3 minute read

Atelier Atlántico

La obra de Atelier Atlántico sólo puede ser comprendida desde una intimidad personal y cercana, un momento compartido que permite a Germán y Mario, componentes de este estudio, conocer al habitante a través de una sucesión de encuentros y charlas en las que la arquitectura pasa a un segundo plano. Se trata de conversaciones que giran en torno a rutinas, deseos, aspiraciones o recuerdos, que saltan desde el material de la fachada de la casa de un antepasado a cuál es la hora ideal para sentarte a leer un buen libro. Entre llamadas, cafés y mensajes, este estudio parece jugar con los roles, y profesional y cliente son papeles que se adoptan, que se disuelven entre confesiones e historias por las que se filtra la arquitectura.

El objetivo de este acercamiento es el de conseguir hacer manar todo aquello que el habitante carga en su mochila: sus experiencias, sus vivencias, sus sueños, lo conocido y lo desconocido, lo consciente y lo inconsciente. La labor de la pareja de arquitectos comienza cuando hace suyas estas aspiraciones y las baraja junto con su propia carga y una atención exhaustiva al entorno. Atelier Atlántico hace gala de lo aprehendido, sus propias referencias, sus vivencias y sensaciones, que componen un carrete de imágenes de significado personal y críptico pero que sin embargo significan de algún modo su forma de comprender la arquitectura, como un ejercicio introspectivo que les permite comprender sus referencias antes, durante y después de cada proyecto.

Este compendio de alusiones a la historia del arte, de la escultura, de la arquitectura o de la humanidad en sí misma –desde Robert Smithson o Richard Serra al Panteón o el Templo de Edfu en Egipto– son parte de sus herramientas a la hora de emprender un proyecto, su guía y expectativas, que quedan deformadas y subvertidas, pero están siempre presentes. En consecuencia, la obra de Atelier Atlántico parece compuesta por múltiples estratos, de complejidades y referencias, de recuerdos, articulados elegantemente, donde conceptos como ‘invención’ y ‘originalidad’ quedan abiertamente negados para asumir que construimos con aquello que conocemos, que amamos y forma parte de nosotros, aunque sea inconscientemente. ‘No, nunca originales’.

A la hora de emprender este número de [patio], Mario y Germán aceptaron el reto como un proyecto más, como si se tratase de una especie de herramienta vital o deformación profesional que fluye más allá de las fronteras de su trabajo como una manera de comprender el entorno. ‘Atelier Atlántico’ se ha convertido en una forma abstracta, tan compleja como sus integrantes, compuesta por un compendio de historias cotidianas, de curiosidades personales, referencias y reflexiones compartidas que han terminado por seducir algo mucho más familiar: una amistad.

Por este motivo, hemos decidido recoger una selección de obras que no puede ser comprendida como una colección de productos acabados, sino como fotogramas de una misma exploración, extractos de un discurso en evolución que funcionan como soluciones personales, con nombres propios: Jorgelina, Bruno, Marco, Blanca, Juan, Laura o Elena.

La arquitectura de Atelier Atlántico resulta rabiosamente actual porque, paradójicamente, no busca actualizar ni trascender, tan solo emerge desde el habitante, el lugar y la materia, desde la Arquitectura y las arquitecturas, desde la Historia y las historias.

This article is from: