el otro lado del espejo, el lado amable como lo llamaba él, el que apostaba por la idea, contra la que ese mundo se rebelaba, de que se podía resistir y hacerse responsable, que se podía aspirar a una fama que iba más allá del dinero. La casa de la ficción se alzaría aún más alto que ningún rascacielos y todas sus habitaciones permanecerían iluminadas por mucho que en el exterior reinara la oscuridad. Colm Tóibín
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