Apunts de CMC

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Unidad temática dos

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¿Pero qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

• Algunos son nombres tradicionales que se conocían desde la antigüedad, como el oro (aurum) o el hierro (ferrum). • Otros fueron aportados por los alquimistas, y la huella de su origen se nota en sus raíces árabes, como el bario. También hay casos mixtos, como el azufre (S), de origen latino, “sulphur”, pero que ha pasado al español en su forma árabe. • A veces el nombre en español y el signo no guardan relación: como en el caso del mercurio, cuyo símbolo (Hg) procede del griego “hydragyrium”, “plata líquida”. El potasio deriva de la expresión originariamente holandesa “cenizas del cuenco (o crisol)”, “pot ashes”, pero su símbolo K procede del latín kalium a través del árabe “alcalí”. • Otros nombres son neologismos, palabras compuestas, de origen generalmente griego, creadas por sus descubridores en época moderna, como hidrógeno, que significa “nacido del agua”, o fósforo, que quiere decir “portador de luz”. • También abundan nombres derivados de lugares geográficos, de cuerpos celestes o figuras mitológicas, como lutecio, selenio o titanio.

Algunos elementos han recibido el nombre de grandes científicos. En la ilustración, una foto de la quinta conferencia Solvay, que reunió a algunos de los más importantes científicos de la historia. Algunos de ellos (Einstein, Curie, Lorentz, Planck, Bohr) serían honrados dando su nombre a un elemento. Uno honor semejante recibió Lise Meitner. En 1982 se descubrió el elemento 109 en un laboratorio alemán. Se le llamó meitnerio (Mt), “para hacer justicia a una víctima del racismo alemán y para honrar una vida y una obra científica”.


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