


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Jacinta, la de la pólvora Tiene en la mirada fragmentos de metralla, carga el fardo del diluvio donde dejó su inocencia y su campana. Pólvora son su risa y su gemido, sabe a campamento la piel de esta muchacha curtida por el humo y la boñiga y el sudor de mil catres. Amores que se fueron a galope dejaron ese rastro de ceniza en sus ojos de poca mansedumbre. Como esa muerte escondida en carbón y azufre, estalla en el placer para aturdirse, es de todos y de nadie. A través de sus huesos sentirás las nopaleras, el viento de la sierra el canto de los gallos. En su vientre se pudre la nostalgia, mírala bien y grábala en tu rifle, no la verás llorar. Sus lágrimas salieron disparadas cuando la arrancaron de su casa y mancillaron su cuerpo adolescente. Eran sólo dientes, hedor y ojos turbios, no supo cuántos… Ahora se ocupa de la pólvora para volar el maldito olor a caballo y a trapos resudados, para mandar al cielo su maldita suerte.

xico desde 1992 y es profesora en la UQROO desde hace veinte años. Ha sido reconocida como crítica literaria colaborando en diversas publicaciones, además cuenta con un libro inédito sobre la Literatura de Quintana Roo. Desde

su poemario Éxodos (1991), su obra llegaba hasta nosotros únicamente a través de antologías y revistas, por este motivo, nos alegramos por la publicación y reproducimos dos poemas de este reciente volumen. Tropo

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Muestra de Microrrelatos Como un juego de provocación literaria, la Biblioteca Antonio Enríquez Savignac, de la Universidad del Caribe, en colaboración con el Centro de Creatividad Literaria de Cancún (CCL), convocó durante los meses de febrero a abril a la Primera Muestra de Microrrelato Universitario.

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l objetivo principal de esta iniciativa fue inspirar a nuestra comunidad universitaria —y entidades circundantes— a generar elementos retóricos que invitaran a la expresión literaria, sin que ello se pusiera en riesgo la consecución de otras tareas cotidianas por razones de “tiempo”, además de explorar este nuevo género literario que se antoja audaz y provocador, y que muy probablemente se convierta en el género literario que ca-

Ana María Palma Almendra Los días pasan. Ella viene los viernes, él tiene miedo. Miedo de mirarla. Miedo de no escapar. Miedo de cuánto ansía los viernes. No se ha dado cuenta, no hay escape. Si tan solo toda la semana fuera viernes.

Aranza Izaskum Ortiz Uribarri Abrió los ojos. Súbitamente se dio cuenta del tiempo que los había mantenido cerrados. ¿Era ya demasiado tarde?

Vanessa Mercado Álvarez Anorexia Su vida pendía de un kilo.

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racterice al siglo XXI, por su vocabulario preciso, sintético, meticuloso, y porque a pesar de su breve extensión, suele tener finales sorprendentes, inesperados o metafóricos. Desde un principio, la convocatoria se planeó como una muestra y no un concurso, especialmente porque consideramos que un esfuerzo como este podría encontrar cabida en diversos espacios cercanos a la Unicaribe. Se recibieron 51 microrrelatos que fueron enviados por 15 participantes, respuesta que valoramos como muy positiva, no solo por la nutrida participación espontanea sino, además, por la buena calidad que constatamos en varios de estos escritos. Miembros del personal de la biblioteca y del Centro de Creatividad Literaria verificaron que los textos cumplieran con los requerimientos mínimos, para posteriormente darles difusión a través de diversos espacios, siendo la revista Tropo a la Uña el primero de ellos. Más adelante continuaremos con su difusión a través de nuestras redes sociales, el portal de la Biblioteca Antonio Enríquez Savignac y la estación RadioUnicaribe. Asimismo, serán leídos en voz alta durante nuestro evento del 12 de noviembre, en el marco del Día Nacional del Libro. Tropo

Narcisista Se ahogó, la palabra “yo” se le atoró en la garganta. Hombre Después de ser ángel y demonio, decidió ser él.

Mayra Athié Trabado El rey de Constantinopla tiene un juicio pendiente con la Real Academia, que sigue trabado en la historia… y en la lengua. Destino Los expertos lo escucharon reconociendo su gran potencial, hicieron silencio y lo acomodaron en su lecho, aún vibrando con su último aliento. Lo cubrieron con manto rojo y, despidiéndolo, cerraron la puerta. Lo mejor estaba por venir, pero no fue así. La


d e v e z e n c u e n t o

Willard Wigan

dueña había sido una entusiasta principiante que, cuando apenas empezaba a acariciar su tono, lo guardó. Su caja se convirtió en ataúd, pero él no lo sabe... sigue soñando mostrar sus arpegios. Baño María fue al baño y se esfumó. La temperatura había alcanzado más de los noventa grados.

pe de Estado, se hizo Jefe Máximo de Panamérica y usó bombas atómicas; “por intromisión inadmisible”. Eurasia reciprocó. Toda vida fenece. Un anciano solo piensa este pensamiento. Avance. Sin John, sin guerra, la Intervención Neuronal trajo educación. Igualdad. El fin de la expansión: misión al planeta Kant3.9415.42, Súper Mundo Posible ex/Sen x, MP 10π2 . Juan va a sacar a bailar a Sonia; este relato como epifanía. Juan suda, nervios.

Itzel Ivette Cuningham Castillo

David Guerrero Salazar

Pensamiento Pasivo Pacientemente pensaba ponerme por propósito pronunciar puramente palabras precisas provistas por P. ¡Pff! Parece poco posible, proclamé profundamente.

Destrabado Habían pasado muchos años de no escribir nada, ni un solo cuento. Hasta que por fin un día las neuronas tuvieron relaciones, y se agitó el universo.

Víctor Manuel Peralta Impronunciable Con fastidio dejo de pensar, voy en automático. Camino. Paso frente a dos personas. Una de ellas me apunta con el dedo, de un segundo a otro llegan detrás de mí. ¡PGH!, pier–. Despierto. –dí el conocimiento. Duele la cabeza, sangre en las manos, rostros horrorizados alrededor. Lloran. Quiero llorar. ¡Qué me pasó! Oigo “¡No, Dios mío!”. Casi no me puedo mover. Falta mi cartera. Fractura de cráneo, dicen ver mi cerebro. Están horrorizados. Duele. Me estreso. Miradas despedida. Miradas resignación. Duele. Presión. Me desvanezco. rIUeIUgrIUeIUsIUo. Duele. Presión. Paramédics $3 mueven. Gri%os. S-va. Piwrfo al congienha. Odtonerdódse grrca. Vydnnmcoai ao. Snsrps dtnrfsPaoe ea oeo aΩ Quodlibet En la fiesta Juan sacó a Sonia a bailar. Aceptó. No aceptó. Se enamoran. No. Tuvieron un hijo, Luis. Luis no nació. Juan tuvo hijos. La gente que no existe no tiene descendencia. Los hijos tuvieron hijos. John Vsegosmes Ku es uno. John encabezó un golAnastassia Elias

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E N T R E V I S TA C O N PA C O I G N A C I O TA I B O I I

Un escritor sin autocrítica

es un cadáver que camina Miguel Miranda

En octubre de 2012 —en el marco de su visita a Cancún para promover un programa de lectura en las corporaciones policiacas—, el escritor Paco Ignacio Taibo II concedió una breve entrevista a Radio Anáhuac Cancún —emisora creada por los jóvenes de la carrera de Comunicación de esa institución—. El siguiente texto es la transcripción de esa charla, donde Miguel Miranda hace una puntual crónica del momento y recoge vivazmente la frescura, la irreverencia y el humor del creador de Belascoarán, el detective privado mexicano que aparece en las diecisiete novelas policíacas de Taibo, asimismo autor de Ernesto Guevara de la Serna, también conocido como el Che y Pancho Villa, una biografía narrativa.

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quella mañana llegué al Club Casablanca con mi pequeña grabadora y la misión de entrevistar a Paco Ignacio Taibo II. No sabía cómo lo lograría, pero sí que así debía ser. El día anterior, Mildred me había llamado por teléfono: —¿Has leído a Paco Ignacio Taibo II? —Sí, claro —contesté, sin esperar lo que vendría.

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—¡Qué bien! Mañana lo entrevistas para tu programa de radio y aprovechas para presentar la entrevista en el aniversario de Radio Anáhuac Cancún. Era octubre del 2012 y hacía calor como si fuese mayo. El autor de Días de combate y Algunas nubes estaba en una mesa en la terraza del restaurante, rodeado de quienes hacían el programa de radio “Desde el café”, donde él y sus cigarrillos eran los protagonistas de la charla. Paco Ignacio Taibo II estaba en Cancún para dar una con-


Fotografía: Marina Taibo

ferencia en la Universidad del Caribe y promover la lectura entre los jóvenes, entre otras actividades. El escritor de novela policíaca —creador del primer investigador privado mexicano (el mítico personaje Héctor Belascoarán Shayne)—, y autor del libro Temporada de zopilotes y de las biografías Ernesto Guevara de la Serna, también conocido como el Che y Pancho Villa, una biografía narrativa, fumaba, como siempre, un cigarrillo tras otro. Cuando el autor se levantó de la mesa y se apresuraba para llegar a tiempo a su conferencia, lo intercepté. Al salir de la terraza, me vio y tuvo que apagar su cigarrillo empezado. —¿Cuántos de esos te fumas al día?

—Tres cajetillas y media. —¿Me dejas hacerte una entrevista rápida? —Solo que me acompañes en el camino a mi conferencia y ahí platicamos. Calculé rápidamente. Eran las diez cincuenta de la mañana. Por la avenida Bonampak no había tráfico y no nos tomaría más de doce minutos llegar a la Universidad del Caribe. —Paco, soy Miguel Miranda, profesor de la Universidad Anáhuac de Cancún, en la Escuela de Comunicación y Diseño Gráfico. Comencé a leer tu obra cuando era muy joven y estaba saliendo de la universidad, y mi amigo Cuauhtémoc Gama, que estudiaba conmigo, me dijo “léete esto, que te va a gustar”, y fue mi primer encuentro con la novela policíaca. Empecé entonces a leer a Belascoarán Shayne, lo cual fue muy grato para mí, pues además marcó parte de mi vida debido a las aventuras del personaje y por mi encuentro personal con la novela policíaca. ¿Qué podrías decirles a los jóvenes estudiantes acerca de la novela policíaca y de cómo empezaste como escritor? —Llegué a la novela policiaca con una idea más o menos confusa. Tenía veinte años y la sensación de que había que escribir lo que a uno le gustaría leer. Y en México no se estaba produciendo novela policíaca, y yo era un gran lector de literatura policíaca. Pensaba que el mundo de la literatura policíaca te permitía no solo una novela con mucho gancho anecdótico y muy sabrosa, de obligarte a leer sentado al borde del asiento, repleta de tensión y de imaginación, sino que además podías hacer una reflexión sobre la sociedad en la que vivías a partir del hecho del crimen. Y entonces a lo largo de los años fui profundizando en esa idea y dándome cuenta de que la novela policíaca es un instrumento maravilloso para contar el país en donde vives; es el hecho criminal que te muestra el México real, que se esconde y se disfraza tras las declaraciones de los altos funcionarios y la reflexión hueca y vacía del doble lenguaje del poder. Desde abajo las cosas no mienten. Entonces fui haciéndome un fan de la novela policíaca al mismo tiempo que me volví escritor. ¿Por qué funciona extraordinariamente para un lector joven? Yo diría que es porque combina dos cosas: la reflexión sobre el estado de la sociedad y, paralelamente, una novela con un enorme gancho dramático: ¿dónde fue?, ¿quién fue?, ¿cómo fue?, ¿qué pasó?, ¿y ahora qué sigue? Y esta sorpresa, y esta otra, te van conduciendo a lo largo de la novela a una vorágine de lo

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anecdótico que hace que sea muy difícil que te la desprendas y la tires. No debemos olvidar que la literatura tiene que producir en el lector un doble efecto: una reflexión y, simultáneamente, una atracción. La novela policíaca tiene estas virtudes ¿no? —¿Con la novela policíaca empezó realmente tu vida como escritor? —Sí, mi primer libro publicado fue Días de combate, la primera novela de la serie de Belascoarán. —Escribes muchísimo, a veces tres o cuatro libros por año. ¿Cómo haces para escribir? —Pues porque soy un escritor profesional. Lo que ocurre es que en mi generación había muchos escritores profesionales que no eran profesionales; vivían en cocteles, emborrachándose y ligándose a las novias de sus compañeros. Entonces les quedaba poco tiempo para escribir. Al revés: yo gozo escribiendo. Hace

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mucho que no publico más de dos libros por año y hay años que no he publicado nada. El Ché o Pancho Villa son libros que me tomaron muchísimo tiempo de elaboración, pero trabajo muy rápido además, porque lo hago muy concentrado. Y es curioso, llevando una vida tan agitada, de aquí para allá, con presentaciones y una vida política muy intensa con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). A pesar de eso, encuentro siempre horas, y las encuentro porque me divierte mucho escribir. —Un día normal para un escritor como tú, un día escribiendo ¿cómo es? —No existen los días normales en mi vida: hoy estoy dando una conferencia en la Feria del Libro de Turín y mañana estoy con un grupo militante en la Huasteca dando una conferencia sobre historia de México, y en medio, pues estoy en un avión donde tomo algunas notas sobre el libro que estoy trabajando. Hace mucho que no tengo vida normal. —¿Tiempo para escribir? Es decir, que te sientes a escribir de corrido cinco horas, ¿lo haces? —Sí, y catorce horas cuando tengo el chance, básicamente porque trabajo de noche. Descubrí que en la noche no suena el teléfono ni nadie me busca y no hay acoso por parte de amigos, compañeros, lectores, organizaciones, gente que quiere que des un curso; entonces suelo refugiarme en las horas de la noche, de doce de la noche a cuatro, cinco de la madrugada. —¿Pero el gusto por la escritura sigue siendo el mismo? ¿Sigue siendo el mismo placer? ¿Cómo ha evolucionado ese placer? —Últimamente me pido más, y eso es sano; un escritor que no tiene autocrítica es un cadáver que camina… Y últimamente me preocupan más los problemas formales, dando una batalla endiablada sobre cómo contar historia de México en la que se combine, al mismo tiempo, el máximo rigor posible en la investigación, con la manera más amena de contarla. —Un escritor se nutre de otros escritores, ¿tú a quién lees? —Leo cuatro o cinco temas con regularidad y luego leo de una manera muy errática. Leo algo de poesía todos los días porque puse el librero de poesía de camino al baño y yo meo sentado (descubrí que las mujeres son más inteligentes que los hombres y por eso mean sentadas); pero entonces, leo poesía casi todos los días, un fragmento de un poema largo, un soneto, luego leo


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mucho material sobre temas que me inquietan y me preocupan. Y, además, siempre le hago caso a mis obsesiones. Cuando tengo una obsesión, voy tras ella. Estoy leyendo una novela en estos momentos sobre Bizancio y no encuentro las referencias históricas. Entonces, ahora que regrese a la Ciudad de México, lo primero que voy a hacer es meterme en mi biblioteca, que ya a estas alturas es muy buena, para encontrar las referencias históricas que estoy leyendo. Entonces me voy a pasar tres días leyendo sobre Bizancio. Simultáneamente, casi todos los trabajos que hago tienen una parte fuerte de investigación, tanto si son libros de historia como si son novelas o cuentos. Entonces leo en torno a esto. Y luego las horas de libertad para leer en aviones, en camiones. No manejo. Entonces en la Ciudad de México me muevo en transporte público, aprovechando esas horas para leer. Suelo leer novela policíaca, ciencia ficción, novela histórica y libros de reportaje. —¿El personaje de Belascoarán Shayne juega una parte de tu actitud personal ante la vida? —Traté de que nos diferenciáramos. Yo no soy un detective privado, soy novelista. Beslacoarán heredó algunos de mis gustos y de mis lecturas. Heredó el amor por los departamentos de carnes frías de los supermercados y heredó el amor por las fachadas y los aparadores de las agencias de viajes que hacen ofertas. Fuera de eso, él es él y yo soy yo. —¿El gusto por (Joaquín) Sabina? —El gusto por Sabina, sí. El otro día Sabina estaba muy contento, porque descubrió que en una de las novelas, Belascoarán anda persiguiendo una canción de él… —¿En Adiós, Madrid? —En Adiós, Madrid, y estuve con Joaquín el otro día y me dedicó una canción en la que dice “ya salió el último libro de Taibo, vámonos a Maracaibo” porque descubrió que la única rima posible era Taibo con Maracaibo, y le dije “ya ni chingas ¿no encontraste una rima mejor, mano?”. —¿Belascoarán regresará algún día? —Hay una novela empezada sobre Belascoarán, pero creo que es una novela equivocada y por eso no sale, por eso no avanzo. Y el otro día, en una conferencia, se presentó en Monterrey la nueva colección de Joaquín Mortiz que se llama “La negra” (con los diecisiete libros de novela policíaca que he escrito en mi vida, en una sola colección). Entonces, se armó una discusión muy

sabrosa con el público sobre novela policíaca, mi novela policíaca. Y alguien me dijo: “a lo mejor estás en el error, Paco, y lo que quieres es hacer una novela con Belascoarán hoy. ¿Por qué no haces una novela con Belascoarán antes, o sea, una que entre en mitad de los anteriores ciclos?”. Y le dije al lector que dijo esto: “tiene usted razón, si la hago se la dedico, deme su nombre”. Y es muy probable que si reescribo una novela sobre Belascoarán, no sea sobre Belascoarán en nuestros días, sino que sea de Belascoarán hace veinte años, ¿no? Entonces a lo mejor le doy una variante y vuelvo sobre él. Tenía una historia, la he empezado a escribir muchas veces y no acaba de salir, que se llama —se llamaba— Paraíso. Una historia que sucede en Paraíso, Tabasco, pero no cuadraba. Cuando un libro no se deja escribir, mételo en un cajón y algún día saldrá, o no saldrá. No te pelees con él a lo tonto; por algún motivo, que no has descubierto, no sale. —Por último (ya estamos llegando, se nos está acabando el tiempo, desafortunadamente), ¿qué les puedes decir a los jóvenes para que lean más y hagan suyo el hábito de la lectura? —Mira, básicamente que no acepten ninguna obligación. El gran enemigo de la lectura es cuando se vuelve obligatoria y está asociada a la educación formal; esta idea de “lee esto porque así vas a ser más apto, más inteligente, vas a ganar más dinero”, no funciona; que abandonen este concepto y se acerquen a la literatura por dos razones: porque la literatura es placer y porque la literatura es subversión. (Enciende otro cigarro). —Eso es maravilloso. Paco Ignacio, muchísimas gracias por esta entrevista y tu tiempo, hoy es el IV Aniversario de Radio Anáhuac Cancún que es una emisora creada por los jóvenes de la carrera de Comunicación, ¿les puedes decir algunas palabras? —La única clave: persistir es vencer. Tropo Miguel Miranda Saucedo (Ciudad de México, 1966). Licenciado en Diseño Gráfico. Tiene una maestría en Comunicación Corporativa. Es profesor de las Escuelas de Comunicación y Diseño de la Universidad Anáhuac Cancún, donde también conduce el programa de radio El iPod del Profe! Actualmente prepara su primer libro electrónico Lo menos pior del Bló del Zorombático y asiste al Taller de Cuento del CCL. http://www.zorombas.blogspot.mx

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Sor Juana o las virtudes de ignorar Felipe Reyes

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1. La ignorancia

n el mural de las atrocidades culturales mexicanas (donde destacan: el exterminio de la casta gobernante de los antiguos mexicanos y la destrucción de los documentos en donde registraron su saber, en los tiempos de la conquista española; la expulsión de los jesuitas en 1767; el asesinato de líderes sociales, caudillos revolucionarios, intelectuales auténticos, periodistas comprometidos, defensores comunitarios, que desde viejos tiempos y hasta nuestros días viene ocurriendo repetidas veces como la representación de una obra de autodestrucción) hay una escena que resalta por un doble dolor, por su hondura y por su olvido: la proscripción de Sor Juana y la pérdida de sus textos filosóficos. Después de un juicio inquisitorial, hacia 1692 Sor Juana fue “condenada” a practicar solo la devoción de monja y suspender su parte poética, filosófica, musical, astrológica, mística, religiosa. Se le confiscó su biblioteca, sus instrumentos musicales, sus instrumentos astronómicos, sus escritos filosóficos. A su muerte, se dice, sus documentos eran vendidos en el baratillo para calentar agua. Poco es lo que nos ha llegado de la mayor de las pensadoras mexicanas y poco lo que se le ha incorporado al pensamiento filosófico mexicano. Sor Juana representa el primario y excelso impulso por manifestar con valor y hondura ese pensamiento mexicano, el del mestizaje, el de la herencia europea, el de la herencia indiana, el de la América, el de la tierra propia. Sus alcances y su hondura

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seguirán siendo uno más de los misterios nacionales. El Sueño, la Carta Atenagórica, la Respuesta a Sor Filotea, nos permiten atisbar, desde un agujero de cerradura, la enorme galería del pensamiento sorjuanista. Para una monja jerónima del siglo XVII novohispano, pensar ya era en sí una apuesta elevada ante los ojos de la sociedad y ante los ojos del pensamiento. Más aún cuando la intención que expresaba era la de producir un pensamiento propio, ese que nace y se nutre de los más íntimos deseos y alcances reflexivos, en rechazo abierto a la repetición de los dogmas escolásticos imperantes en su época. En el pensamiento de Sor Juana se manifiesta una tensión permanente entre la realización y la renuncia, no solo en el poético, que puede tener más escondrijos y justificaciones, sino, sobre todo, en el filosófico, que por su naturaleza enunciativa suele estar más expuesto. Un tema central del pensamiento sorjuanista, quizás su referente y/o frontera, es la ignorancia. De los griegos, los renacentistas, los ilustrados y hasta el día de hoy, el pensamiento tiene por consigna vencer a la ignorancia, los fines son varios y corresponde a cada corriente o postura filosófica definir las motivaciones: saber, dominio, felicidad, libertad, poder. Igualmente para Sor Juana la ignorancia es la gran contrincante del pensamiento. Pero la ignorancia no es un personaje de quien se puedan describir sus atributos de una vez y para siempre. La ignorancia es escurridiza; cuando uno cree entenderla se muestra de manera diferente, es engañosa; deja ver rostros opuestos sin que en ello se distinga contradicción alguna, se camufla; adquiere


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la forma que se acomoda a los diversos decorados, sean estos del saber o de la estulticia. Difícil vencer a un contrincante que puede estar en todas partes y que puede tomar cualquier forma. Sor Juana lo sabe, por eso la importancia de mantenerse atenta, despierta. Para ella, entender es una forma de despertar de la conciencia, una posibilidad de conectar con lo de afuera, y captar el sentido y la composición de la existencia. En Sor Juana podemos observar al menos tres posturas ante la ignorancia: como motivación de conocimiento, como humildad ante lo desconocido y como renuncia del mundo.

2. Como motivación de conocimiento Las cualidades intelectuales de Sor Juana, manifestadas desde temprana edad, serán su estandarte y su impulso; su vocación primera: enfrentar a la ignorancia. En su Respuesta a Sor Filotea, carta descriptiva y de mea culpa, de sus inclinaciones y dotes filosóficas, nos dice. Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos. (RSF, 179)1 En esta Carta expone cómo el deseo de saber le dominó desde temprana edad, le acompañó en la pubertad y a lo largo de su vida, siendo un impulso primario y “natural” en su ánimo el preguntarse por las cosas y exponer posibles explicaciones. La fascinación por conocer, el gusto por descubrir, la alegría de comprender, el dulce sabor de disfrutar las artes, la magnificencia del saberse diminuta ante el universo y la divinidad, estuvieron presentes en la vida de Sor Juana. desde que me rayó la primera luz de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas represiones —que he tenido muchas—, ni propias reflejas — que he hecho no pocas—, han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios puso en mí. (RSF, 188) El Entendimiento es uno de los conceptos más profundos en la poesía y en la prosa de Sor Juana, podría definirse como eso que cada persona posee y que le ha robado a la Ignorancia. En Sor Juana se presenta como obligación y responsabilidad del individuo, ya que como ser pensante y sensitivo tiene por encargo desarrollar su Entendimiento. porque aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de letras, y de libro toda esta máquina universal. Nada veía sin reflejo; nada oía sin consideración, aun en las cosas más menudas y materiales; porque como no hay criatura, por baja que sea, en que no se conozca el me fecit Deus, no hay ninguna que no pasme el entendimiento, si se considera como se debe. (RSF, 742)

Este famoso Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz fue pintado por Miguel Cabrera, ca. 1750

Ese impulso por conocer y vencer a la ignorancia significa para Sor Juana alcanzar algo así como la libertad espiritual y racional. La tensa relación que estableció entre las letras y el hábito ha sido multitud de veces referido; lo cierto es que en un sagaz equilibrio teológico define que manifestar sus dotes intelectuales es honrar a Dios, y que su condición de monja no se opone a su actividad intelectual. y que siendo monja y no seglar, debía, por el estado eclesiástico, profesar letras; y más siendo hija de un San Jerónimo y de una Santa Paula, que era degenerar de tan doctos padres ser idiota la hija. (RSF, 305) Para ello se apoya en el ejemplo de las mujeres sabias que impulsaron a la Iglesia y a quienes se venera por eso, por su sabiduría. ¡Oh cuántos daños se excusaran en nuestra república si las ancianas fueran doctas como Leta, y que supieran enseñar como manda San Pablo y mi Padre San Jerónimo! (RSF, 1014) Sor Juana se pregunta por la condición primordial del ser racional: pensar. Hacerlo es honrar a Dios. Expandir las capacidades individuales del entendimiento le resultan una alegoría

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Y lo peor se presenta cuando esta especie domina el mundo, haciendo de la estulticia el lenguaje común. A éstos vuelvo a decir, hace daño el estudiar, porque es poner espada en manos del furioso; que siendo instrumento nobilísimo para la defensa, en sus manos es muerte suya y de muchos. (RSF, 948) Para no sufrir de estupidez, que es la promesa de la ignorancia, una conciencia sólida y provista de Entendimiento. Para expandir las posibilidades de la razón y la espiritualidad, la intensa disciplina del Entendimiento.

3. Como humildad ante lo desconocido

al creador, una manifestación del poder divino, sin la cual nada tiene importancia. Y en fin, cómo el Libro que comprende todos los libros, y la Ciencia en que se incluyen todas las ciencias, para cuya inteligencia todas sirven; y después de saberlas todas (que ya se ven que no es fácil, ni aun posible) pide otra circunstancia más que todo lo dicho, que es una continua oración y pureza de vida, para impetrar de Dios aquella purgación de ánimo e iluminación de mente que es menester para la inteligencia de cosas tan altas; y si esto falta, nada sirve de lo demás. (RSF, 373) Sin embargo, en la obra no dejan de señalarse los improperios del pensamiento mismo. En el perfil perverso del conocimiento está esa especie repulsiva a Sor Juana de los que creen saberlo todo y así actúan, intentado dar siempre aires de novedad a lo que dicen, sin saber lo que dicen. Porque hay muchos que estudian para ignorar, esencialmente los que son de ánimos arrogantes, inquietos y soberbios, amigos de novedades en la Ley (que es quien las rehúsa); y así hasta que por decir lo que nadie ha dicho dicen una herejía, no están contentos. […] A éstos, más daño les hace el saber que les hiciera el ignorar. (RSF, 934)

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Para Sor Juana es claro que es imposible conocerlo todo, que es vasto el mundo, que hay regiones inalcanzables que solo corresponden a la divinidad, es decir, que hay una condición de ignorancia existencial que la razón no puede vencer, pero que el Entendimiento sí puede vislumbrar. Una de las múltiples lecturas del Sueño es la de una revelación de la incapacidad de la razón para dar respuesta a todo; así como de los peligros para el Entendimiento de confiar solo en la razón. Con el arte el defecto / de no poder con un intüitivo / conocer acto todo lo crïado, / sino que, haciendo escala, de un concepto / en otro va ascendiendo grado a grado, / y el de comprender orden relativo / sigue, necesitado / del entendimiento / limitado vigor, que ha sucesivo / discurso fia su aprovechamiento. (S, 590) Ser precavidos en las pretensiones de conocimiento ante el misterio de la existencia y la divinidad. Ser humilde ante la ignorancia. En esta temperancia de los apetitos de la razón está la posibilidad de expandir el Entendimiento, pues, sosegado, el intelecto puede escuchar y aceptar otras formas de conocimiento. Con ello Sor Juana se pone en la ruta de los críticos de la modernidad racionalista. Para Sor Juana la razón no puede dar cuenta de todo. Por eso es necesaria la fe; pero la fe requiere del saber para interpretar los designios. Fe y saber se fusionan, son parte del Entendimiento humano. Vital el conocer para pulir la fe y saber para entender


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las manifestaciones de la fe. De allí que en Sor Juana sea esencial el conocimiento para la constitución de una genuina religiosa, pues, se pregunta, cómo ser buena religiosa sin saber de religión, de los padres fundadores, de los dogmas, de la Biblia. Cómo creer sin saber. A quien interpela Sor Juana es al ser humano, ni siquiera a las instituciones dominantes en su tiempo, el obispo o el virrey; ella pregunta sobre las posibilidades del Entendimiento. Asume que razón y espiritualidad, lo mundano y lo divino, lo manifiesto y lo intangible, armonizados definen a las personas auténticas. Un rasgo de la tensión entre la realización y la renuncia se muestra en esa postura compleja que dominó a Sor Juana durante la segunda parte de su vida: asumir que no se puede conocer todo y aun así desear conocer; decirse incapaz de explicar los misterios divinos y aun así creer.

4. Como renuncia del mundo En vida Sor Juana tuvo que sustentar que su pensamiento emergía de la ignorancia para, con ello, acallar a los censores y a los envidiosos, incluso tuvo que declarar que solo escribía por petición de otros y que su único texto personal había sido el Sueño. Durante su vida el saber le atrajo problemas, envidias y recelos, que incluso llevaron a que en alguna ocasión se le prohibiera frecuentar los libros. Yo confieso que me hallo muy distante de los términos de la sabiduría y que la he deseado seguir, aunque a longe. Pero todo ha sido acercarme más al fuego de la persecución, al crisol del tormento, y ha sido con tal extremo que han llegado a solicitar que se me prohíba el estudio. (RSF, 730) Pensando en Jesús y en la pasión, dice, “cabeza que es erario de sabiduría no espere otra corona que de espinas” (RSF; 638). Si el conocer se vuelve un “mal”, la ignorancia se convierte en una tabla de salvación. Con decirse ignorante intenta alejarse de sus perseguidores. Hacerles ver que no vale la pena preocuparse por ella, “una pobre monja, la más mínima criatura del mundo y la más indigna de ocupar vuestra atención” (RSF, 36). Pero también el conocimiento mismo tiene sus infiernos, saber expone a padecer los efectos de la verdad, no siempre gratos y sí muchas veces terribles. Conocer es arriesgarse a sufrir, a reconocer las carencias humanas.

Por eso Sor Juana sueña con ignorar. La ignorancia brinda la posibilidad, aunque efímera y endeble, de alejarse de los tormentos de la razón. Al final, el último reducto de esperanza se lo da precisamente el conocimiento. Saber de la propia ignorancia, saber de las limitaciones de la vida, saber de la tragedia de la existencia, le permite traspasar la línea que le sojuzga y le impide realizarse y, con mente clara, acomodar sus emociones y esperanzas para alcanzar la serenidad de ánimo. Ignorar sirve de pretexto a Sor Juana para alejarse del mundo; ese que le persigue, ese de la estulticia, ese de la estupidez humana; y le acercan a su mundo propio, el del conocimiento y la espiritualidad. En gran medida Sor Juana sigue los preceptos de Nicolás de Cusa y su docta ignorancia, reconocer las propia ignorancia ayuda a liberarse de la soberbia, y se alcanza la iluminación divina, con ello la posibilidad de ser feliz. Para un espíritu sensible como el de Sor Juana, la calma y el sosiego resultan oro, la posibilidad de la felicidad, un anhelo, que al parecer no alcanzó a consolidar en vida. Para estoicos y epicúreos la felicidad tiene que ver con la temperancia de las emociones y los deseos, con el disfrute y el placer de saberse vivos. Para el espíritu de Sor Juana, estoico y epicúreo, la felicidad es un anhelo como una gracia; una búsqueda del Entendimiento y un don divino. La vida de Sor Juana pareciera decirnos que la apuesta suprema del espíritu humano puede ser realizar la propia vida a pesar de lo demás. Que allí es donde radica la felicidad, allí, en impertinente necedad de ser uno mismo. Tropo Nota 1 Las referencias corresponden a las Obras Completas de Sor Juana Inés de la Cruz, editadas por Alberto G. Salazar, publicadas por el Fondo de Cultura Económica y el Instituto Mexiquense de Cultura, en México, en 1995. Se abrevian los títulos de las obras, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (RSF) y el Sueño (S), y se anota el número de renglón.

Felipe Reyes Miranda. Doctor en ciencias políticas y sociales con especialidad en sociología por la FCPyS de la UNAM. Es autor del ensayo La idea de modernidad y la construcción del Estado nación en México. Cambio, crisis y utopía (Promep, editorial Itaca y Universidad del Caribe, 2013) y de la novela Al final, solo el abismo (editorial Praxis, 2011). Actualmente es profesor e investigador en la Universidad del Caribe. Radica en Cancún desde 2006.

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Tañido de centurias Marién Espinosa Garay

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Verbum supérnum pródiens, a Patre lumen éxiens… e despiertan los cantos de los monjes y me asomo a la ventana, un poco asustado al olvidar que tomé un avión y he mal dormido en la celda de un benedictino en un monasterio a la mitad de la Toscana italiana. Afuera el paisaje es de tarjeta postal: la neblina se levanta apenas entre los cipreses oscuros. En heroica congruencia con la frugalidad de la vida monacal, estas habitaciones no tienen calefacción, por lo que el frío es imposible a finales de diciembre, pero los monjes ya están cantando gregorianos en alguna capilla de esta enorme construcción de ladrillo rojo, levantada cuando la Edad Media comenzaba su declive hacia los nuevos tiempos modernos. Sospecho que maldecir entre las paredes de un lugar tan santo debe ser un grave pecado, por lo que me limito a tratar de conciliar el sueño interrumpido, al menos, hasta alguna hora en que el jet lag me permita despertar por completo. Vox clara ecce íntonat, obscúra quæque íncrepat… Pero la belleza de las voces que, como oleaje suave, estremecen las bóvedas y la claridad que va revelando los entornos me empujan a salir subrepticiamente por los pasillos, dejando atrás los dormitorios. Es un alivio saber que los ocupantes de tan austeros recintos los abandonaron en medio de las tinieblas para alabar a Dios en sus laudes y así, mientras yo siga escuchando por los aires el latín de sus melismas, puedo vagar por el monasterio sin que nadie me impida husmear en los rincones más secretos. Quizá en algún altar se exhiban relicarios trepidantes de joyas, o se escondan penitencias y silicios

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en urnas discretas. Tal vez exista algún osario donde los huesos de generaciones de monjes devotos siguen murmurando sus magnificat en consonancia con las voces que hoy tropiezan en las cúpulas y los paramentos. Deambulando arribé a una estancia de acusada antigüedad, donde se exhibía una impresionante Maestá: la Virgen y el Niño, rodeados de ángeles esquemáticos en su belleza atemporal, geométricos y bizantinos en medio del brillo solar de la hoja de oro. Las figuras flotaban en trazos de rectas y ángulos sobre la gran madera, los ángeles inclinaron sus cabezas hacia el Niño, demasiado juicioso para su corta edad, mientras dirigían sus miradas hacia Ella, hierática en su dignidad solemne, pero luciendo en los labios una apenas sonrisa, ese ligero gesto que anuncia el tránsito de la rígida sacralidad medieval hacia el humanismo y también, hacia lo que por estas tierras llaman el Quattrocento. ¿Quién sería el autor? ¿Acaso Cimabue, el maestro de aquel talentoso pastorcillo, conocido como Giotto? ¿O tal vez del mismo Giotto, quien superaría a su mentor en abrir las puertas a una nueva visión del mundo? Quizás fue obra de Ducio, aquel gran artista de la ciudad de Siena, tan cercana en la geografía y en los trazos góticos que parecen querer romper sus propios moldes. Y así, mirando alrededor, más que un monasterio, esto parece un museo vivo, un túnel del tiempo, una realidad donde conviven todos los espacios en una misma sincronía. Entonces, atrapado en los ocres y verdes del témpera, cálidos en medio de la mañana fría, no pude dejar de recordar las leyendas negras de la Edad Media: pensé en brujas, en alquimistas, en feudales, cruzados e inquisidores, y me pregunté ante la débil luz que escurría sobre los dorados de la inmensa tabla, si mi siglo es ahora tan oscuro como aquellos, si mil años después de hoy nos juzgarán tan bárbaros e ignorantes, tan feudales, cruzados e inquisidores.


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Me punzó la vergüenza y la duda ante la Maestá inmensa: pobre ciudadano del milenio tercero, —quizá dijera Ella en cualquier momento—, crees en una Historia que pretendes lineal, has vendido tu alma a la ilusión del progreso, pero la rueda del tiempo te atrapó en sus maromas… y los angelitos tiesos, antes tan serios, parecieron burlarse también. Benedíctus Dóminus Deus Israel… Aunque los cantos seguían escuchándose sin interrupción en las atmósferas de los corredores, mi peregrinaje bajo las bóvedas se tornó inquieto: ahora me sentía observado por santos y querubines que parecían espiarme desde las esculturas y los relicarios. Hasta las vestiduras talares que colgaban aplicadamente en algún perchero arrinconado parecieron susurrar en murmullos tenues. El silencio del espíritu era más atronador que los decibeles en las calles populosas del mundo. El corredor terminó en un amplio claustro, ornado con una fuente central de piedras y aguas congeladas. Sin embargo, para mi sorpresa, descubrí en las paredes que rodean este patio tapizado de pérsimos caídos, los murales de algún otro pintor que, de maneras tan distintas a las del Trecento, desdoblaba en frescos la vida del santo patrono, haciendo alarde de novedosas maneras que rompen los esquemas góticos y bizantinos, para

recuperar antiguas nociones clásicas que, sin duda, merecen el nombre de Renacimiento. Y eran al mismo tiempo un remanso y un escalofrío aquellas pinturas luminosas, ciudades pretéritas que se desplegaban ante los ojos como cualquier videoclip, jinetes y caballos en estrépito de armas, espacios cuidadosamente perspectivados, monjes en oración, tan iguales a los que ahora siguen cantando, que tal vez estos aquí pintados pronuncian los latines con el mismo fervor. Hay figuras escorzadas caminando sobre senderos mentirosos, engaños coloridos, porque en realidad son solo un trazo de pigmentos, pero pareciera que se afianzan sobre los vericuetos de posibilidades infinitas, como si en verdad sus breves pasos hollaran el muro, como si el pintor hubiese roto las dos dimensiones y allí se abriera una ventana a otra realidad alterna, tan distinta a las figuras flotantes y sin brújula de la dorada Maestá. Y es que en este universo inventado con engaños de pinceles sobre yeserías frescas, el pan permanece en la cesta, los ropajes caen sobre los hombros y congruentemente los pies tocan el suelo, como si esta multitud de personajes supieran ya obedecer las leyes gravitacionales que serían descubiertas por Newton siglos después. Y así, los monjes representados en los muros han dejado pasar los siglos orando y laborando sobre paisajes copiados de la Toscana, la misma erizada de cipreses que

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hoy se despliega detrás de cualquier ventana, mientras árboles y caballos y poblaciones pretéritas se diluyen en la distancia, según las leyes de las líneas de fuga. Aquella promesa en la sonrisa de la hermosa aunque rígida Maestá se ha realizado en abundancia: la Edad Media quedó atrás y el mundo que representan los artistas del Quattrocento en los paramentos de los claustros es más humano y menos celeste, o tal vez, en cada trazo buscaban, sin proponérselo, la tan difícil santificación de las cosas mundanas. Y percibo que en cualquier momento los personajes allí plasmados parecieran dispuestos a salir de los frescos para errar, como yo, por los corredores, tan perfectas son las emociones que los rostros revelan, el brillo eléctrico en las pupilas, las bocas que están a punto de hablar, o cantar… Alma Redemptóris Mater, quæ pérvia cæli porta manes… Comprendo entonces que esta inmensa abadía es como una embarcación en medio de las tempestades, que permanece a flote, a pesar del embate de los siglos contra estas gruesas paredes de piedra, ladrillo y mármol. Ellas han guardado, como útero blando y a la vez férreo, algunos momentos felices de la siempre frágil condición humana. Y salgo bajo un enorme arco hacia un mirador y allí, ante el infinito paisaje toscano, embellecido de viñedos y olivares, creí navegar en la proa de este edificio, resistiendo los oleajes del tiempo, porque la abadía toda, con sus claustros, sus plegarias y sus cantos, se ha mantenido anclada en el punto preciso donde la sensibilidad humana busca encontrarse con lo divino. Recuerdo entonces que cientos de cenobios como este copiaron e ilustraron durante mil años —acaso tan oscuros como cualquier siglo donde reine la barbarie—, manuscritos de la ya caída antigüedad, cuando por toda Europa eran incendiadas las bibliotecas y olvidados los saberes pretéritos. Caí en cuenta que gracias a los pacientes copistas amanuenses en los scriptoria, he leído a Heródoto, Platón, Aristóteles, Sófocles, Eurípides, Virgilio, Séneca, Cicerón, y podría leer, on line y en PDF, a todos los autores antiguos y medievales que ellos rescataron del olvido. Pero también en estos lugares se cultivaron las artes, la arquitectura creció apuntando al cielo en ojivas, la pintura florecía en los libros miniados, la música y sus notas nacieron aquí, y todos estos saberes fueron conservados para tiempos más propicios. Alguna campana ha iniciado un tañido de centurias. Veo que los blancos hábitos han salido de alguna parte y se dirigen obedientemente a otra. Los cantos han cesado, y los colores de las cosas están fijas en cada una de ellas, en las nubes, los árboles, la

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profunda ruptura de la luz. Parecería que los cantos gregorianos crean el mundo cada mañana, al menos aquí. Y a fuerza de rezos y plegarias, los monjes apuntalan el universo en cada una de sus horas litúrgicas, para que las cosas sigan siendo lo que son, como las creó Dios al principio del mundo. Una de las blancas figuras se dirige a mí. Debajo de la capucha, reconozco el rostro alegre del monje que, caritativamente, cedió su celda para refugiarme en ella, peregrino como soy de otros tiempos y otros espacios. Ven a desayunar, me dijo, probarás los frutos de la huerta y el cordero de la granja, aquí elaboramos también el queso, el vino y el pan… Reflexioné en la sabiduría acumulada en esta manera de organización de las individualidades en una sociedad distinta, que pareciera nueva de tan pretérita. Recapacité en la excelente oportunidad de tener a mano otro modelo de identidad comunitaria y autosuficiente, por si alguna vez estalla en pedazos nuestra endeble posmodernidad. Entonces y con urgencia, algo tendríamos que aprender de la vida preindustrial. Sí, la hermosa Maestá tenía razón, la linealidad de la Historia y el Progreso son apenas dos líneas de fuga, trazadas en un dibujo frágil, que nos sostiene pisando certidumbres efímeras. Tomé un lugar en la fila que se dirigía a un comedor, cuyas bóvedas se equiparaban en belleza con la Sixtina. Deberíamos preservar, pensé, lo mejor del espíritu humano para las generaciones que vienen, cada universidad, cada escuela, debe atesorar, en una época oscura como la nuestra, la esperanza de un futuro Renacimiento. Durante la comida, alguien leía reflexiones en latín. Todos escuchaban en silencio, pero distraje a mi amable anfitrión, para solicitarle, si era posible, la traducción al castellano de esa lectura. Y me respondió, desde la orilla de su siglo hasta el mío: Claro que sí. Mañana te la envío por Internet. También puedes bajarla de nuestro blog… Tropo Marién Espinosa Garay (Monterrey, NL, 1953). Maestra en Estudios Humanísticos y Licenciada en Ciencias Humanas. Primer Lugar Premio FIMPES 2012 a la Innovación Educativa. 1er. lugar concurso de cuento Como el mar que regresa (2000), Casa de la Cultura de Cancún. 2do. lugar Premio FIMPES 1996 a la investigación educativa. Finalista en la XXVIII edición Cuentos Lena, Asturias, España (1991), Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1990. Docente y responsable de la Coordinación de Humanidades en la Universidad La Salle Cancún. Correo: marien46@hotmail.com


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Cómo llegar a Dios

a través de lo prohibido Svetlana Larrocha Dar y recibir palabras de amor, por ingeniosas y shakesperianas que sean, es una estratagema propuesta por poetas poco hábiles con la polla Si eres capaz de permitir que un hombre te dé por el culo —y sólo debería concederse ese privilegio al amante realmente sensible—, aprenderás no sólo a confiar en él, sino también en ti misma, sin ejercer el menor control. Y allí donde no hay control, está Dios. Toni Bentley

La rendición (The surrender, an erotic memoir) Toni Bentley Tusquets Editores Colección La sonrisa vertical, No. 134 2007 (1ª. Edición, 2004)

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a rendición, de Toni Bentley, es la historia de una mujer que llega a Dios, ni más ni menos que a través del sexo anal. Deseado por casi todos los hombres, practicado por algunas mujeres, el carácter de tabú del sexo anal proviene —como la mayoría de los tabúes sexua-

les— del “libro de libros”: la Biblia. Prohibiciones bíblicas relativas al sexo han sido igualmente la homosexualidad, la masturbación (onanismo), el sexo oral y el coito interrumpido, ya que van en contra del precepto “divino” de la reproducción. Ahora, se dice, esta forma de placer sexual se ve más como un “juego” erótico entre amantes, aunque algunos reticentes a su práctica digan que “solamente” podrían practicarlo durante la menstruación de su pareja sexual. Otras variantes son el pegging (practicado por mujeres para penetrar con un arnés y un dildo a su pareja), el rimming (conocido más como “beso negro”), y demás posibilidades.

Término derivado de Sodoma —la ciudad que, según el Génesis, fue destruida con fuego por Dios, junto a Gomorra, a causa de sus pecados—, la sodomía ha sido abordada en la literatura por autores universales como el Marqués de Sade, Boccaccio y Guillaume de Apollinaire, y más recientemente por el bonaerense Marcelo Birmajer, quien —siempre en la colección La sonrisa vertical— ha publicado Eso no (Tusquets Editores, 2003), relatos donde esta práctica “herética” es el tema. Otros detractores del poedicare, llamado así en la antigua Roma, aducen que el ano es “un lugar sucio”; que hacerlo por esta vía causa infecciones para quien penetra y desgarros para el (la) penetrado(a).

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Finalmente, lo ilícito siempre termina haciendo daño, ¿no? Sin embargo, para muchos amantes del porno, este tipo de penetración es un atractivo visual irresistible —solo superado por las escenas lésbicas, claro—. En el cine comercial y de arte, diversos directores han incluido escenas de este acto, también llamado “contra natura”, hetero y homosexual: Ingmar Bergman en El silencio (Tystnaden); Bertolucci en El último tango en París (Last tango in Paris), con la famosa escena de la mantequilla…; Paul Verhoeven en Bajos instintos (Basic instinct); Ang Lee en Secreto en la montaña (Brokeback mountain); y, recientemente, Lars Von Trier en Nymphomaniac. Por otra parte, la violación anal es el antecedente de donde parten varios célebres trabajos fílmicos, entre ellos Irreversible (Irréversible), del argentino Gaspar Noé, donde se muestra la agresión al personaje interpretado por Monica Bellucci, en una sola toma de más de ocho minutos, sin cortes; Historia americana X (American History X), de Tony Kaye, donde el personaje principal es violado en prisión por varios reos; y Podré dormir hasta que muera (I’ll sleep when i’m dead), drama psicológico del inglés Mike Hodges, donde el personaje de Jonathan Rhys-Meyers es violado tan solo por ser popular y mujeriego. Traducida a dieciocho idiomas (en español, por Carlos Millá e Isabel Ferre), La rendición es la historia de una mujer que narra, inicialmente, su falta de fe en Dios, quizá esta debido a la mala relación con su padre. Se asume “atea, por herencia”. Una característica del personaje es la búsqueda de Dios por diversas formas. Ella ansía creer, y esa falta de fe le hace estar insatisfecha consigo misma y con la vida. “Ateo que ansía creer pero que no puede”, siente envidia de la fe de los otros: “Ahora pienso que hay dos maneras distintas de creer. O te adoctrina tu familia,

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y la fe te acompaña toda la vida, pese a la rebeldía o a las pruebas de lo contario; o tienes una experiencia real de Dios tan poderosa como para contradecir tu adoctrinamiento inicial”. Luego de muchas y diversas relaciones sexuales (algunas duraderas pero aburridas, frees también, ménage à trois, etc.), y aunque el sexo en ocasiones la satisfaga —pero no la convenza—, y coitos y felaciones por agradecimiento, continúa su búsqueda, su ansia de Dios. Insatisfecha en esencia, decepcionada, “oscilaba entre los experimentos con el pesadillesco compromiso con el sexo modoso y la emoción del sexo impúdico sin compromiso: coge tu tantra y métetelo por el yoni”, se decía. Incluso, cuando alguna vez realmente le gustó el sexo “normal”, el personaje de La rendición no consigue la dicha: “no tuve el valor para amarlo”, quizá porque “carecía de fe y temía lo hermoso”. Entonces, llega a su vida un hombre, Un Hombre, que literalmente le llena el alma y el trasero, al que se entrega —se rinde— y, finalmente, encuentra su verdad: “El culo no sabe mentir, no puede mentir: si mientes, duele físicamente. El coño, en cambio, puede mentir nada más entrar la verga en la sala; lo hace continuamente”. Con esto, ella halla a Dios también: “lo imposible había ocurrido en mi culo. En ese momento Dios contaba con toda mi atención. Si yo hubiese empezado a caminar por encima del agua, no me habría asombrado más”. El Dios había entrado en ella por el lugar menos imaginable, o menos admitido, por la gran mayoría. Narrada en primera persona, la autora parece elegirse a sí misma como narrataria: escribir sus memorias es una forma de recordarlas y vivirlas de nuevo cada vez: “para mí el sexo anal es un acontecimiento literario […]. Después de mi iniciación supe que debía escribirlo todo”. El lenguaje de la novela es directo, ex-

plícito, netamente sexual, y sin embargo no deja de ser poético, e incluso filosófico: “El coito anal es el acto que, de hecho, encarna definitivamente la máxima de Rainer Maria Rilke: ‘Vive ahora las preguntas’. La penetración anal resuelve el dilema de la dualidad que plantea y magnifica la penetración vaginal”. También, el texto es crudo, sin artificios que adornen, cínico quizá, pero con la verdad del personaje: “Follar por el culo es el gran gesto antirromántico […]. En el mundo de atrás, no hay lugar para la poesía, las flores ni las promesas de amor eterno. La penetración por el culo implica el filo duro de la verdad […]. Al permitir a un hombre acceder a tus entrañas —tu espacio más profundo, el espacio que durante toda la vida te han enseñado a olvidar, a esconder, a mantener en secreto—, nace la conciencia”. Toni Bentley nació en Australia. Exbailarina del New York City Ballet, tuvo que abandonar esta actividad (como el personaje de la novela) por una lesión. Autora de varios libros de ballet y sobre moda, es colaboradora también en diversos periódicos y revistas. La rendición ha sido llevada al teatro en España y Estados Unidos, entre otros lugares, y ha sido bien acogida por la crítica de esta disciplina. Tropo

Svetlana Larrocha (Mérida, Yucatán, 1967). Escritora, periodista y asesora editorial. Actualmente se desempeña como profesora de español para extranjeros.


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e r t u l i a s

Crónicas de Ambarluna Lorena Careaga Viliesid

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que se trata de un almuerzo en medio del no de los cuabosque y al lado de un riachuelo donde dros más eróotra mujer se está bañando; los restos de ticos que exisla comida —otro de los grandes placeres ten es Desayuno de la vida— mostrados en primer plano, sobre la hierba sabores y fragancias que permanecen lade Èdouard Manet, cuyo título tentes, disolviéndose ante nuestros ávioriginal era El dos ojos… La desnudez al aire libre es ya baño. ¿Por qué en sí voluptuosa, la sensación —normaluna mujer completamente desnuda enmente prohibida— del contacto sin límitre dos hombres completamente vestites de la piel con la brisa, la calidez del sol, la temperatura del ambiente, el roce dos resulta tan perturbadora y ejerce tal de la breve tela —quizá su vestido— sobre atracción? No es la primera ni la única Almuerzo sobre la hierba, Édouard Manet. pintura que mezcla personajes desnudos con sujetos vestidos, la que ella está sentada… ¿o son sus ropajes descartados los que como bien apuntaba Émile Zola en defensa del pintor; pero esta les han servido de mantel y sobre los cuales quedan abandonaresulta por demás excitante y voluptuosa, además de constituir- das algunas frutas y una botella vacía? Para mayor complejidad se en protagonista de un escándalo mayúsculo entre los parisi- lúbrica, la mujer que se baña al fondo en el riachuelo, ataviada nos y parisinas de la época. ¿Será tan poderosa porque toda la luz con una prenda íntima ligera y sedosa que no deja ver su cuerse reconcentra en la piel femenina destacando pliegues y cur- po, parece revelar un secreto más acerca de lo que pudo haber vas? ¿O porque ella mira directa y descaradamente a quien se le ocurrido antes de esa escena o podría estar a punto de ocurrir… Recostada junto a mi hombre, me gusta imaginar la conponga enfrente, como diciendo “me importa un comino lo que pienses”? ¿Acaso sea eso lo que el pintor quiso decirle al mundo versación, las intenciones, lo sucedido entre esas dos parejas, con esta obra controversial? Muchos críticos e historiadores del la historia que cuenta pincelada a pincelada la imagen; él y yo arte parecen considerarlo así, ya que en los ejemplos previos la mirando el cuadro de Manet en un libro de arte que él sostiene mirada femenina divagaba y se perdía en el espacio, a diferencia formando un círculo perfecto con sus brazos dentro del cual yo de esta mujer cuyos ojos provocan y retan. Tal vez la intención me acurruco, envuelta en ese mi lugar que es su pecho, descande su creador fuera mostrar el desenfreno ilícito que solía ocurrir sando ambos en el sillón favorito de su casa, el dije de ambarluna en el Bois de Boulogne, aunque no creo que Manet tuviese en brillando con luz propia entre mis senos. Me gusta escuchar la mente pontificar sobre la moral. Quizá lo impresionante sea el interpretación que él le da a la escena, su punto de vista tan mastamaño descomunal de la tela, de 2.08 por 2.65 metros, escala culino, el contraste con el mío, nuestras fantasías entrelazadas. reservada en aquel entonces —1863— únicamente para temas Un preludio al abandono del libro, del sillón y de mi propia ropa históricos. en sus manos. Tropo Me inclino por la primera razón: el contraste entre la figura femenina al desnudo, en actitud totalmente natural, cómoda y desafiante, y sus ataviados acompañantes masculinos, Lorena Careaga Viliesid es antropóloga e historiadora. Su vida acaigualmente relajados, gozosos e indiferentes al escándalo. Ella démica ha girado en torno a la historia de Q. Roo, del Yucatán decitan disponible y dispuesta, tan cercana a ellos que bastaría que monónico y de la Guerra de Castas. Actualmente funge como jefa de alargaran un brazo para que sus dedos la rozaran… Agreguemos la Biblioteca de la Universidad del Caribe en Cancún.

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Vo c e s S u b u r b a na s

De rockers y hoyos Mauricio Ocampo C.

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orría la década de los hardcore punk. Las divisiones se rompían, rockers, 90, Cancún era menos punks, rocanroleros y hard coreros habitaban un agitado, menos poblasolo lugar: un hoyo funky. Locales sindicales, cocheras, patios y casas do, menos agredido por habitación recibían a la banda que buscaba estantas compañías constructoras. En la periferia pacios de expresión estético-musical. La made la ciudad, los ejidatayoría, chavos de la suburbe naciente: hijos de empleados de hoteles, tiendas, choferes, mecários otorgaban terrenos a bajo precio, los líderes nicos…, con pantalones de mezclilla, playeras de colonos ejercían su poder controlando conegras, cabello largo desaliñado o parado con mojas; gritando, cantando, tomando chelas, falonias de nueva creación y en muchas de ellas apareció la muerte, como es el caso de la colonia Guitarra and glasses, Juan Gris. jando en una esquina o danzando en el slam. Se Las Culebras, en la que los vecinos no quisieron alinearse a los dic- abrían nuevos espacios fuera de lo establecido, fuera de lo aceptámenes del poder y fueron reprimidos, golpeados y encarcelados, tado, fuera del Cancún que se vende al extranjero. incluso hubo muertos. Afuera de las tocadas esperaba la chota para apañar al chavo Nacía la suburbe, el parto dolía, no era natural, era una cesá- banda, para basculearlo, agredirlo, intimidarlo. Se creaba en el rea que varios actores sociales realizaban desde sus trincheras, inconsciente policial el prototipo del joven delincuente, aquel desde sus necesidades, desde sus archipiélagos de razón o sin que es distinto a los cánones establecidos, pero nunca se dieron razón, desde sus hoyos. Así llegaron las subculturas y contracul- ni se han dado la oportunidad de conocerlos. La banda era creaturas a permear la escena, a decir ¡NO!, a gritar y reafirmar su tiva, escribía poesía, hacía rolas, se juntaba en las esquinas, hacía existencia. Contraculturas, no por estar en contra de la cultura y retomaba nuevos espacios. en general, sino en contra de la cultura establecida oficialmente. Así nacieron El Rincón Rupestre, espacio de libre expresión, Contraculturas como producto de un nacimiento decadente, del el programa Nuestro Rock en Radio Cultural Ayuntamiento y un origen de esta ciudad polarizada, mimetizada entre la compra- movimiento de rock ambulante: La neta no, igual y sí. Las tocadas venta y el desprecio del pasado como práctica cotidiana; contra salían a los parques, de la región 91 pasando por la 231, la banda se hermanaba, se identificaba, intercambiaba discos, fanzines, pinla cultura de una falta de identidad natural, de una farsa global. Posmodernidad líquida por la imposición del american way taba bardas con murales —antecedentes de Acción Poética—, es of life que anunciaba la ciudad distópica que hoy habitamos. decir, empezaba a escribirse la historia del rock en Cancún. Llegaban personas de varios lugares, una sociedad flotante que Han pasado muchos años, la ciudad ha crecido, las contraquería, en esta cuna de serpientes, dejar de flotar para aterrizar culturas y subculturas son más diversas, las nuevas generaciones en una vida mejor. Se abrían hoyos de expresión que pretendían, han retomado espacios y formas de expresión, aún así, le deben paradójicamente, salir de los mismos. algo a la urbanidad, algo que nosotros sí hicimos: llevar alternativas culturales a nuestra gente y dejar el ego a un lado. Por eso hoy puedo decir que a pesar de todo, aún falta lo que falta. Tropo II La música estridente sonaba dentro del local sindical “5 de Mayo”. Era 1996. El flyer anunciaba a Magia Negra, Sangre Maya, Lio GorMauricio Ocampo. Sociólogo con especialidad en Cultura y maesdo y Prórroga. Manifestaciones musicales enmarcadas en el movitro en Pedagogía. Es autor de los libros de narrativa y poesía Pogrom miento rockanrolero que en la década de los 80 había abrazado la (2002), Del Viento y Otras demencias (2006) y Necromorfósis (2011), submetropoli de ciudades como Tijuana, Monterrey, Guadalajara y los tres en Ediciones Tlacuache. Su publicación más reciente es La la Ciudad de México; ahora, casi diez años después, llegaba a CanUniversidad Pública: vendedora de paisajes oníricos como objetos cún. Del rock clásico setentero, pasando por el rock urbano, hasta el de consumo (Ediciones del Lirio, 2012).

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CURSOS Y TALLERES DEL CENTRO DE CREATIVIDAD LITERARIA Informes: cursosytalleres@cclcancun.com www.cclcancun.com Dirección del CCL: Universidad del Caribe. Edificio B Tel (998) 881 44 00. Ext.: 1294

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Apoyamos todas las expresiones culturales Entrevista con la Mtra. Alia Yasmín Rodríguez Narchi, directora del Instituto de la Cultura y las Artes de Benito Juárez Responsable de las actividades culturales del municipio de Benito Juárez y consciente de su labor como impulsora de las expresiones artísticas ya existentes en la ciudad, la Mtra. Alia Yasmín Rodríguez Narchi expresa en la siguiente entrevista su mayor aspiración en materia de cultura para los benitojuarenses: que Cancún también se convierta en un centro cultural importante en la región.

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l tomar el cargo como directora del Instituto, ¿cuál fue el reto más importante que enfrentó y cómo lo resolvió? —He tenido que enfrentar varios retos. Uno ha sido la desorganización al interior del mismo Instituto, fruto de la entrada de una nueva administración. Pero una vez que comenzamos a ubicar nuestras fuerzas y debilidades como equipo, logramos mejorar nuestra estructura, orden y comunicación interna, lo cual se refleja en la organización de nuestros eventos culturales, proyectos y talleres. Para desarrollar el trabajo que me encomendó nuestro presidente municipal, el Lic. Paul Carrillo de Cáceres, es fundamental contar con un buen equipo, no solo capaz y eficiente sino realmente com-

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e origen sirio-mexicano, nacida y crecida en la Ciudad de México, Alia Yasmín Rodríguez Narchi arribó a Cancún en 2007. A mediados del 2013 conoció al entonces presidente municipal electo,

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prometido con el quehacer artístico y con su cargo. —¿Cuál es su idea de cultura para un Cancún que enfrenta tantas carencias no solo en lo cultural, sino también en lo social y en lo económico? —Consolidar a Cancún como un punto rico en oferta cultural, que no solo sea destino de playas, restaurantes y vida nocturna. Esto implica que la ciudad algún día pueda contar con un museo de arte donde se exhiban muestras permanentes de artistas locales y, a su vez, exposiciones temporales de artistas foráneos; con murales en las calles y edificios; con galerías independientes y cafés que ofrezcan un espacio para la lectura y el intercambio entre intelectuales; con un museo del niño, una ludoteca y un corredor cultural. La idea es fomentar la participación del público y de los artistas para crear un movimiento cultural en la ciudad tanto para habitantes como para turistas. Hay muchas ideas,

el Lic. Paul Carrillo, a quien le presentó un proyecto sobre una escuela de Artes Plásticas en el Municipio de Benito Juárez, ocasión que le posibilitó ser invitada a integrarse al equipo del hoy gobernante. Aunque tuvo ya un primer

acercamiento a la vida política en 2003 como candidata a diputada plurinominal para integrarse a la Comisión de Cultura de la Asamblea Legislativa del Gobierno del Distrito Federal. Licenciada en Diseño Gráfico por la


poco tiempo para hacerlas realidad y un presupuesto reducido, pero se trata de trabajar muy duro para alcanzar metas, siempre con una aspiración muy alta: sembrar la semilla en la sociedad y trazar el camino para las futuras generaciones. —¿Cómo es su relación con los artistas locales? ¿Qué tipo de acercamiento se ha dado hasta ahora? —El Instituto se ha esforzado por apoyar a los talentos locales y a quienes vienen de fuera. Se ha buscado, además, el acercamiento con artistas, promotores culturales y maestros que puedan aportar su obra y conocimiento a nuestro proyecto. Hemos puesto especial atención en que el proyecto que se presente tenga como objetivo fomentar las bellas artes, el folclor o las tradiciones que sirvan para construir una identidad cultural. Se trata de fomentar todas las disciplinas artísticas y ofrecer a los talentos locales un foro de expresión donde dar a conocer su quehacer o participen activamente en la formación de artistas para apoyar el movimiento artístico-cultural de nuestra ciudad y del municipio. Cabe destacar que el Instituto funge como facilitador de lo que ya se hace e impulsor para la apreciación de todas las expresiones culturales. —¿Cuáles son sus metas en materia de cultura para el municipio? —Trabajo en fomentar el contacto del público de Benito Juárez con las Bellas Artes, con la llamada “alta cultura”, sin abandonar por supuesto las fiestas y tradiciones que nos caracterizan. Afortunadamente, a nuestro presidente municipal le interesa reforzar el desarrollo cultural de los benitojuarenses y, por ello, el Instituto ha adquirido un papel fundamental en su administración. Mi meta, como directora del Instituto de la Cultura y las Artes, es dar a los benitojuarenses el servicio de acercarlos al arte, sobre todo aquél que se genera en esta ciudad; promover todas las expresiones artísticas y trabajar por mejorar la infraestructura con que se cuenta. —¿Cuál considera que será su legado al cabo de su gestión al frente del Instituto? —Trabajo incansablemente por dejar a mi paso un Cancún que sepa a arte, no solo a sol y playa. Mi hija nació aquí y quiero

Universidad Iberoamericana, cuenta con una Maestría en Publicidad (en España) y estudios de Artes Plásticas en “La Esmeralda” (México). Amante de las artes, desde muy temprana edad estudió dibujo y pintura; y a lo largo de su

que el día de mañana viva en una ciudad donde pueda gozar tanto de una buena puesta en escena como de una muestra de cine de arte, quizás una ópera, conciertos de música clásica, galerías de arte y que, a su vez, viva rodeada de gente con conocimiento artístico. Como alguna vez mencioné, el arte transforma a las personas en seres mejores, más sensibles, más honestos y respetuosos. Los valores inmersos en las disciplinas artísticas van más allá de una experiencia estética y una coherencia intelectual. El arte se lleva en el alma y hace la vida más hermosa. Tropo

LOGROS RELEVANTES HASTA AHORA • Presentación en el Parque de las Palapas de “El Cascanueces” con los alumnos de la escuela Talulah, los dos primeros solistas de la Compañía Nacional de Danza y la orquesta de La Camerata de Cancún, que musicalizó en vivo. Primera ocasión que se realiza en esta ciudad un espectáculo así, donde se involucran danza y música en vivo. • Realización del tradicional Carnaval de Cancún por primera ocasión libre de alcohol, solo familiar y con asistencia diaria de alrededor de quince mil personas que convivieron en un evento caribeño con saldo blanco. • Demolición y reconstrucción del Teatro 8 de Octubre, que entrará en operación en breve como el 1er Teatro Municipal y que albergará muestras de artes escénicas (accesibles a la ciudadanía de todas las edades), cine de arte, danza, conferencias y presentaciones de música en vivo. • 1er Festival Musical de Verano 2014, que consistió en la presentación en el Parque de Las Palapas de 30 bandas de rock y reggae en un evento de dos días. • Exposiciones mensuales de artes visuales en la galería de arte del Instituto, en el Centro de las Artes. Ese recinto siempre está en constante movimiento, ya sea por los talleres ahí impartidos, por los cursos especiales (como el de verano dirigido a niños), por presentaciones de libros o por las exhibiciones en la galería.

formación se ha involucrado siempre con alguna vertiente de la expresión artística (artes plásticas, escenografía, danza, actuación y literatura). Ferviente aficionada a la lectura, se ha orientado al estudio de la historia universal especial-

mente de la época medieval, lo que la ha llevado visitar varias construcciones y catedrales medievales en lo que considera una de sus grandes experiencias estéticas, además de la que vive con otra de sus grandes pasiones: la ópera.

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Freddy Koh


Freddy Koh. Fotógrafo nacido en Mérida, Yucatán. Aficionado a la pintura y la imagen. Actualmente, trabaja como freelance en producciones de fotografía y dirección de arte para distintas marcas en Estados Unidos y México. Asimismo, ha creado exposiciones de fotografía donde fusiona el arte y la moda en función de un estilo y una conceptualización del modelaje muy particular.

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