Miguel Benlloch. Acaeció en granada. Ciengramos

Page 257

Pregón de la Feria de Loja

rido!, pero sin duda que esas fechas de nocturnidad y horarios libres fueron contribuyendo a nuestra nueva educación, que la íbamos tomando como podíamos los unos de los otros o… de las otras, haciendo vanguardia conforme la adolescencia se nos fue amontonando despertándolo todo. Y en eso estábamos ya por los finales de los 60, con medio pueblo emigrao a Sabadell, Barcelona, Alemania o Suiza… donde buscaban la vida que su pueblo no les daba; y un bailecito aquí, un achuchón allá, y a mí, que mi frustración primera es no poder haber sido bailaor flamenco de mucho taconeo -un Israel Galván grande y nuevo-, mi padre, sin saberlo y sin entender mucho de mi vocación, cuando me veía llegar tarde, o a lo que a él le parecía tarde, me gritaba -¡Bailaor, Bailaor!-, no por lo del toro que mató a Joselito sino porque hablando en plata no le hacía gracia que la gente, a modo de piropo y habiéndome visto canturrear y bailotear, que otra cosa no era, le dijera: -D. Victorino qué gracia tiene su niño y cómo baila-. Aunque después, cuando íbamos a Valencia a casa de mi abuela bien que nos ponían a bailar, para disfrute de la familia, a mi hermana Amparo y a mí lo último que habíamos aprendido en la feria, aparte del ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! de La Mariquilla o Niña asómate a la reja que eran dos clásicos. Y así es la vida: quien te quiere no te deja y quien te deja… no te quiere. No es que hubiera muchas novedades de un año para otro en el programa de fiestas pero una cosa que siempre me gustaba eran las Policromías, un espectáculo revistero de niños para niños, lo que hoy llaman gente menuda, que ocurría en el Parque Novedades de la calle Tamayo, y otra las para mí espectaculares carreras pedestres que daban la vuelta a La Redonda recién hecha, y que en mis años ganaba con asiduidad el primer atleta local que yo recuerde: El Poeta, admirado por su facilidad para ganar a otros corredores locales o forasteros, triunfos que nadie patrocinaba, escribía ni reseñaba, mitos que vivían en el interior de las cabezas de los muchachos que se arremolinaban al final de la carrera para estar cerca de un vencedor desprovisto de podium al que daban algún duro y una medalla. También recuerdo como un día especial el día de la vuelta ciclista, mi deporte favorito; ese día, previo refunfuñe, mis hermanos, Manolo y Victorino, me llevaban para verla pasar con ellos y todos sus amigos a casa de los Rodríguez en Los Ángeles, pues al dar la casa también a la Carretera Nueva había posibilidad de ver a los ciclistas por dos

59


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.