TerorInforma nº34_Invierno 2011-12

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lingüista ¿Qué le interesa más, el significado o el significante? Sin ninguna duda, el significado. ¿Tiene alguna palabra preferida? Muchas: nenúfar, alféizar, anaconda, maragullo… ¿Qué motivo le haría soltar una “palabrota”? La violencia contra las mujeres y contra los niños. ¿Cuál es su escritor favorito? Tengo dos: uno clásico, Cervantes, y otro actual, García Márquez. ¿Qué eliminaría de la gramática española? Nada. Todo es perfecto tal y como está. ¿Hay alguna frase célebre de la que suela echar mano? Como me considero sobre todo un docente, le proporcionaré esta, de Ortega y Gasset, que he intentado usar en mi vida profesional como una divisa: “La cortesía del profesor es la claridad”. ¿Dónde se siente más a gusto, en el leguaje hablado o en el escrito? Me encantan los dos, cada uno en su momento. ¿Cuál es su libro de cabecera? Tengo dos: el y ¿Qué palabra le evoca Teror? Identidad.

Hay jóvenes que desconocen lo que es un o una

Q

¿Qué tiene el español de Canarias que no encontramos en otros lugares de España? Nuestra característica lingüística más llamativa es la suavidad con la que pronunciamos las consonantes. Casi todos los fonemas consonánticos los articulamos más relajadamente que en la Península, lo cual produce, junto a la peculiar cadencia de nuestra entonación, un efecto de musicalidad a oídos de los hablantes peninsulares. Nuestro castellano insular está más próximo al español de América que al de variedades como la de Valladolid o la de Burgos. ¿Ha descubierto alguna peculiaridad en el habla de los terorenses? El habla de Teror coincide en casi todo con la de Gran Canaria, que dentro del Archipiélago tiene una fuerte personalidad. No hay notables diferencias entre un terorense y un moganero. Acaso las pequeñas divergencias haya que buscarlas en el vocabulario. El léxico de un moganero, por seguir con la comparación, está salpicado de voces marineras, mientras que el de Teror es de “tierra adentro”, coloreado de términos agrícolas y ganaderos. Hay algunas palabras y modismos propios. Por ejemplo, empalambrar, que se circunscribe, a los municipios de Valleseco, San Mateo y Teror. Esta palabra arcaica significa ‘inflamar’, pero puede aplicarse en varias circunstancias: una hoguera se empalambra si le echamos gasolina, y hasta la cara de un adolescente se puede empalambrar de barros.

El terorense Gonzalo Ortega es catedrático de Lengua Española, miembro de la Academia Canaria de la Lengua y uno de los más destacados investigadores del dialecto canario. Desde hace varios años realiza, junto a los historiadores Francisco Sánchez y Vicente Suárez Grimón, un amplio estudio sobre la toponimia del municipio de Teror, del que nos desvela en esta entrevista algunos datos.

Usted lleva años investigando sobre la toponimia en Teror, ¿cómo marcha este proyecto? El trabajo está prácticamente concluido, a falta tan solo de rematar el capítulo dedicado a los aspectos históricos y a la introducción. Las ocupaciones diversas de las tres personas que lo estamos desarrollando han hecho que su conclusión se haya retrasado más de lo conveniente. No sería extraño, dicho sea esto en clave de humor, que este estudio, cuando finalice, le evoque a más de uno aquello de “el parto de los montes”, la conocida fábula de Esopo. ¿Nos podría desvelar alguna de las conclusiones de la investigación? La nota más singular de los nombres de lugar de Teror es la escasez de elementos prehispánicos. Salvo el nombre del municipio y alguno que otro más, casi todos los topónimos terorenses son de origen castellano, incluyendo alguna palabra portuguesa integrada en el léxico canario (La Sorriba, La

Serventía, etc.). Supongo que este hecho, que contrasta con lo que sucede en otros municipios canarios, está determinado por el modelo de poblamiento de esta zona de Gran Canaria. ¿Los nombres de los lugares en Teror responden a motivos históricos o tienen alguna característica particular? La toponimia está vinculada a muchos aspectos: orográficos, botánicos, religiosos, etc. La historia también influye. El régimen de propiedad, los repartimientos de tierras, la construcción de ermitas, etc., son cuestiones históricas determinantes en la conformación de muchos topónimos de Teror (Osorio, San Isidro o La Hoya de San Lázaro). El trabajo de toponimia de Teror que estamos terminando contará con el aval de Vicente Suárez Grimón, el mejor conocedor de la historia del municipio, amén de destacado investigador. La familiaridad de Francisco Sánchez Ojeda, el otro


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