Incluso su nombre ha llegado a sonar en los mentideros políticos como posible aspirante a la sucesión de Rajoy. En realidad las fotos ya las conocía Feijóo desde 2004, cuando la Policía las requisó en un registro en casa de Marcial. Supuestamente alguien se las filtró al PSOE gallego, y estos amenazaron con difundirlas si el PP no rebajaba el tono de sus ataques. Todo fair play. Poco ayudó Marcial a la imagen del presidente gallego cuando, desde la cárcel, decidió pronunciarse. «Es un buen muchacho, muy trabajador. Siempre intuí que llegaría lejos, transmitía honradez y pasión por el trabajo». Y completó: «Estoy seguro de que él sabe que no fui, ni soy, ni seré un narcotraficante». Marcial vive aferrado a su discurso. Siempre que le dan la palabra la emplea para desvincularse del narcotráfico. Hace unos años la pareja de Dorado llamó a un policía de Arousa para preguntarle si podía ir a testificar a la Audiencia en favor del capo, para explicar que solo se dedicaba al tabaco. Lo cuenta el propio policía: «Yo le dije: “si Marcial se dedica solo al tabaco, eso yo no lo sé. Además, ¿usted sabe lo que me está pidiendo? Que vaya a la Audiencia Nacional a declarar a favor de su marido. Pero, mujer, yo tengo mi dignidad. Búsquese la vida por otro lado”». Contrabandistas o narcos, el de Marcial era un grupo poderosísimo, con infraestructuras y trabajadores a la altura de cualquiera de los clanes del narcotráfico. Uno de sus hombres de confianza era José Luis Hermida Paz «Calabrote», quien compaginaba su pertenencia a la banda de Marcial con trabajos junto a «los Charlines». «Calabrote» fúe uno de los socios de la Operación del barco Rand, y le cayeron años por ello. Manuel Prado López era otro de los hombres de Marcial, y también acabó en el narcotráfico cuando la banda se deshizo en 2003. Y de qué manera: Prado López acudió una vez más al calor de «los Charlines», y se acabaría convirtiendo en uno de los enlaces entre el clan gallego y el cartel de Bogotá. Lo pillaron a finales de 2006 en la Operación Destello, esa en la que los fardos cayeron al mar y llegaron a la orilla. Como no podía ser de otra manera, Marcial también edificó una fortaleza financiera y empresarial. El contrabandista manejaba una de las fortunas más amplias de Galicia, y guardaba su dinero en cuentas de Suiza, Portugal y