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´ PROVINCIA ECLESIASTICA DE TLALNEPANTLA

Periódico Católico Provincial • Ejemplar Catorcenal

Domingo 24 de Marzo de 2013

Donativo $ 5 Año 5 No.125

“AMÁNDOLO LO ELIGIÓ” NUEVO LEMA DE LA IGLESIA CATÓLICA Pág. 13

ENTRADA TRIUNFO, HUMILDAD

A JERUSALÉN, SENCILLEZ Y

MOMENTO DE LA ALABANZA A NUESTRO SALVADOR Pág. 04

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS: EL DOLOR CON LOS OJOS DE LA FE Pág.05

EUCARISTÍA MILAGRO DE AMOR SACRAMENTO DE LA HUMILDAD DE DIOS

Pág. 06

La v z del past r

LA LUZ DE LA FE EN LA IGLESIA DE CRISTO

Pág. 2


2 LA VOZ DEL PASTOR

DIRECTORIO Obispos Mons. Carlos Aguiar R. Arzobispo de la Arquidiócesis de Tlalnepantla Mons. Ricardo Guízar D. Arzobispo de la Arquidiócesis de Tlalnepantla Emérito

La luz de la fe en la Iglesia de Cristo

Mons. Francisco Ramírez N. Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Tlalnepantla Mons. Efraín Mendoza Cruz Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Tlalnepantla Mons. Guillermo Ortiz M. Obispo de la Diócesis de Cuautitlán Mons. Oscar Roberto Domínguez Couttolenc, M.G Obispo de la Diócesis de Ecatepec Mons. Héctor Luis Morales Sánchez Obispo de la Diócesis de Nezahualcóyotl Mons. Guillermo Francisco Escobar Galicia Obispo de la Diócesis de Teotihuacán Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez Obispo de la Diócesis de Texcoco Mons. Victor René Rodríguez Gómez Obispo de la Diócesis de Valle de Chalco DIRECTOR GENERAL (Vacante) DIRECTOR EN TURNO Pbro. Miguel Ángel Zárate Galindo COLABORADORES Equipo de la Pastoral de la Comunicación de la Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla. Mensajero es una publicación catorcenal de la Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla. Se distribuye en la Arquidiócesis de Tlalnepantla, y en las Diócesis de Cuautitlán, Ecatepec,

Texcoco,

Teotihuacán,

Netzahualcóyotl y Valle de Chalco

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nvío un cordial saludo a todos los feligreses que peregrinan en las iglesias particulares de nuestra Provincia Eclesiástica de Tlalnepantla y, al mismo tiempo, agradezco a los responsables del periódico Mensajero la oportunidad que me brindan para comunicarme con ustedes a través de este medio. Es sabido de todos la renuncia del papa Benedicto XVI, -hoy emérito- ; hecho que nos ha causado una gran sorpresa; por esta razón, quiero presentar unas pinceladas de la figura del Santo Padre, son rasgos que de manera muy personal he descubierto a lo largo de su pontificado y espero que sean muchos lectores que compartan conmigo esta visión. Resalto un rasgo muy particular, su brillante inteligencia; que se manifiesta en sus enseñanzas no sólo como un gran teólogo sino, sobre todo, como maestro de la fe. Por su propia condición de Sumo Pontífice, tuvo la gran responsabilidad de confirmarnos en la fe. Su vasto magisterio nos presentó los grandes desafíos que tiene hoy la vivencia de la fe en un mundo secularizado y, sobre todo, en un cambio de época donde la fe está siendo confrontada e incluso, abiertamente atacada.

a Dios ni a los demás, sin normas morales que valgan para todos. Cada quien se quiere hacer como un Dios, como dueño absoluto de sí mismo y de la verdad, sin Dios, que es la verdad. Dijo el papa Benedicto XVI: “El momento histórico actual está marcado por luces y sombras. Asistimos a comportamientos complejos; encerramiento en sí mismo, narcisismo, deseo de poseer y de consumir, sentimientos y afectos deshilados de la responsabilidad. Muchas son las causas de esta desorientación, que se manifiesta en un profundo malestar existencial, pero en el fondo de todo se puede entrever la negación de la dimensión trascendente del hombre y de la relación fundamental con Dios. Quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo, está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene la vida; la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones. Sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando hasta el extremo, hasta el total cumplimiento. Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente vida”.

Y finalmente, abordó el tema de la caridad, externado en su último mensaje de cuaresma donde Ante éste escenario el papa Benedicto XVI nos señala que la fe se debe traducir y expresar en la caconfirmó en la fe poniendo la centralidad en la per- ridad al prójimo. sona de Jesucristo. De ahí la importancia de fortalecer nuestra fe en la persona de Jesús y en el aconEn este cambio de época donde se ha sobrevalotecimiento salvífico realizado por su obediencia a rado una cultura individualista que le ha impedido la voluntad del padre; acontecimiento que nos hace al ser humano mirar las necesidades de los demás, entrar en la dinámica del amor de Dios. Su gran en- es necesario abrir el corazón para descubrir en el cíclica “Deus Caritas Est” nos presenta la apremian- hermano el rostro de Cristo que nos urge la práctica te necesidad de entrar en las profundidades del mis- de la caridad para hacer de este mundo un espacio terio del amor de Dios revelado en su hijo amado. donde los seres humanos podamos convivir y anunciar desde ahora lo que seremos en plenitud al insOtro tema que el papa Benedicto XVI abordó taurarse plenamente en reino de Dios. con gran profundidad fue la cultura actual que califica como dictadura del relativismo. Dice que se está Espero que estas pinceladas de la gran riqueza imponiendo una forma de vida y de pensamiento en que nos ha dejado el papa Benedicto XVI nos ilumique parece que vale sólo lo que cada quien piensa, nen en estos días de gracia. lo que quiere y decide cada persona, sin referencia

Queremos conocer tu opinión, envíanos un email a: periodicomensajero@gmail.com Consulta nuestra edición en línea: En cada portal Diocesano Registro en trámite

Mons. Efraín Mendoza + Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Tlalnepantla


3 DOMINGO DE RAMOS

Gloria a Dios

Por Pbro. Luis Antonio Saldivar

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esús inicia su ministerio al proclamar un reino que se acerca (Mt 4, 17), con ello motiva el ambiente social de espera en medio del pueblo que vive bajo el yugo de los paganos. Desde la proclamación del reino y los prodigios que hacía el de Nazaret se comprende cómo su fama se extendía por todos lados. Aún más envía a los discípulos a proclamar el reino (Mt 10, 5-15). Varios momentos hubo en los cuales el pueblo deseaba proclamar a Jesús como Rey, pero él se alejaba de ellos. Todo ambiente social está impregnado de ciertas utopías, en mayor o menor medida, éstas necesitan la situación y el personaje que los aliente. Jesús y sus prodigios cumplen esto y por ello corremos el riesgo de leer el hecho de la entrada triunfal a Jerusalén como un momento propicio de cumplimiento de una utopía social. Si algo queda claro es que Jesús lleva esta espera social a algo más grandioso, porque para este reino se necesita de la fe, fe para entrar o falta de fe para quedar fuera (Mt 8, 10-12); además de la cruz (Mt 20, 17-19) y servicio (Mt 20, 25-28), aspectos que la utopía social no contempla. La gloria no está en la entrada triunfal a Jerusalén, centro de poder, sino en su salida al cargar la cruz y en dar su vida por los hombres, dejar el poder, para encontrar la gloria de Dios en la entrega total. Si deseamos glorificar a Jesús, tengámoslo claro, necesitamos de la fe para ver el reino de la verdad; asumir la responsabilidad de la vida, cargar la cruz y cumplir la voluntad del Padre; y separarse del poder de este mundo, es decir, santificarse a ser servidor de todos. Si estamos adheridos al Jesús de Nazaret sin estas condiciones sólo

Jesús entra triunfante a Jerusalén

Monseñor Jorge Mario Bergoglio, hoy S. S. Francisco, un Domingo de Ramos.

viviremos en la utopía incumplida, pero si aceptamos a Jesús, el ungido de Dios, con fe, cruz y servicio, entonces no estamos lejos del reino de Dios.

Bendito el que viene en el nombre del Señor

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l domingo de Ramos se celebra la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén, donde la multitud lo reconocía como su salvador y utilizaba palmas para alabarlo como Rey. Esto fue hace más de dos mil años, en ese momento el pueblo judío estaba a la espera del mesías, por lo cual al ver a Jesús, su forma de actuar y sus enseñanzas quisieron volver a Jesús como su rey a lo cual él se negó, por que sabia cual era su misión en este mundo. En ese momento el pueblo judío reconoció a Jesús como Rey, y creyó que en él se cumpliría todo lo escrito por los profetas. En ese momento lo reconocieron como rey, pero unos días después lo crucificaron porque sus enseñanzas empezaban a ser muy atractivas para el pueblo, pero no para los gobernantes de esa época. Hoy a algunos gobernantes las enseñanzas que nos dejo Jesús no causa ningún conflicto. El día de hoy nosotros en quién o en qué cosas ponemos nuestras esperanzas, todavía estamos como el pueblo judío, a la espera de su mesías o reconocemos a Jesús como nuestro salvador, y aquí queda otra interrogante, ¿Solo reconocemos a Jesús o verdaderamente lo aceptamos como nuestro salvador y seguimos sus enseñanzas? En esta semana Santa pongamos nuestra esperanza en Jesús, para que Él sea quien nos ayude en nuestras necesidades y ponga en nuestro corazón su amor y su misericordia, y así ser testimonio de que hoy sí se puede seguirlo.

Por Francisco Esqueda


4 Entrada a Jerusalén, triunfo, sencillez y humildad 60 años de matrimonio y 102 años de edad, dos ejemplos de amor a Dios Por José Luis Ramírez

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omo todo el pueblo católico, iniciamos la Semana Mayor con la entrada de Jesucristo a Jerusalén, montado en borrico, fue el momento de la alabanza a nuestro Salvador, de aclamarlo como el Mesías, como Rey que, una vez más, nos da una muestra de humildad y sencillez. Humilde en la grandeza, como en lo sencillo. Con este Domingo de Ramos en el que Jesucristo inició hace más de dos mil años el misterio pascual, la comunidad de la Divina Providencia, en la colonia Tamaulipas, ubicada al norte de Ciudad Nezahualcóyotl, se une a la oración y a la penitencia y es testigo de ese misterio trinitario, pues en su comunidad hay una pareja que cumple 50 años de matrimonio y una hermana cumple en este año los 102 años de edad. Eugenio Zavala Santoyo, párroco de la comunidad, ha sido testigo de cómo nuestros hermanos Seferina Hernández Aponte y Primitivo Paredes Aponte, el pasado 16 de

febrero, renovaron sus votos en el altar al cumplir 50 años de casados, producto del cual nacieron ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres. El misterio del amor, como Jesucristo lo dio en su paseo triunfante con ramos, anticipo pascual, adelanto de su resurrección, tenía que cumplir la profesia “grita Jerusalén que viene a ti tu Rey, justo y victorioso, humilde y montado en una cría de asna” (Zac 9, 9-10). Así tras 50 años de unión, una muestra de amor. La otra cara del amor, el tiempo de estar en este mundo, otro misterio de los designios del amor de Dios. La hermana Teodora Delgadillo Zuñiga cumplirá en este año los 102 años de edad, pues nació en la época de los revolucionarios y los caudillos, en 1911. También el presbítero Zavala Santoyo es testigo de quien siendo una fiel cristiana, con la ayuda de sus familiares, asiste cada domingo a participar en la Santa Misa. Originaria del

pueblo de San Juan Teotihuacán, desde muy joven se vino a trabajar al Distrito Federal y posteriormente radicar en Nezahualcóyotl. Así como nuestro Señor Jesucristo, fue aclamado al entrar a Jerusalén la hermana Teodora, en su larga vida, lo aclama: Hosana al Señor, bendito el que viene en nombre del Señor.

Bendición de los ramos en el Domingo de Ramos.

MISA CRISMAL

Una bautizada en la Misa Crismal

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ola. Mi nombre es Cinthya y actualmente soy catequista en mi parroquia que pertenece a la Diócesis de Ecatepec. Con el paso del tiempo sé que los fieles cristianos nacemos en el bautismo, nos fortalecemos en la confirmación y somos alimentados en la Eucaristía, como nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica. Hablando de la misa Crismal, que se lleva a cabo el Jueves Santo en la mañana; he asistido a ellas desde los tiempos de nuestro Primer Obispo Onésimo Cepeda y, en este año, Dios mediante, lo haré con nuestro nuevo Obispo Oscar Roberto Domínguez M.G. En esa celebración me impacta ver a los sacerdotes renovar sus promesas, mientras nosotros oramos por ellos. Pero hay algo que me llama también la atención: la bendición de los Santos Oleos. El aceite que se nos unta a nosotros cuando recibimos algún Sacramento como el bautismo, confirmación y unción de los enfermos, por ello somos “ungidos” o “cristianos”. Como bautizada tengo también la gran fortuna de haber sido ungida y como

madre de familia, con mi esposo Mauricio, nos preocupamos por bautizar a nuestros hijos. Recuerdo que nos ungen en el pecho con el “oleo de los catecúmenos” que es bendecido en la misa Crismal. Este aceite se nos unge para que recibamos la fuerza del Espíritu Santo, para renunciar al diablo y al pecado antes de acercarnos y renacer en la fuente de la vida. Hoy soy más consciente de que tenemos la fuerza en Cristo para luchar ante las adversidades que se nos presentan a lo largo de nuestra vida cristiana, problemas en la vida familiar, en el trabajo, en la economía y en nuestra vida de Iglesia. El Santo Crisma, se unge al bautizado en la Cabeza, donde el Sacerdote nos explica que siendo hombres nuevos, somos miembros de Cristo Profeta, Cristo Sacerdote y Cristo Rey. Tenemos la gracia y la tarea de anunciar el Evangelio en el mundo y en la Iglesia, de santificar a Dios con nuestra vida: podemos santificar nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestro trabajo, ¡Con la fuerza de Dios!

Por Cinthya Rodríguez Santana Catequista

Por último, estamos llamados a servir con humildad en todo momento. ¡Qué mundo tan diferente tendríamos, si todos los laicos sirviéramos como Cristo Jesús! Si siguiéramos los ejemplos de tantos santos, como la Virgen María, San Francisco de Asís y hoy de nuestro Papa Francisco. En esta misa del Santo Crisma, voy a renovar espiritualmente mi bautismo, ya que lo haré solemnemente en la Vigilia Pascual, pero en ese día, le daré gracias a Dios por mi bautismo y el bautismo de nuestros hijos.


5 “Dios está con nosotros”: experiencia de mi confirmación

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Por Mons. Luis Martínez Flores.

Por Med. Cir. Ornella Miroslava Zamora Nieves

es contaré un poco de mi encuentro con Dios como joven. Mi nombre es Ornella Miroslava Zamora Nieves tengo 24 años y soy Médico Cirujano egresada de la Facultad de Medicina de la UNAM; actualmente estoy estudiando la especialidad en Medicina del trabajo. El día 2 de marzo de 2013 pude hacer mi confirmación por manos del obispo de Ecatepec, Oscar Roberto Domínguez; fue un suceso poco usual para mi edad ya que en mi familia y en mi comunidad se confirman antes de los 15 años, y yo decidí este momento por mi propia voluntad confirmar mi fe y recibir los dones y frutos del Espíritu Santo con la plena seguridad de querer estar cerca de Dios. Un sacerdote y amigo me dijo una vez, que al acercarme a Dios nuestro Señor, me permitiría conocer el inmenso amor que tiene por nosotros y que de esa forma tendría la capacidad de distinguir el amor verdadero, lo cual me pareció bastante lógico. “Conocer a Dios para acercarme a él…”. Sabía que la única forma es mediante su Palabra (la Biblia) y en mi caso también por medio del catecismo. Descubrí que por medio del Espíritu Santo recibiría “sabiduría” para encontrar mis deseos en la Palabra de Dios; “inteligencia o entendimiento”, para comprender la verdad de mi religión; “consejo” para conocer con prontitud y seguridad lo que debo hacer para mi salvación y para ayudar a mi prójimo; “fortaleza” para resistir los obstáculos, algo difícil para mi juventud ya que es en este momento en que tomo

decisiones importantes y tengo la certeza que si me acerco a la Palabra de Dios todo saldrá bien; “ciencia” para conocer el camino que me llevará al cielo con Dios y con las personas que ame en la tierra, “piedad” para acercarme a Dios con toda confianza y una tierna devoción, y “temor de Dios” para no querer disgustarlo. Recibir la unción del Santo Crisma y la imposición de manos del Obispo, me hace defender mi fe de aquellos que pretenden persuadirme de lo contrario, de aquellos que no conocen el amor de Dios; pero sobre todo me impulsa a intentar humildemente seguir su Palabra y lo que su Hijo hizo en la tierra por nosotros. Recibí al Espíritu Santo en plenitud y, como me dijeron en el catecismo, soy misionera de la palabra de Dios. Y aun ante todo lo que he aprendido hasta el día de hoy sé que Dios siempre ha estado conmigo, en el abuelo maravilloso que me dio, la abuela que aún sigue conmigo (mi madrina), mis padres, hermana, tíos, primos y amigos y en la fuerza que me da todos los días para seguir adelante, para ayudar a mi prójimo y para decirles que Dios está con nosotros y espera que nos acerquemos a él.

La Unción Sacerdotal

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Unción de los Enfermos: El dolor con los ojos de la fe

os sacerdotes reciben una consagración especial. Es decir son “Ordenados”, colocados por Cristo en una misión especial dentro de la Iglesia. “Orden” viene de la manera como se designaba en forma a los diversos estratos sociales. La Iglesia tiene tres grados de ordenación: Obispos, Presbíteros y Diáconos. En ellos los feligreses pueden tocar a Cristo como sacerdote: mediador entre Dios y los hombres. Cada Jueves Santo durante la celebración el Obispo al consagrar el Santo Crisma y bendecir los Santos Oleos, sus sacerdotes renuevan las promesas ministeriales, recordando que ese día Cristo instituyó la Eucaristía y el sacerdocio. De ahí que hay que felicitar a todos nuestros sacerdotes. La naturaleza humana está abierta a la divina. Sócrates verificaba que al hombre le puede acontecer algo que lo eleve a una zona divina, lo arroje fuera de su nivel natural, para conocer y actuar algo que no va por los caminos normales del en-

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l sufrimiento y el dolor son una realidad que está presente en la existencia humana, en muchas ocasiones hacen reflexionar al ser humano, llevándolo a las cumbres de la vida espiritual y también por desgracia a la soledad y a renegar de Dios. Hay dos formas de vivir la enfermedad: con Dios o sin Dios. Del modo en que se viva, depende en gran parte el ser feliz o no, alcanzar la plenitud o caer en el vacío existencial. En la Misa Crismal se bendice el óleo de los enfermos, que es un signo muy importante del Sacramento de la unción de los enfermos, junto con la imposición de manos del sacerdote. Cuando el enfermo vive su dolor con fe, esperanza y caridad, los efectos de su sufrimiento son de gran ayuda para la santificación de la persona que padece, como para la Iglesia entera, que se beneficia con la intercesión del ofrecimiento de sus dolores. El Sacramento de la Unción de los enfermos, nos lleva a contemplar los padecimientos de Cristo por nuestra salvación. En la Cruz, se nos dio la vida eterna gracias a la entrega generosa de Jesús. También nos recuerda que Jesús sanaba a los enfermos de toda dolencia, pero sobre todo que nos libera del pecado que lleva a la muerte eterna. Cuando los sacerdotes administran este sacramento, lo hacen el nombre de Cristo, siguiendo las enseñanzas de la Palabra de Dios: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor” (St 5, 14-15). Los efectos de este sacramento son muy importantes: “confiere una gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo, por su bien y por el de toda la Iglesia, otorgándole fortaleza, paz, ánimo y también el perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido confesarse. Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de la salud física. En todo caso, esta Unción prepara al enfermo para pasar a la Casa del Padre”. (CEC 1532) Los sacerdotes sabemos que hay una gran necesidad de administrar este sacramento de curación, por ello invitamos a los fieles que están enfermos gravemente o están en la vejez, a que lo reciban oportunamente. No es solo en caso de “artículo de muerte”, ya que no está reservado a los moribundos, sino al enfermo que quiera encontrar en Jesús, su ayuda, su perdón y su consuelo. Y para nosotros los sacerdotes nos llegan al corazón de las palabras de Jesús: “estuve enfermo y me visitaste” (Mt 25,36)

tendimiento, pero que están bañados con la luz divina. Los griegos hablan de un don poderoso y transformador (lo llamaban: manía por los dioses: manes). Por la unción, el sacerdote hace cosas que sin esa novedad que le viene de fuera, le serían imposibles. Se trata de la operación por medio de Él, de otro poder superior divino. Es como un salir fuera de sí, como un dejar su lugar a otro: a Jesús para que Él perdone, bendiga, consagre. El Señor hace que se transformen desde lo más hondo la personalidad misma de esa persona que es ungida como sacerdote. Este es un gran misterio posible solo a la sabiduría divina y las posibilidades casi limitadas de la persona humana. Sto. Tomas decía “El principio Cristo es el único y verdadero sacerdote, los de más son solo ministros suyos”. Hablando de esto, la Carta a los hebreos dice de Cristo: “Este es el Sumo sacerdote que nos convenía santo, inocente, incontaminado, apartado

Por Pbro. Ricardo Rodríguez Montaño Párroco de Nuestra Señora de Guadalupe

de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos.” (Hbr 7, 26). Los sacerdotes que participan de una manera especial de este don, lo hacen enseñando, santificando y sirviendo como Cristo, o “in persona Christi capitis”. (En la persona de Cristo cabeza), por ello, damos gracias a Dios por el don del Sacerdocio, ya que por medio de ellos, se continúa la acción salvífica de Cristo en el mundo.


6 JUEVES SANTO Jueves Santo día de caridad

Eucaristía Milagro de amor

Por Pastoral de la Comunicación, ArquidiócesisTlalnepantla

Por Pastoral de la Comunicación, Arquidiócesis Tlalnepantla

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a liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar concretamente en el misterio de la Pasión de Cristo, ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció ‘en la noche en que iban a entregarlo’. Y por otro lado, el mismo Señor Jesús nos da un testimonio idóneo de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos todos los fieles cuando decide lavarle los pies a sus discípulos. En México, los obispos, han establecido que el Jueves Santo sea el día de la caridad. El objetivo de esto no es llevar a cabo una colecta para los pobres, sino más bien el impulso de seguir el ejemplo de Jesús que compartió todo su ser. Y el Señor, en aquella conmovedora despedida íntima, no se cansa de repetirles la necesidad del mutuo amor, que se ha de convertir en el distintivo del discípulo de Cristo: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os tenéis amor los unos a los otros (Juan 13,34-35). La caridad mantiene viva la llama de la fe y la esperanza. El amor nos une a Dios y estrecha nuestros lazos con los hermanos. Amor a Dios y amor a los hombres. «De estos dos preceptos penden la ley y los Profetas: del amor a Dios y del prójimo» (San Agustín, Epist. 192) Hagamos de nuestros apostolados un medio da caridad.

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ueves Santo es esencialmente el día de la Eucaristía. Es el Sacramento de la grandeza de un Dios que hace por el hombre «locuras» para que podamos gozar de su cariñosa presencia. La Eucaristía es el Sacramento de la humildad de Dios: «Humildad de Jesús: en Belén, en Nazaret, en el Calvario... —Pero más humillación y más anonadamiento en la Hostia Santísima: más que en el establo, y que en Nazaret y que en la Cruz. Por eso, ¡qué obligado estoy a amar la Misa! («Nuestra» Misa, Jesús...) (Camino n.533) La Eucaristía es el amor en su máxima expresión: la entrega incondicional, la disposición permanente y absoluta. «Nos encontramos en la encrucijada de los grandes caminos de los destinos históricos, proféticos y espirituales de la humanidad: aquí se concluye el Antiguo Testamento; aquí se inaugura el Nuevo; aquí el encuentro del sacerdocio católico. El sacerdocio es algo que todos debemos sentir como nuestro. Gracias al sacerdote Cristo sigue entre nosotros bautizando, perdonando, dándose en comida, ofreciendo el sacrificio eucarístico, santificando el matrimonio, confirmando nuestra fe, acompañando al cristiano en el transcendental momento de pasar de esta vía a la Vida definitiva. Hoy es día de agradecer el sacerdocio y pedir por los sacerdotes en una oración intensa. Vivamos y celebremos la santa Misa con gran alegría y fe. Asiste a Misa, participa, comulga y dejémonos que Dios nos bendiga con el Cuerpo y Sangre de Cristo.


7 Sacerdotes de Cristo, sacerdotes de la Iglesia Institución del sacerdocio ministerial

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n cuanto a la función propia del sacerdote dentro de la comunidad, podemos decir que es la manifestación personalizada de la ministerialidad de la Iglesia, de manera que no tiene como función acaparar o sustituir los ministerios de la comunidad, sino recordarlos, animarlos y estimularlos. El sacerdote por el sacramento que recibe, queda configurado con Cristo sacerdote como nos lo dice el Concilio Vaticano II: “Por el sacramento del orden, los presbíteros... quedan sellados con un carácter o marca particular, y así se configuran con Cristo sacerdote, de suerte que puedan obrar como en persona de Cristo cabeza” (PO.2). En este actuar en “persona Christi” no quiere decir que el ministro substituya, suplante o haga las veces de Cristo. Quiere decir, que en la Iglesia no hay otro ministro que Cristo. Por esta razón, nos dice el Concilio, que al quedar configurado con Cristo y ser en la tie-

rra, el “alter Christus”, cuando el sacerdote realiza un sacramento, es Cristo quien lo hace y así, al bautizar es Cristo quien bautiza, al consagrar o al perdonar los pecados, es el mismo Cristo el que realiza esas acciones en la Iglesia. De ahí la alta dignidad y responsabilidad del ministro ordenado que no solo hace las cosas en nombre de Cristo y de su Iglesia, sino que en el momento del sacramento es El mismo Cristo quien realiza la santificación de sus hermanos. En otras palabras, el sacerdote es la mediación simbólica personal de Cristo; la visibilización corporal de la capitalidad de Cristo. En esto radica la grandeza y dignidad de su misión y del misterio del sacramento del orden. También hemos dicho que el sacerdote actúa en nombre de la Iglesia y a nombre de la Iglesia. Esta representación debe entenderse no como “honor” y “privilegio”, sino como verdadero servicio a la relación de la comu-

VIERNES SANTO María acompaña a su hijo en la hora de su muerte Por Pbro. Martin Hernández.

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sta unión de la madre con el hijo en la obra de la redención alcanza su culminación en el calvario, donde Cristo asímismo se ofreció inmaculado a Dios (Hb 9, 14) y donde María estuvo junto a la cruz. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre (Cf. Jn 19, 25) sufriendo profundamente con su unigénito y asociándose con ánimo materno a su sacrificio, adhiriéndose amorosamente a la inmolación de la víctima por ella engendrada y ofreciéndola ella misma al padre eterno. En efecto, le confía al discípulo predilecto y en él, le entrega a cada uno de nosotros he aquí a tu hijo; igualmente dice también a todos nosotros: he aquí a tu madre (Cf. Jn 19, 26.27). Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir continuamente este don. Significa asumir al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo aprendiendo de su madre y dejándonos acompañar por ella. María está presente por la Iglesia, y como madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. Ya en el siglo IV, S. Ambrosio, hablando de los fieles, hacía votos para que en cada uno de ellos estuviese el alma de María para glorificar a Dios. Que el alma de María esté en cada uno para alabar al Señor; que su espíritu esté en cada uno para que se alegre en Dios. Pero María es, sobre todo, modelo de aquél culto que consiste en hacer de la propia vida una ofrenda a Dios: hágase tu voluntad (Mt 6, 10).

Por Pastoral de la Comunicación, ArquidiócesisTlalnepantla

nidad con Cristo, de las comunidades entre si, del cristiano con la comunidad eclesial, del cristiano y la comunidad con la misión apostólica. Es por eso que debemos siempre orar por los sacerdotes ya que los vemos sumergidos en la vida de la Iglesia. Los vemos en diversas actividades transmitiendo esperanza, levantando a los desvalidos, instruyendo a los fieles, confesando, alimentando a su comunidad. Hagamos oración por nuestros sacerdotes y caminemos con ellos hacia la santidad.

Residuos Peligrosos en el Hogar

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Por Ing. Itzel Elena Maya Trejo.

uando pensamos en Semana Santa, generalmente nos referimos a las distintas escenas, bíblicas y dramáticas, sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Pero pocas veces nos detenemos a mirar al hermano, a nuestro entorno, incluso a nosotros mismos. Hoy quizá valga la pena hacer un ejercicio de pensar en el para qué Cristo padeció, murió y resucitó. En concreto, te propongo un ejercicio con respecto a nuestro entorno, al medio ambiente que nos rodea. Porque Cristo murió por todos, sí, pero para algo: para que “todo sea restaurado en Cristo”, incluso la misma creación. Hoy día, nuestro ambiente se vuelve en contra de nosotros, porque no hemos sabido cuidarlo ni conservarlo adecuadamente. Es verdad que Dios, al crear a la humanidad, le ha dado el dominio sobre lo creado, para utilizarlo en provecho propio, pero no destruyéndolo, sino cuidándolo y conservándolo adecuadamente. Hablemos por un instante de los llamados “residuos peligrosos”. A través de la ciencia y la técnica, su progreso y su uso, la humanidad ha conseguido grandes avances y comodidades pero, desgraciadamente a costa de la naturaleza misma, degradándola y destruyéndola, lo que ha provocado niveles de contaminación ambiental que poco a poco han ido desgastando nuestro entorno natural y el clima. Todo se vuelve contra nosotros en una especie de autodefensa. Al pensar en “residuos peligrosos”, pensamos en los desechos industriales, pensamos en los desechos radiactivos, en ácidos y aceites altamente dañinos para la salud humana. Pero no nos damos cuenta que estos residuos peligrosos son parte de nuestra vida diaria en el hogar. Y no se trata de alarmarnos y favorecer una especie de crisis social por el uso de estos productos que a la larga pueden ser dañinos. Sino aprender a utilizarlos adecuadamente en nuestro beneficio, además de darles un buen uso en bien de la naturaleza misma. Para utilizarlos hay que aprender a conocerlos. 1. Mirar las etiquetas de nuestros productos, sobre todo los de limpieza y aparatos domésticos. En su mayoría, y por ley, deben tener en su etiqueta un rombo. Se llama Rombo NFPA que nos indica el rango de peligrosidad de estos productos.Si el rombo es Azul, indica que hay riesgos para la salud, y nos debe especificar cuáles son estos riesgos. El rombo rojo indica flamabilidad. El amarillo niveles de reactividad y el blanco condiciones especiales. 2. No debemos olvidar, que en cuanto a conservación del ambiente, es importante seguir las 3 “R”: Reduce, Reusa, Recicla. 3. En materia de cuidado ambiental, México es un país que ya está trabajando fuertemente al respecto. La legislación es clara al respecto y se está aplicando lo mejor posible. El problema es que los mexicanos tenemos una cultura de lo cómodo, lo fácil y lo ilegal. No nos dejemos envolver por esta cultura esforcémonos por seguir las indicaciones que todos los productos que consumimos en el hogar traen en sus etiquetas y generemos en nuestras familias esta cultura del cuidado del medio ambiente.


8 Jesús en Viernes Santo; de todos los sabores y colores

Que lo claven en la Cruz Por Pastoral de la Comunicación, Diócesis de Teotihuacán

Por Alfonso Maya Trejo

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uién es Jesús? Entre las primeras preguntas que te han hecho en tu proceso de vida cristiana seguramente está ésta. Y la respuesta más común ha sido experiencial y muy válida: “¡Jesús es quien me ha sacado del lodo!”. Porque por eso estamos tú y yo aquí: intentando dejarnos sacar del lodo, del pecado, de la oscuridad, tomados de la mano de Cristo. Pero ¿quién es, realmente, Jesús? En el Credo Niceno-Constantinopolitano afirmamos una larga respuesta, que francamente no sé si entendemos. Igualmente en el Símbolo de los Apóstoles, la afirmación es ciertamente más sencilla, pero hartamente más oscura. Y si utilizamos el Credo Bautismal, el de pregunta y respuesta, también afirmamos cosas sorprendentes de Jesús: el Cristo, el Mesías, el Crucificado, el Resucitado, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. Hoy miraremos al crucificado, porque creo que no hay mejor oportunidad para comprender realmente la verdadera dimensión de Jesús, que mirarlo en la Cruz. Paseando por Internet, creo que en Facebook, he encontrado un texto muy curioso que comienza con una frase alegre y a la vez terrible, y es de San Francisco de Asís, el trovador del amor de Dios: “¡Me sé de memoria a Jesucristo crucificado!”. Y me ha puesto a pensar: “Sí, yo también me lo sé de memoria”: tantos relatos, tantos textos sobre su pasión, muerte y resurrección: empezando por los cuatro poemas del siervo doliente, en el libro de Isaías; siguiendo por los cuatro evangelios y los himnos cristológicos en las cartas de San Pablo; los comentarios a los evangelios y a las cartas paulinas por los Santos Padres de la Iglesia, los de occidente y los de oriente; los comentarios de San Agustín de Hipona, de Santo Tomás de Aquino y los de San Buenaventura a los comentarios de los Santos Padres, comentando los evangelios y las cartas paulinas; los comentarios de los comentarios a los comentarios… las arengas de San Bernardo de Claraval para invitar a los cristianos cruzados a matar a los infieles musulmanes; los viacrucis meditados y los pintados; las infinitas cristologías que están en las bibliotecas de todo el mundo, desde las más heréticas, llegando a la de Lutero, pasando por las de la Teología de la Liberación, las de la Nueva Teología, hasta las más dogmáticas y correctas, terminando por la del Vaticano II; los cuadros icónicos bizantinos, los del renacimiento, los de Velázquez, los del Greco, y hasta los de Dalí. Los rostros fílmicos y teatrales de Cristo, desde “El Mártir del Gólgota” con un Jesús españolizado de preciosos cabellos rubios y excelentes rizados, envidia de cualquier señora de alta sociedad, al de “La Más Grande Historia Jamás Contada” con un Jesús rústico, sucio y quemado por el sol inclemente del Desierto de Judea y de los caminos polvorientos de Israel; desde el Cristo serio y estilizado, de hablar pausado y solemne, retratado por Zeffirelli; el sonriente de “Jesús de Nazareth, la verdadera historia”, el Cristo recio y tribulado de “La Última Tentación”, al terriblemente sangrante y mutilado de “La Pasión” de Mel Gibson. El Cristo Súperman de “Godspell”, y el Súperstar ‘hippioso’ y setentero y después moderno pandillero de la Ópera Rock “Jesucristo Súper Estrella”… Desde el relato oracional de “Mi Cristo Roto”, a la subyugante poesía crística de Gabriel García y Galán; y hasta el vulgar Cristo de Iztapalapa, por no mencionar los de nuestras parroquias… Tantos rostros, tantos cuadros, tantos Cristos, chiquitos y grandotes, unos muy masculinos, otros muy feminizados… Que a Cristo crucificado me lo sé de memoria. Pero no como San Francisco, que él, sí que se lo sabía, tan de memoria que lo vivió en el amor a los hermanos y a la naturaleza y hasta recibió los sagrados estigmas. Y nosotros… ¡vaya que lo sabemos de memoria!… que hasta lo predicamos al más pequeño y pecador de nuestra casa. Sólo queda una pregunta: ¿Con cuál Jesús te encontrarás este Viernes Santo?

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o cabe duda que los incitadores y manipuladores del pueblo siguen siendo el poder empresarial, político y religioso, aunque hoy se valen de los medios de comunicación con los que incitan al pueblo para que avalen esta absurda guerra iniciada aparentemente contra el narcotráfico. Se han hecho series de televisión como aquella que se llama “El Equipo” en donde se resalta la eficacia de la policía federal en su combate a la delincuencia organizada. La mayoría de los medios de comunicación audiovisuales y escritos manejan una tendencia muy clara a favor de la estrategia de seguridad nacional implementada desde la Presidencia de la República. ¿Cuál ha sido el Saldo? Más de 88 mil muertos. Esto parece indicar que la guerra contra el narcotráfico no es más que un simulacro para reprimir y hostigar, generar miedo y evitar que la gente se reúna y organice. Un sector de la población es presa fácil de lo que dice un locutor con renombre y en su miedo a la violencia, se apropia de la verdad engañosa que al ser repetida tantas veces, pasa a ser como su única verdad y aprueba la presencia de las fuerzas armadas en las calles del país sintiéndose protegido o protegida por el Estado, condenando a una muerte segura al resto de la población que nada tiene que ver con delincuencia organizada y que en versión oficial se convierten en “daños colaterales”. De ahí que resuene con mucha fuerza la siguiente frase: “Somos más, muchos más los mexicanos que queremos un México libre, un México seguro, un México en paz.” (Felipe Calderón, ex presidente). Sí, es cierto, todos queremos paz… ¿Y la justicia? En el anhelo del pueblo de Israel era la independencia y la libertad. Como todos los pueblos, Israel miraba en los romanos al enemigo invasor que había que expulsar, sin embargo no veía la propia explotación y opresión que ejercía sobre su propio pueblo. En nuestro País también nos quejamos de la violencia que ha ido incrementándose y nos cuesta reconocer todo lo que como familias y comunidades tenemos que transformar para ir acabando con este mal de raíz. La versión oficial, igual que la de Roma en tiempo de Jesús, es que tenemos paz y libertad. Pero, ¿Habrá libertad cuando el campo se está muriendo y los bosques son explotados? ¿Libertad cuando la gente padece hambre, miseria, desempleo y nuestros niños están manchados del rostro por la desnutrición? ¿Hay libertad cuando hay personas secuestras y violentadas en sus derechos? ¿Cuando algunos pastores de la Iglesia excluyen y señalan a ciertos sectores de la población o cuando no se pronuncian ante la violencia y la injusticia? Gritaremos ¡Viva la paz! En presencia de aquellas madres que siguen buscando al hijo desaparecido. Tomado del folleto Misión por la fraternidad 2013, tiempo de Cuaresma.


9 SABADO SANTO Sábado Santo

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l misterio esencial del Sábado Santo es la ausencia del Señor. El Señor ha ocultado su rostro; ha sustraído su presencia; el Señor está ausente; el Señor misteriosamente está muerto. Esto es lo que le distingue de cualquier otro momento de la vida terrestre y celeste de Jesús. En su vida terrestre estaba con nosotros; estaba físicamente con los hombres. En su vida celeste, como resucitado, está presente en medio de la Iglesia y del mundo. Pero misteriosamente muerto no afirma ni su presencia terrestre ni su presencia celeste. El Señor está ausente, está muerto y litúrgicamente ésta ausencia se presenta como: la privación de la Eucaristía. Es imposible la eucaristía por que el Señor no está. Este es el único día del año en que no se celebra la Misa en ninguna parte del mundo, porque Jesús está muerto. La experiencia del vacío: cuando se muere un ser querido, decimos que nos ha dejado un vacío que no se puede llenar; este vacío es sobrecogimiento, silencio, ayuno y misterio. La actitud ante este misterio es la quietud. Hay que permanecer sobrecogidos ante la ausencia del Señor. Este es un buen día para pensar en lo que significa que Dios no esté con nosotros. Es una buena oportunidad para revisar nuestra vida con Dios. ¿Cuántas veces somos nosotros los que lo abandonamos? ¿Cuántas veces hemos dejado solo al Señor Jesús? Hoy Jesús nos deja solos. No por su voluntad, sino porque está muerto. La muerte de Jesús causa controversia a los creyentes: ¿Cómo puede morir si es Dios? ¿Cómo puede morir el que es inmortal?

Por Pastoral de la Comunicación, Diócesis de Cuautitlán

Sólo puede ser entendida esta muerte en el contexto de la Salvación que Jesús nos ofrece. Sólo es posible entender que Dios permitiera que a su Hijo le pasara algo así porque era necesario que así sucediera para borrar nuestros pecados y alcanzarnos la salvación. Sin muerte no hay resurrección, y sin resurrección no hay vida eterna. Jesús nos gana la vida eterna muriendo por nosotros. Este día contemplamos la muerte de Jesús. Una muerte que nos causa, por un lado, tristeza, y por otro, alegría. Tristeza porque no es posible que un inocente tenga que sufrir tanto. Tristeza porque la causa de esa muerte son mis pecados. Pero alegría porque esa muerte me confirma el inmenso amor que Dios me tiene. Alegría porque sé que Cristo saldrá vencedor. Alegría porque esa muerte me traerá la salvación y la vida eterna. Este día sábado, al caer la noche vamos a celebrar la Vigilia Pascual. La celebración de la Vigilia Pascual es la más importante fiesta del año cristiano. Es la noche santa, es la noche de la victoria. Cristo Resucita en la madrugada del domingo. Pero no queremos esperar, no podemos quedarnos en casa. Desde la noche del sábado vamos celebrando el triunfo de Jesús. Desde esta noche vamos cantando la victoria del Señor. Vivamos éste día inmersos entre la tristeza de la muerte y el gozo de la Resurrección.

¿Sábado Santo o Sábado de gloria?

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l Sábado Santo (denominado hasta la reforma litúrgica de 1955 Sábado de Gloria) es el nombre que se le da al sábado de la semana del primer plenilunio de primavera (boreal). Es el tercer día del Triduo Pascual, que concluye con las segundas Vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa. Se puede escuchar que en algunas ocasiones se le llama Sábado Santo, y en otras Sábado de Gloria. La historia de la Iglesia nos indica que hay una explicación a ésta que podría ser una confusión, pero que a decir verdad, llamarlo de ambas formas es correcto. Debido al ayuno de preparación a la Comunión Sacramental que antiguamente se hacía desde el viernes Santo y se rompía hasta la hora de la comunión de la liturgia del sábado muy temprano, este mismo se llamaba sábado de Gloria, pero considerando que el ayuno era muy prolongado, de más de un día, el Papa Pío XII, reformó mediante el inesperado decreto “Dominicae Resurrectionis” de 9 de febrero de 1951, la hora de la vigilia hasta horas de la noche, dejando el sábado como

Por Lic. Elisa Soto

un día más de espera, un Sábado Santo, que se convierte en Sábado de Gloria, una vez iniciada la Vigilia Pascual. Es correcto entonces llamarlo de ambas formas, y es correcto también que lo vivamos conforme lo marca la liturgia de la Iglesia en cada espacio de tiempo.


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Celebración de la luz E

l tema de la luz está constantemente presente en la liturgia de Pascua. Es altamente significativo que la vigilia comience con la bendición del fuego y encendiendo el cirio pascual. Esta celebración se inicia fuera de la iglesia donde se habrá encendido previamente una hoguera. El pueblo se reúne en círculo alrededor del fuego. Pascua es un nuevo comienzo del mundo; éste es el simbolismo del fuego nuevo y la nueva luz. El rito del fuego es precristiano, pero ha sido asumido en la liturgia de la Iglesia por su rico simbolismo. Las palabras del sacerdote se encargan de disipar todo vestigio pagano: “Hermanos: en

esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración”. Si recordamos así la Pascua del Señor, oyendo su palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con él siempre en Dios. Se bendice el fuego nuevo, en el que se encenderá el cirio. Desde ahora la atención se dirigirá al cirio precisamente que durante todo el tiempo pascual, será símbolo de Cristo. El Cirio Pascual estará encendido durante la cincuentena pascual, durante todas las celebraciones hasta la tarde del domingo de Pentecostés;

Por Pastoral de la Comunicación, Diócesis de Cuautitlán

también se usa durante los bautizos y en las exequias, significando el principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.

DOMINGO DE RESURRECCION

La Resurrección de Jesús Resucitó al tercer día según las escrituras

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ada domingo en el credo, renovamos nuestra profesión de fe en la Resurrección de Cristo; acontecimiento sorprendente que constituye la clave de bóveda del cristianismo. En la Iglesia todo se comprende a partir de este gran misterio que ha cambiado el curso de la historia y se hace actual en cada Celebración Eucarística, sin embargo, existe un tiempo litúrgico en el que ésta realidad central de la fe cristiana se propone a los fieles de un modo más intenso en su riqueza doctrinal e inagotable vitalidad para que la redescubran cada vez más y la vivan cada vez con mayor fidelidad es: El Tiempo Pascual. Cada año, en el Santísimo Triduo de Cristo crucificado, muerto y resucitado, como lo llama san Agustín, la Iglesia recorre, en un clima de oración y penitencia, las etapas conclusivas de la vida terrena de Jesús: su condena a muerte, la subida al calvario llevando la cruz, su sacrificio por nuestra salvación y sepultura. Luego, al tercer día, la Iglesia recibe su resurrección; es la Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la vida, en el que se realizan en plenitud las antiguas profecías. Toda liturgia del Tiempo Pascual canta la certeza y la alegría de la Resurrección de Cristo. Debemos renovar constantemente nuestra adhesión a Cristo muerto y resucitado por nosotros; su pascua es también nuestra pascua, porque en Cristo resucitado se nos da la certeza de nuestra resurrección. La noticia de su resurrección de entre los muertos no envejece y Jesús está siempre vivo; y también sigue vivo su evangelio. La fe de los cristianos afirma San Agustín, es la Resurrección de cristo. Los hechos de los apóstoles lo explican claramente: “Dios dijo a todos los hombres una prueba segura sobre Jesús al re-

sucitarlo de entre los muertos” ( Hch 17, 31). La muerte del señor demuestra el inmenso amor con el que nos ha amado hasta sacrificarse por nosotros; pero sólo su resurrección es prueba segura, es certeza de lo que afirma es verdad, que vale también para nosotros, para todos los tiempos. Al resucitarlo, el Padre lo glorificó. San Pablo escribe en la carta a los Romanos: “Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucito de entre los muertos, serás salvo” ( Rm 10, 9). Es importante reafirmar ésta verdad fundamental de nuestra fe cuya verdad histórica está ampliamente documentada; aunque hoy, como en el pasado, no faltan quienes de formas diversas la ponen en duda, o incluso, la niegan. El debilitamiento de la fe en la resurrección de Jesús debilita, como consecuencia, el testimonio de los creyentes. En efecto, si falla en la Iglesia la fe en la Resurrección, todo se paraliza, todo se derrumba. Por el contrario, la adhesión de corazón y de mente a Cristo muerto y resucitado cambia la vida e ilumina la existencia de las personas y de los pueblos. En la Santa Eucaristía, en el encuentro con su Palabra, también nosotros podemos encontrar y conocer a Jesús en la mesa de la Palabra y en la mesa del Pan y del Vino consagrados. Que la alegría de estos días afiance aún más nuestra adhesión fiel a Cristo crucificado y resucitado. Sobre todo, dejémonos conquistar por la fascinación de su resurrección. Que María nos ayude a ser mensajeros de la luz y de la alegría de la Pascua.

Por EDICOM.


11 ¡Verdaderamente está vivo! Por Pbro. Lic. Juan Martínez M.

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eliz Pascua de Resurrección, hermanos míos; que nuestro amado que hoy venció a la muerte nos renueve a todos y nos dé como ayer hermosamente decía el profeta Ezequiel “un corazón nuevo y un espíritu nuevo” para enfrentar la vida de una manera más optimista y alegre; de una manera más humana y cristiana. Si de algo nos daremos cuenta en estos días queridos hermanos, es que Cristo resucitado tras salir del sepulcro, salió más feliz, alegre y diría yo “más jovial y chancista” (perdón por la expresión) que nunca. Lo veremos apareciéndose a los discípulos de Emaús y agazapado en el anonimato, ir un rato tras de ellos y luego “importunarles” con preguntas molestas para ellos y haciéndose el que no sabe nada de lo sucedido. Inclusive después de explicarles las escrituras, será capaz de seguir en su papel y hacer “como que iba más adelante” (Lc 24,28) para así arrancarles esta bellísima oración: “Quédate con nosotros Señor, que se hace tarde y el día se acaba” (24,29) si, hermanos míos; si nuestro Dios se aleja de nosotros, es decir: si nosotros nos alejamos de él, el día se nos oscurece y se nos acaba, y la vida también: porque sin el Dios alegre que ha vencido a la muerte todo se vuelve gris. Y es que, hermanos, la realidad de la muerte es algo tan crudo y tan fuerte que el hombre en si se niega a aceptar otra realidad más allá de ésta. Por eso Cristo quiso morir, hermanos, para con sus palabras y con todo su ser mostrarnos que la muerte en lo más mínimo tiene la última palabra; por eso se apareció tantas veces a sus discípulos y se dejó tocar una y otra vez para que ellos quedaran plenamente convencidos de la verdad de la resurrección. Eso es lo que nos dice precisamente la primera lectura; que los apóstoles fueron los testigos de cuanto el hizo en Judea y en Jerusalén y por eso su testimonio es veraz; porque Jesús se apareció no a todo el pueblo sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido. Por eso, hermanos míos, celebremos con gozo en este día la Resurrección del Señor y démosle gracias porque dispuso que ésta verdad nos fuera transmitida fielmente por los apóstoles y solo por ellos. Ellos fueron los testigos de la resurrección, fueron ellos los que vieron el sepulcro abierto y los que después recibieron el “vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”. Sólo de manos de los apóstoles la obra de Jesús puede darnos vida plena a todos. Dios les bendiga a todos en este santo día, queridos hermanos, y que nos de la gracia de ser esa masa nueva de la que habla San Pablo, con la que se haga el nuevo pan que dará de comer y dará vida mundo.

La Pascua de Jesús en el mundo de hoy Por Pbro. Dr. Jaime Rivas Aldama, Rector del Seminario Diocesano de Texcoco Pascua en sentido original significa “paso”. La Pascua que celebramos los cristianos significa el paso de Jesús de la muerte, a la vida; de la estancia terrena a la patria celestial, el paso de su condición limitada a la dimensión eterna. Pascua se identifica también, por esto, con la Resurrección del Señor. Misterio por el cual, Jesucristo se convierte en el Señor de la Vida y rebasa todo límite del espacio y del tiempo. Así, “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8). La Pascua nos recuerda, además, que con Jesús, por Él y en Él, de igual forma nosotros, pasamos de la muerte terrena a la vida plena, verdadera y eterna; recibimos en nuestro ser finito, una nueva condición: la eternidad. Por el Sacramento del bautismo, participamos de la Resurrección de Jesucristo: morimos con Cristo para resucitar con él (Cf. Rm 6, 3-5.8) La experiencia central, por tanto, de nuestra Pascua, es el Bautismo, que recibimos por la fe, en la comunión de la Iglesia. El sentido esencial de la Pascua Cristiana, es presente, no es una historia legendaria, no es cosa del pasado; no se trata sólo de una remembranza, sino de una actualización. Por esto, la celebración pascual de estos días, porta la luz que disipa la oscuridad que envuelve nuestro mundo. El mundo de hoy, paradójicamente, vive, rodeado de muerte. La sociedad que nos circunda va en declive, como queriendo morir sin hallar sentido a la existencia. Se corrobora un dato por demás clarividente, una experiencia plasmada en lo cotidiano: “cuando se deja de creer en Dios, en seguida se cree en cualquier cosa” (G.K. Chesterton). El mundo en que estamos ha optado por una vida sin Dios, la humanidad piensa que disfruta actuando como si Dios no existiera, ha intentado asesinarlo, ha buscado expulsarlo de las cosas terrenas, ha querido ignorarlo. Ha decidido no creerle a Dios. La humanidad, nuestra pobre colectividad, va en camino de muerte. <<Sin Dios>> nos hallamos delante de un mundo oscuro, ante un futuro sombrío. “En la nada, de la nada, que pronto recaemos” (reza un epitafio del siglo 1º d.C.) Al no creerle a Dios, creemos cualquier cosa. Esto es hoy tangible: Promesas de políticos para acabar con la corrupción y la impunidad, para ofrecer justicia y seguridad, para recuperar el medio ambiente, etc., promesas de líderes religiosos, que ofrecen vida sin dolor, buenas vibras, chakras, mantras y lotes en el cielo, sin mayor esfuerzo. Promesas que constatamos falsas… ¡y seguimos presumiendo! Recientemente hemos sido testigos de la proliferación de profecías erráticas del fin del mundo, que seguimos esperando, creyendo que sucederán el día y a la hora que “se dice que se dijo”. Encontramos tantos hombres y mujeres cargados de superstición, que viven angustiados por el cumplimiento de lo que los horóscopos o las cartas les han advertido. Pasan días y horas, el tiempo pasa, no se detiene, las promesas no se cumplen, las adivinaciones tampoco, no obstante… ¡seguimos creyendo! Permítanme dar algunos ejemplos concretos: a la muerte de Hugo Chávez, surgió como la harina con un poco de levadura, la idea de que él sería el libertador mesiánico de América, se pensaba que sería “el salvador” de la región, por eso se exaltó al “Comandante Chávez”, pero murió…y creímos. Se dice que la mayoría de los mexicanos votó por el presidente Enrique Peña Nieto, juzgando que representa al “nuevo PRI” y con él llegaría la salvación a México o por lo menos la seguridad, la justicia y la paz; mexicanos desmemoriados, creemos… Continuamente se presentan “pruebas contundentes” que demuestran la existencia de extraterrestres… lo profesamos cierto. Todo esto pues nos viene encima porque nos desembarazamos de Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Se trata de una profunda crisis de fe. Perderla, exponerla al riesgo de su disminución, nos deja demasiado expuestos a creer cualquier cosa, incluso en “la santa muerte” o en el poder “transformador” del “Harlem Shake”. La Pascua es un acontecimiento grande y actual, luminoso y glorioso, nos ofrece la vida en Dios, devolviéndonos la alegría de vivir y de luchar por un mundo más humano. El acontecimiento pascual nos ciñe a la verdad, alejándonos de toda mentira y falsedad; nos aparta de la cultura de la muerte, porque da sentido a la existencia. Los cristianos, por la fe en la Resurrección, tenemos la esperanza de un futuro mejor y de un mundo lleno de luz. De aquí, que la Pascua requiera celebrarse gozosamente. La celebración pascual revitaliza, renueva, motiva. Desde luego que, el suceso pascual se acepta, se experimenta en la fe y por la fe se celebra. Por tanto, la Pascua de Jesús, nos invita a crecer en la fe para resucitar con Cristo y vivir plenamente. Resucitados con Cristo, “muertos al pecado y vivos para Dios” (Rm 6,11), activemos nuestro compromiso bautismal, renunciando al pecado, separándonos de la incredulidad, renunciando a la superstición, superando las falsas esperanzas depositadas en falsos profetas. Celebrar la Pascua no indica solamente “ir a misa” “cumplir el precepto”, significa mejor no dejarnos engañar, no caer en el espiral del pesimismo y de la muerte; por ello celebremos nuestra fe, especialmente en la Eucaristía, Sacramento Pascual; compartámosla, se fortalecerá y haremos realmente presente la Pascua de Jesús en nuestro mundo.


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13 S.S. FRANCISCO “Amándolo lo eligió” nuevo lema de la Iglesia Católica

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ATICANO, 18 Mar. 13 / 11:42 am (ACI/EWTN Noticias).- El director de la sala de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, explicó en conferencia de prensa que el escudo del papa Francisco es esencialmente el mismo de cuando era Arzobispo y que su lema es “Miserando atque eligendo”, que puede traducirse como “Lo miró con misericordia y lo eligió” o “Amándolo lo eligió”. En los trazos esenciales el papa Francisco ha decidido conservar el mismo emblema que mantuvo desde su consagración episcopal, particularmente caracterizado por la sencillez. El escudo azul aparece coronado por los símbolos de la dignidad pontificia iguales a aquellos elegidos por su predecesor Benedicto XVI: la mitra colocada al centro y en alto con las llaves entrecruzadas, una representada con el color del oro y la otra con el de la plata, unidas (en la parte baja de la imagen) por un lazo rojo. En alto, aparece el emblema de la Compañía de Jesús (jesuitas) a la que pertenece: un sol radiante con, al centro y letras rojas, la inscripción IHS, el monograma de Cristo. Sobre la letra H se apoya la cruz, en punta, con los tres clavos en negro colocados a la base. En la parte inferior se ve la estrella y la flor de nardo. La estrella, siguiendo la antigua tradición heráldica, simboliza a la Santísima Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia; mientras la flor de nardo evoca la figura de San José, el patrono de la Iglesia universal cuya fiesta se celebra este 19 de marzo, día de la inauguración del pontificado. En la tradición iconográfica hispánica San José aparece representado con un ramo de flor de nardo en la mano. Al colocar en su escudo estas imágenes, el Papa ha querido expresar su propia y particular devoción hacia la Virgen Santísima y San José.

El lema El lema del Santo Padre Francisco está tomado de las Homilías de San Beda el Venerable sacerdote (Hom. 21; CCL 122, 149-151), quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe: “Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me”, que evoca el siguiente pasaje: “Jesús vio a un hombre, llamado Mateo, sentado ante la mesa de cobro de los impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’. Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo, (miserando atque eligendo), y le dijo Sígueme, ‘Sígueme’, que quiere decir: ‘Imítame’. Le dijo “Sígueme”, más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque, quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él y anduvo”. La homilía de San Beda el Venerable, presbítero es un homenaje a la misericordia divina y aparece reproducida en la Liturgia de las Horas en la fiesta de San Mateo que además reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del Papa. En la fiesta de San Mateo de1953, el joven Jorge Mario Bergoglio experimentó –a la edad de 17 años- en un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después y tras una confesión, se sintió tocado en el corazón y advirtió que sobre sí mismo descendía la misericordia de Dios, quien con mirada de tierno amor, lo llamaba a la vida religiosa en la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola.? Una vez Obispo, el entonces Mons. Bergoglio, en recuerdo de ese momento que lo marcó profundamente, decidió elegir como lema la expresión de San Beda “miserando atque eligendo” que ha querido reproducir también el propio escudo pontificio.


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+Óscar Roberto Domínguez Couttolenc. M.G. Por la Gracia de Dios y de la Santa Sede Obispo de Ecatepec

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Comunicado 004/2013

MENSAJE A LA DIÓCESIS DE ECATEPEC CON MOTIVO DE LA ELECCIÓN DE SU SANTIDAD FRANCISCO

l día 13 de Marzo a las 12:05 tiempo de México, apareció el humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina, ante este signo todo mundo esperó con gran interés al nuevo Romano Pontífice. Durante los siguientes minutos toda la atención se volcó hacia el balcón central de la Basílica de San Pedro, queriendo escuchar las palabras “Habemus Papam”. Cuando se vio el movimiento de las cortinas del balcón poco después de la 13,30 hrs., sabíamos que conoceríamos al Papa 266 de la historia de la Iglesia. La alegría fue desbordante al saber que el elegido Papa era el cardenal Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, originario de Latinoamérica, del “continente de la esperanza”, de las tierras donde impera el sol, en Buenos Aires Argentina. El Santo Padre había elegido el nombre de Francisco. Ante un acontecimiento de tal magnitud, la Iglesia proclama la perenne e inmutable fuerza de la Palabra de Dios: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella” (Mt 11,25). Hoy podemos ver como la acción del Espíritu Santo se sigue manifestando en nuestros días y de una manera muy singular en la elección del Santo Padre. Muchos medios de comunicación masiva en nuestro país y en el orbe entero acapararon la atención de este evento histórico; en las redes sociales como Facebook y Twitter, se emitieron más de siete millones de mensajes cortos respecto a la elección del Su Santidad Francisco. Sin embargo, nosotros como católicos debemos estar alertas ante las comunicaciones, ya que muchas veces las notas son hechas con irresponsabilidad, otras veces con imparcialidad y por desgracia, en no pocas ocasiones con el afán de atacar en este caso a la Iglesia. Ejemplo de esto, es lo mucho que se dijo antes del “conclave”; se habló de divisiones internas, de la participación de cardenales inmiscuidos con protección a pederastas, lavado de dinero, etc., también hubo muchas voces de lo que el nuevo Papa “debe de cambiar”: el acceso al sacerdocio por las mujeres, aceptación de las uniones conyugales, la anticoncepción, el aborto, que se presentan como “retos” de una Iglesia que debe “emparentar” con el mundo actual, ante el peligro de desaparecer o perder muchos de sus “fieles”. Por nuestra parte, como Iglesia vivimos con fe, esperanza y caridad la presencia de Dios en este momento relevante de la historia de nuestra Salvación. Lo que contemplaron nuestros ojos, fue una elección donde la oración de toda la Iglesia fue muy importante. Fue un cónclave más corto de lo que se esperaba y donde se manifestó la Catolicidad de la Iglesia, al ser electo un Latinoamericano como Vicario de Cristo. La buena impresión que causó el Papa Francisco, no fue solo por ser el primer Santo Padre de nuestro continente, sino por irradiar humildad y sencillez; quedó en nuestros corazones la oración que dirigió con gratitud y hermandad por su antecesor emérito Benedicto XVI y la petición de nuestra oración inclinándose con devoción en un momento de silencio antes de impartirnos su bendición. Emanaba en su mirada paz y confianza: No llevaba la muceta roja, ni una cruz pectoral ostentosa, sino una cruz muy sencilla de madera y bronce. Al elegir el nombre de Francisco, inmediatamente vino a nuestra mente el recuerdo de San Francisco de Asís con su extraordinaria espiritualidad y pobreza evangélicas. Nos invitó a orar por todo el mundo para hacer una gran fraternidad emprendiendo un camino de confianza entre nosotros. En nuestra Iglesia de Ecatepec, manifestamos nuestro amor, obediencia, respeto y fidelidad al Santo Padre Francisco y experimentamos una gran alegría y esperanza ante su elección. Nos impulsa además con renovadas fuerzas al compromiso de la “Nueva Evangelización”. Como su Obispo hago eco del llamado del Santo Padre Francisco en su primera homilía ante los cardenales el día 14 de Marzo, cuyo mensaje es para todos nosotros una invitación a caminar siempre en la presencia del Señor, a edificar la Iglesia esposa de Cristo sobre la piedra angular que es el mismo Señor, y confesar a Cristo con la Cruz para ser verdaderos discípulos del Señor. La elección del Sucesor de Pedro nos ha dejado un ejemplo de “humildad, sencillez y servicio”, por eso, nosotros en nuestra realidad nacional, estatal, municipal y local; debemos buscar esos valores en particular cuando haya elecciones a cargos de representación popular. En nuestro municipio se realizará la elección de los consejos de participación ciudadana, delegados y subdelegados, el día 24 de Marzo, por ello invito a todos los católicos y hombres y mujeres de buena voluntad no perder de vista la “humildad, sencillez y servicio” que nos lleven a realizar entre nosotros el llamado del Santo Padre a hacer posible la fraternidad trabajando el uno por el otro construyendo un mundo de paz. Los convoco a elevar nuestras oraciones al Señor que “está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo”, (Cfr. Mt 28,19) para que sostenga a nuestro Papa Francisco, y a encomendarlo al amparo y protección de nuestra Madre la Virgen de Guadalupe, para que su ministerio sea fecundo para la Gloria de Dios y edificación de su Reino. Dado en la oficina de Gobierno Pastoral a los catorce días del mes de marzo del año de la Fe 2013. En Cristo misionero, les aseguro mi oración, amistad y cariño.


15 S.S. Francisco : Jorge Mario Bergoglio, S.I

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l cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.I., arzobispo de Buenos Aires (Argentina), Ordinario para los fieles de Rito Oriental residentes en Argentina y desprovistos de Ordinario del propio rito, nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Estudió y se diplomó como Técnico Químico, para después escoger el camino del sacerdocio y entrar en el seminario de Villa Devoto.

Entre 1980 y 1986, fue rector del Colegio Massimo y de la Facultad de Filosofía y Teología de la misma casa y párroco de la parroquia del Patriarca San José, en la diócesis de San Miguel. En marzo de 1986, se trasladó a Alemania para concluir su tesis doctoral, y sus superiores lo destinaron al colegio de El Salvador, y después a la iglesia de la Compañía de Jesús, en la ciudad de Córdoba, como director espiritual y confesor. El 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio del mismo año recibió en la catedral de Buenos Aires la ordenación episcopal de manos del cardenal Antonio Quarracino, del Nuncio Apostólico Monseñor Ubaldo Calabresi y del obispo de Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñénovich. El 13 de junio de 1997 fue nombrado arzobispo coadjutor de Buenos Aires, y el 28 de febrero de 1998, ar-

El mensaje papal: ¿De qué poder se trata?

zobispo de Buenos Aires por sucesión, a la muerte del cardenal Quarracino. Es autor de los siguientes libros: «Meditaciones para religiosos» de 1982, «Reflexiones sobre la vida apostólica» de 1986, y «Reflexiones de esperanza» de 1992.

Es ordinario para los fieles de rito oriental residentes en Argentina que no cuentan con un ordinario de su El 11 de marzo de 1958 ingresó en el noviciado de rito. la Compañía de Jesús, realizó estudios humanísticos en Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina. Chile, y en 1963, de regreso a Buenos Aires, se licenció en Filosofía en la Facultad de Filosofía del Colegio «San Relator General Adjunto en la 10ª Asamblea General José» de San Miguel. Ordinaria del Sínodo de los Obispos de octubre de 2001. De 1964 a 1965 fue profesor de Literatura y PsicoloDesde noviembre de 2005 a noviembre de 2011 fue gía en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, y en 1966 enseñó la misma materia en el colegio de El Salvador de Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Buenos Aires. Juan Pablo II le ha creado y publicado cardenal en De 1967 a 1970 estudió Teología en la Facultad de el Consistorio del 21 de febrero de 2001, titular de San Teología del Colegio «San José», en San Miguel, donde Roberto Bellarmino. se licenció. Era miembro de las siguientes congregaciones: para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; para El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote. el Clero; para los Institutos de Vida Consagrada y de la En el curso 1970-71, terminó la tercera probación en Sociedad de Vida Apostólica; el Pontificio Consejo de Alcalá de Henares (España) y el 22 de abril de 1973 hizo la Familia; la Comisión Pontificia para América Latina. la profesión perpetua. Fue maestro de novicios en Villa Barilari, en San Miguel (1972-1973), profesor de la Facultad de Teología, Consultor de la Provincia y Rector del Colegio Massimo. El 31 de julio de 1973 fue elegido Provincial de Argentina, cargo que ejerció durante seis años.

NUESTRO CAMINAR

Por José Luis Ramírez

S

i algo ha llegado en los últimos tiempos han sido mensajes claros de la necesidad de cambiar, de tomar conciencia, de ver reflexionar en torno al papel de los católicos en todos los ámbitos de la comunidad, no solo el espiritual. Tras la dimisión del papa Benedicto XVI, como muestra de humildad “mi cuerpo no da para más”, emerge ahora la figura de Su Santidad Francisco y su mensaje ha sido claro. Inicia su pontificado con muestras de humildad y envía un mensaje que algunos dirían solo fue para los personajes con poder en sus respectivos países, pero que evidentemente es para todos, católicos y no católicos, “seamos custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, de su ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”. Pero si algo debemos reflexionar en torno como nos hemos conducido hasta ahora, es la afirmación de S. S. Francisco: “El poder del Papa es el servicio a los otros, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños, el hambriento, el sediento, el forastero, el desnudo, el enfermo y el encarcelado”. Y para que no quede duda de su aseveración, subraya que “ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe”, afirmó el papa en la homilía de la misa de inicio de pontificado. Estamos a punto de iniciar la Semana Mayor, nos preparamos para vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo y ahí el mensaje papal cobra mayor relevancia para el mundo católico y hasta para quienes no están en él.


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Beatísimo Padre Francisco:

México, D.F., 14 de marzo de 2013

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on inmensa gratitud a Dios nuestro Señor, que no deja de dar a su pueblo pastores según su corazón (Jer 3,15), la Iglesia que peregrina en la República Mexicana le saluda, expresándole el amor, el respeto, la obediencia y la fidelidad de las y los católicos de esta noble nación que, al igual que la patria que lo vio nacer, Argentina, forma parte de nuestra querida América Latina, empeñada en la Misión Continental, a la que nos ha impulsado Aparecida.

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). Su Santidad ha escuchado estas palabras que el Señor le dirigió a través de los Cardenales electores, y fortalecido por la gracia divina, dijo “sí”, eligiendo por nombre el de un gigante de la santidad: Francisco, de quien el poeta Dante, refiriéndose a su nacimiento, exclamaba: “Nacióle un sol al mundo” (Divina Comedia, Paraíso, Canto XI). Del “Poverello” de Asís, su venerable predecesor, el papa emérito Benedicto XVI afirmó: “sabía que... sólo en la comunión de la Iglesia construida sobre la sucesión de los Apóstoles se renueva también la obediencia a la Palabra de Dios” (Audiencia, 27 de enero de 2010). Por eso entendemos muy bien que el día de ayer, al presentarse ante la Iglesia de Roma, que preside en la caridad a todas las iglesias (cfr. San Ignacio de Antioquía, Ad Romanos, praef.), haya pedido la oración del pueblo, rogando la bendición para el Obispo de Roma. Su Santidad, que conoce muy bien las riquezas, los gozos, las oportunidades, los sufrimientos, las carencias y los problemas que enfrentan los pueblos de América Latina, nos ha invitado, con toda la Iglesia, a caminar, construir y confesar, “sobre la piedra angular que es el Señor mismo” (Homilía, 14 de marzo de 2013). Así queremos hacerlo, exclamando con san Jerónimo: “Yo no sigo un primado diferente del de Cristo; por eso, me pongo en comunión... con la cátedra de Pedro” (Cartas I, 15, 1-2). Santo Padre Francisco, estamos verdaderamente emocionados por su elección al Supremo Pontificado, y también muy agradecidos con Su Santidad por haber aceptado la pesada Cruz del ministerio petrino. Queremos que sepa que las y los católicos mexicanos procuraremos aligerarle la carga con nuestra oración, nuestro amor y nuestra fidelidad. Con estos sentimientos, rogamos al Señor que, por intercesión de Santa María de Guadalupe, a quien sabemos que Su Santidad profesa especial devoción, le conceda un fructuoso ministerio, e imploramos que imparta sobre el pueblo de México la bendición Apostólica. Por los obispos de México: +Javier Navarro Rodríguez Obispo de Zamora Vicepresidente de la CEM +Eugenio Lira Rugarcía Obispo Auxiliar de Puebla Secretario General de la CEM


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