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homenaje

sábado 31 de octubre de 2015

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Se fue el 23 de julio de 2015

Orlando Pichardo transita hacia su debate interior “Todo viaje empieza con un sueño, tu fe y convicción mostrará el camino” Grandhi Mallikarjuna Rao

Efectivamente, coincido con que todo viaje comienza como un sueño. Así con esa sensación comencé mi recorrido por las letras del amigo Orlando Pichardo, quien lamentablemente partió hace poco. El libro La palabra que tengo, es un cosmos onírico que emerge entre las sombras, allí el silencio se viste de aves y de enronquecidas gargantas vacías de luz y cantos. Subyace bajo la piel de sus poemas un hombre plural, un trovador a la existencia. Estos ritmos poéticos los vemos danzar en las estrofas de Cantos del citado libro: Esta espada con que mido el tiempo tiene dos cantos la soledad y el silencio Tiene dos caras la mía y la otra No tiene empuñadura es circular como la vida infinita como la muerte Al llegar al poemario titulado Delamar, surge desde el mismo instante que leemos ese neologismo, una visión que nos lleva al rítmico y profundo océano, aguas ligadas según varias culturas a los deseos. En este orden de ideas rememoramos la leyenda griega de Danae, quien es encerrada por su padre en una cámara subterránea para que no tenga descendencia, allí ella recibe la visita de Zeus en forma de lluvia de oro y éste penetra por una grieta del techo y la impregna con su consentimiento. Esta visión erótica-sexual por analogía la observamos en la composición Bella mía; la que leemos a continuación: Esta noche las estrellas partirán conmigo al campo de los sueños y las playas de mis manos sentirán el oleaje de tus senos Eres tú entre la pesadumbre y el canto Cantos de lluvia para calmar delirios de fuego para desterrar silencioso. Algunos artistas representan al Titán Cronos como un viejo descarnado

y triste que lleva en sus manos una hoz, señal de que el tiempo destruye todo. En este sentido, el poeta Pichardo aborda el tema en los textos que conforman Calendario secreto creando en él una triada tiempo-soledad-tristeza. Muestra de esas palabras las encontramos en el siguiente fragmento del poema Calendario secreto que, por cierto, da título al poemario: Tú conoces un calendario secreto donde los días y los meses sólo oyen nuestros pasos Me dejo ir en ese tiempo y recojo las estaciones del olvido La soledad es un camino sin reposo un ruido antiguo que golpea en las noches sin alba Tú tienes un sol que se ha ido entibiando su luz y la tierra que soy En Visiones de sol descubrimos un hombre sacudido por la esperanza, en las páginas de esta obra el escritor nos sumerge en un universo sensorial donde se unen los colores del tiempo y el aroma de la luz, así observamos un campo de emociones encontradas, relación que vemos en el siguiente acercamiento que hace Orlando Pichardo al sol sin pretender ser Ícaro en el intento. De tal modo, ojeamos los párrafos de Viejo Sol: Viejo sol amarillo de tiempo Aunque llegas con retraso tú eres la simiente ¡Oh sol! millones de veces y millones de seres te han visto surgir del horizonte Más hoy en la orilla de la soledad tú abriste tu luz En Ofrendas al asombro vemos al bardo transfigurarse en hombre-río, hombre-viento. Cosmogonía que se anida en sus versos para dar voz a la naturaleza, canto firme y a la vez tierno, cual palabra de un padre que educa a sus hijos. Así disfrutamos la comunión alma-ecología, hecho este que despierta en el lector su lado más sensible, ese que el concreto de

las ciudades va sepultando. La oda al Río turbio nos demuestra este hecho: Soy el río No se olviden de mi fuerza Les doy la venia para que funden de nuevo las torres del asombro Les doy mi calma para que sobre ella construyan lechos los amantes Les doy mi piel de arena para que levanten casas donde habiten sin penas La palabra es pan para el alma y luz para los oídos del mundo, en el libro Ella: la palabra somos testigos del tratamiento intimista que el poeta Orlando Pichardo le hace mediante el uso de la metáfora, así disfrutamos de un canto licantrópico a la luna madre, quien desde el firmamento

controla el destino del hombre, y lo exterioriza el autor en las líneas de Luna de Oriente: Luna sobre las arenas de Sharazad Donde la muerte cae en cántaros metálicos Y los ojos de los niños miran al demonio bajar en fuego todas las noches Luna Suaviza sus penas con tu luz que corta las sombras de las sombras Diles luna Que ya los poetas de la tierra Escriben sobre la victoria de los habitantes de la gran Bagdad David Figueroa González / Yaracuy Ilustración: Iván Lira


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