REDsidir en la Matriz

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REDsidir en la Matriz Natalia CastaĂąeda Arbelaez

I n f o r m e r e s i d e n c i a C R A C Va l p a r a ĂŽ s o , C h i l e


RESIDENCIA INTERNACIONAL PARA UN ARTISTA CRAC VALPARAISO (Centro de residencias para artistas contemporáneos) Programa Distrital de Estímulos 2011 Convocatoria de Artes Plásticas IDARTES, Instituto Distrital de las Artes Alcaldia Mayor de Bogotá. 10 de Noviembre / 20 de Diciembre 2011 La Matriz, Barrio Puerto. Valparaiso , Chile

Agradecimientos: Al equipo CRAC: Paulina Varas, José Llano, Erick Fuentes, Antonio Varas, Carolina Trinidad, Manuel Carrion. A las tías del 421: Ester, Mónica, Eliana, Sonia, Elcira Rosita, Rosa, y la otra Rosa, a Don Hernan y Don Moises en el comedor Al Padre Gonzalo, a Norma, Isabel y Hugo en la parroquia A Alvaro y Cristian en la música A Don jorge A Manuel y Luis en el atrio A Carmen y Francisco por su interpretación de “la joya del pacifico” y todos los que recurren y habitan esta plaza. A mi compañera de residencia Elisa Zeravito.


Con el propósito de hacer del viaje el objetivo de la residencia, en un deambular desinteresado que dedica tiempo al camino, el itinerario fue cambiando desde una intensión nómada e individual a una preocupación por el estar: por el residir. En la búsqueda de un encuentro y con el propósito abierto, la idea proyectada fue tornándose a una construcción del habitar como interacción social al interior de las circunstancias dadas por el contexto donde residía: el corazón fundacional de la ciudad de Valparaíso: la Matriz. El ejercicio de Residencia promueve un desplazamiento en un espacio-tiempo diferenciado que compone y activa un nuevo habitar bajo circunstancias, personas y lugares distintos. Esta situación abre la percepción al discurrir del encuentro, de la diferencia, de la particularidad y la recurrencia bajo la mirada sorprendida del viajero; quien además de descubrir, caminar, comparar, cartografiar, conocer, entender y ubicarse, busca adaptarse, vincularse y relacionarse como condición verdadera para el residir, como interacción intrínseca para ser parte y no solo un paseante. Condición que procura además de recibir, articularse dentro de la dinámica local como sujeto activo: como residente.


Ocupar Valparaiso Valparaíso, al ser puerto, ha sido una estación recurrente para viajeros de todo el mundo, donde muchos no zarparon de vuelta atrapados en la red de su encanto. Como si la ciudad capturara a sus visitantes en el cerramiento de su tejido topográfico en forma de anfiteatro, en el laberinto de sus escaleras, en la familiaridad de su gente, en su entramado social y político de empoderamiento y solidaridad. Como si el proceso de su develamiento fuera reciproco al proceso de enamoramiento. Donde la posibilidad de quedarse habitando Valparaíso se propusiera desde el interior de cada paso.


Con la ansiedad de trazar unas acciones en la ciudad a travĂŠs de mi andar, de dibujar con mi caminar, al recorrer los cerros, el plan, el patrimonio histĂłrico y los bordes, mi paso se fue volviendo lento. Se detuvo en la ventana de mi residencia. Donde las distancias se acortaron al barrio que habitaba. El deseo de consumir el territorio con mis recorridos se redujo a la curiosidad de observar mi entorno inmediato, de ocupar el lugar donde vivĂ­a, de conocerlo y relacionarme con ĂŠl.


Ocupar mi residencia pronto ocupo mi cotidianidad y mi quehacer, con la insistencia misma que los chilenos usan el verbo ocupar para remplazar la palabra usar. Tanto en el territorio geográfico como lingüístico Ocupar es una acción y un término fundamental y cotidiano para vivir y usar en Valparaíso. Esta acción traspasa, resignifica y se obstina bajo diversas circunstancias de necesidad, adaptabilidad, supervivencia, protesta y resistencia. Pues la primera acepción de este término según el rae es : (Del lat. occupāre).1. tr. Tomar posesión o apoderarse de un territorio, de un lugar, de un edificio, etc., invadiéndolo o instalándose en él; característica que responde al particular uso del espacio en Valparaíso como ejemplo más visible el gran numero de asentamientos no planificados de autoconstrucción. En el lenguaje el remplazo del término usar por ocupar me sugiere un tono militante de apoderamiento espacial y temporal. Una referencia no solo al uso o servicio del objeto sino también al territorio de este, además de la temporalidad de esta ocupación como ausencia de disponibilidad. Sumado a esto, la ocupación del espacio en Valparaíso no es muy regular, pues devela una singular manera de adaptación a las restricciones tanto geográficas como socio-políticas. Pues sus emplazamientos dejan entrever los procesos de acomodación y resistencia, como soluciones anormales que paulatinamente resuelven dificultades y cumplen deseos. Algunos ejemplos que resaltan en la superficie y caracterizan la ciudad son los perros callejeros que ocupan todo el casco urbano, los lobos marinos ocupan las ruinas de un viejo puerto, los estudiantes ocupan con las tomas los liceos y las universidades, la ocupación sedimentaria de las construcciones, bricollage urbano de intersticios ocupados, las insatisfacciones comunitarias ocupan a diario las calles a través de las masivas marchas y protestas publicas, muchos estacionamientos son el techo de la casa o las flores primaverales que ocupan las fisuras del cemento como materas. Y muchas otras situaciones dejan entrever esa condición de ocupación, que redefine espacios, como forma de resistencia frente a las inclemencias del contexto.



Contextualización Desde mi llegada el 10 de Noviembre, recibida por una de las más grandes marchas estudiantiles en Valparaíso, día de discusiones al interior del congreso sobre la educación publica en Chile, así como la participación el día siguiente en una protesta en contra del Mall propuesto para el puerto Barón, se me fueron revelando las problemáticas del contexto y el compromiso de su gente con ellas. Tanto las conversaciones con todo el equipo de CRAC, así como la investigación del artista Marcelo Expósito llamada “Sinfonía de la ciudad globalizada”, expusieron rápidamente singularidades criticas que documentan problemáticas reales frente a la rehabilitación y conservación del patrimonio en la ciudad. La obra de este artista fue expuesta por CRAC en el ruedo de la bolsa de valores de Valparaíso, donde se abrió la discusión con asistentes y lideres locales en diversas áreas, en una polifonía critica que exponían la condición actual de la ciudad frente a políticas poco coherentes con las necesidades locales. También fue de vital interés las invitaciones a la Universidad Andrés Bello por parte de José Llano a sus clases con los estudiantes de arquitectura, quienes expusieron características propias del tejido urbano dado por la autoconstrucción, sedimentación y acoplamiento arquitectónico. Sugiriendo deambulaciones para conocer y entender el particular entramado urbano.



La Matriz La parroquia la Matriz data de más de 450 años emplazada en el barrio puerto, como lugar fundacional de la ciudad, aunque Valparaíso nunca haya sido fundada. La iglesia que hoy conocemos encomendada al Salvador de Mundo por votación de sus fieles, data de mediados del siglo XIX. Entre calles adoquinadas y casas de la misma época, ahora algunas restauradas o en ruinas, otras falsos históricos que intenta irónicamente mimetizarse como el supermercado Santa Isabel, son el entorno de la Iglesia. Que con su acceso en ascenso desde la calle Almirante Riveros impone un frente clásico de tres portones y su torre de madera justo sobre la entrada. Una torre, ya torcida a causa de los terremotos, hace ver a la iglesia como un barco que enviste el mar y este se moviera con sus olas. El espacio abierto es el atrio de la Parroquia la Matriz, patio principal que antecede y sirve de acceso a la iglesia. Desde la colonia el atrio cumplió un rol importante al servir como lugar para la evangelización de los indígenas, al ser la extensión de la nave principal de la parroquia donde todos podían acceder. En la Matriz, su balaustrada desciende para abarcar y delimitar el espacio abierto y así acoger entre sus brazos a todos los feligreses, que aunque no sigan los 10 mandamientos como se debe, guardan fervor tanto en la iglesia como en Dios. El atrio al tener casi la misma área que la iglesia cobra vital importancia, para conectar lo sagrado y lo profano, pues además de patio de entrada, es una plaza urbana que alberga desde una procesión de la virgen en la mañana, habiendo sido la noche anterior estadero, lugar de riñas, borracheras y baño publico. El lugar ocupado durante mi residencia fue un departamento en el DUC sobre la calle Santo Domingo, número 30, con dos ventanas privilegiadas en el segundo piso con vista sobre el Atrio de la Parroquia. Mi habitación era un punto de observación estratégico hacia el afuera de mi habitación, hacia el interior del Atrio. Desde ahí pude mapear la dinámica propia y contrastada del lugar; identificando a sus habitantes, sus rutina, sus paseantes, los encuentros, sus guardianes, quienes trabajan, colaboraban, daban, se asentaba, tomaba o rezaba, jugaba o visitaban, comían o defecaban. Este escenario desde mi llegada capturo mi atención, la cual pude estudiar, observar, conocer y vincularme. Pues el lugar pronto se develo como una red que resiste en la humildad solidaria, en la familiaridad de sus afectos, en la fortaleza para el dar y estrechar brazos sin importar la diferencia o la escasez.



El día de mi llegada es el único día que recuerdo la plaza vacía, como deshabitada, en quietud y silencio frente a la aparente ausencia de su gente. Como si la primera mirada de quien llega, al no reconocer a nadie, impidieran recordarlos. La sola presencia latente en aquel atrio fue una bolsa plástica blanca volando al ritmo del viento, en arabescos circulares a través de ese contenedor aéreo proyectado por la plaza.


Al segundo día, llego Elisa Zeravito, residente italiana también en CRAC, quien coincidió con mi estadía para reconocernos como viejas amigas desde el primer encuentro, componiendo la estructura familiar para hacer de la residencia un ambiente cálido y compartido.


Manuel Ya instalada en casa, al tercer día reparamos nuestro primer vecino, Manuel, un caballero de 56 años, quien habita diariamente la esquina norte de la plaza, antiguo pescador que trabajaba ensartando carnada. Él, al perder a sus padres y frente a la reducción de la pesca artesanal, termino en la calle. Desde hace más de 15 años, como si fuera su trabajo, por decisión y comodidad, recurre siempre al atrio de la Matriz de domingo a domingo, desde temprano en la mañana hasta las 4 de la tarde, cuando parte hacia el restaurante de los escoceses a comer y beber. Él es conocido como Manuel él de los perros, quien, anteriormente se encargaba de alimentar una gran manada que habitaban la plaza; hoy solo quedan 2 perros, a quienes Eliza y yo bautizamos Robertiño y Pepito. Manuel también se encarga de las palomas en la plaza como si fuese el monumento vivo, pues hay quienes también lo llaman patrimonio. Desde nuestra llegada suponemos que Manuel reparo nuestra presencia, pues miraba con frecuencia la ventana y cruzaba la mirada con nosotras cuando atravesábamos la plaza. La excusa perfecta para romper el hielo, fue saludarlo hola vecino y entablar de entrada nuestra relación a través del barrio. Él nos saludaba –hola la italiana, hola la colombiana - usualmente buscaba conversación, muy curioso nos preguntaba por que estábamos allí, los costos y otros detalles. Además es buen conversador y con toda generosidad nos daba información sobre el lugar, la gente, la historia, los perros etc. Siempre muy abierto en su actitud y respuesta, fomentando una amistad barrial y de cooperación mutua.


Luis Posteriormente vino Luis, quien nos abordo sentados en las escaleras, él miraba la iglesia, medio curado (borracho), nos afirmaba reiteradamente que no estaba solo, que podía vivir en la calle, pero que tenia Jesús en su corazón, quien era su compañero fiel. Seguridad y fortaleza le daba su convicción de tener a Cristo consigo. Testimonio que comenzaba a constatar el empoderamiento espiritual a través de la iglesia como articulador social presente en el lugar. Luis hace años tubo un accidente que lo dejo discapacitado de una pierna, que lo hace cojear y caminar lento, un bus lo atropello, cuando estuvo en el hospital, nadie lo visito, ni siquiera su única familiar, su hermana, solo tubo una tía voluntaria del Hospital quien le dio la confianza y la voluntad para creer. Su rutina empieza más temprano que la de Manuel, sentado en las escaleras de entrada a una casa desocupada, propiedad de la parroquia, contiguo al comedor 421. Ahí sentado, revisa y organiza el material encontrado quizás en la noche, quizás a la madrugada. Normalmente intenta reparar con una pequeña navaja las cosas que se encuentra. Si son libros los ojea, sobre todo sin son de imágenes. Después de que llega Manuel, cruza el atrio para reunirse con él; para dejarle sus pertenecías y trabajo, para seguir basureando, como dice Manuel. Varias veces los encontramos juntos, compartiendo una bebida, el copete (alcohol), monedas o comida. Tanta era la solidaridad de hermanos, que varias veces los vi caminando de gancho, Manuel llevaba a Luis quien no se podía sostener por si solo y Luis afirmando cómo se ayudaban mutuamente -el me cuida y yo lo cuido-.


El Comedor 421 La curiosidad nos llevo pronto a identificar las dinámicas solidarias del lugar, articuladas la mayoría por la parroquia. De lunes a viernes, a las 6:30pm siempre hay una cola de gente en la entrada del 421, la puerta justo enfrente de nuestras ventanas. La gente que venia usualmente era la misma, un perfil variado de personas humildes que por solo 100 pesos chilenos, 400 colombianos, tenían un buen plato de comida con opción de repetir. Desde punk, curados, viejos, familias, vecinos, trabajadores, niños, solitarios, etc. asisten al comedor. Los sábados en la puerta izquierda de la iglesia, venden ropa usada a muy buen precio, casi regalada, pero dejando regalías para comprar las flores del altar. La ropa no vendida es luego llevada para regalar en el comedor. Los domingos en la mañana del mes de noviembre, la primavera de los países australes, celebran el mes de la virgen con una procesión alrededor del barrio. También detectamos las mujeres quienes con un delantal vinotinto, colaboraban tanto en el comedor como en la parroquia, siendo las gestoras y dinamizadoras del lugar. Un domingo, como día social y de celebración eucarística, el comedor estuvo activo todo el día, en el arreglo de sus mesas, en el cruce de gente que colaboraba, siendo el día con mayor clientela pues se ofrece desayuno y almuerzo, usualmente hecho por voluntarios externos de la parroquia, quienes traen todos lo necesario para hacer un buen banquete. Ese domingo, 20 de Noviembre, Elisa y yo habíamos tomado la decisión de observar y vincularnos con el comedor y proponer algo desde allí, pero primero debíamos conocerlo y colaborar. Cuando nos asomamos a observar desde la ventana nuestra estrategia, Manuel nos llamo desde la calle a invitarnos a bajar y conocer su dinámica. Como si intuyera que buscábamos, bajamos y ofrecimos nuestra colaboración a algunas señoras de delantal para el día siguiente sin saber que nos esperaba. Ese lunes con nuestra timidez llegamos ofreciendo nuestra colaboración, siendo pertinente nuestra mano de obra para picar unas 20 cebollas enormes de 15 cm de diámetro para un gran fondo: una olla común (practica que durante la dictadura se popularizo como frente comunitario para combatir la escasez, como sistema de resistencia y solidaridad propia del espíritu chileno).



Ese día, fue uno de los más maravillosos e impactantes. Las mujeres nos acogieron rápidamente, presentándose y llamándonos así mismo tías, pues este es un denominativo propio en Chile para los maestros, los mayores o para las personas que colaboran o hacen voluntariado. Así que el apelativo familiar nos introdujo dentro de una ambiente cálido y amoroso. Como era usual antes de abrir el comedor, las tías comparten las onces, en un ambiente femenino de hermanas, de risas, de caricias y atenciones las unas con las otras. Allí nos recibieron y compartieron el té y sus experiencias. Antes de abrir el comedor, cada una tomo su lugar, nosotras nos uniformamos igualmente con el delantal, listas para distribuir los platos. Con una actitud de militares, abrieron el comedor, y la tía Ester, la coordinadora, parada en al entrada para ordenar los caballeros y recolectar el pago. Antes de servir y después de la bendición de los alimentos, fuimos presentadas como las nuevas tías voluntarias, recibiendo un aplauso por nuestra presencia. Hora y media de trabajo intenso, entre servir, lavar, recoger, limpiar y hablar. Curiosas ellas y nosotras, nos interrogábamos todo el tiempo, enriqueciendo nuestras experiencias y nuestra admiración por aquellas mujeres. Como clausura de ese día, una pareja de músicos llamados Pimpinela por las tías, quienes trabajan en el terminal de transporte, clientes habituales del comedor, cantaron para nosotras haciéndonos la bienvenida a petición de ellas. Y de un momento para otro paso uno de los instantes más sublimes de la residencia, todas las tías se encontraron bailando con su delantalcito en medio del comedor ya casi vacío. En una alegría infantil, en una conciencia del presente y en una ligereza de espíritu estas mujeres de alrededores de los 50 años, danzaban sin perjuicio, muertas de la risa, en el sentimiento de redención que el servicio les otorga.



Ejercicio Relacional Ese día encontré una razón y un compromiso más allá de mi habitual proceder como artista, permitiendo emplazar mi quehacer no solo en un lugar, sino al interior de una comunidad real, en una instancia donde mi realidad se cruza y enriquece a partir otras tan diversas y complejas, ancladas al espíritu nostálgico o solidario de esa pequeña plaza, que apuesta por una reconciliación del tejido social a través de la esperanza y el trabajo comunitario. Entonces mi propósito artístico, cambio de prioridades sin proponérmelo, donde “la obra de arte, (como dice Nicolas Bourriaud en su libro Estética relacional), se presenta como un intersticio social, dentro del cual estas experiencias, estas nuevas “posibilidades de vida”, se revelan posibles. Parece más urgente inventar relaciones posibles con los vecinos, en el presente, que esperar días mejores” (pag 54. Ed. Los sentidos / artes visuales, Adriana Hidalgo, editora, 2008) Mi ejercicio de residencia se fue dando mediante el compromiso de servicio y apoyo a las tías en el comedor, conociendo a cada uno de sus integrantes, observándolos, compartiendo tanto con los voluntarios como con la clientela del comedor. Donde cada uno de los actores de esta realidad atraparon mi atención, amistad y admiración. Entendiendo mi accionar dentro de la esfera de las relaciones humanas como una razón en si misma, guardando como ganancia la simple posibilidad del intercambio, del encuentro con el otro y de la experiencia comunitaria. A partir de este campo de trabajo, de la dicha de compartir con las tías en el comedor, la comunidad se nos fue abriendo de par en par, para hacernos parte y familia de este entretejido, donde la razón prioritaria era el estar juntos. Así cada uno de los integrantes de la red tomaron verdadera importancia y admiración para con nosotras, de quienes quiero compartir un poco su historia.



Las Tías y Tíos La tía Ester, la coordinadora del comedor 421 desde hace 2 años, es una mujer de voz fuerte y de corazón enorme, lleva más de 14 años trabajando como voluntaria en el lugar, sin ser del barrio y a pesar de vivir a más de una hora en bus en placillas, ella asiste de domingo a viernes cumplidamente para coordinar los voluntarios, cocinar, organizar las donaciones y comprar lo que haga falta. Ella es la gran jefa del lugar, pues con su voz autoritaria mantiene el orden y el protocolo con la gente que va comer, pues los comensales no siempre están sobrios, lo que genera un ambiente muchas veces delicado. Ella dice no tenerle miedo a ninguno y así se siente cuando de actuar y hacer respetar el lugar se trata, pero en cambio, los días que no puede estar, el miedo se le siente al dejar a sus compañeras sin su presencia, sin quien las defienda.


Su espíritu solidario lo heredo de su madre, quien acogía a andariegos en su residencia en placilla, dándoles comida, brindándoles un espacio para asearse, cortarles el cabello y las uñas y un colchón de paja para dormir y descansar. Como Ella, sus hermanos también practican el servicio social de manera voluntaria desde diferentes contextos. La tía Mónica siempre esta bien arreglada y elegante para servir como voluntaria, como ella dice, entre más pobre y sucia este la gente, yo mas elegante me presento, pues a ella siempre le ha movido el corazón servir, y un día ayudando a unos viejitos, una vieja proxeneta a quien estaba cuidando, se puso a llorar al ver que una mujer elegante le lavaba los pies, con el mejor perfume que en sus épocas ella también usaba. Las otras tías le critican tanto labial que se hecha, pero ella dice, por lo menos me verán bella y si les gusto intentaran estar a mi nivel, es decir lavarse como mínimo. No es una cuestión de vestirse igual que ellos, sino más bien mostrar con dignidad, belleza y amor toda esa generosidad. Ella suele vestirse de colores vivos para irradiar luz y no ser sombra, dice ella, pues su intensión es devolverle la esperanza a la gente, con su paciencia e infinita sonrisa. Su labor en el comedor es hacer terapias familiares a gente que ha sido violada o maltratada. Ella ha enseñado a 5 viejitos a leer, ha restaurado matrimonios y hecho que mujeres se amen y se hagan respetar, pues como en Colombia, también hay mucha violencia intrafamiliar, pues el barrio es complejo, pobre, mucho alcoholico y se nota en ruinas. Ella, frente a mi cámara, dijo que hace el amor todos los días, pues Dios es amor y ella lo ve en cada persona, no importa quien sea. Así que su practica es hacer que la gente se ame y ame. Testimonio que me revelo la felicidad que otorga el servicio. Además de hacer terapias y escuchar a la gente atendiendo gratuitamente 4 días a la semana en el comedor, la tía Mónica dice ser bruja, pero que esto no lo puede saber el Cura, afirma muerta de la risa. Pues ella lee la carta astral, estudia terapias alternativas como la homeopatía y las flores de Bach, además de ser consciente de su destreza para leer al otro y entender sus penas, sin necesidad que se las cuente. Así que Elisa y yo, también tuvimos nuestra pequeña sesión terapéutica con flores de Bach y conocimiento de los astros el día de nuestro nacimiento. Así, hicimos conciencia de la no gratuidad de nuestra presencia allí, que algo teníamos que aprender juntas, junto a ellos.


La tía Sonia, era la única que vivía en el barrio, teniendo una hija y una nieta, clones de ella a diferentes edades. Ella es la hermana de la tía Ester, que sin ser de sangre, pero si de vida, han estado juntas desde que son jovencitas, compartiendo el espíritu y trabajo solidario.

La tía Elcira, viene de Chiloé, sur de Chile, descendiente Mapuche, defensora de sus derechos como indígena, siempre dispuesta y firme. Con una hija con la misma entereza que ella, Javiera, quien defendió a la tía Ester de un manotazo de una muchacha en el comedor, justo mi ultimo día en el 421, cuando hubo un altercado con la pandilla de jovencitos Punk.


La tía Eliana, con su espíritu alegre todo el tiempo, no perdía la oportunidad para hacer una broma, salir con una ironía o hacer reír a todos en el comedor con alguna historia.

Había 3 tías llamadas Rosita, cada una tan diferente. Una era abuela, bueno creo que todas eran abuelas, la más adulta, me recordaba a mi abuelita Luz, con su voz dulce y sus gestos. Ella se encargo de pintar las flores hechas con botellas plásticas recicladas, que regalarían en la celebración de la noche buena, donde la parroquia y el comedor hacen una gran cena en el atrio de la iglesia para todo el barrio, para la gente de la calle y para los vecinos, para quien estuviera y quisiera compartir.


El Tío Hernán, un caballero ya de edad, colabora con las tías en el comedor todas las tardes, ayudando a servir, distribuyendo el pan y el agua. Él, oriundo de la capital, visito por primera vez Valparaíso a sus 12 años, quedando hipnotizado por su belleza, por sus mar y por su gente, quien después de esa primera visita, decide abandonar su familia y vivir en el puerto a su corta edad. Quien vivió de manera precaria pero alegre, ya que mirar el mar y vivir cerca del puerto, compensaba cualquier escasez. Después de vivir muchos años fuera del país, decidió pasar su vejez en el puerto, como cuando niño, quien a pesar de recordar nostálgicamente la bonanza y la grandeza de Valparaíso, resiste en la humildad y apego que esta ciudad le ofrece. Álvaro, joven universitario del barrio, quien desde que nació, su familia católica lo ha vinculado a la parroquia, es el músico del barrio, acompañando siempre que puede con su guitarra y su voz las eucaristías ofrecidas en la parroquia. Él participa de esta red desde un vinculo familiar y espiritual muy profundo, pues el reconoce haber cumplido hasta ahora con todos los sacramentos en la iglesia, quien también espera casarse allí, como quien ata su vida a la ciudad y en especial a la Matriz que lo vio nacer. Jorge, “El maestro Yoda”, como lo llama Álvaro, trabaja con plantas medicinales, siendo el curandero del barrio. Él, también ha tejido su vida desde su infancia a aquel puerto, quien ya no se proyecta hacia el futuro sino que más bien recuerda ser bautizado allí, en el seno de la Matriz. Su padre era policía de la estación que quedaba detrás de la parroquia, de la cual ahora solo queda la fachada, después de un gran incendio. El recuerda el barrio puerto, como un lugar de encuentros de gente de todas partes, donde había prosperidad y movimiento, frente al actual desempleo y necesidad que la comunidad resiste. Así como ellos, todos quienes componen la Matriz no dejan de identificarse y proyectarse con toda dignidad parte de esta comunidad, quienes han tejido su vida junto a la parroquia que los mantiene unidos en la dimensión de la solidaridad, tan necesaria dentro de la escasez que ha dejado la privatización e industrialización del puerto en el sector.



El Cura El Padre Gonzalo Bravo, es otro personaje importante dentro esta red, un hombre entusiasta, generoso, con una memoria impecable y un optimismo constante. Al final de cada misa despide de la mano a cada uno de sus feligreses. En el atrio saluda a todos, estuviesen borrachos o caídos, les ofrece la mano como hermano y llamando a cada uno por su propio nombre, como un buen líder. Un hombre abierto, sensible y muy asequible. Profesor universitario, quien en su discurso, sutilmente da cuenta de seguir una corriente del catolicismo llamada Teológica de la liberación, tendencia socio-política que nace al interior de la iglesia en Latinoamérica en los años 60. La Teología de la Liberación busca a través de la fe y la solidaridad la emancipación espiritual del pobre frente a la opresión e injusticia del poder, desde un ideal social que lucha por la igualdad y dignidad de los más desfavorecidos. Esta corriente teológica, más que ser filosofía que concilia el marxismo y el catolicismo, propone una experiencia de compromiso y trabajo por la comunidad. En chile durante la dictadura, toma vital importancia, como institución defensora de los más pobres, lugar de resistencia, fortalecimiento espiritual y cooperación comunitaria. Uno de los lideres de esta corriente en Colombia fue el Padre Camilo Torres, muerto en combate en 1968 como guerrillero del ELN. El Padre Gonzalo, con su labor y sus palabras, nos dejo entender la dimensión solidaria de la parroquia “como la manifestación propia del ser unido, ser juntos, ser hermanos, de mirar al otro no solamente como un otro, sino como alguien que me interesa, alguien que tiene un rostro que me identifica, nosotros los cristianos pensamos que es el rostro de Jesús.”. (entrevista documentada en video) . Cuando conocimos al Padre, quien curioso vino a darnos la bienvenida, nos dijo que le encantaba el arte, que había estado en el MOMA de Nueva York fascinado. Pero que el arte también era muy burgués y esta muy alejado de la gente, que había que hacer un museo para la calle, algo para la gente común. Así reconocimos la posibilidad de plantearle algún proyecto en conjunción con el sector.



Imaginando La Matriz Desde los primeros días, Elisa y yo entendimos la necesidad de pensar un proyecto colaborativo que nos involucrara a las dos, desde y para la Matriz. Es decir, nuestro ejercicio involucraba el sector y sobre todo su gente. Así que pensamos en un evento festivo que nos diera la posibilidad de proyectarnos hacia el futuro, de escribir las esperanzas en el piso de la Matriz, como forma de redención personal, respondiendo a la pregunta ¿Qué haría usted antes de que se acabe el mundo en el 2012?. Una oportunidad de registrar esperanzas y compartirlas en un espacio publico. El proyecto evoluciono de la visión apocalíptica del fin del mundo, en un contexto bastante religioso, a imaginar la Matriz desde un ejercicio que involucrara tanto niños como adultos, para imaginarse e identificarse como comunidad y poder así modelar Matrices y mundos posibles. Entonces surgió la idea “La matriz imaginada, un ejercicio de dibujo comunitario”, donde se invitaba a dibujar a grandes y chicos, siendo los niños el objetivo para convocar los adultos. Se propuso un encuentro que diera la posibilidad de expresión e identificación con el imaginario de la Matriz, en el corazón mismo del Valparaíso. Para el evento se invito a toda la comunidad desde los colegios del sector, desde la parroquia, desde el comedor, desde la difusión con megáfono a través de las calles, donde Elisa regalaba bombas a niños y Álvaro (el tío músico de la parroquia) y yo invitábamos por altavoz a los vecinos a que nos acompañaran a imaginar la Matriz, como una oportunidad de pensar la Matriz, la madre, la red que nos acoge, es decir el barrio. Un encuentro que posibilitaba la amistad e identificación como comunidad.



La Matriz imaginada (El evento) Desde la mañana del domingo 18 de diciembre, sacamos las mesas al atrio de la Matriz, para comenzar a organizar el escenario y que la practica se fuera dando de una manera orgánica y tranquila. Así tuvimos participantes, colaboradores, conversadores y dibujantes durante todo el día, quienes contribuyeron a hacer desde el montaje hasta el final un ejercicio colectivo. El atrio, lugar de permanentes contrastes, se mantuvo así como un lugar de conciliación y encuentro, donde desde los curados(borrachos), junto con los niños, las tías, los habitantes de la calle o la clientela del comedor, vecinos y curiosos, se sentaron a dibujar, a intercambiar y compartir la mesa. Justo frente de las puertas de la iglesia nos instalamos, el atrio se convirtió en un taller, donde las crayolas y los dibujos iban y venían. Los portones de la iglesia fueron la galería donde se montaban todas las posibles matrices. Hubo música, baile, dibujo y helados. Visitantes tan diversos como turistas, una concejal de Valparaíso, estudiantes de arte y curiosos abiertos a participar, junto con los ya nombrados habitantes del lugar. Pues el ejercicio genero un encuentro donde diversas realidades se juntaban para imaginarse parte de la misma Matriz. Así como dijo el Padre, “el atrio, configura un espacio de encuentro, el espacio en el cual cada uno de nosotros podemos sentirnos representado, porque somos todos iguales en uno de los espacios más hermosos, más democráticos de la sociedad Chilena, en Valparaíso”. Entonces, el ejercicio de dibujo comunitario, se visualizo mediante los diversas interpretaciones que los asistentes hacían a través del dibujo, donde el comedor, sus actores y la parroquia tejían el soporte para proyectarse e imaginarse juntos. Las posibilidades fueron múltiples, demostrando un alto interés por el dibujo y grandes destrezas de la mayoría de los asistentes, quienes juiciosos observaron y narraron la Matriz.









La Matriz, que se hace uno de nosotros Después del festín amenizado por Pimpinela en la música y otros cantantes improvistos, convocamos a los asistentes a ver un corto documental realizado por nosotras junto con Erick Fuentes del equipo de CRAC. El fin, además de registrar y recolectar los testimonios de quienes a diario trabajan, mantienen y velan por el sector, fue para nosotras la mejor manera de guardar recuerdos de nuestros vecinos, amigos y tíos durante nuestra residencia en Valparaíso. Así que invitamos a todos, hasta los mismos retratados a ver el video que resumía y contaba nuestro acercamiento al interior de la Matriz contado por sus mismos actores. El título del documental, por sugerencia de Erick, lo sacamos de una palabras del Padre, “La Matriz, que se hace uno de nosotros” y nosotros nos hacemos uno con ella.



El Fanzine Durante el evento también repartimos un Fanzine dibujado por mi, documento que recogía mis horas de observación y contacto con el sector. Allí documente a través de retratos, circunstancias que resaltaban la magia y el encanto de la cotidianidad que se daba al interior del Atrio de La Matriz. Pues el fin del fanzine, más que ser un documento de registro, buscaba resaltar para sus propios protagonistas, su realidad imaginada. Como dibujante realizar el Fanzine, no fue una tarea fácil, pues mi intensión fue hacer un ejercicio de retrato juicioso que buscaba aproximase tanto a la realidad, como enaltecerla, como un gesto y regalo de admiración. Entonces el dibujo, me sirvió para imaginar la realidad de la Matriz desde su entramado simple y verdadero, digno de ser reconocido. Llegar, ocupar, contemplar, conocer, interactuar, entender, disfrutar, compartir, hacer vecindad, hacer familia, habitar la matriz fue el acto de residir. Los dibujos del fanzine recogieron instantes de una realidad concreta, de penas y esperanzas, de juegos y bondades, de hábitos y solidaridades, de amor por una red que se teje y se habita a diario.



La Despedida El día siguiente del evento, las tías me programaron una despedía en el comedor, donde asistieron todos los voluntarios del lugar. Hubo mucha comida, brindis, regalos y lagrimas. Pues con solo un mes y medio, esta comunidad me integro como parte de su familia, despidiéndome como quien despide a un amigo de toda la vida. Ellos me demostraron que el servicio y el trabajo por los demás es un camino certero para ser feliz. Manuel y Luis también me despidieron en el momento de salir para el terminal, me dieron un regalo, una revista de dibujos para niños ya usada, pero envuelta en un impecable papel navideño con moño, demostrando que el que tiene poco más da.



CRAC El equipo de CRAC jugo un papel muy importante al interior la residencia, además de ser los gestores, promovieron cuestionamientos puntuales dentro del ejercicio del artista como articulador, critico y generador de sentido dentro del escenario socio-político de la ciudad. Pues en su compromiso colaborativo, posibilitaron una reflexión artística en dialogo con el contexto, buscando generar preguntas, relaciones y reflexiones que cruzan transversalmente diversas realidades a manera de comprensión del territorio y conformación de espacios colectivos para la creación desde la ciudad misma.


Las acciones promovidas por el equipo de CRAC dan cuenta del ejercicio juicioso de gesti贸n, reflexi贸n y activismo del arte contempor谩neo como facilitador de una practica relacional, critica y cooperativa tan necesaria hoy en d铆a, la cual sirve como referencia y ejemplo para actuar y reflexionar en otros contextos.


Bibliografía •

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http://www.ucentral.cl/dup/17_la_notacion_del_interprete.htm

García Paredes, Juan Carlos. Aprendiendo a habitar. Editorial Codice. 2008.

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Memoria CRAC 2009 / 2010. Centro de Residencias y Arte Contemporáneo.Dirección Paulina Varas. 2011.

Cuaderno CRAC No. 4. Exposición de CRAC en Balmaceda Arte Joven Sept 2011. www.cracvalparaiso.org

Bourriaud, Nicolas. Estetica Relaciónal. Adriana Hidalgo Editora. 2008.

“Á Valparaíso”. Boris Ivens. 1963. http://vimeo.com/5690624

“Sinfonía de una ciudad globalizada”. Marcelo Expósito. Documento del artista.

“A 50 cm del suelo”. Alina Astudillo Flores. http://www.cultureunplugged.com/play/3929/A-50cm-del-Suelo--50-cm-Above-the-Ground-

“Territorios de traducción: prácticas vecinales y conocimiento local, Valparaíso”. Jimena Andrade y Marcos Moreno. 2010. http://vimeo.com/29566624

Patas de Kiltro. Documental de Alina Astudillo. http://www.cultureunplugged.com/documentary/watch-online/festival/play/3941/Patas-de-Kiltro--Street-Dog-Walking-/Vm10YVlWSnJPVmRSYkVwUlZrUkJPUT09KzE=

Valparaíso.


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