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El rol del superintendente en tiempos de recesión Un ex presidente de la GCSAA analiza la difícil situación de los superintendentes ante la actual desaceleración económica desde una perspectiva histórica. Por Mel Lucas, superintendente retirado

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os últimos años han visto a gran parte de la América trabajadora padecer los efectos de una crisis financiera –también conocida como recesión– que mucho se asemeja a la Gran Depresión de los años ‘30. Y cuando los momentos financieros no son buenos para las masas, el golf se ve profundamente afectado, especialmente en el sector de los clubes privados. Cuando Wall Street estornuda, muchos clubes privados se resfrían y pierden parte de su membresía. Durante la reciente debacle económica, muchos superintendentes indicaron a sus clubes que aceptarían una reducción de su salario o pasarían a formar parte del equipo de mantenimiento para reducir presupuestos –en ocasiones ante la recomendación de colegas y otros que escriben para publicaciones de campos de golf. A varios buenos amigos míos de la región de Long Island se les pidió hace poco renunciar después de haberse desempeñado como superintendentes en sus clubes durante 24 años o más. A estos superintendentes se les dijo que la razón por la cual eran despedidos era que los clubes querían dirigirse a un “próximo nivel” o tomar una “dirección diferente”. No hace falta reflexionar mucho para advertir que estos clubes están aplicando la misma táctica comercial que se está empleando en todas partes para ahorrar una gran suma de dinero en beneficios, especialmente de jubilación o pensión, para quienes se aproximan a la edad del retiro. Cuando los tiempos son difíciles en todas partes, los empleadores ven en esto una salida más fácil.

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Septiembre 2013

Los presidentes de clubes privados, los directores y los presidentes de comisiones de cancha que han experimentado o sido testigos de recortes en sus propias compañías a menudo transmiten esta “sabiduría” a sus clubes de golf. Al destituir al integrante del equipo de mantenimiento mejor pagado –el superintendente– el club puede sobrevivir a los peligros de una economía endeble, o por lo menos así es su razonamiento. Esto con frecuencia es una total sorpresa para el superintendente, que en muchos casos no cuenta con un contrato adecuado. Comencé a darme cuenta del alcance de este problema mientras leía el artículo de “La edad de los desempleados”, escrito por Daniel Heinze para la edición de diciembre de 2012 de GCM. Creo que la actual situación económica producirá un efecto a largo plazo sobre la filosofía del manejo de campos de golf, conforme la entendemos hoy. Con tantos graduados jóvenes bien instruidos incapaces de encontrar empleo, no es una sorpresa que estos individuos estén empezando a buscar una salida fuera de la industria del golf. Y cuando escuchamos que un único aviso para un puesto de superintendente recibe 200 a 300 solicitudes, podemos esperar que los dirigentes de estos clubes, que han tomado la decisión de despedir a sus superintendentes de tantos años con salarios altos, crean que han hecho lo correcto. ¿Acaso hemos firmado nosotros mismos nuestra propia acta de defunción? En los últimos 40 años, la GCSAA y sus capítulos afiliados han mantenido becas para ayudar


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