Miguel Benlloch. Acaeció en granada. Ciengramos

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Acaeció en Granada

donde el dorado resplandor de las estrellas estaría rodeado por el rumor de las voces. Mi relación con Byars estuvo acompañada de un silencio lleno de gestos y algunas palabras que siempre me produjeron cercanía. Os voy a contar la historia de La esfera dorada. No debo alargarme mucho sobre su gestación. En 1991 recibimos BNV y Mar Villaespesa el encargo, por mediación de Juan Cañavate, de realizar el proyecto de arte contemporáneo para el Pabellón de Andalucía de la Expo ´92. Mar, Joaquín Vázquez y yo habíamos trabajado juntos por vez primera en El sueño imperativo. Esa experiencia supuso para todos nosotros un aprendizaje de los caminos distintos que el arte podía desarrollar fuera de lo exclusivamente retiniano y emotivo. Mar era ya conocida por sus trabajos en la crítica y su relación con los nuevos movimientos que se producían en Andalucía, colaborando, a través de las revistas Figura y Arena y otras prácticas, con artistas como Espaliú, Agredano, Federico Guzmán, Paneque o Pedro G. Romero. Por otro lado, Joaquín y yo habíamos emprendido un nuevo camino creando BNV en 1988; intentábamos con ello remezclar lo que había sido nuestra experiencia en la militancia política en el Movimiento Comunista MC con lo que entonces era la intuición de que el arte era también un lenguaje de transformación y conocimiento del mundo, atisbando que la función del arte es revelar la realidad que se esconde y la que es visible, una especie de supra-percepción que se aleja de la realidad y que por ello puede transformarla. La Expo de Sevilla no era para todos nosotros un motivo de celebración, no había nada que celebrar en ese año del 92 donde se conmemoraba el 500 aniversario del viaje de Colón y el llamado descubrimiento de América, una tierra ya entonces habitada por culturas diversas y a la que los indios cuna de Panamá llamaban ABYA-YALA. Aceptamos la invitación con la condición de que se celebrara fuera del espacio de celebración, la Isla de la Cartuja de Sevilla, y que el territorio de realización fueran las ocho provincias andaluzas. Y así fue, era la oportunidad de continuar el trabajo común que había significado la experiencia de El sueño imperativo y expresar por me-

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