INTRODUCCIÓN
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The process is uneven, varying across and within states, so that we cannot speak of a new territorial hierarchy to replace the old state-centred one. In some places, regions are emerging as bases for collective action and social regulation, reconstituting the link among institutions, identity, and policy and almost rivalling the states in their capacity. Elsewhere, the state remains the dominant force and sub-state territories are contained entirely within it (Keating, 2003: 9)6.
Frente a lo divulgado como certitud, no existe un tercer nivel de gobernanza (o de gobierno) en la Unión Europea. Hablar de regiones en Europa es, ante todo, hablar de diversidad. Il n´y a pas de niveau uniforme, et homogène au plan juridique, politique ou administratif, de gouvernement régional en Europe. En revanche, en prenant la notion de région et de régionalisme au sens plus large, nous trouvons une variété de formes et d´action régionale (Keating, 1997: 19)7.
La extrema heterogeneidad del hecho regional en y entre los Estados europeos dificulta, incluso, la tarea de delimitación conceptual del término región. También, como no existe consenso sobre
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Puede traducirse como: “El proceso es desigual, variando entre Estados y en el interior de los Estados, de modo que no podemos hablar de una nueva jerarquía territorial que reemplace a la vieja estatocéntrica. En algunos lugares, las regiones están emergiendo como base para la acción común y la regulación social, reconstituyendo el vínculo entre instituciones, identidad, y política y casi rivalizando con los Estados en su capacidad. En otros lugares, el Estado sigue siendo la fuerza dominante y los territorios subestatales están enteramente contenidos en él”. Puede traducirse como: “No hay un nivel uniforme, y homogéneo desde el punto de vista jurídico, político o administrativo, de gobierno regional en Europa. En cambio, tomando la noción de región y de regionalismo en el sentido más amplio, encontramos una variedad de formas de regiones y de acción regional”. Hughes (2003) apunta que la diversidad de las regiones de la Unión viene dada por una serie de restricciones, unas relativamente estables (experiencias históricas, emplazamiento geográfico, estructura socioeconómica) y otras más fluidas (conformación institucional en un momento dado, competencias, funciones y tamaño), resultando, además, de la interacción de ambas un mayor o menor componente identitario. Parks y Elcock (2000) construyen un continuum para el análisis de las razones por las cuales las regiones demandan autonomía. En un extremo del mismo, sitúan a las regiones con rasgos culturales e identidades fuertes, que denominan “regiones nacionales” o “naciones sin Estado”, y, en el otro, a las “regiones funcionales”, surgidas fundamentalmente para promover el desarrollo económico.