Dekadencia Humana

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ascensores, servicios comunes y cemento por todas partes. Objetivos que degeneraron en: baja calidad de materiales, casi nulo control del Estado a las constructoras intervinientes, incapacidad económica de los adjudicatarios de las viviendas para solventar los gastos que suponía el mantenimiento de esas grandes estructuras, ruptura de las tramas urbanas, es decir, barrios sin accesos ni salidas fáciles,transformación de estos arrabales en guetos con buenas condiciones para las actividades delictivas y el caciquismo controlador de la zona. Emilio Basavilbaso, titular del IVC, días después me agregará otro detalle no menor: que el 50% de los departamentos de estos conjuntos habitacionales (alrededor de 20 mil unidades), sólo en Capital, no tiene escritura. »La idea, este año, es entregar 3.000 títulos, sin gastos para los beneficiarios que ocupan las viviendas. Ya en 2011 entregamos 600. Pero la situación es compleja. Muchas veces no está el dueño a quien se le entregó la propiedad en los 70, y te encontrás con alguien que compró el departamento, con un papelito, a otro que hizo lo mismo.» El problema de los títulos se empalma con la visión de gobiernos democráticos y dictatoriales argentinos de los 60, 70 y parte de los 80; antes que urbanizar las villas, había que erradicarlas. Ese fin originó la Ley 16.601, de 1964, que creó el PEVE (Plan de Erradicación de Villas de Emergencia), el cual tomó impulso con los gobiernos de Onganía, Levingston y Lanusse, y que tuvo su continuismo con Cámpora, Lastiri, Perón, Isabelita, Videla y compañía. En virtud del PEVE, en la Ciudad de Buenos Aires se hicieron Villa Riachuelo y el conjunto habitacional de Villa Soldati, por ejemplo. Luego este Plan fue reemplazado por el Alborada, en 1974, y por el FONAVI(Fondo Nacional de la Vivienda), en 1977, pero el concepto siguió siendo el mismo: arrasar con las villas, edificar complejos monumentales en orillas olvidadas de la ciudad, dejar que los contratistas del Estado hicieran lo que quisiesen, meter gente a vivir por derecha y por izquierda. Y la Ciudad de Buenos Aires recibió uno de los clavos más pesados cuando en 1971 la Comisión Municipal de la Vivienda (hoy IVC) debió aceptar la transferencia de 18 barrios construidos o iniciados de forma directa por el Estado Nacional desde los 50. La CMV, claro, jamás tuvo los suficientes técnicos para controlar papeles y obras. O bien hizo la vista gorda. Desde hace tiempo mutado en IVC, hoy sigue bailando con esas chicas feas. »Este año, tenemos destinados 70 millones para arreglos de infraestructura en los grandes complejos», dirá Basavilbaso refiriéndose a uno de los objetivos planteados por el Instituto: garantizar la seguridad estructural y los servicios. El otro, claro, es la regularización dominial. Lugano I y II (o barrio General Savio), Comandante Luis Piedrabuena, Justo Suárez (en homenaje al Torito de Mataderos), Mariano Castex (o complejo San Pedrito), conjunto urbano Constitución, conjunto habitacional Villa Soldati... Ésos son los nombres de los viejos dinosaurios construidos en la ciudad en los 70, ciudades dentro de la ciudad que, sí, tienen algo de soviético o de la Alemania Oriental de las películas, más ese no sé qué sudamericano de pobreza, basura, transas, porongas, trabajadores y víctimas de las mafias narcotizantes que allí operan.

Conjunto habitacional Soldati

«Acá los ascensores son compartidos por distintos edificios. Y no paran en todos los pisos, sino donde están los puentes que conectan los bloques. De ahí, la gente tiene que subir o bajar por las escaleras. Y ponele, viene el IVC, te arregla este ascensor, y a la semana te lo rompieron los vagos que después te esperan en la escalera para cobrarte peaje. Entonces, o te enfrentás o les das lo que tenés.» Así se vive, según un vecino, en el conjunto habitacional Soldati. »Acá sos vos o es el otro», añade.El complejo comenzó a habitarse en 1978 y el Estudio Staff fue el que lo planificó, el mismo que proyectó el barrio Ejército de Los Andes, más conocido como Fuerte Apache. En total, hay unas 1.400 viviendas distribuidas en tiras y 1.800 en torres. El barrio tiene escuela, dos centros comerciales y siete centros sociales. En Soldati, el IVC ha apuntado su objetivo de regularización dominial de manera enfática. Un tráiler se ubica en «horario antipaco», esto es, entre las 9 y las 14, que es cuando transas y consumidores duermen. »Antes estábamos más tiempo y dejábamos el tráiler toda la noche. Pero nos llenaron de piedrazos y se complicó», cuenta un funcionario del IVC. »Es que por las noches-vuelve a la carga el vecino- esto se llena de zombis, de fantasmas.» Esos seres aparentemente paranormales son, en realidad, los consumidores de paco.


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