The Foodie Studies Magazine

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DEL HAMBRE A la excelencia Nada novedoso por otra parte. A menudo, los hurdanos han afirmado que la realidad de la comarca había sido falseada , y han atribuido la cuestión no tanto 11 a la verdad en sí misma como a los interesados relatos inventados por escritores que poco conocían de la realidad hurdana, y a las narrativas de aquellos que acudían a las llanuras extremeñas o castellanas a trabajar y que, a menudo, solían exagerar las cosas (Catani, 1999: 618):

“En abril de hambri me puei morir y en mayo de hambri me esmayo y en San Juan ya no digo ná…”. Negaciones del pasado que, como hemos podido comprobar, también es posible encontrar hoy en día, en tiempos donde la región dista mucho de ser lo que fue y donde el turismo y la modernidad lo han transformado todo, pero en los que aún sus habitantes se ven obligados a reivindicarse una y otra vez clamando porque entienden que “no hay derecho”. Algo que quedó muy bien representado en una carta publicada por alumnos de un colegio de la zona en el Diario Regional Hoy en 1995, donde ponían el grito en el cielo para afirmar que aquella hambre era mentira (Cit. en Catani, 1999):

“En las Hurdes, como en todas partes, se ha pasado hambre y se han vivido malos momentos. Lo que ha sucedido es que, con la visita del rey Alfonso XIII, que vino a distribuir dinero la gente se ha acostumbrado a poner la mano y muchos han cogido la costumbre de quejarse, aunque no tengan ningún tipo de necesidad…”. Una actitud de hartazgo que encontró su cenit mediático con motivo del centenario de Buñuel en el año 2000, y ante cuya pretendida celebración, según publicó El periódico Extremadura el 3 de octubre de 2013 , los alcaldes de tres pueblos de 12 la comarca se opusieron a que se le rindiera un homenaje al cineasta mediante una carta publicada en ese mismo medio, al considerar que su trabajo había sido netamente dañino para la imagen de la zona. Tratar de esgrimir razones al hartazgo resulta relativamente sencillo, sobre todo si se tiene en cuenta la persistencia del hecho y que parece existir un cierto consenso en torno a que la descripción de la miseria hurdana pudiera haber sido exagerada. Sin embargo, no resulta tan sencillo cuando lo que tratamos es tratar de entender la negación de la existencia del hambre del pasado, que por mucho que haya sido abultada parece cuando menos un hecho poco cuestionable. Una cosa es que fuera exagerado y otra bien distinta que no existiera, tal y como afirman muchos habitantes de la comarca cacereña cuando se les pregunta al respecto. Algunos autores han reflexionado en torno a esta cuestión. Catani, por ejemplo, se refirió a este hecho como una negación colectiva de las realidades pasadas, explicándolo a partir de la vergüenza que ocasionaban los famélicos tiempos del pasado hurdano al no soportar -en el presente“un universo para ellos literalmente inconcebible” (1999: 627). Para nosotros, que hemos trabajado sobre este tipo de negaciones del hambre en diferentes contextos (Mariano-Juárez, 2011, 2014; Conde-Caballero, 2019b, 2019a), la explicación podría tener un carácter más de tipo más cultural. Sin entrar en el fondo de la cuestión, algo que no resulta posible de abarcar en este texto, una manera de explicar el hecho resulta posible a partir de la afirmación de que el hambre no es una realidad

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