De la horca

Page 141

Bernard Cornwell

El ladrón de la horca

—Oh, venga, capitán —propuso Skavadale, con el ceño fruncido—, estamos aquí para ser amables. —Y yo estoy aquí porque me han amenazado con una pistola. —Guárdela, sargento —ordenó Skavadale y después brindó por Sandman—. Me he enterado de algunas cosas sobre usted durante estos últimos dos días, capitán. Ya sabía que era un jugador de criquet formidable, por supuesto, pero además tiene otra reputación. —¿Cuál? —preguntó Sandman, sombríamente. —Fue usted un buen soldado —respondió Skavadale. —¿Y qué? —Pero desafortunado de padre —añadió Skavadale con delicadeza—. Ahora, según tengo entendido, capitán, mantiene a su madre y a su hermana. ¿Es eso cierto? —esperó una respuesta, pero Sandman ni habló ni se movió—. Es triste —continuó— cuando la gente refinada es condenada a la pobreza. Si no fuese por usted, capitán, su madre se debería haber rebajado a aceptar caridad, y su hermana, ¿qué sería? ¿Una institutriz? ¿Una dama de compañía a sueldo? Aunque con una pequeña dote todavía podría casarse bien, ¿verdad? Sandman aún seguía callado, aunque lord Skavadale no había dicho más que la verdad. Belle, su hermana, tenía diecinueve años y una sola esperanza de escapar a la pobreza, que era casarse bien, aunque sin una dote no podía esperar encontrar a un marido respetable. Tendría suerte si encontraba a algún comerciante dispuesto a casarse con ella, pero incluso si así fuera, Sandman sabía que su hermana no lo aceptaría, porque, como su madre, tenía una exagerada noción de su alta categoría en la sociedad. Un año antes, antes de la muerte de su padre, Belle podría haber esperado una dote de varios miles de libras, suficientes como para atraer a algún aristócrata y proporcionarle unos ingresos sustanciales; todavía anhelaba tales perspectivas y, de alguna extraña manera, culpaba a Sandman de su pérdida. Por eso él estaba en Londres, porque ya no podía soportar los reproches de su madre y de su hermana, las cuales esperaban que él sustituyese a su padre como proveedor de interminables lujos. —Ahora —continuó Skavadale—, las deudas del juego de su padre ha llevado a la familia a la penuria. ¿No es cierto, capitán? Aunque está tratando de devolver algunas de sus deudas. Ha escogido un camino difícil y es muy honorable por su parte, muy honorable. ¿Verdad que es honorable, Robin? Lord Robin Holloway no dijo nada. Sólo se encogió de hombros, con su fría mirada fija en Sandman. —Entonces, ¿qué es lo que va a hacer, capitán? —preguntó Skavadale.

~141~


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.