1960: Memorias de un Desastre

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Para proceder a la fijación de estos precios y su estabilización, el Delegado de Industrias y Comercio de nuestra ciudad deberá asesorarse por funcionarios públicos o elementos de las fuerzas armadas que actuarán como Ministro de Fé. (El Correo de Valdivia, 31 de mayo de 1960, p. 3) Asimismo, se redefinió la labor de las Fuerzas Armadas, ya no en un sentido represivo, sino en el sentido urgente de apoyar a la población a superar la adversidad de la grave situación por la que atravesaba toda la provincia y prácticamente todo el centro-sur del país. Las tareas de las Fuerzas Armadas fueron bastante amplias, desde el transporte y la distribución de ayuda humanitaria de alimentos, medicamentos, ropa, frazadas, colchones y toda clase de artículos de básicos entre toda la comunidad hasta la remoción de escombros. Se sumó a ello la necesidad de dar protección y seguridad a la población frente a los posibles robos.

EN PIE DE GUERRA CONTRA EL DESASTRE El Ejército, Armada y Aviación salieron de sus cuarteles para luchar contra la tragedia. A la natural labor de custodia del orden, la remoción de escombros y los primeros auxilios a las víctimas, las FF.AA. sumaron otras labores con eficiencia y esmero. En la asolada Valdivia, el Regimiento “Caupolicán” movilizó cocinas rodantes, que repartieron alimentos a la población. Fue secundado por las unidades militares de Lautaro y Temuco. Los especialistas en telecomunicaciones designaron columnas especiales para mantener latente el contacto radial de las zonas devastadas con el centro del país. La armada envió a distintos puntos del sur: crucero “Prat”, destructor “Orella”, corbeta “Chipana”, remolcador “Galvarino” y transporte “Pinto”. Por su parte, la Aviación se lució con el puente aéreo. El viernes 27, el Gobierno designó 5 Comandantes de las Fuerzas Militares Conjuntas que, en total, cubren toda la inmensa zona devastada (Ercilla Nº 1.306, 1 de junio de 1960, p. 31) Acerca de la actuación de las autoridades de la época, la señora Edita Vera nos aporta el siguiente testimonio: <<¿Y la reacción de las autoridades de la época, qué recuerda usted Sra. Edita? Lo primero… la Compañía de Bomberos, la que se movió mucho, ayudaron mucho, mucho a la gente. Algunos que iban a dejarle cosas a las casas, porque todo quedó en la 1° Compañía: víveres, ropa, todo quedó ahí. Entonces allí ellos solos iban a ayudar a la gente a dejarle las leches a las guaguas. Los militares abrieron la 1ª Compañía para empezar a repartir. ¡Claro! si a uno le hacían una tarjeta, entonces ahí empezaron a repartir; la misión de los bomberos fue muy rica. En la tarjeta la anotaban a uno: cuántas familias eran y sobre eso le daban. Como había tantos, había que repartir para todos los damnificados, entonces si era una cantera pa’ dos niños la leche, ahí las personas dieron carne también, todo lo que es para cocinar, todo eso lo repartieron. Pero sí que fue bueno como trabajaron las autoridades. Ese tiempo no me acuerdo qué alcalde había; también le tocó la desgracia, porque él no tenía, la municipalidad no quedó con nada, también se llevó todo lo de la municipalidad. Si antes estaba ahí la Municipalidad, ahí abajo, ¡claro, todo!, eso se encajó así y yo donde vivía eso también se encajó

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